
Para luchar contra los perjuicios del tráfico de
medicamentos falsos, la
Fundación Chirac, que lleva el nombre del ex presidente
francés y que nació impulsada por éste y por numerosos jefes de Estado
africanos y responsables de organismos internacionales, lanzó en octubre de
2009 en Cotonou un llamamiento internacional. Pero 18 meses después de las
solemnidades del Acuerdo de Cotonou, los medicamentos falsos circulan ante las
narices de las autoridades.
Lo esencial del Acuerdo de Cotonou es el compromiso político mundial para
organizar las acciones de los profesionales de la Sanidad y de los
diferentes sectores de la
Administración para la puesta en marcha de disposiciones
legales capaces de luchar eficazmente contra el tráfico de medicamentos falsos.
Según la Fundación
Chirac, el tráfico de medicamentos falsos representa “más de
50.000 millones de euros, es decir, el equivalente a la mitad de la Ayuda Pública
mundial al Desarrollo”. Además, aparte de los “riesgos de resistencia
farmacológica” que conllevan, los falsos medicamentos son la causa de muchos
“centenares de miles” de muertes al año. De ahí la necesidad y la pertinencia
de la lucha que la
Fundación Chirac ha puesto en marcha contra este tráfico
ilegal.
“Por “medicamentos falsos” se conoce a aquellos medicamentos que no contienen
la cantidad requerida de productos activos o que contienen ingredientes tóxicos
o ineficaces. Han sido fabricados de manera fraudulenta contraviniendo las
autorizaciones de fabricación y los reglamentos de calidad exigidos”. Esta
definición que da la
Fundación Chirac de los medicamentos falsos ilustra a las
claras el perjuicio social que causan. Pero si ningún país está a salvo de los
falsos medicamentos, los pueblos africanos son los más expuestos a sus
estragos.
Del Acuerdo de Cotonou de 12 de octubre de 2009 hasta la actualidad, se han
tomado importantes iniciativas que muestran perfectamente la determinación de la Fundación Chirac
por dar una dimensión planetaria a la lucha contra este tráfico, que tiene tres
objetivos específicos: aumentar la información relativa a los peligros de los
medicamentos falsos, disponer de recursos humanos en cantidad suficiente y de
calidad para controlar la calidad de los medicamentos y, finalmente, crear un
mecanismo de represión capaz de garantizar la distribución regular de
medicamentos.
Entre las iniciativas adoptadas por la Fundación figura la creación de comités
nacionales de lucha contra los medicamentos falsos. Benín, al igual que Congo
Brazzaville y Senegal, por citar algunos países, dispone de un comité nacional
de siete miembros sostenido por los dos principales socios que son la Central Humanitaria
Médico-Farmacéutica (CHMP) y el Estado beninés.
Pese al llamamiento de Cotonou de 12 de octubre de 2009, a la creación de un
comité nacional de lucha contra los medicamentos falsos y a la existencia de
una reglamentación nacional que fija el marco de comercialización de los
medicamentos en Benín, los falsos medicamentos pululan por todas partes y a lo
largo de todo el territorio nacional.
Si es cierto que por falta de medios de represión las autoridades a distintos
niveles tienen difícil erradicar este tráfico en un corto periodo de tiempo,
dado la nebulosa en la que se mueve el circuito de distribución, el Estado de
Benín tampoco parece estar haciendo las cosas del modo correcto. Además de los
pequeños establecimientos llamado “farmacias callejeras” que inundan las aceras
de las calles de las ciudades y pueblos del país, el famoso barrio del mercado
internacional de Dantokpa, en Cotonou, es el epicentro del tráfico de
medicamentos falsos en Benín.
La pseudofarmacia de Adjégounlè
Llamado Adjégounlè, este apartado del gran mercado de Dantokpa alberga
numerosos puestos de medicamentos desde hace muchos años. Allí se puede
encontrar todo tipo de medicinas, clientes y farmacias improvisadas. Todo ello
permite entrever las condiciones de aprovisionamiento y de conservación de
estos medicamentos. La ironía es que la Sociedad de Gestión de Mercados (Sogema), una
estructura estatal beninesa encargada de la gestión de los mercados del país,
obtiene tasas y otros beneficios de las vendedoras y vendedores de Adjégounlè.
Esto prueba de manera fehaciente que las máximas autoridades del Estado tienen
conocimiento de la existencia de este mercado y de la naturaleza de las
actividades comerciales que allí se llevan a cabo. No solo Adjégounlè
aprovisiona a muchas farmacias del lugar, sino que es el punto principal de
distribución de la mayoría de los pequeños mercados negros que existen en Benín
y está en manos de poderosos lobbies con ramificaciones políticas profundas e
insospechadas.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, no está claro cómo el noble proyecto
de lucha contra el tráfico de medicamentos falsos emprendido por la Fundación Chirac
tendrá un impacto positivo en el cambio de comportamiento de los ciudadanos
benineses.