DIALÉCTICA DEL MOVIMIENTO NACIONAL

Compañeros del Grupo Socialismo Latinoamericano:
Tardíamente tomé conocimiento de una crítica fraternal, pero crítica al fin, que me fue realizada por el compañero Gustavo Cangiano en agosto de 2008 al examinar mi trabajo “¿Populismo o Movimiento Nacional?” en la página “[email protected]. Quisiera ahora formular una explicación sobre la parte de mi escrito considerada por Gustavo, porque creo que las circunstancias de la necesidad de delimitarse de otras tendencias de la Izquierda Nacional lo llevaron a interpretar erróneamente algunas de mis afirmaciones o extraer conclusiones erróneas de la inexistencia de otras afirmaciones que no creí necesario estampar en el texto, dada su obviedad. Lo gracioso del caso es que, como se verá, yo no pienso como él cree que pienso, sino que pienso como él piensa. Gustavo tiene razón, no en la crítica, sino en la concepción política que sostiene respecto a la dialéctica interna del Movimiento Nacional. Me explico.
I
Gustavo me atribuye negar la lucha de clases al interior del Frente Nacional y aceptar únicamente el antagonismo entre éste y el bloque oligárquico-imperialista. “La lucha de clases también se manifiesta en el interior mismo del Frente Nacional” (1), dice. Y cita como ejemplo la disolución del Partido Laborista por obra del general Perón. Y tiene razón, Yo también creo lo mismo. Podría añadir que en mi libro “Del Mutualismo al Cordobazo” menciono una gran cantidad de huelgas obreras realizadas durante la primera presidencia de Perón (2), que son otros tantos ejemplos de esa lucha de clases intra-Frente. El equívoco surge de esta frase de mi trabajo: “la colaboración de clases hacia adentro coexiste con la lucha de estas clases contra la burguesía imperialista extranjera, hacia fuera. Justamente este doble carácter de la dinámica social en los países sometidos al capital internacional es lo que da su especificidad a la lucha de clases: la lucha contra el imperialismo (y los grupos nativos asociados) y no contra la débil y prudente burguesía nacional es nuestra forma específica de la lucha de clases” (3).
Como se ve, aquí no hay negación de la lucha de clases internas, sino la indicación de que ella no es lo específico del mundo colonial y semicolonial. Por supuesto que esta contienda permanente entre la burguesía nacional y la clase trabajadora (concepto más amplio de los asalariados que aquel que la reduce al proletariado industrial) no puede ser negada, pero sí ubicada en su exacta dimensión. La dinámica burguesía-proletariado es específica de los países centrales o imperialistas, donde constituye la contradicción principal, pero no en nuestros pobres países. En la dialéctica del Movimiento Nacional o Frente nacional coexisten esos dos momentos: el momento de la lucha interna entre la burguesía nativa y los trabajadores y el momento de la lucha contra el imperialismo en la “colaboración” de (mejor sería decir el “armisticio” entre) las clases afectadas por su hegemonía. Son dos momentos coexistentes, pero no de igual jerarquía. Es indudable que el primer momento se subordina al segundo, pues de no ser así el Frente nacional se desintegraría en sus componentes. Una riña en el gallinero que el zorro miraría con satisfacción…Una riña que el ultraizquierdismo trata de absolutizar e intensificar. Recordemos como la estrategia “antiburguesa” del PRT en nuestro país y la del MIR o la VOP en Chile facilitaron el accionar del golpismo proimperialista. Por eso Ramos decía que “el ultraizquierdismo no es un enemigo, sino una función del imperialismo” Es esta especificidad la que yo tenía interés en remarcar frente a las concepciones ultimatistas que mantienen lo contrario. De allí que no mencioné con claridad (lo admito: podría haberlo expresado con más precisión) la indudable existencia de la lucha de clases al interior del frente antiimperialista. Pero no la negué. Si desde hacía más de cuarenta años había yo aceptado, sostenido y propagandizado esta concepción de la Izquierda Nacional, de haberla negado debería haberlo hecho en forma expresa. No lo hice, naturalmente, porque estaba de acuerdo. Me limité a no mencionarla, pero no la negué ni la impugné, Solo callé ante su obviedad, obviedad que, en el contexto de mi polémica, hacía innecesaria su reafirmación, como sí era necesario, en cambio, afirmar y reafirmar el momento del “armisticio” de clases antiimperialistas. Y al callar, otorgué la razón a la concepción ideológica a la que siempre he adherido.¿Qué es lo que da su especificidad, su originalidad, a la lucha de clases en estos países? Lo reitero: la lucha contra el imperialismo y sus aliados, en primer lugar. En segundo lugar: la lucha nacional interna, condicionada por la primera. Son dos momentos, que no se niegan, pero tampoco se deben jerarquizar de un modo inverso al de la realidad. El propio Honorio Díaz, en el mismo excelente libro que reproduce las observaciones de Gustavo (“La Cuestión Nacional”, Ed. Plexo Libros, Bs. As. 2009), escribe en página 114, en un esfuerzo de síntesis: “La contradicción fundamental en la semicolonia se establece entre el bloque oligárquico y el bloque plebeyo que debe liderar el proletariado”. Notemos que en el primer miembro de la oración no se menciona la intervención del imperialismo, y en el segundo no se alude a la lucha de clases intra-frente. ¿Diremos por ello que Honorio propugna un objetivo nacional-burgués o, peor, imperialista? No, no lo diremos, porque su pensamiento, en su conjunto, está contenido en diversos trabajos suyos y no es otro que el de la Izquierda Nacional y a él nos atenemos para hacer un juicio exacto: Honorio sostiene un proyecto socialista nacional. Como yo.
Podría agregar, para mayor precisión, que ese proyecto, que parecía a punto de realizarse en los años Sesenta y Setenta en toda Latinoamérica, debido a la derrota histórica sufrida a manos del imperialismo “neoliberal”, ha retrocedido un paso y actualmente se presenta más como un horizonte que como un proyecto concreto. El gran fracaso de nuestra generación –que recién estamos empezando a remontar a partir de la aparición de la “sexta oleada del populismo latinoamericano”, como la he llamado- nos ha hecho más realistas. Creo que ahora vemos que el camino al socialismo, como dice Samir Amín, será arduo: estará por todo un período histórico atiborrado de avances y retrocesos, de otras dictaduras castrenses, de la aparición de Estados nacionalistas revolucionarios, de gobiernos civiles reaccionarios encumbrados por el voto popular (no escandalizarse: pensemos nomás en Menem, en Uribe y en Piñera…), de regímenes castrenses radicalizados, de intervenciones armadas del imperialismo etc. “Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que las que piensas en tu filosofía”, dijo Shakespeare.
De tal magnitud ha sido la derrota que el enemigo ha logrado incluso hacernos aceptar su semántica enmascaradora: nos ha acostumbrado a que le llamemos “neoliberal”, como si fuera un revival del antiguo Liberalismo, cuando no hay nada más alejado de la verdad. El capitalismo liberal del Siglo XIX era el sistema de la librecompetencia, la hegemonía industrial y los gobiernos constitucionales; el capitalismo actual es el de las dictaduras o de las pseudodemocracias coloniales en lo político, y el control monopólico, la falta de competencia y el dominio del capital financiero en la esfera económica. Así que acabemos ya de hablar de “neoliberalismo” y llamemos a las cosas por sus nombres: Capitalismo autoritario, anti-liberal, no neo-liberal.
II
Más adelante, Gustavo me realiza otra crítica, que tiene aún menos
sustentación textual: En efecto: me reprocha que yo afirme que “el objetivo del Frente Nacional (al que él llama movimiento nacional) no es superar el capitalismo dependiente por vía de la instauración del socialismo, sino superar su dependencia mediante la implantación de su desenvolvimiento autocentrado con justicia social y papel decisivo del estado nacional” (4). Y concluye: “Ferrero adopta como propio el objetivo nacional burgués de un capitalismo autocentrado. De este modo se aparta del socialismo de la Izquierda nacional” (5). En este caso Gustavo no tiene razón: yo no adopto como propio el punto de vista de la burguesía nacional, ya que mi texto no es de tesis, sino de mera descripción de la realidad movimientista. No postula un deber ser, sino describe un como es. Y ¿cómo es, cuál es, el objetivo socio-económico de los movimientos nacionales “realmente existentes” de America Latina: peronismo, varguismo, aprismo, etc. Indudablemente, el establecimiento de un capitalismo autónomo, con soberanía política y justicia social, y no más. “Pero, ¿es ese el objetivo para los socialistas del Frente Nacional?” se pregunta Cangiano (6). Indudablemente, NO. Pero el objetivo de los socialistas del Frente Nacional no es el objetivo del Frente Nacional mismo, que es solamente nacional-burgués. Porque si el objetivo del Frente Nacional como tal, como entidad social y política realmente existente, fuera el socialismo –como es para los socialistas- ya no estaríamos, por definición, en presencia de un Frente Nacional tal como él se ha dado hasta ahora, sino en presencia de un movimiento más avanzado, que pretende instaurar el socialismo. Las medidas de carácter socialista (estatizaciones, planificación, etc.) se presentarán simultáneamente con las medidas de orden antiimperialista y antioligárquico, o inmediatamente después (¿Quién puede saber los ritmos, propios de cada circunstancia histórica y nacional?) pero nunca antes. Si este último fuera el caso, estaríamos empezando por el final del proceso revolucionario y no por el principio: la Revolución Nacional. La Teoría de la Revolución Permanente quedaría totalmente desvirtuada. Los movimientos nacionales que hasta ahora se han dado en nuestra Latinoamérica han sido esencialmente nacional-burgueses, salvo Cuba ¿Quién podría negar este hecho?. Que los socialistas quieran impulsar el proceso más hacia adelante, hacia el socialismo, que tengan ese objetivo, está muy bien, pero esa es una segunda instancia, cuando la vanguardia socialista, debido a la crisis y claudicación de su dirección burguesa, logre tomar la dirección del Movimiento e imponer su perspectiva política. Dicho metafóricamente: Febrero estuvo antes que Octubre
En concordancia con lo expuesto, este objetivo “nacional-burgués” sólo lo ad vierto como propio de la primera instancia: por ello, la frase citada, de hecho, comienza señalando: “No se trata, en un principio, de superar el capitalismo, etc.” (7). Estas tres palabras, que son claves para una correcta interpretación de mi pensamiento, se le ha pasado por alto a Gustavo. O sea: es solo “en un principio”, en una primera fase, al comienzo, que el Movimiento se adjudica la finalidad de construir un capitalismo autónomo… Para la instancia que sigue, queda abierta la posibilidad de que el movimiento nacional se supere a sí mismo y luche por la instauración del socialismo, con la vanguardia socialista al frente y la segura deserción de las clases burguesas nacionales. Añado clara y expresamente: “Si en el curso de esta dinámica histórica el proceso culmina en el Thermidor de un capitalismo latinoamericano independiente en pie de igualdad con las otras naciones capitalistas, o si se desborda en dirección a un régimen social superior y más radical, sólo los hechos lo dirán” (8).
No afirmo dogmáticamente que el proceso desembocará inexorablemente en un curso socialista, porque “a Segura lo metieron preso”, como se decía cuando yo era chico. Ya estoy curado de espanto con las reiteradas profecías incumplidas del “fin del capitalismo” como para que crea en el funcionamiento inexorable de la Teoría de la Revolución Permanente. En la historia no existe un determinismo absoluto, sino una alta probabilidad, que permite la intervención activa del factor subjetivo. Si esta intervención es inteligente, realista, decidida y se orienta en el mismo sentido general de la Historia, la balanza puede ser inclinada a favor de la segunda opción. Ojalá.
Espero que con las líneas anteriores, mi pensamiento haya quedado más claramente expuesto que en mi trabajo citado y criticado arriba. Les agradezco la atención de hacer conocer esta aclaración. Fraternalmente.
. ROBERTO A. FERRERO
N O T A S
1)Gustavo Cangiano, cit. por Honorio Alberto Díaz en su libro “La Cuestión Nacional”, Plexo Libros, Bs. A. 2008, pag. 89.
2)Roberto A. Ferrero, “Del Mutualismo al Cordobazo. Breve Historia del Movimiento Obrero de Córdoba”, Ediciones del CEPEN, Córdoba 2009, pags.112/118.
3)Roberto A. Ferrero, “”¿Populismo o Movimiento Nacional?”, Ediciones del CEPEN, Córdoba 2004, pag.16.
4)Cit. por Gustavo Cangiano en op. cit de Honorio A. Díaz, pag.89/90
5).Cit. en Idem, pag. 90.
6)Idem, idem.
7)Roberto A. Ferrero, “¿Populismo o Movimiento Nacional?” cit., pags.18/19
8)Idem, pag. 19.
Córdoba, 26 de agosto de 2010