Entrevista a Enric Durán, activista contra la banca y trabaja por una cooperativa integral

Desde Cataluña se ha tejido una red que enlaza proyectos cooperativos y que cuenta con varias monedas sociales intercambiables. Una iniciativa para empezar a vivir sin capitalismo. |
DIAGONAL CANTABRIA:
¿Por qué elegir el modelo de cooperativa? ENRIC DURÁN: La idea
es que la cooperativa en parte sea una herramienta jurídica que proteja a las
iniciativas autogestionarias del control del Estado. Dentro de esa misión, la
cooperativa tiene más posibilidades porque permite mayor participación
–legalmente es una persona un voto, no un euro un voto como en el resto de
formas jurídicas mercantiles–. El modelo concreto es cooperativa mixta de
consumidores y servicios que permite también la forma de socios de trabajo, y
queremos también que sea una cooperativa de iniciativa social que permite el
formato de voluntariado. Con formas de participación tan ricas es más fácil
escapar al control del Estado. Las leyes prevén que pueda tener un régimen
interno y que éste tenga el valor de ley dentro de la cooperativa, de forma que
permite ir mucho más allá de lo que figure en los estatutos. Otra ventaja es
para los insolventes, y de hecho fue un hecho fundacional de la idea desde el
colectivo Crisis que trabajaba el tema de las deudas, porque el capital social
no se puede embargar por los bancos.
D.C.: ¿Qué significa integral?
E.D.: Por un lado, es integral porque cubre todas las partes de una economía:
producción, consumo, comercialización, financiación y una moneda propia. Por
otro, queremos cubrir todas las necesidades a nivel económico: alimentación,
vivienda, educación, salud, energía, transporte, etc.
D.C.: ¿Cuál ha sido el proceso para crear cooperativa integral catalana?
E.D.: La idea de la cooperativa fue previa a la publicación de Podemos ! y por
eso ocupó una página, aunque en aquellos momentos era sólo una idea. Los meses
siguientes, hasta prácticamente septiembre de 2009 que fue también cuando salió
Queremos!, se intentó desarrollar la propuesta a nivel local pero, al mismo tiempo,
se desarrollaron proyectos de otras gentes con las que teníamos afinidad, las
Ecoxarxas. Entonces el proyecto dio un vuelco y, en lugar de pensar en una
cooperativa a nivel local, empezamos a pensar en una cooperativa integral a
nivel catalán que permitiera coordinar esas redes locales y crear un proyecto
común de mayor envergadura. A partir de ese momento, resultó especialmente
significativo el seminario sobre monedas sociales que se hizo en diciembre para
consensuar este modelo con esos grupos que se estaban poniendo en marcha. Desde
enero hasta abril fue rápido, mediante reuniones para concretar el modelo y
ponerlo en marcha.
D.C.: ¿Qué mecanismos de participación y coordinación hay?
E.D.: Cuando la gente rellena el formulario para hacerse socio puede decidir en
qué modo participar: como consumidores, contribuyendo con tareas organizativas,
produciendo… A nivel organizativo, se trata de funcionar a través de una
asamblea mensual a nivel catalán, más una asamblea permanente que trata cosas
urgentes y se tiene que reunir como mínimo dos veces al mes, y luego comisiones
de trabajo transversales –gestión económica, consumo, difusión…– y grupos
temáticos –alimentación, salud, transporte...– que completan la estructura.
Esta estructura a nivel catalán, se reproduce en los grupos locales para que
cada vez haya más autonomía y coordinación.
D.C.: Con el crecimiento ¿no podría peligrar la participación?
E.D.: Cuanta más gente haya, mayor participación local podrá haber. Nuestro
reto será entonces llevar esa participación local a una coordinación a nivel
catalán, que las decisiones se puedan hablar en las bases y nos podamos
encontrar para decidir los aspectos de forma consensuada entre grupos locales.
Quizá la participación virtual sea importante, para venir a las asambleas
físicas con un trabajo previo hecho. Un proyecto catalán nos permite
coordinarnos en niveles que nunca habíamos trabajado y la cooperativa nos da
fuerza y un paraguas legal. Si queremos crear realmente una alternativa de
sociedad, en algún momento tendremos que ser capaces de organizar a mucha gente
en esa alternativa hecha desde abajo. Esto es un campo de experimentación.
D.C.: ¿Por qué una moneda?
E.D.: Tener una moneda propia es imprescindible aunque no suficiente para
construir esa alternativa al capitalismo. Quizá en los movimientos sociales
hemos tenido poco conocimiento de lo que puede significar esto y por eso a
veces se crean dudas. Una moneda permite que el mercado lo dirija una asamblea,
y no que el mercado domine nuestra vida. Un mercado puede ser algo muy distinto
a lo que conocemos en el capitalismo. Una moneda creada de forma comunitaria,
que no genera interés y permite pagar trabajo comunitario o intercambios, y que
vaya ganando espacio al euro, es una herramienta clave de transición.
D.C.: ¿Qué la hace diferente a una moneda capitalista?
E.D.: Se trata de empezar con un saldo 0 y, a medida que vamos intercambiando,
quien ofrece un servicio o un bien genera un saldo positivo y está creando
moneda, y quien lo contrata genera un saldo negativo. Hemos acordado hasta que
márgenes negativos aceptamos, el margen de confianza que nos damos, aunque este
margen puede ir creciendo a medida que el usuario tiene más participación en el
sistema. Se permite cambiar euros a moneda social en relación uno a uno, pero
no al revés, de moneda social a euros. Así, facilitamos que quien quiera
integrarse pueda utilizar de forma progresiva la moneda social y evitamos que
pueda haber gente que convierta lo que gane en un valor especulativo, con
euros. Trabajamos con un software creado en Ciudad del Cabo, pensado para
intercambios entre redes distintas. Las seis monedas sociales catalanas
permiten intercambiar entre redes con facilidad y transparencia. En el sistema
informático se puede ver el saldo de cada persona y la moneda va vinculada a
esa persona de modo que no se puede falsificar ni se pueden crear relaciones
corruptas. Está pensado para que se pueda controlar eso. Aunque a veces se
plantean dudas de cómo hacer frente a problemas de acumulación, aquí aplicamos,
como en otros ámbitos, que no podemos solucionar problemas que aún no se han
dado. Se trata de ir basando el proceso en la práctica y que la ésta nos guíe
para no quedarnos sin actuar: la idea es pasar a la acción.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/cantabria/spip.php?article465