
Estábamos
terminando de leer un alarmante material sobre los peligros que tienen los
alimentos transgénicos y el por qué en muchos países, principalmente de Europa,
millones de personas se resisten a consumirlos, cuando nos tropezamos con esta
novedad: El Gobierno confirmó que impulsa una nueva ley para permitir la
producción y comercialización de alimentos transgénicos, pese a que el
gobernante había rechazado varias veces de plano esos productos.
El argumento, que nosotros llamaríamos mejor “pretexto” es que “la producción
orgánica no es suficiente para garantizar el abastecimiento interno y los
excedentes de exportación de alimentos”.
Para colmo de males, quien esgrime el pretexto es el ministro de Autonomías,
Carlos Romero, de quien nos habían asegurado que es un profesional serio. Si
defiende los transgénicos, eso queda en duda.
Una profesional seria, que ha dado muchas muestras de su compromiso con las
causas ecológicas, sin ser fanática ni intolerante, es Silvia Ribeiro, cuyo
material solemos publicar en estas páginas. Pues bien, ella en un trabajo muy
reciente sobre la agresiva aparición de bacterias E.Coli, y acerca de los transgénicos
afirma esto:
“En el caso de las bacterias E.coli, de las que hay muchas diferentes cepas,
éstas son usadas y manipuladas en forma intensiva y masiva por la industria,
por lo que están favoreciendo todo el tiempo la creación de nuevas cepas. Por
ejemplo, son un elemento importante en la construcción de transgénicos
(agro-alimentarios, farmacéuticos y veterinarios), son el vector de
fermentación de la biología sintética (manipulando con genes artificiales
bacterias E. coli y levaduras, porque son rápidas y fáciles de usar), son el
vector para fabricar hormonas transgénicas (hormona de crecimiento bovino) para
que las vacas produzcan absurdas cantidades de leche que las enferman y nos
enferman. En la mayoría de los casos, para probar si la transgenia fue exitosa,
les aplican antibióticos, por lo que además de la transferencia horizontal de
material genético entre diferentes bacterias (que de por sí promueven los
transgénicos), aumentan también la resistencia a antibióticos”.
Eso es argumentar en forma convincente y mientras no estudien a fondo, de
verdad, los riesgos a los cuales nos estaríamos sometiendo los bolivianos, es
mejor que no se pongan a manipular leyes relacionadas con los transgénicos.
Además, de sobra se ha demostrado que los problemas se seguridad alimentaria no
están en la dificultades para producir alimentos, ni en supuestos incrementos
desmesurados del consumo, sino en la especulación mercantil que está haciendo
con los alimentos gente que no tienen nada que ver con producción, sino solamente
con el “negocio”.
Tampoco tienen que ver con la crisis alimentaria los “fenómenos naturales”, que
si bien afectan la producción y la productividad, no lo hacen tanto como la
especulación mercantil.
Ahora que el tema está todavía “en veremos”, es hora de alertarnos y de que se
alerten nuestros representantes en el aparato legislativo (la Pluri”) para que no vayamos
a embarcarnos en algo de lo cual vayamos a arrepentirnos no solamente en ésta
generación, sino históricamente. Algo supimos de resistencias a esta intención
de “transgenizar” nuestro alimento. Aplaudimos esa resistencia.