Entrevista a Samir Amin

Esta entrevista, de la que se incluye en este número la primera parte, es fruto de varias horas de conversación
con el profesor Samir Amin a invitación de El Viejo Topo, ACIM (Associació Catalana d´Investigacions
Marxistes) y otras organizaciones en el marco de un curso de economía marxista realizado en abril en la
Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona. Samir Amin es desde hace mucho uno de los teóricos
de la izquierda marxista más importantes. Nacido en el El Cairo en 1931, conserva una vitalidad y una lucidez
intelectual extraordinarias.
E
—Usted antepone en alguno de sus textos el concepto de “democratización”
al de “democracia”. En los momentos actuales de
acentuación de las contradicciones sociales y de crecimiento de
la intolerancia y la xenofobia, ¿cómo ve usted la salud del modelo
democrático?
—No me gusta especialmente el término “democracia”, se utiliza
como una receta que uno guarda en su bolsillo. Yo prefiero
el término “democratización”. Es una visión, pienso, más am -
plia; se refiere más bien a un proceso que no tiene final. La de -
mocratización ha de abarcar todos los aspectos de la vida
social, no exclusivamente la designación de los responsables
políticos a través de elecciones, sino también la gestión económica.
Democratización significa que los trabajadores se convierten
en señores y dueños de su emancipación. Se convierten
en los jefes de las decisiones económicas, cosa que no son
ahora. En la actualidad el trabajo es sólo la venta de la fuerza
de trabajo al capital siguiendo los dictados de éste. De mo -
cratización abarca también todas las formas de relación social,
incluida la familia: la de los grandes problemas de relación
entre hombres y mujeres; los que tienen que ver con la vecindad
cultural de gentes de culturas, lenguas y religiones diferentes.
Es un proceso que no tiene final. Está asociado ineludiblemente
al progreso social. No digo al socialismo, sino a la
evolución social. En la actualidad la democracia, en la me dida
en que existe, está disociada del progreso social. Se asocia en
algunos países a la regresión social y por tanto pierde su le -
gitimi dad. Esto es muy peligroso. Estamos en un mo mento de
ame naza a la democracia porque estamos en un momento de
re gresión social.
—Ignacio Ramonet en 1995 popularizó el concepto de “Pen -
samiento único” para referirse a la ideología dominante neoliberal.
En esta misma perspectiva usted se ha referido en algunas
ocasiones al virus liberal como el corazón mismo del sistema
capitalista.
—Si, el virus liberal es la enfermedad. Es el corazón de la ideología
permanente del capitalismo. El capitalismo no puede
afirmarse sin el dominio del trabajo por el capital. Pero está
obligado a presentarse de una manera liberal, como un pensamiento
unificador ¡la sociedad reducida a una masa de individuos
sin pertenencia a una clase definida! Estos individuos son
pretendidamente iguales. Entran en relaciones contrac tua les
pretendidamente libres en el mercado. De hecho, la eco nomía
convencional no es un análisis del sistema capitalista realmente
existente, es una teoría de un sistema imaginario. Individuos
entrando libremente en relaciones contractuales de cualquier
naturaleza supuestamente en pie de igualdad. Nada que ver
con lo que existe realmente. Esta ideología es la do minante,
trata de presentarse bajo un aspecto agradable ¡Es to es la libertad
del individuo proclaman! Pero la libertad del individuo está
limitada por las condiciones sociales ¿Cuál es la libertad de un
trabajador precario en la actualidad? ¿De un parado? ¿De un
trabajador que está perpetuamente amenazado por el cierre de
la empresa o la rentabilidad?
La expresión de esta dimensión de este virus liberal lo marca,
por ejemplo, la ideología del consenso dominante en los EEUU
y que se está convirtiendo en la ideología dominante en Eu -
ropa. Esquemáticamente sería: todos estamos en el mismo
bar co y juntos debemos encontrar el terreno del consenso. Este
consenso significa que los oligarcas se embolsan los beneficios
y socializan las pérdidas. En este buque hay una super-primera
clase y hay una cuarta o quinta al fondo del sollado.
—En varios de sus textos y especialmente en el último de ellos, La
crisis Salir del capitalismo o salir del capitalismo en crisis se
desmarca de las opiniones económicas más en boga para analizar
al capitalismo desde una perspectiva temporal más amplia.
—El capitalismo es un paréntesis en la historia, es decir, el ca -
pitalismo no es un sistema viable durable o sostenible. Se fun -
da en la acumulación permanente, en el crecimiento exponencial.
Éste, como el crecimiento del cáncer,
conduce ineludiblemente a la muerte. No
podemos pues pensar en una prolongación
indefinida de esta forma de gestión de
la sociedad humana.
Es un paréntesis aún no cerrado, desgraciadamente.
En su momento tuvo algún aspecto positivo, fue
un paréntesis necesario y positivo, pero ha de ser cerrado aho -
ra. El capitalismo es un sistema que exigió para poder madurar
una larguísima incubación. Los europeos tienden a pensar que
esta incubación corresponde únicamente a los tres siglos del
mercantilismo europeo, de la época renacentista del 1492, fecha
que todo el mundo conoce, hasta la Revolución francesa. En realidad
la in cubación comienza como mínimo cinco siglos antes,
en la épo ca de la dinastía Song1 en China, se transfiere a Oriente
con los califatos musulmanes árabes y persas, luego a las ciudades
italianas dos o tres siglos antes del mercantilismo europeo.
Es pues una larguísima incubación.
—Usted teoriza que el capitalismo se ve inmerso en un proceso
continuado de crisis, desde su asentamiento como modelo productivo
alrededor de 1850 hasta la actualidad. Los períodos de
crecimiento han sido necesariamente breves. ¿Es pues la crisis el
estado permanente del capitalismo?
—Efectivamente, la puesta en marcha del sistema capitalista
en todas sus dimensiones, económicas, políticas o culturales
asociadas a éstas, se consolida a partir de la segunda mitad del
siglo XIX. Se caracteriza por un crecimiento fuerte aunque en -
tra en crisis rapidísimamente. Entre 1870-1871 la Comuna de
París lo pone políticamente en cuestión. Finalmente el ca -
pitalismo industrial entra en crisis a partir de 1873. Las tasas de
beneficio se desploman por las razones expuestas por Marx.
Esta situación durará desde 1873 hasta 1945, aunque con una
fase de crecimiento entre 1890 y 1914, conocida como “La Belle
Époque”.
La segunda crisis empieza en 1971, casi un siglo exactamente
después de la primera. Ahora nos encontraríamos en la mi -
tad de su recorrido. Es decir, dos largas crisis; la primera tuvo
una duración de setenta años y la segunda de varias décadas,
tras un breve período de 30 años los “30 gloriosos” de crecimiento
sin crisis o sin crisis importantes.
La historia del capitalismo es pues la historia de sus crisis.
—¿Las recetas propuestas por el capitalismo en la primera y la
segunda crisis están relacionadas, o por el contrario se proponen
salidas diferenciadas?
—La primera crisis, como he señalado, comienza en 1873 y el
capital dominante reacciona con tres trasformaciones: monopolización,
mundialización y financiarización.
Es la época de la aparición de los
primeros monopolios, de la conquista co -
lonial, que es una de las formas más brutales
de la mundialización y la financiarización.
Todo el mundo se olvida hoy, ha blan -
do de la financiarización, que los grandes bancos no han sido
creados hace 20 años. Wall Street y la City of London fue ron
creados y son centros de la financiarización desde 1900. Los
discursos que oímos durante esta primera época se parecen
extrañamente a los de esta segunda “belle époque” que va de
1990 al 2008: el final de la historia, el capitalismo está aquí para
eternidad, traerá la paz y la democracia, etc.
El año de inicio de la segunda gran crisis es 1971, con el
abandono de la convertibilidad en oro del dólar. A partir de la
mitad de los 70 la tasa de crecimiento de los países capitalistas,
es decir de la Triada imperialista -EEUU, Europa y Japón- caen
a la mitad de los que habían sido los 30 años anteriores, los que
van desde el final de la II Guerra Mundial hasta 1975; nunca se
han vuelto a alcanzar los niveles de crecimiento an teriores. Es
una crisis estructural, larga, duradera y antigua. El capitalismo
responde con una serie de medidas: la concentración. Se ha
consolidado un régimen de oligopolios a nivel planetario, no
hay pequeño productor o pequeño campesino que no se vea
constreñido por la acción de éstos. La mundialización neoliberal
es la segunda acción, al promover la desregulación en las
crisis
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Los poderes políticos se han
convertido en deudores, servidores
de los oligopolios
crisis
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condiciones de vida y trabajo para todas las naciones, pero no
de cara al capital. Por último la financiarización, la sustitución
de las inversiones privadas en el sistema productivo real por la
inversión financiera especulativa. Las tres medidas conjuntas
han creado una ilusión, aproximadamente desde los años 90
hasta el 2008 de un capitalismo con rostro humano, democrático
etc. Al mismo tiempo se estaba produciendo una degradación
social fomentada por la desregulación de las condiciones
de trabajo, la existencia de un nivel de paro crónico, etc.
Existen pues analogías evidentes entre la primera larga cr isis
y la segunda hasta el día de hoy, aunque evidentemente hay
matices que por falta de tiempo no puedo desarrollar.
Hilferdin g, Hobson y Lenin entre otros autores analizaron l as
formaciones monopolísticas de la primera fase del capitalismo.
Será este último autor quien conduzca y lleve más lejos
este análisis, su libro El Imperia lismo, fase s upe rior del capitalismo,
es muy importante, aunque comete un error de diag nós -
tico. Era muy optimista, y
su error es por otra parte
disculpable: pensaba que
la primera larga crisis es -
tructural del capitalismo
iba a ser la última; pensaba
que el inicio de la creación
de una etapa nueva
de desarrollo de la civilización
iba a im ponerse co -
mo respuesta a esta larga
crisis. De nuevo hemos de
preguntarnos si esta larga
crisis va ser la última o no,
pero en todo caso sólo
podemos actuar para que
lo sea. Hemos en trado ya en un período de guerras, de revoluciones,
de caos. El desafío no es salir de esta crisis para poner
en marcha un capitalismo con rostro humano, sino iniciar la
salida del capitalismo. No hace fal ta una bola de cristal para
predecir el hundimiento del sistema. No vamos a volver a la
época dorada de los años 80, hemos entrado en una segunda
fase de profundización de la crisis; por eso afirmo que no
puede haber salida a la crisis si no es saliendo del capitalismo
en crisis.
No digo con ello que q u ier a sal ir d el c api t alis mo p orq ue sea
socialista o comunista y que por ello me gustaría ver cerrado el
paréntesis del capitalismo, sino porque la búsqueda de una
solución capitalista a una crisis capitalista es ilusoria. Por otra
parte no soy de los que denigren de este paréntesis histórico. El
capitalismo creó las condiciones para la aparición de una
etapa superior de la civilización humana. Pero creó estas condiciones
a través de contradicciones rápidamente crecientes
que se habían hecho insoportables. El socialismo, el comunismo
no es un capitalismo con un reparto más justo y con una
mayor eficacia, es, como digo, una etapa superior de la civilización
humana.
—La crisis sistémica del capitalismo a la que usted hacía refere
nc ia go lpea co n d ureza las eco nomías occidentales. Grec ia,
España, Portugal o Irlanda son países que sufren con especial
rigor en cifras de paro y exclusión los principales envites. ¿Co mo
analiza usted la situación actual?
—Mi tesis es que el hundimiento financiero del 2008 no se ha
producido por ningún cataclismo financiero debido a las hipotecas
“subprime” o por la desregulación de los bancos y los
excesos incontrolados. Este análisis es muy superficial. Es cierto
en un primer momento, pero oculta las razones profundas
que empujan a este hundimiento.
El sistema no
pue de funcionar sino es
yendo de burbuja en burbuja.
Antes del estallido
de la burbuja del 2008 de
las subprime, hubo otro
en el 2000, el de la burbuja
de las “empresas tecnológicas”,
las pun to.com, y
an tes otra en 1997, y estamos
constr uyendo la próxima.
Por tan to es un sistema
que no puede durar,
he mos en tra do en una
nue va fase de desarrollo
de esta cr isis, una fase que yo llamaría caótica, y co mo he se ña -
lado con anterioridad, las consecuencias del profundizamiento
de esta crisis son sociales y políticas, con un aumento de los de -
sequilibrios so ciales.
Por otra pa rte, en té rm inos de ende udami ento e l ba lan ce e s
muy costoso, sobre todo para los que se endeudan, sean individuos
o estados, pero es muy rentable para el capitalismo
financiero. Los desequilibrios internacionales crean una nueva
base para hacer negocios rápidos. Los desequilibrios internacionales
van a crear una nueva fase caracterizada por el desorden
nacional, internacional y por la violencia. No sotros hemos
entrado en esta fase, la fase de un caos cada vez mayor, típico
de la crisis griega. Pero no hay tal crisis griega, hay una crisis
mundial, una crisis europea. Las regiones y las clases so ciales
más vulnerables son las más golpeadas, y con mayor vi -
Bibliografía
Autor de numerosos ensayos, entre los últimos títulos publicados
en España destacan La Crisis. Salir de la crisis del capitalismo o salir
del capitalismo en crisis (El Viejo Topo, Bar celona, 2009); El socialismo
en el siglo XXI, (Iepala, Madrid, 2009); Memorias (El Viejo Topo,
Barcelona, 2008); El virus li beral (Ed. Hacer, Barcelona, 2007); Por la
Quinta Inter na cional (El Viejo Topo, Barcelona, 2005); Más allá del
capitalismo senil (El Viejo Topo, Barcelona, 2003); El hegemonismo
de los Estados Unidos y el desvanecimiento del proyecto europeo (El
Viejo Topo, Barcelona, 2001).
rulencia. Éstas responderán a esta situación, pero hemos de
saber cuál será la salida de esta crisis. Muchos periodistas me
preguntan ¿cómo va a ser el mundo después de la crisis? No lo
sé, yo establezco un paralelo con la última crisis, la que empezó
en 1870 y que se prolongó hasta 1945: fue muy larga, su fase
ex pansiva fue muy corta, unos 15 años y después desembocó
en dos guerras mundiales. Es lo que Arrighi, Frank, Wallerstein
y yo mismo hemos calificado de “guerra de los treinta años”,
una expresión que otros han hecho suya después.
Si alguien hubiera respondido en 1913 cómo sería el mundo,
no habría acertado. Jamás podría imaginarse que se produciría
la I Guerra Mundial, la Revolución rusa, el restablecimiento del
sistema financiero y la crisis de 1929, el crecimiento del nazismo,
la II Guerra Mundial, la Revolución China y la descoloni za -
ción de África y Asia. Todos estos acontecimientos fueron res -
puestas a la primera crisis, respuestas que crearon las condiciones
para los 30 años del periodo glorioso. En la época ac tual
preguntar cómo será el mundo después de la crisis es absurdo.
—¿Qué posibles soluciones propondría usted al caso griego
aho ra o español, portugués o irlandés en el futuro?
—La crisis no es una crisis financiera a la cuál podamos dar
una respuesta simplemente instaurando de nuevo un sistema
financiero viable. La crisis es una crisis profunda de las
relaciones sociales internacionales. Es la razón por la que
Grecia ha sido golpeada, España también. Lo han hecho por
razones de fundamentalismo ideológico; la tasa de endeudamiento
de Fran cia, por ejemplo, no es in ferior a la de España,
aunque son endeudamientos diferentes. Yo soy de los que les
dicen –somos muy pocos los que lo decimos aún– a los griegos
¡sa lid del eu ro! Se puede restablecer provisionalmente el
control de cambio sobre el dracma o la peseta; se devalúa la
moneda, y el control de cambios permitirá que no se produzcan
una serie de de va lua ciones incontrolables. Y en ese
momento se esatría en con diciones de renegociar la deu da,
porque se dis pondría del control de cambios. Se tendría que
devaluar mode ra damente para estar en posición de ser com -
petitivos.
Nadie va a hacer como los ru sos en 1917 (¡qué lástima!).
Va mos a pagar, pero lo vamos a ne gociar. Vamos a pagar de
for ma escalonada con bajas tasas de interés, no a las tasas de
interés del mercado. Las altas tasas de interés (del 5 al 7%)
permiten a la banca internacional o na cional captar fondos
y vivir de la deuda durante años, cuando ese interés debería
ser del 1 o 1,5% como los bonos de tesoro americano.
Si renunciamos a la estupidez de Maastricht y al tratado de
Lisboa y marchamos hacia un estado confederal, estableciendo
cautelas antes de pasar de nuevo al euro entraríamos en
otra situación. La articulación de las monedas nacionales es un
elemento necesario en la actualidad. Mi conclusión es que la
izquierda radical debe explicar esta realidad. No ganará en el
corto plazo pero acabará ganando. Porque en el caos que se
aproxima, la zona euro va a explotar. Hay que ganar la batalla
de la opinión de la izquierda. El mito europeo en el cual creía
Papandreu hijo, se demuestra huero al fin y ahora no sabe qué
hacer.
—¿Una de las salidas a la crisis pasa pues por la salida del euro?
—Efectivamente.
—Hace poco, en un debate auspiciado por El Viejo Topo, otro
economista de relieve, Pedro Montes, haciendo referencia a la
crisis del euro nos hablaba de que hay que elegir entre la catástrofe
o el caos.
crisis
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—Efectivamente, leí lo que se publicó en la revista y estoy de
acuerdo con él. De una forma más general podemos ver que
Europa fue concebida desde su origen con un espíritu hiperliberal
y sellada para evitar cualquier corrección ulterior. Esta
construcción no se puede mejorar desde el interior; el discurso
sobre la Europa social es retórica vacía. En su momento, en la
Europa de los 17 países 15 de ellos tenían un gobierno de iz -
quierdas, pero no hicieron una labor social, no podían ha cerla.
La construcción europea es profundamente reaccionaria
desde el principio, y no puede ser refundada, hay que destruirla
para reconstruir otra cosa después, si no se la destruye, si la
izquierda no tiene esa iniciativa se deconstruirá por la derecha,
caerá en manos del neopopulismo o el neofascismo
—Las ayudas públicas de los diferentes estados están sosteniendo
el entramado bancario que ha generado la
crisis. ¿Asistimos pues al ejemplo tantas veces
enunciado de la privatización de las ganancias
y socialización de las pérdidas?
—Evidentemente. El estado, de hecho los contribuyentes,
han resultado los grandes pagadores.
Durante mucho tiempo se nos quiso presentar al capitalismo
como algo científico, con po cos riesgos. El capitalismo
corre riesgos muy altos. Pero quien paga finalmente es el trabajador,
por que cuando se ga na los beneficios son privados,
pero cuando hay pérdidas, estas son públicas. Se socializan
con la ayuda del estado. Mien tras au menta el paro, el rescate
del capitalismo se hace con ayudas redistribuidas en forma de
pagas de beneficios, bonos especiales etc. Esta es la lógica del
sistema, porque la concentración del capital que se ha realizado
en los años 80 del pasado siglo ha creado lo que yo llamo un
sistema de oligopolios generalizado; en el cuál un pu ñado de
empresas mundializadas (unas 500) controla la economía
internacional. No existe ningún sector capitalista que sea autónomo
respecto a estos oligopolios. Los poderes políticos se han
convertido en deudores, servidores de estos oligopolios, tanto
sean de la derecha, la derecha fascista o clásica, o sean los partidos
de izquierda transmutados en socioliberales, que no tienen
otro programa que la gestión. Esto es inadmisible no sólo
moralmente, sino que no funciona. Por ahí no pue de surgir
una solución a la crisis.
—Usted ha dicho que criticar Europa no es ser antieuropeísta.
—Así es. Hay que construir otra Europa. No la de uno de sus
fun dadores: Jean Monnet, por ejemplo, que pasa por ser el pa -
dre de la UE, o al menos uno de sus padres, era profunda men -
te reaccionario, con fuertes simpatías hacia el franquismo y el
fascismo musssoliano. Entendía que al margen de los excesos
antisemitas, el fascismo no era una mala cosa, al estar dotado
de un sentimiento paternalista. Admiraba la democracia americana,
porque era la única que había declarado el socialismo
ilegal y porque la propiedad privada era sacrosanta en ese país.
Qué paradoja la de este hombre homenajeado, agasajado en
todo el continente, que concebía a Europa como anticomunista
y no democrática.
—En sectores de la izquierda se tiende a pensar que la UE y el eu -
ro sobre todo ejercen de contrapoder al Imperialismo norteamericano.
—Esa es una visión que yo no comparto en absoluto. Hay diferentes
argumentos políticos sobre un estallido de la UE, algunos
dicen que la aniquilación de la UE beneficiaría a los Es tados
Unidos. Opino por el contrario que Europa tal y como está conviene
perfectamente a los EEUU. La UE es subalterna
del Im pe rio norteamericano, no solo
por la alianza política in con di cio nal (OTAN,
etc.) sino también por las relaciones econó -
micas en relación al euro. En realidad no es el
banco central europeo quien decide, sino el te -
soro americano, son ellos los que definen si el euro ha de ser
fuerte o débil y éste se ajusta a los intereses de los EUUU. Igual -
men te, si esta Europa estalla a cor to término no les molestaría
demasiado.
—¿Cree usted que el capitalismo ha agotado su capacidad de
superviviencia o puede reinventarse?
—El capitalismo se ha convertido en algo obsoleto, su propio
proceso de desarrollo lo ha convertido en algo destructivo. Po -
co a poco ha perdido sus aspectos positivos. El desastre ecológico
es el ejemplo más evidente, pero aunque el capitalismo se
haya convertido en algo obsoleto no desaparecerá por sí mis -
mo. Hace falta hacerlo desaparecer. Sin una intervención política
consciente, coherente, el régimen se perpetuará. ¿Pero, si
lo hace, a qué precio? No debemos dejar que se renueve, debemos
imaginar la salida de este sisteman
Nota
1. La dinastía Son o Sung se extendió entre el 960 y el 1279 d.e. Su
aparición marcó la unificación de China. El desarrollo económico
en la época fue impresionante, llegándose a crear por primera vez el
papel moneda. Arrebataron a los árabes el control de las rutas
comerciales, gracias al desarrollo de una ingeniería naval inigualable
en la época, la difusión de la imprenta, la educación y el comercio
crearon una economía pujante. Según el historiador Robert
Hartwel, China en la época se asomó a las puertas de la Revolución
Industrial, llegando a producir según este autor en torno al año 1090
unas 125.000 Tm de hierro.
Pero no ha y tal c r is is gr i ega,
hay una crisis mundial,
una crisis europea
crisis
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