28 DE JULIO Y OLLANTA

En ese día y mes en 1821 José de San Martín proclama la
emancipación de Perú. La consolidan tropas de Argentina y de Chile.
Se convierte en la fecha de la trasmisión del mando. Ahora ingresa
Humala a la Casa de Pizarro.Desde la rivera norte del Mapocho
donde se reunen los integracionistas
chilenos -discípulos de O´Higgins, José Antonio Vidaurre,
Joaquín Edwards Bello y Felipe Herrera- remitimos parabienes.
Anhelamos fórmula tripartita que resuelva tiranteces fronterizas y
avance en la unidad del Cono Sur. Así habrá argumentos
para oponernos a la maratón armamentista que convierte
en millonarios a un puñado de audaces y empobrece a
los humildes.
Se reafirma la urgencia de megapuerto en Arica que asocie al Brasil
poniendo fin al encierro de Bolivia. Se anhela un periodo que, junto
con incrementar el ritmo de crecimiento económico, evite los errores
de la UP, rescate lo vigente de las tesis de Haya de la Torre y
revalorice la obra del general Velasco Alvarado. Agréguese como
importante la doctrina Toledo destinada a congelar el gasto militar en
la Subregión... Desde este invernal Santiago manifestamos "¡avance
comandante, sin miedo, pero con prudencia!" y saludamos a la patria de
Chabuca mientras evocamos la bondad de su gente y la fina gentileza
de nuestros amigos del Rimac.
-HUMALA, PATRIOTERIA Y REVISIONISMO HISTORICO
La rehabilitación del mariscal Santa Cruz efectuado por Ollanta en La Paz es sorprendente. Ello incluye el elogio a la Confederación Perú-Boliviana que edifica aquel estadista paceño. El experimento (1832-1835) que tuvo simpatizantes en Santiago y en Quito es destruído no sólo por la oligarquía chilena, sino también por adversarios internos. Los generales Salaverry, Gamarra y Castilla de Perú así como otros militares bolivianos como Ballivián, Velasco y Gamio son fragmentadores y, por ende, sus adversarios tenaces.
El proyecto crucista se inspira en San Martín y Bolívar de cuyos Estados Mayores el mariscal de Zepita es integrante. En Chile se difunde hasta hoy la teoría del imperialismo incaico que podría derivar de la consolidación del eje La Paz-Lima y se insiste en rasgos personales negativos de Santa Cruz como, por ejemplo, “perfidia” y “doblez” para justificar agresión que culmina en Yungay con el derrumbe de la Confederación. Incluso en los textos escolares aparece el retrato del personaje ya anciano y nunca con la estampa que corresponde a la época en que integra a las dos repúblicas.
Juan Manuel de Rosas impulsa un frustrada guerra “contra el Cholo Santa Cruz”. Allí está germinal un dato racista. Sabemos fracasa en el esfuerzo bélico que, en cierto modo estaba coludido con Santiago. En Chile nace ya entonces la fobia a los bolivianos. Con la Guerra del Pacífico (1879-1883) se intensifica. Hoy está incorporado al ADN de todo mi pueblo. En Bolivia la oposición a Santa Cruz se nutre de antiperuanismo. Los centrifugadores propalan que el ensayo confederal favorece a Perú en perjuicio de Bolivia. Lo mismo se manifiesta, a la inversa, en Perú. Allí, más que eso, hay un factor racista que involucra desprecio a lo serrano... Los Incas se aplauden, pero se aborrece a "los indios".
Tal fobia es cosa viva en las elites blancas de la Costa, en particular, de Lima. Allí se ve a Santa Cruz como un invasor, un conquistador, un napoleón de pacotilla, un "macedón" aymará. Para esos “caballeros de fina estampa” aquello que bajaba del macizo andino era la muchedumbre indígena y como blancos repudian estar bajo la tutela de un mundo que imaginan semibárbaro. Ellos se oponen a la Confederación “bala en boca”. Como son derrotados acuden al auxilio externo. Vicente Rocafuerte les cierra las puertas de Ecuador. Entonces acuden a Chile. Allí encuentran gobernando a otra elite blanca y se confabulan.
Nace así el Ejército Restaurador encabezado primero por Manuel Blanco Encalada y luego por Manuel Bulnes. En los Estados Mayores de una y otra expedición están los militares y los civiles que abominan del crucismo y anhelan la secesión que bautizan como Independencia. En la medida que la II expedición registra éxito hasta obtener una victoria contundente en Pan de Azúcar brotan, como hongos después de un aguacer, incluso en Bolivia los desmembradores. Por cierto todos, después del derrumbe confederal brindarán honores a jefes, oficiales y tropas de Chile. Se genera así una ingenua chilenofilia en Perú y Bolivia.
No sólo chilenofilia, sino en Perú se vigoriza la fobia a Bolivia y a los bolivianos que se incorpora al ADN peruviano. Restará -hasta hoy- simpatía a la Confederación. Tal actitud se vigoriza, 40 años después, con la guerra del guano y del salitre. Los peruanos se estiman abandonados por sus aliados. La presunta traición habría facilitado el arrollador triunfo de las tropas chilenas. Tanto en la historiografía peruana como en el imaginario colectivo está el prejuicio del chileno=ladrón y boliviano=desleal. No nos extrañemos cada oligarquía amamanta a sus gobernados –pobres e ignorantes- de odio, desdén o resentimiento respecto a los pueblos vecinos. La fragmentación se legitima con esa siembra prolija de patriotería denominada, a la francesa, "chauvinismo"..
Quienes hemos estudiado el patrioterismo que es epidemia en toda nuestra América y que lo señalamos en la esfera psicocultural como una barrera para que cuaje la reintegración quedamos impactados por las declaraciones de Humala en La Paz. Equivalen a las opiniones favorables al Paraguay de F. Solano López en la Guerra de la Triple Alianza formuladas -entre varios- por Juan Bautista Alberdi en el siglo XIX y en el XX por Jorge Abelardo Ramos. Es la fuerza revolucionaria del revisionismo histórico que surge por diversos conductos. Las opiniones del próximo mandatario peruano exaltando al Andrés Santa Cruz y alabando a la Confederación Perú-Boliviana per se son un aporte tan innovador como manifestar bolivianos y peruanos constituyen una misma nacionalidad.
Prof. Pedro Godoy P.
Centro de Estudios Chilenos CEDECH
[email protected]
www.premionacionaldeeducacion.blogspot.com
emancipación de Perú. La consolidan tropas de Argentina y de Chile.
Se convierte en la fecha de la trasmisión del mando. Ahora ingresa
Humala a la Casa de Pizarro.Desde la rivera norte del Mapocho
donde se reunen los integracionistas
chilenos -discípulos de O´Higgins, José Antonio Vidaurre,
Joaquín Edwards Bello y Felipe Herrera- remitimos parabienes.
Anhelamos fórmula tripartita que resuelva tiranteces fronterizas y
avance en la unidad del Cono Sur. Así habrá argumentos
para oponernos a la maratón armamentista que convierte
en millonarios a un puñado de audaces y empobrece a
los humildes.
Se reafirma la urgencia de megapuerto en Arica que asocie al Brasil
poniendo fin al encierro de Bolivia. Se anhela un periodo que, junto
con incrementar el ritmo de crecimiento económico, evite los errores
de la UP, rescate lo vigente de las tesis de Haya de la Torre y
revalorice la obra del general Velasco Alvarado. Agréguese como
importante la doctrina Toledo destinada a congelar el gasto militar en
la Subregión... Desde este invernal Santiago manifestamos "¡avance
comandante, sin miedo, pero con prudencia!" y saludamos a la patria de
Chabuca mientras evocamos la bondad de su gente y la fina gentileza
de nuestros amigos del Rimac.
-HUMALA, PATRIOTERIA Y REVISIONISMO HISTORICO
La rehabilitación del mariscal Santa Cruz efectuado por Ollanta en La Paz es sorprendente. Ello incluye el elogio a la Confederación Perú-Boliviana que edifica aquel estadista paceño. El experimento (1832-1835) que tuvo simpatizantes en Santiago y en Quito es destruído no sólo por la oligarquía chilena, sino también por adversarios internos. Los generales Salaverry, Gamarra y Castilla de Perú así como otros militares bolivianos como Ballivián, Velasco y Gamio son fragmentadores y, por ende, sus adversarios tenaces.
El proyecto crucista se inspira en San Martín y Bolívar de cuyos Estados Mayores el mariscal de Zepita es integrante. En Chile se difunde hasta hoy la teoría del imperialismo incaico que podría derivar de la consolidación del eje La Paz-Lima y se insiste en rasgos personales negativos de Santa Cruz como, por ejemplo, “perfidia” y “doblez” para justificar agresión que culmina en Yungay con el derrumbe de la Confederación. Incluso en los textos escolares aparece el retrato del personaje ya anciano y nunca con la estampa que corresponde a la época en que integra a las dos repúblicas.
Juan Manuel de Rosas impulsa un frustrada guerra “contra el Cholo Santa Cruz”. Allí está germinal un dato racista. Sabemos fracasa en el esfuerzo bélico que, en cierto modo estaba coludido con Santiago. En Chile nace ya entonces la fobia a los bolivianos. Con la Guerra del Pacífico (1879-1883) se intensifica. Hoy está incorporado al ADN de todo mi pueblo. En Bolivia la oposición a Santa Cruz se nutre de antiperuanismo. Los centrifugadores propalan que el ensayo confederal favorece a Perú en perjuicio de Bolivia. Lo mismo se manifiesta, a la inversa, en Perú. Allí, más que eso, hay un factor racista que involucra desprecio a lo serrano... Los Incas se aplauden, pero se aborrece a "los indios".
Tal fobia es cosa viva en las elites blancas de la Costa, en particular, de Lima. Allí se ve a Santa Cruz como un invasor, un conquistador, un napoleón de pacotilla, un "macedón" aymará. Para esos “caballeros de fina estampa” aquello que bajaba del macizo andino era la muchedumbre indígena y como blancos repudian estar bajo la tutela de un mundo que imaginan semibárbaro. Ellos se oponen a la Confederación “bala en boca”. Como son derrotados acuden al auxilio externo. Vicente Rocafuerte les cierra las puertas de Ecuador. Entonces acuden a Chile. Allí encuentran gobernando a otra elite blanca y se confabulan.
Nace así el Ejército Restaurador encabezado primero por Manuel Blanco Encalada y luego por Manuel Bulnes. En los Estados Mayores de una y otra expedición están los militares y los civiles que abominan del crucismo y anhelan la secesión que bautizan como Independencia. En la medida que la II expedición registra éxito hasta obtener una victoria contundente en Pan de Azúcar brotan, como hongos después de un aguacer, incluso en Bolivia los desmembradores. Por cierto todos, después del derrumbe confederal brindarán honores a jefes, oficiales y tropas de Chile. Se genera así una ingenua chilenofilia en Perú y Bolivia.
No sólo chilenofilia, sino en Perú se vigoriza la fobia a Bolivia y a los bolivianos que se incorpora al ADN peruviano. Restará -hasta hoy- simpatía a la Confederación. Tal actitud se vigoriza, 40 años después, con la guerra del guano y del salitre. Los peruanos se estiman abandonados por sus aliados. La presunta traición habría facilitado el arrollador triunfo de las tropas chilenas. Tanto en la historiografía peruana como en el imaginario colectivo está el prejuicio del chileno=ladrón y boliviano=desleal. No nos extrañemos cada oligarquía amamanta a sus gobernados –pobres e ignorantes- de odio, desdén o resentimiento respecto a los pueblos vecinos. La fragmentación se legitima con esa siembra prolija de patriotería denominada, a la francesa, "chauvinismo"..
Quienes hemos estudiado el patrioterismo que es epidemia en toda nuestra América y que lo señalamos en la esfera psicocultural como una barrera para que cuaje la reintegración quedamos impactados por las declaraciones de Humala en La Paz. Equivalen a las opiniones favorables al Paraguay de F. Solano López en la Guerra de la Triple Alianza formuladas -entre varios- por Juan Bautista Alberdi en el siglo XIX y en el XX por Jorge Abelardo Ramos. Es la fuerza revolucionaria del revisionismo histórico que surge por diversos conductos. Las opiniones del próximo mandatario peruano exaltando al Andrés Santa Cruz y alabando a la Confederación Perú-Boliviana per se son un aporte tan innovador como manifestar bolivianos y peruanos constituyen una misma nacionalidad.
Prof. Pedro Godoy P.
Centro de Estudios Chilenos CEDECH
[email protected]
www.premionacionaldeeducacion.blogspot.com