Los líderes mundiales aflojan la presión en la lucha contra la evasión fiscal organizada. La cumbre de Cannes del G-20 ofrece una oportunidad para retomar el asunto. |
Las grandes empresas de todo el mundo eluden un billón de euros en impuestos a
través de los paraísos fiscales. Lo hacen en connivencia con los Gobiernos, que
han aflojado la presión para acabar con la existencia de estos territorios sin
ley, en buena parte asentados en excolonias británicas. Sin embargo, según el
autor de un libro presentado en Madrid, si se redobla la presión ciudadana, el
G-20 se verá obligado a retomar en noviembre los trabajos para acabar con los
agujeros por donde se escapan las obligaciones fiscales de las grandes
empresas.
La opacidad de estos territorios no impide que distintos estudios arrojen datos
sobre las consecuencias que tiene la existencia de paraísos fiscales. Según
José Luis Escario, autor del libro Paraísos fiscales: Los agujeros negros de la
economía globalizada, que se presenta en la tarde de este jueves en la Fundación Alternativas
de Madrid, los paraísos fiscales son patria de unos 10 billones de dólares, en
su mayor parte procedentes de empresas multinacionales, que eluden así el pago
de impuestos. “No los utiliza el crimen organizado, ni la corrupción”. “Son las
multinacionales”, afirma sin ocultar su sorpresa.
Tras la cumbre del G-20 en Londres en 2009, los líderes mundiales han aflojado
la presión que les llevó incluso a afirmar que la era del secreto bancario se
había terminado. “Se están posponiendo las medidas concretas, que ya se
conocen”, afirma. “El impulso inicial se ha desvanecido”.
Sin embargo, la cumbre de Cannes que reunirá a los líderes del G-20 -los países
más ricos del mundo- el próximo mes de noviembre supone una oportunidad para
retomar este asunto. “Dependerá de la voluntad de Sarkozy”, tercia Nicolás
Sartorius, presidente de la Fundación Alternativas. El presidente francés
encara pronto elecciones. Y también Obama, cuyo impulso se antoja también
fundamental. “Con que se pongan de acuerdo los cinco grandes será suficiente”,
apoya Manuel de la Rocha
Vázques, autor del prólogo de la obra.
China y Estados Unidos ya se han puesto de acuerdo para obligar a dotarse de
más transparencia a las industrias extractivas, como las petroleras, un sector
abonado a la evasión fiscal. “Es una buena señal”, corroboran.
Cómo se blanquea una lista negra
Un problema será ponerse de acuerdo sobre qué es un paraíso fiscal, más allá
del eufemismo actual de “territorios no cooperativos”, dado por el G-20. Se
trata de territorios donde la carga impositiva es muy baja o nula, “para los no
residentes”, aclara Escario. Donde existe el secreto bancario. Y donde falta
cooperación con la
Administración de otros países.
La crisis actual ofreció la esperanza de acabar con los territorios sin ley, al
caer en la cuenta los Estados de que su existencia explica buena parte de la
debacle financiera. Organismos internacionales elaboraron entonces unas listas
con los nombres de los paraísos fiscales. “Al poco tiempo la lista negra se
vació”, relata el autor del libro. Por eso la OCDE ha decidido crear una nueva lista, aunque
esperará para hacerla pública hasta 2014.
¿Cómo consiguen los Estados offshore -como también se conoce a estos
territorios- abandonar la listas negras? Por un defecto en la regulación. La
nueva norma previó que bastan 12 convenios bilaterales para borrarse de la
lista negra. “Crean acuerdos entre ellos”, apunta Escario.
La forma de acabar con los paraísos fiscales no puede ser tan solo la
cooperación fiscal. “Los acuerdos bilaterales son una pérdida de tiempo y de
dinero”, añade, tras proponer en su lugar que se instituya un mecanismo
multilateral y que los países estén obligados a dar información
independientemente de quien se la pida.
Solo así se evitarán casos como el del banco UBS, en el cual Suiza se vio
obligada a suministrar información solo porque EEUU era el que se la
solicitaba. “España tiene problemas para conseguir información”, añaden.
Además de multilateral, el sistema de provisión de información debería ser
automático, añaden. Hoy los territorios offshore siempre endcuentran una excusa
para no ofrecer datos. Por otro lado, se debe saber quién está detrás. Para
ello ayudaría que las empresas tuvieran que presentar sus cifras país por país,
y no por zonas geográficas, como hasta ahora. Así se sabría cuánto gana una
compañía en cada país, tal y como ahora funciona la bolsa de Nueva York, que
obliga a las empresas a desglosar sus cuentas, país por país, incluso proyecto
a proyecto.
“La oportunidad era hace dos años y se ha avanzado muy poco”, añade De la Rocha Vázquez. “Los
paraísos fiscales están en el centro de la crisis”. Es un problema global, en
el que, por cierto, España está siendo muy activa, al liderar, junto a
Sudáfrica, el grupo del G-20 dedicado a la nueva regulación.
Los ricos no quieren pagar impuestos
“El problema es que los más ricos no quieren pagar impuestos”, sentencia
Sartorius. En contra del principio de progresividad, “ahora el que más tiene
paga menos”. Eso provoca que “se rinda más cuentas a los mercados que a los
ciudadanos”, apoya el autor. Un modelo que concluye en lo que se está pasando
en Grecia, tercia Sartorius, donde los mercados, después de exigir los mayores
recortes sociales, obligan ahora a vender a precio de saldo las empresas
públicas. Esto retroalimenta un modelo “diabólico”, insiste. Cuando se hagan
con las joyas de la Corona, se convertirán en más fuertes todavía. Y, entonces,
esos mercados exigirán cada vez más a los Estados, entonces ya
irremediablemente endeudados, pronostica.