UNA DECLARACION TERMINAL Y LA DIGNIDAD NACIONAL

Por:
Rodolfo Becerra de la Roca

Publicado el 01/08/2010

Las declaraciones del Presidente de Chile, de rechazo a dar a Bolivia mar con soberanía, no nos causaron sorpresa, porque hemos venido sosteniendo a través de nuestra columna que ese sería el resultado con los señores Michele Bachelet, Sebastián Piñera o cualquier otro mandatario que asuma en el futuro, además ya reiteraron esta posición anteriormente. Sólo que en nuestra Cancillería no quieren comprender que así será siempre, mientras seamos un Estado inestable, desorganizado, económicamente débil y porque así le convenimos a Chile.
¿Qué ganamos con tanta negociación fallida? Nada, pero Chile es el que siempre gana, llegando nuestra candidez a esa estupidez referida en la famosa proclama de la Junta Tuitiva de 1809, de la que debemos sacar enseñanza.
La Agenda de los 13 Puntos es una patraña, de las muchas con que se embauca a Bolivia. Mientras para 11 puntos se avivan las gestiones, pensando que lo estamos haciendo bien, ingresamos sin darnos cuenta en la red con que la astucia de Chile gana en estos espacios.
1) Ya hemos dicho que nunca habrá confianza mutua sincera, porque los chilenos que se creen superiores a bolivianos y peruanos, en el fondo nos desprecian porque fueron triunfadores en un atraco. 2) La integración fronteriza tenemos que verla con mucha preocupación porque es el mecanismo con el que aumentan su influencia y penetración en nuestro territorio. 3) En el libre tránsito de vehículos, ahí está el floreciente contrabando que erige y desarrolla ciudades al otro lado de los Andes. 4) La integración física para intercambio de información es para ser esquilmados en nuestros datos, ya que nosotros carecemos de servicios de inteligencia. A nadie le importa este aspecto por el que seguramente no recibimos información sobre Chile. 5) Con la complementación económica y promoción comercial, para ellos esencial, somos abrumados por su expansión sin que pueda darse una balanza de reciprocidad con Bolivia. 8) En la lucha contra la pobreza en las fronteras, dada nuestra imprevisión y debilidad, serán los chilenos los que se apoderen de su influjo. 9) ¿Seguridad y defensa?, cómo se puede concebir un enfoque equilibrado con tanta demostración bélica de aviones, submarinos, fragatas, misiles, tanques, etc., todos de última generación bélica, frente a nuestro paupérrimo equipamiento. 10) En cooperación para el control del narcotráfico, es una cuestión en la que dudamos que estemos en cabal competencia para participar a nuestro favor en tan peligroso tráfico. 11) Educación, ciencia y tecnología serán canales de dominación y no de una contribución franca. 12) El intercambio de culturas es para que ese país carente de grandes tradiciones nos arrebate, como lo ha hecho siempre, nuestra cultura, música y folklore. ¿No dicen ya que la danza de los caporales es chilena? 13) En los otros temas, la política de intromisión es evidente, son puntos de la Agenda que sólo benefician a Chile. ¡Esto no se quiere comprender!
En cambio los puntos 6) y 7) sobre el mar y las aguas del Silala quedan como enunciados. Las aguas del Silala y su injusto aprovechamiento unilateral más que centenario es inaudito y hábilmente han planteado un pago del 50% para consolidarlo en el futuro como río internacional, lo que no es; y el desvío abusivo del río Lauca de su cauce geográfico, queda sin solución. Mutatis mutandi, pongámonos en el caso de que fuera Bolivia el actor de dichos abusos, Chile habría dicho: ¡ni una gota de agua para Bolivia!
Por el examen anterior, no conviene continuar con la Agenda de 13 Puntos. Ya se ha escuchado varias voces patriotas en este sentido.
Los bolivianos debemos estar conscientes de que cuando reclamamos el mar, no estamos pidiendo una limosna, perseguimos la reivindicación de nuestro derecho. Viene al caso enrostrar a Chile que abusivamente “reivindicó”, por sí y ante sí, el territorio de los paralelos 23 al 24, del que se apropió sin derecho alguno, a vista y paciencia vergonzosa de los gobernantes de esos tiempos y que, inconsecuentemente, hemos olvidado. Por eso, al reclamar nuestro mar únicamente pedimos la justa reivindicación de un derecho atropellado.
¿Por qué ahora ese afán de aproximación, precisamente con Chile, del que debemos desconfiar en todo tiempo y circunstancia? Desde luego, ellos pudieron ser lo que son con el enorme aporte económico que les significaron las riquezas usurpadas, para desarrollarse política, social, cultural y bélicamente -recuérdese los conceptos que se tenía de la población y comportamiento chilenos antes de la Guerra del Pacífico. Es a partir de aquella infausta invasión, seguida de apropiaciones increíbles, que cambiaron su situación y los bolivianos vivimos acomplejados como fruto de la hecatombe y a veces con un entreguismo y cobardía ante el ultraje, sin un mínimo de altivez.
Ojalá que el Gobierno nacional que proclama cambios, abarque entre éstos a la esfera de comportamientos en nuestras relaciones internacionales, como debe asumir un Estado débil económicamente por ahora, pero viril y digno. Esto es lo que está faltando.
Bolivia debe propender a tener como meta, crecer económicamente, desarrollando la agricultura y ganadería, industrializando las materias primas. Solamente necesitamos organizarnos y darnos seguridad de inversión. Debe causarnos vergüenza que países que carecen de hierro tengan acería, como por ejemplo el Paraguay. Bolivia con el yacimiento de hierro más grande del mundo de qué se ufana, no está teniendo la capacidad de fabricar acero. Igual debe mortificar nuestro pundonor de comprar uva y manzanas chilenas, cuando en Bolivia podemos producir mejores, para abastecernos y exportar. ¿Qué nos pasa?
Recién cuando alcancemos a ser iguales, podremos obtener nuestra reivindicación marítima, entretanto, estamos desgastándonos y perdiendo tiempo. Ahí están los puertos peruanos, el argentino de Rosario y el uruguayo de Palmira que se nos han concedido y el Amazonas como otro camino abierto; pero con un masoquismo incomprensible nos sometemos a la dependencia de los puertos chilenos.