¿COLONIZADOS POR EL CULTURALISMO?

Por:
Pablo Stefanoni

Publicado el 01/09/2010

La semana pasada se organizó en la Vicepresidencia (con apoyo de la FBDM) un debate que prometía. El tema a discutir era la economía plural. La economista Fernanda Wanderley planteó un conjunto de temas nucleares para reflexionar sobre las ambivalencias del actual modelo de desarrollo: el problema de la escasez material, los vínculos –no dicotómicos- entre economías comunitarias y economías de mercado, la discusión de las fallas de mercado pero también del Estado, en el marco de un nuevo desarrollismo, con creciente peso en el debate económico.
Sin embargo, el diálogo casi no fue posible: desde el “bloque oficialista” se defendió -sin muchos matices, y menos aún de información empírica- que el vivir bien es un modelo civilizatorio alternativo al capitalismo y a la modernidad. Es paradójico: mientras quien dirige la economía en Bolivia aplica políticas bastante prudentes –y no discutimos acá si eso está bien o no- varios voceros económicos del gobierno defienden un comunitarismo idealizado sin anclaje en las políticas gubernamentales. De hecho, el propio vicepresidente Alvaro García Linera utilizó una metáfora para definir el nuevo modelo económico donde la economía comunitaria ocupaba el último vagón (el primero era el Estado). Y todo ello no sólo confunde sino impide discutir. Seamos claros en este punto: no estamos saliendo del capitalismo, y aún nos cuesta dejar atrás el neoliberalismo.
Tampoco parece conveniente afrontar la crisis capitalista con la lente del viejo catastrofismo de izquierda, sólo que ahora repetido bajo argumentos culturalistas. Un reciente artículo de James Petras plantea: “Mientras los progresistas y los izquierdistas escriben sobre las crisis del capitalismo, los productores, las empresas petrolíferas, los banqueros y casi todas las demás empresas grandes de ambos lados de la costa del Atlántico y el Pacífico no dejan de reírse camino del banco. Desde el primer trimestre de este año los beneficios empresariales se han disparado más de un 100 por cien (The Financial Times, 10 de agosto de 2010, p. 7)”. Y agrega: “En realidad, los beneficios empresariales han aumentado más que antes del inicio de la recesión en 2008 (Money Morning, 31 de marzo de 2010). Contrariamente a lo que dicen los blogueros progresistas, las tasas de beneficio aumentan, no disminuyen, sobre todo entre las empresas más grandes (Consensus Economics, 12 de agosto de 2010). La solidez de los beneficios empresariales es una consecuencia directa de las crisis agudas de la clase trabajadora, los empleados públicos y privados y las pequeñas y medianas empresas”. Además, el capital asiático no ha entrado nunca en la crisis final y América Latina padeció una versión tibia y pasajera. El marxista estadounidense, finaliza alertando algo que parecía claro pero ya no lo parece tanto entre algunos grupos: “Una cosa está clara: el sistema capitalista no desaparecerá ni será sustituido a causa de su podredumbre o sus contradicciones internas”. Entonces: ¿con qué proponemos sustituirlo nosotros? Ese es el debate, pero la discusión no sirve si no tiene algún mínimo vínculo con la realidad socioeconómica del país. Si sostenemos que la feria 16 de Julio es la panacea del comunitarismo y vemos ahí pura solidaridad ¿llegaremos muy lejos? En los debates, con hegemonía de sensibilidades anticapitalista, es fácil desechar cualquier posición realista, pero el proceso de cambio no se jugará en los seminarios sino en la sociedad; una sociedad que aunque “esperó 500 años” no va a esperar más de cinco más para reevaluar sus intenciones electorales.
Como en la película “El Origen”, con Leonardo DiCaprio, podemos elegir si queremos vivir en esta realidad o en un sueño. Pero para cambiar Bolivia parece mejor optar–creo yo- por la primera opción, aunque sea a simple vista menos entusiasmante que creernos nuestras propias proyecciones utópicas.