LITIO-PETROLEO-ETANOL
Suramérica en la geopolítica energética mundial

Por:
Joel Sangronis Padrón

Publicado el 01/03/2011

"La economía norteamericana necesita los minerales de América Latina
como los pulmones necesitan el aire". Eduardo Galeano. Las Venas
Abiertas de América Latina

 
El modelo civilizatorio en el que vivimos (capitalismo), con sus
intrínsecas características de desarrollismo, consumismo y derroche,
impuesto a casi toda la humanidad en los últimos 150 años, ha dependido
para su existencia de la disponibilidad de fuentes de energía que han
sido, a la vez, abundantes y baratas.

 
Las cuatro principales fuentes de energía para este siglo XXI que recién
comienza son:


 
A- Combustibles fósiles.


B- Biocombustibles.


C- Energía nuclear.


D- Minerales estratégicos con gran capacidad de almacenamiento y
conducción de energía (Litio, Coltán).


 
El formidable desarrollo de las fuerzas productivas durante el siglo XX
estuvo ligado a la permanente disponibilidad por parte de los centros
del capitalismo mundial, de la energía que el petróleo, obtenido la
mayor parte de las veces en forma de saqueo puro y simple o a precios
ridículamente bajos, casi simbólicos, le proporcionó.
 
La lógica y leyes del capitalismo no han variado desde entonces. Las
nuevas fuentes energéticas serán objeto de intento de apropiación a
través de agresiones (caso de Irak) o de transacciones leoninas y
usureras con gobiernos cipayos y corruptos (como los que existían en la
Venezuela anterior a Chávez).


 
El capitalismo está indisolublemente ligado al imperialismo. Hoy, uno no
puede sobrevivir sin el otro. Para un sistema de estructura y concepción
neoimperial no basta con tener garantizado el suministro de determinados
artículos y bienes; lo que determina el modelo y características de las
relaciones imperiales de dominación es poseer la potestad de obtener
esos recursos en forma ilimitada y con costos apenas un poco mayores que
los gastos de inversión realizados. La división internacional del
trabajo bajo el sistema capitalista mundial exige para su existencia
elevados porcentajes de plusvalía, porcentajes que sólo pueden ser
obtenidos a través del saqueo sistemático de los recursos y el trabajo
de las sociedades periféricas y dependientes.


 
Los primeros años del siglo XXI encuentran al sistema capitalista
atravesando una de sus cíclicas crisis generada por sus intrínsecas
contradicciones: Por un lado vive una etapa de apogeo y expansión
mundial denominada por sus panegiristas como globalización, pero por
otra parte presenta síntomas inequívocos de estar inmerso en un
rompimiento estructural que, en muchos de sus aspectos, parece
irreversible y terminal.


 
El capitalismo es, por su propia naturaleza, un sistema profundamente
irracional. No albergo dudas de que su final está cerca (tiene que
estarlo, el ecosistema terrestre no soportará mucho tiempo más su
dinámica depredadora y destructiva), pero también estoy convencido de
que morirá matando, e intentará destruir a todo aquello que se
interponga en su suicida carrera por obtener los recursos energéticos
que le son indispensables para mantener su ritmo incesante de
crecimiento y expansión, no porque así lo hayan decidido unas élites
malvadas y sin conciencia (si este fuera el caso sólo habría que esperar
a que tomaran el poder en los centros imperiales del capitalismo mundial
gente “buena”, o por lo menos sensata, con lo de absurdo y fantasioso
que esto supondría), sino porque esta es su naturaleza y así lo ordenan
las leyes que rigen su existencia, como tan bien lo explicó Marx en su
obra maestra, El Capital.


 
En el escenario antes descrito Suramérica va a desempeñar un papel clave
y protagónico; veamos porque:


 
Hidrocarburos
 
En Suramérica se encuentran las mayores reservas de hidrocarburos que
existen en el planeta. Sólo en la faja del Orinoco, y según cifras del
Departamento de Geología de los EEUU, se pueden recuperar con la
tecnología actual, más de 513 mil millones de barriles de petróleo, a
los que hay que sumar los cerca de 100 mil millones de barriles que
Venezuela posee como reservas convencionales, las reservas de gas
natural que equivalen a cerca de 30 mil millones de barriles y las
reservas de carbón, que equivalen a poco más de 5 mil millones de
barriles; a esto habría que sumarle los más de 100 mil millones de
barriles que los brasileños han encontrado en sus yacimientos off shore
de sus cuencas del Presal y las reservas de petróleo y gas que existen
en Colombia, Ecuador y Bolivia, que, sin poseer la magnitud de los dos
primeros países, tampoco son despreciables. Como punto especial debo
mencionar los recién descubiertos yacimientos de petróleo en las islas
Malvinas argentinas, que según las empresas que allí hacen prospecciones
con licencias del gobierno inglés, sobrepasan los 18 mil millones de
barriles y que involucran a los intereses británicos en forma directa en
la geopolítica energética de la región.


 
Lo anterior significa que en Suramérica existen reservas de
hidrocarburos mayores que las que existen en las cuencas del medio
oriente o las del Mar caspio, con la ventaja agregada de su cercanía a
los que, hasta ahora, han sido los grandes centros de consumo energético
del capitalismo mundial.


 
Parece obvio que en la lucha que la humanidad presenciará en los
próximos años por el control de los hidrocarburos, los EEUU intentarán
asegurarse el control de esta zona del planeta como reserva exclusiva y
estratégica frente a potencias emergentes como China e India, e incluso
frente a sus tradicionales aliados europeos y japoneses.


 
Biocombustibles
 
Suramérica es la principal zona productora de biocombustibles en el
mundo. Brasil produce el 45% del bioetanol que se destila en el planeta,
Argentina es el primer productor mundial de aceite de soja, así como
Colombia es el principal productor de aceite de palma africana en el
continente, ambos aceites utilizados para la producción de biodiesel.
Hay que hacer la aclaratoria de que cuando se dice que Brasil es el
primer productor mundial de etanol o Argentina de aceite de soja,
pareciera que es el estado brasileño o argentino quienes producen estos
rubros cuando la realidad es que quienes los producen son gigantescas
trasnacionales asentadas coyunturalmente en los territorios de esos países.
 
Según el Doctor Miguel Ángel Altieri, profesor de la universidad de
Berkeley, “estamos ante el diseño de una nueva estrategia de
reproducción por parte del capitalismo, que está tomando el control de
los sistemas alimentarios. Se está produciendo la alianza inédita de
multinacionales petroleras, biotecnológicas, de autos, los grandes
mercaderes de granos y algunas instituciones conservacionistas que van a
decidir cuáles van a ser los grandes destinos de los paisajes rurales de
América Latina”.


 
El catedrático de origen argentino culmina sus reflexiones con un
llamado de alerta a los pueblos del sur del Rio Grande: “para que EEUU
produzca todo el etanol que necesita para reemplazar su petróleo,
debería cultivar seis veces su superficie. Entonces está claro que lo
van a hacer en los países de América Latina y, de hecho, ya están en
camino. Se trata de un imperialismo biológico”.
 
Energía nuclear


 
En Suramérica existen cuantiosas reservas de minerales radioactivos.
Países como Brasil, Argentina y casi todas las naciones andinas poseen
en sus territorios yacimientos de estos materiales. Brasil y Argentina
además, dominan todos los ciclos técnicos para la producción de energía
nuclear.
 
Hasta ahora, todas las centrales nucleares en el mundo producen energía
a partir de la fisión (rompimiento) del núcleo de los átomos de los
materiales radioactivos; sin embargo, las centrales nucleares de nueva
generación (el prototipo se construye en Francia), van a ser centrales
que producirán energía no a partir de la fisión nuclear sino de la
fusión de los núcleos de los átomos de los materiales radioactivos en un
proceso semejante al que ocurre en el sol.


 
El material que hasta ahora ha demostrado ser más eficiente y adecuado
para la producción de energía a partir de la fusión de sus átomos es el
Tritio (una combinación de Litio con Hidrógeno). El que en Suramérica
exista cerca del 80% de los yacimientos de Litio que se han podido
confirmar en el mundo y a la vez existan grandes reservas de uranio y
países que controlan las fases técnicas del proceso de producción de
energía nuclear abre múltiples variables sobre el papel que podrá jugar
esta región en al campo de la producción de energía nuclear en el siglo XXI.
 
Minerales estratégicos para el almacenamiento de energía
 
(Litio y coltán):


 
El litio es un mineral extremadamente liviano, que presenta como
característica utilitaria principal una enorme capacidad de
almacenamiento de energía eléctrica, lo que convierte a los automóviles
movidos por este tipo de energía, que funcionan con acumuladores
(baterías) fabricados con este material, en la gran opción ecológica y
sustentable frente a los que aun funcionan con combustibles fósiles.


 
Al litio se le asigna el papel de ser el suplidor del petróleo como
proveedor de energía para mover al mundo a partir de la tercera y cuarta
década de este siglo.


 
En el triángulo formado por los salares de Uyuni en Bolivia, Atacama en
Chile y Hombre Muerto en Argentina, se concentra más del 80 % de las
reservas de Litio que, hasta ahora, se han confirmado y certificado en
el mundo. En el salar de Uyuni, en el suroeste boliviano, se concentra
más del 50 % del Litio conocido y certificado hasta ahora en la tierra.
Jerome Clayton Glenn, director del proyecto milenium de la ONU, declaró
hace dos años atrás que “en un futuro cercano Bolivia podría convertirse
en el proveedor de combustible del planeta”, lo que no hace sino
confirmar las enormes posibilidades energéticas que hacia futuro posee
el país altiplánico. La Dirección Nacional de Recursos Evaporíticos de
Bolivia estimó en enero de este año que el total de las reservas de
litio ubicadas en el Salar de Uyuni se estiman en cuando menos dieciocho
millones de toneladas. Desde Washington y otros centros de poder y
propaganda mundial se ha promocionado a Chile como el gran proveedor de
Litio para el mundo, destacando su neoliberal legislación minera y la
rígida alineación de los sucesivos gobiernos australes con los intereses
estadounidenses en la región. Se ensalza a Chile como estrategia para
descalificar y torpedear los esfuerzos del estado Boliviano por intentar
explotar su riqueza litífera procesándola en su propio territorio;
también estos serían los fines tácticos que persigue el anuncio del
descubrimiento de gigantescos yacimientos de Litio en el sur de
Afganistán, es decir, disminuir la importancia de los yacimientos
bolivianos para de esa forma debilitar su capacidad negociadora frente a
las empresas y países con los cuales negocia el gobierno de Evo Morales
la industrialización del Litio en su propio país.


 
El Coltán por su parte es una combinación de columbita, tantalita y
manganeso. El Tantalio (uno de los minerales que lo integran) es un
superconductor que soporta elevadas temperaturas, es resistente a la
corrosión y tiene, al igual que el Litio, una asombrosa capacidad de
almacenamiento de cargas eléctricas. El Coltán es el material
fundamental para fabricar condensadores, microchips, microcircuitos para
computadoras, celulares, consolas de videojuegos, sistemas de
posicionamiento global, satélites, misiles teledirigidos y demás
aparatos de microelectrónica, eso sin incluir que también es utilizado
para los ahora infaltables implantes mamarios.


 
Hasta ahora se creía que los yacimientos de Coltán sólo se encontraban
en cantidades apreciables en países del África centro-oriental, en la
zona de los grandes lagos (Congo, Ruanda, Burundi), pero el año pasado
Venezuela anunció descubrimientos de Coltán en su sureño estado de
Amazonas con reservas que, en un primer momento, se han valorado por
encima de los cien mil millones de dólares, lo que viene a aumentar, si
acaso ello fuera posible, la importancia estratégica del país
bolivariano en el escenario geopolítico de la energía en el mundo
contemporaneo.
 
Variables geopolíticas


 
Los hechos antes señalados poseen en sí mismos profundas implicaciones
geopolíticas. Dada la magnitud de sus gigantescas reservas de
hidrocarburos (Venezuela será el último país sobre la tierra en alcanzar
su pico de producción, alrededor del año 2067) la nación bolivariana
parece encaminada a ejercer una posición dominante en el mercado
petrolero mundial durante este siglo que comienza, situación que también
detentará Bolivia con respecto al llamado combustible del siglo XXI, es
decir, el Litio.


 
En este punto hay que recordar que los gobiernos de estos dos países son
estrechos aliados políticos e ideológicos, cofundadores de la
Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que vista desde esta
óptica ya no parece tanto un club de utopistas y soñadores, y
propulsores de cambios profundos y estructurales en las formas de
organización social, política y económica de sus sociedades. Tanto el
Comandante Chávez como el Presidente Evo Morales han enunciando su
intención de construir modelos de convivencia humana y planetaria
diferentes al capitalismo.


 
Nuestro actual modelo civilizacional se asienta, es pertinente
recordarlo, sobre la disponibilidad y consumo (derroche) de ingentes
cantidades de energía, por lo que es válido afirmar que quien controle
las fuentes de energía tendrá la posibilidad de influir grandemente en
los modelos y formas de organización social y convivencia que la
humanidad adoptará en las próximas décadas. Bolivia con su Sumak Kawsay
o tesis del buen vivir, proveniente de las mejores tradiciones indígenas
de los pueblos que conforman su estado plurinacional, y Venezuela, con
su búsqueda de un socialismo adaptado y evolucionado hacia las
realidades del presente siglo, son de las pocas alternativas que se
levantan en el mundo contemporáneo a desafiar, en la teoría y en la
práctica, al capitalismo globalizado.


 
A esto tiene que agregársele que Brasil, primer productor mundial de
biocombustibles , aun sin que sus élites y clases gobernantes estén
propugnando modelos alternativos o heterodoxos de organización social,
sí intentan la modificación del orden unipolar vigente actualmente en el
mundo y las posibilidades que en ese sentido le otorgaría una alianza
con la Venezuela petrolera de Chávez o la Bolivia litífera de Evo tiene
que estar siendo considerada seriamente en los despachos de análisis
geopolítico de los palacios de Planalto e Itamaraty.


 
Un eje energético Brasilia-Caracas-La Paz (Etanol-Petróleo-Litio)
tendría una posición dominante en el mercado de la energía mundial del
siglo XXI, y estaría en capacidad de imponer condiciones y reglas dentro
de la multipolaridad mundial que su consolidación crearía.


 
Los geoestrategas chinos y rusos, aunque lejos de concepciones
marxistas, o incluso progresistas de las relaciones internacionales de
sus respectivos países, no pueden haber dejado de percibir las enormes
implicaciones de poder que los escenarios antes descritos ofrecen para
la construcción de un nuevo escenario mundial y desde ya empresas chinas
y rusas, con el apoyo de sus respectivos gobiernos, se están
posicionando en la región.


 
A su vez, los analistas estadounidenses han previsto estos escenarios y
ello explica el gigantesco y renovado despliegue militar (bases, IV
flota, neogolpes de estado) que en los últimos años han realizado en la
región. Para los intereses usamericanos controlar Suramérica,
especialmente sus movimientos nacionalistas y anticapitalistas, no es
sólo una apuesta económica e ideológica, es un imperativo de
supervivencia imperial. El control de las reservas energéticas de
Suramérica, especialmente las petroleras de Venezuela, es una condición
necesaria para garantizar su retaguardia petrolera y tener las manos
libres para intentar controlar las zonas petroleras del medio oriente y
el Mar caspio, y en caso de no controlarlas, desestabilizarlas al máximo
para impedir así el libre acceso a ellas de asiáticos y europeos.


 
El establecimiento de siete bases militares en el país neogranadino han
llevado al internacionalista azteca Alfredo Jalife Rame a preguntarse en
la página web de La Jornada de México: “¿La instalación de las bases
militares estadounidenses en Colombia, al unísono de los intentos de
balcanización de países petroleros de la zona (Bolivia, Ecuador,
Venezuela) no formarán parte del jaque bélico de Washington a los
hidrocarburos y a los metales estratégicos como el Litio, de Sudamérica?”.


 
Los thinks thanks estadounidenses entienden que estallidos, revueltas y
convulsiones en el mundo árabe y musulmán en contra del orden económico,
social y político impuesto a esas sociedades por regímenes tiránicos y
antipopulares, cuya única razón de ser durante décadas ha sido
garantizar el saqueo de las riquezas hidrocarburíferas de esos países
por parte de las grandes corporaciones transnacionales, son inevitables,
tal y como se ha podido observar en las últimas semanas en Túnez,
Argelia, Egipto, Yemen y Jordania, por ello, el control de los recursos
energéticos de lo que ellos por años han considerado “su patio trasero”,
Suramérica, se les presenta como un imperativo absoluto.


 
Una Suramérica unida e integrada es el peor escenario que los círculos
de poder imperiales pueden llegar a visualizar para sus intereses en la
región, por ello, los gobiernos de los EEUU han maniobrado en los
últimos años para, en cumplimiento del viejo adagio romano de divide et
impera, impedir o sabotear toda forma de asociación o integración en
Latinoamérica y el Caribe; por eso, iniciativas como el Alba, el Sucre,
La Comunidad Sudamericana de Naciones, Petrocaribe, Petroandina,
Petroamérica, Unasur y Mercosur, que no sólo implican acuerdos en el
ámbito económico sino que son el entramado para fijar las bases hacia
una mayor y más profunda integración política, son miradas y atacadas
con fuerza por un poder imperial que tiene su principal fuerza en la
división y aislamiento del resto del mundo.


 
La energía puede ser la herramienta necesaria para ajustar estos
procesos de integración suramericana, a la vez que convertirse en su
carta de presentación al mundo multipolar que se está comenzando a
conformar en este siglo que recién arranca.


 
- Joel Sangronis Padrón es profesor de la Universidad Nacional
Experimental Rafael Maria Baralt (UNERMB), Venezuela. [email protected]