
El excanciller ecuatoriano, Fander Falconí, destacó la importancia del desarrollo endógeno y la diversificación, lo cual quedaría indefinidamente postergado con un eventual Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea (UE), que sería otra forma de neocolonialismo.
En entrevista con Prensa Latina el académico y miembro de la Dirección Nacional
del gobernante Movimiento Alianza PAIS, estimó que Ecuador debe atender a sus
propios tiempos, honrar su Constitución, y a su Plan Nacional para el Buen
Vivir.
Es necesario poner mucha atención para que la negociación ecuatoriana no pase
de ser una mera adhesión a lo que ya acordaron Colombia y Perú, como es el
anhelo de los europeos, recalcó.
Las negociaciones comerciales entre la Unión Europea y la Comunidad Andina
(Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) comenzaron siendo una negociación de
bloque, citó el excanciller.
Hay que recordar, dijo Falconí, que Bolivia abandonó la mesa de negociaciones
por considerar que el componente comercial debilitaba su posición de desarrollo
propio, y por un cuestionamiento que tenía sobre el tema de la propiedad
intelectual.
Una negociación que empezó siendo bloque a bloque terminó como un acuerdo
eufemísticamente llamado multipartes, que finalmente dejó en claro la UE se trata de un acuerdo
bilateral, y eso, precisó Falconí, resta fuerzas a un posicionamiento más
integrado de los países andinos.
Nuestros vecinos países (Colombia y Perú) apuestan por un libre comercio y han
terminado ya las negociaciones en ese sentido con Estados Unidos y la UE, comentó.
Ecuador suspendió la negociación comercial el 17 de julio del 2009, y esta
decisión no desconoció la importancia del mercado europeo para el país, pues es
su segundo en importancia comercial.
No obstante, esto obedeció al escaso avance de las perspectivas del acuerdo
multipartes y a una estrategia para presionar por la solución del diferendo del
banano.
También se buscaba redefinir el campo de la negociación, para conseguir un
acuerdo comercial favorable para el sector productivo nacional en conjunto y no
sólo para los empresarios europeos, de un importante grupo de exportaciones
tradicionales ecuatorianas.
Ya el 2006 Ecuador rechazó un acuerdo de libre comercio, dijo Falconí, cuando
grupos tradicionales aliados a Washington quisieron imponernos un TLC con
Estados Unidos.
Se trata, recalcó, de estrategias de desarrollo completamente distintas a las
que perseguimos en Ecuador, basadas en un desarrollo endógeno con acumulación
propia de capital, con intentos de consolidar una producción local y un empleo
nacional.
Creo, afirmó, que en Ecuador un TLC con la UE, sin beneficio de inventario como pretenden
los voceros de las grandes Cámaras, vulneraría derechos constitucionales de
amplios sectores de trabajadores en ámbitos que van desde lo agrícola hasta la
salud.
Asimismo, agregó Falconí, la opción de desarrollo delineada en la Constitución de la República y detallada en
el Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013 quedaría pospuesta en forma
indefinida por las concesiones que pretende Bruselas.
Bruselas, dijo en referencia a la ciudad sede de la UE, pretende concesiones
especiales en tres aspectos que son fundamentales para el desarrollo propio,
endógeno, que implican acumulación interna en Ecuador.
Estos son, acotó, bajar los estándares en las compras públicas, es decir, en
aspectos relativos a servicios para que entren sus empresas al país; ingresar
en los sectores estratégicos definidos por nuestra Constitución, y concesiones
en los aspectos de propiedad intelectual.
Estos últimos son sumamente sensibles para un país mega diverso, con una alta
biodiversidad como Ecuador, la que se puede asociar con información y capacidad
de generar valores alrededor de nuevos descubrimientos tanto agrícolas como
farmacéuticos, señaló.
Si vemos la forma cómo los países de América Latina nos hemos insertado en el
orden global de comercio, es fundamentalmente a través de la venta de productos
primarios, expuso Falconí.
La estrategia de desarrollo endógeno de Ecuador persigue reducir paulatinamente
el peso del sector extractivo, y si seguimos condicionados a vender productos
primarios a la UE
no tendremos posibilidad de generar un desarrollo diversificado, advirtió.
Una desconcentración de nuestra oferta exportable, anotó, tiene varios problemas:
concentración a nivel de mercados, de productos y de zonas geográficas, porque
el 90 por ciento de la oferta exportable de Ecuador se produce sólo en cinco
cantones (municipios).
Entonces, recalcó, es muy importante el aspecto de la diversificación, y esto
quedaría indefinidamente postergado con un eventual TLC con la UE, tal como persiguen los
europeos.
De ahí la definición para Ecuador de un esquema relacionado con sus propias
necesidades de desarrollo endógeno, que dé contenido a tratados comerciales
para el desarrollo que impliquen un comercio justo y la incorporación del
diálogo político y la cooperación.
Esto último, señaló, porque abriría posibilidades para negociar formas
innovadoras por ejemplo para reprimir el tráfico de sustancias prohibidas o de
revisar los inhumanos mandatos que criminalizan la movilidad de nuestros
compatriotas en Europa.
Nosotros tenemos una realidad y es que un quinto de la población ecuatoriana
vive en el exterior, fundamentalmente en Estados Unidos y la Unión Europea, por
eso es tan prioritario que se abra un diálogo político para revisar esos
inhumanos mandatos.
La UE, recalcó, afronta las secuelas de una crisis económica que arrancó en el
último trimestre del 2006 y se expresa incluso en temas de convulsión social,
como en España, cuyo alto desempleo está afectando a la población y
especialmente a los jóvenes.
Los TLC, enfatizó finalmente Falconí, van más allá del comercio, e implican
sumisiones geopolíticas y disciplinas sociales que sólo competen a cada país de
manera soberana, no a una potencia extranjera y, sin dudas, implican una nueva
forma de neocolonialismo.