
“Es una
obscenidad asociar al liberalismo con la dictadura argentina”. Así respondió
Mario Vargas Llosa a su entrevistador que, en el marco de la apertura de la
Feria del Libro de Buenos Aires, le recordó que los liberales argentinos
apoyaron a la genocida dictadura militar de Videla. Luego continuó con una
serie de comentarios sobre el liberalismo y la libertad. Como es sabido, el
liberalismo nació como una ideología a favor de la autonomía de los individuos
frente al poder despótico de los estados. Su último libro, El sueño del
celta, es una expresión de ese “buen liberalismo”: constituye una alegato
crudo y descarnado del colonialismo en África, la Amazonía gomera peruana e
Irlanda; y la parábola del diplomático irlandés que va al Congo, entusiasmado
con la misión civilizatoria del imperio británico –y belga-, y termina leyendo
la propia realidad irlandesa como una nación oprimida por el imperio está muy
bien lograda.
Pero no basta con citar a los teóricos del liberalismo (de la misma forma que
no alcanza citar a Marx para explicar que el comunismo no tiene nada que ver
con Stalin). El problema es que en la tensión entre democracia y libre empresa
la mayoría de los liberales (como siempre, con honrosas excepciones) se muestra
dispuesta a sacrificar a la primera. Vargas Llosa no solo vino a Buenos Aires
como escritor sino también como simpatizante de la Sociedad Mount Pelerin, una
suerte de think thank liberal creado en 1947 y que contaba entre sus referentes
a los ultraliberales Milton Friedman y Friedrich von Hayek. Al ser entrevistado
por el diario Página/12, Vargas Llosa se enreda justamente en la mencionada
tensión. Cuando los periodistas Martín Granovsky y Silvina Friera le recuerdan
el apoyo de Friedman y Hayek a la dictadura de Pinochet, atina a responder:
“No, no. Apoyaron la política económica, pensaron que la política económica era
la buena, pero nunca apoyaron la dictadura de Pinochet, nunca apoyaron los
crímenes, nunca apoyaron la desaparición de un Congreso, de elecciones libres.
Nunca. Von Hayek ha defendido... Miren... No sé si han leído The Constitution
of Liberty, un libro absolutamente fundamental en defensa de la cultura
democrática y de la libertad económica a partir de la libertad política. Es el
sustento fundamental de la idea de Von Hayek”.
Luego los periodistas le muestran dos cartas de agradecimiento de Friedman a
Pinochet por haber aplicado sus recetas económicas… “Si Friedman y Von Hayek lo
hicieron, se equivocaron. Cometieron una gravísima equivocación y hay que
criticarlos por eso, porque ningún liberal debe apoyar una dictadura política.
Y si lo hace se equivoca, y hay que criticarlo. Yo soy un liberal y nunca he
apoyado una dictadura”, responde quien ya debería estar bien al tanto de esas
posiciones. Dijo que es la primera vez que participa de una reunión de la Mount
Pelerin y declaró estar “totalmente a favor de la libertad económica como un
correlato de la libertad política”; es decir que no hay división entre libertad
política y libertad económica. Concluyó que los liberales que defienden
dictaduras no son liberales, y seguramente Vargas Llosa cree de verdad eso.
En la entrevista sorprende al acusar al premio Nobel de Economía Paul Krugman y
a la socialdemocracia de “debilidades colectivistas”. Si la actual
socialdemocracia descafeinada tiene esas debilidades, la acusación dice mucho
del nivel de individualismo que propone el autor de Conversación en la Catedral
y sus compañeros de ruta del Mount Pelerin. La autora de La rebelión del Atlas,
la anarquista de derecha Ayn Rand, en los años 60 veía al mundo dividido entre
"dos escuelas opuestas de filosofía, o dos actitudes opuestas hacia la
vida: como forma breve de identificarlas, las llamaré el eje
razón-individualismo-capitalismo versus el eje misticismo-altruismo-colectivismo".
Estas declaraciones parecen llevarnos hacia eso.