SE DEBE RECTIFICAR NUESTRA POLITICA CON CHILE

Por:
Rodolfo Becerra de la Roca

Publicado el 01/06/2010

Bolivia y Chile no mantienen relaciones diplomáticas desde 1962 con una breve interrupción; no obstante, en los hechos sostienen una relación muy fluida, como si tal cosa. Hay intercambio de visitas de la más alta jerarquía oficial, civil y militar; se ha eliminado los pasaportes; el intercambio comercial es cada vez de mayores volúmenes, desde luego favorable a Chile; el contrabando de este país a Bolivia es inmedible, con las repercusiones éticas y económicas que esto significa; se ha diseñado una agenda de 13 puntos, de los que el vecino saca mayor provecho; pero lo más peligroso, se ha firmado un acuerdo para construir carreteras interoceánicas, desde luego para que los países de origen y destino se refocilen a costa de la “incauta” Bolivia; mantienen minada su frontera sin que el afectado se preocupe en lo más mínimo; se ha permitido que Chile destruya toda la red ferroviaria andina, hecho inaudito; en fin, son innumerables las ventajas que obtiene Chile a pesar de la inexistencia de relaciones diplomáticas, al extremo de que un alto funcionario de este país ha dicho que “la mejor relación con Bolivia es no tener relaciones”. ¡Lo cierto es que Chile ha estado presente, astutamente entre bambalinas o en forma directa, en todos los males de Bolivia!

A todo lo dicho hay que añadir que dos de los 13 puntos de la mentada Agenda son una burla a los bolivianos, como son los temas del mar y de las aguas del Silala, este último mañosamente convertido en asunto de Estado, cuando tenía su origen en una concesión de aguas en el ámbito privado. ¿No sucedió lo mismo con los 10 centavos del salitre? Pero nunca aprendemos.

Los acuerdos suscritos entre Estados que no tienen relaciones diplomáticas no son válidos; sin embargo, llegado el momento Chile exigirá su cumplimiento por la fuerza de sus cañones.

No es de ahora, desde los tiempos de Aniceto Arce los bolivianos fuimos domesticados para marchar al compás de los intereses de Chile. Esto es lo indigno. Chile se impuso por la fuerza de sus bayonetas, obtuvo lo que quiso de los países vencidos en guerra injusta. Pero después de todo esto, Bolivia debió actuar con la hidalguía del vencido en un atraco y lucha desigual; entonces, en lugar de someterse, le correspondía el comportamiento digno y severo de no convertirse en el contribuyente de ese país artero; pero siguió enviando recursos humanos para sus explotaciones en el Norte arrebatado; utilizó los puertos chilenos como si fuera la única vía para el sometido; incrementó su comercio de importación y exportación enriqueciendo a Chile, constituyéndose en el factor de desarrollo de ese Norte despojado; mientras Chile se atoraba con toda la riqueza extraída de los territorios usurpados para engrandecer la burguesía, cada vez más opulenta, de Santiago y Valparaíso, dejaba que el vencido de ayer se ocupe del desarrollo de los territorios apropiados. ¡Qué habilidad y viveza! y ¡qué estupidez e indignidad de Bolivia!

Tenemos que reconocer que Chile ejecuta todos sus pasos con Bolivia, con la mayor precisión y eficacia geopolítica y su política es inalterable con todos los tintes políticos, sean de derecha o izquierda. En tanto Bolivia, antes y ahora, carece de la más absoluta previsión geopolítica y geoeconómica, con un entreguismo y claudicación permanentes. No existe una política permanente en las relaciones con Chile, ella es cambiante con cada gobierno.

Uno de los objetivos de nuestra política debiera ser dejar el tema del mar para cuando seamos económica y políticamente más fuertes, solamente de igual a igual nuestros derechos podrán ser discutidos y reconocidos y, para ello, es preciso que internamente sembremos la vocación por el trabajo, tengamos conciencia de disciplina, honradez y responsabilidad, sobre todo fortalezcamos nuestro patriotismo y la unidad de todos los bolivianos.

Todavía existen personalidades y alguna prensa que alientan esas relaciones y dicen que la aceptación a los chilenos por la opinión pública boliviana es cada vez mayor. Vergüenza debe darnos esa posición falsa de entreguismo.

Si las relaciones diplomáticas están rotas, el Gobierno de Bolivia debe ser consecuente con esta situación y su accionar debe enmarcarse dentro de los límites del decoro y del honor, hasta llegar a la clausura de esa frontera y desviar nuestro comercio por el Perú, país que no sólo nos acogería, sino que nos beneficiaría; y abrir otras rutas hacia el Atlántico por las vías del Amazonas y del Plata. A fines del Siglo XIX, parece que ese fue el objetivo al fundar Puerto Suárez y Puerto Pacheco en el río Paraguay, que la ineptitud y falta de visión de los gobernantes no prosiguió.

¿Acaso el Perú no nos ha cedido una zona aledaña a Ilo, donde podíamos construir un puerto? ¿Qué hemos hecho para avanzar en ese sentido? Nada. Pero seguimos encandilados con el famoso callejón al norte de Arica, donde sería mil veces más difícil y costoso erigir el ansiado puerto. Pero continuamos con la cantaleta del callejón con que Chile y los chilenófilos nos adormecen. ¿Por qué Bolivia construye tantas rutas hacia Chile, en lugar de mejorarlas hacia el Perú e integrar nuestro territorio?

Ya han alertado algunas personas que las carreteras interoceánicas que propugnan Chile y el Brasil a través de Bolivia nos sería catastrófico. Bolivia en su inocencia (estupidez) financiará esas carreteras para provecho de estos países, con el agravante de que Bolivia sólo será un país de tránsito, asolarán los recursos de paso y contaminarán nuestro medio ambiente, todavía diáfano. Bolivia siempre la víctima y el tonto útil de los vecinos.

No puede ser que sigamos tropezando en la misma piedra permanentemente. Nuestros gobernantes, asesorados por personas entendidas y patriotas, en este tiempo de cambio, deben cambiar la inveterada política hacia Chile, y diseñar otra más decorosa y digna, para lo cual necesariamente hay que mirar atrás. A esa historia triste, tan lacerante, de nuestra relación con Chile, que debe enseñarnos para no equivocarnos otra vez.