El espectacular giro a la derecha del nuevo gobierno brasileño

(Carta Maior-Sin Permiso).- Dilma Roussef ha dado en estas últimas semanas un espectacular giro a la derecha en su política económica: Anuncia la privatización de los principales aeropuertos del país y la derogación de la hoja de pago para la previsión social, conforme a una vieja reivindicación de la patronal, y su base parlamentaria aprueba cambios en el Código Forestal que favorecen al agronegocio y comprometen el futuro del medio ambiente.
El contenido de estas páginas no refleja necesariamente la opinión de Bolpress
¿Qué país es éste? La paternidad de la frase es normalmente atribuida al antiguo dirigente
del partido de gobierno en la época de la dictadura militar, el Arena,
Francelino Pereira. En 1976, en la condición de líder del gobierno el general
Geisel, lanzó la pregunta en un evento en San Pablo. El mote fue inmediatamente
apropiado por la oposición a la dictadura y después terminó vuelto título de
libro, de película y por ahí va. En realidad, refleja bien una mezcla de ira,
indignación, sorpresa y hasta incluso la confesión de ignorancia con respecto a
la esencia misma de nuestra forma de ser, de estar y de obrar.
Al final se trata de una formación social que nos sorprende a cada instante.
Muchas veces, de manera positiva, presentando soluciones innovadoras y
ofreciendo a sus ciudadanos y al resto del mundo aspectos que nos enorgullecen
de la condición de nuestra brasilidad. Desgraciadamente, entre tanto, por otro
lado no son pocas las situaciones en que los fenómenos de la dinámica política
nos llenan de perplejidad e indignación.
Para quien haya estado un poco ausente del país en los últimos tiempos – poca
cosa, no más de dos semanas – los hipotéticos titulares que siguen, serían una
señal de grave modificación en la escena política brasileña. "El gobierno
anuncia la derogación de la hoja de pago para la previsión social, conforme a
una vieja reivindicación de la patronal". "Base parlamentaria del
gobierno aprueba cambios en el Código Forestal que favorecen al agronegocio y
comprometen el futuro del medio ambiente". "Ministro de la Casa Civil declara que
la multiplicación por veinte de su patrimonio, es lícita, pues ocurrió cuando
estaba fuera del gobierno". "Presidente anuncia privatización de los
principales aeropuertos del país".
A ver, a ver, ¡déjame intentar entender mejor! ¿Quiere decir que un gobierno
presidido por el Partido de los Trabajadores toma la iniciativa, motu proprio,
de presentar al Congreso Nacional una medida para viabilizar esa antigua
reivindicación de la patronal brasileña como la exoneración de la hoja de pagos
como la fuente de financiamiento del sistema de la previsión social?
Además de esto, el gobierno presiona a las Centrales sindicales de su base
parlamentaria para que acepten apoyar políticamente la medida, apenas con la
promesa de que no habrá pérdida para las futuras generaciones de jubilados y
pensionados. ¿Y se conforman con a mención de estudios que garantizan que una
eventual alícuota del 2 por ciento, sobre un hipotético procedimiento de
cálculo de la facturación de las empresas, dará cuenta de tales necesidades?
O sea, ¿esto significa que un modelo nacido hace más de 80 años y operando con
algunas alteraciones a los largo de todo ese período va a sufrir semejante
cambio estructural, como si fuese tan sólo una pequeña reforma en los jardines
de un fondo de quintal? Un cambio hecho en ritmo de urgencia, sin ningún debate
y solamente para agradar a los empresarios que adoran reclamar por sus altos
costos, pero que no se disponen a discutir mecanismos de distribución de las
ganancias. Un peligroso paso rumbo a lo desconocido, paradojalmente propuesto y
apoyado por aquellos que sólo habrían de perder con el riesgo de esa iniciativa
intempestiva.
Enseguida, los partidos de base del gobierno – incluyendo una parcela
significativa del los diputados del PT – resuelven aliarse a los representantes
de los sectores más conservadores del empresariado y del núcleo dirigente del
agronegocio, para aprobar uno de los cambios más retrógrados para la política
medioambiental de nuestro país. Todo eso como el resultado de un proceso que
tiene su inicio hace un tiempo, con una iniciativa que todos imaginaban
individual, aislada, de un diputado del PCdoB, Aldo Rebelo. Hace algunos meses,
el ex presidente de la UNE,
resolvió asumir la relatoría del Proyecto de Ley de modificación del Código
Forestal. Con el desarrollo de las negociaciones, él sorprende a todos los
observadores al iniciar una colaboración orgánica y altamente sintonizada con
la senadora Katia Abreu.
Una sorprendente empatía política del parlamentario comunista con aquella que
viene a ser nada más ni nada menos que la presidenta de la Confederación Nacional
de Agricultura, la entidad que lucha por la defensa de los grandes negocios del
campo y del llamado "agrobussines".
El proyecto de Ley, que fue aprobado por la Cámara de Diputados el 24 de mayo pasado, es
escandaloso en la protección de los que siempre violaron las leyes ambientales
estableciendo mecanismos de amnistía y moratoria. Más que eso, el texto que aún
debe ser discutido en el Senado, camina en contramano de todo lo que viene
siendo hecho en Brasil durante los últimos años en términos de actualización de
nuestra legislación y prácticas ambientales. Por atrás de la falsedad del
discurso contra los "ambientalistas extranjeros, que quieren impedir a
Brasil desarrollarse" y supuestamente contra las "propuestas de las
ONGs extranjeras operando en nuestro territorio contra los intereses de nuestro
pueblo", el proyecto abre todas las fronteras para profundizar todavía más
las prácticas extractivistas y agrícolas que deterioran el medio ambiente,
estimulan la tala descontrolada de las áreas de preservación y la foresta, para
permitir la continuidad del ciclo de la desforestación/pecuaria
extensiva/monocultura de la soja y de otras variedades del mismo género.
El desafío que se presenta para las fuerzas progresistas es el acometer la
tarea (¡difícil, es importante admitirlo!) de construir un nuevo paradigma de
desarrollo sustentable que incluya la posibilidad para Brasil de crecer
económicamente, generar empleo, aumentar su renta y también preservar su
patrimonio ambiental. Sin embargo, se cayó en la peligrosa trampa del camino
más fácil. Gustaría saber lo que piensan los estudiantes universitarios, tan
preocupados con el futuro del planeta y siempre ávidos por alternativas a ese
modelo exhaustivo, al respecto del silencio de la UNE (Unión Nacional de
Estudiantes) frente a ese proceso tan cargado de irresponsabilidad política.
En el mismo período, sale la información de que el patrimonio del ministro Jefe
de la Casa Civil
se había multiplicado por veinte en un periodo de cuatro años, justamente
cuando estaba apartado del Poder Ejecutivo y sólo ejercía su mandato de
diputado federal por e Partido de los Trabajadores. A los pocos días, nuevas
informaciones no desmentidas daban cuenta de que aquel, que tendría que actuar
como representante de los obreros y asalariados en la Cámara de Diputados, había
recibido por medio de su empresa de consultoría casi 10 millones de reales en
apenas los dos meses que van de las elecciones de octubre pasado y su
nominación como ministro, al comienzo de este año. Y lo más paradojal es que
los argumentos se fundamentan en la historia de personajes que ocuparon cargos
semejantes anteriores a él, la gran mayoría compuesta por empresarios,
banqueros, poderosos cabilderos y representantes del capital financiero.
Para quien que ocupa el más importante cargo del gobierno de Dilma, el paso por
los organismos de decisión del gobierno en el área de la economía
"proporciona una experiencia única que da enorme valor (sic) a esos
profesionales" y presenta enseguida una larga lista de banqueros tucanos
para justificar su procedimiento. Como si fuese a decir que "si ellos así
se comportaron, ¿por qué yo no podría también hacerlo?" Yo, aquí en mi
profunda ingenuidad, me arriesgaría a decir que tal vez sea por cuestiones que
tengan que ver con aspectos relevantes, tales como la noción de ética y la
defensa de los intereses de las clases antagónicas… Incluso a título de
comparación, con el actual salario mínimo de 545 reales, un trabajador
brasileño demoraría exactamente 1.411 años, cinco meses y seis días de trabajo
(considerando el aguinaldo inclusive) para ganar lo que el ministro recibió en
apenas 60 días de consultoría.
Por último, la presidenta acaba de anunciar su intención de promover la
privatización de algunos de los principales aeropuertos el país: Guarulhos
(SP), Viracopos (SP) y Brasilia (DF). El argumento presentado es el de la
urgencia para cumplir con el cronograma previsto para la Copa del Mundo de 2014, con la
suposición implícita de que el sector privado tendría las condiciones para
cumplir mejor tales plazos. A INFRAERO, empresa pública federal actualmente
responsable por el funcionamiento de los aeropuertos, quedaría asociada al
capital privado hasta el 49 por ciento de las acciones de las llamadas
Sociedades de Propósito Específico (SPEs), que seria creadas para la gestión de
los emprendimientos. Con esto, se repite la vieja fórmula de nuestro
capitalismo tupiniquim, donde todo el poder de decisión de las ganancias queda
en el sector privado, mientras el Estado está para ser llamado a socorrer
financieramente, en caso de necesidad urgente.
El gobierno, que debería supuestamente actuar en defensa de los intereses de la
mayoría de la población trabajadora, opta por implementar políticas púbicas
contrarias a todo lo que sus integrantes siempre defendieron antes e la llegada
al poder federal. Y lo más sorprendente, es que el gobierno pasa a poner en
práctica medidas favorables a los grandes grupos económicos y financieros, que
hace mucho tiempo presionaban por más apertura de esa ganga, para aumentar el
horizonte de sus aplicaciones patrimoniales y la rentabilidad de sus negocios.
Aún conmovido por la perplejidad, yo incorporo las dudas de un hipotético
estudiante de historia en un futuro y allá en el distante Uzbequistán. Dentro
de medio sigo, en 2061, él estaría interesado en analizar y explicar el proceso
político que vivió ese exquisito gigante de América del Sur, en ese cambio del
milenio. Realmente, ¡un arduo desafío! Y retomo la pregunta del título: al
final, ¿qué país es éste?
* Analista político brasileño y columnista habitual de Carta Maior.
Traducción para www.sinpermiso.info: Carlos Abel Suárez.