EL JUICIO CONSUELO Y LA GUERRA INCONCLUSA

Por:
EDITORIAL DÍA D

Publicado el 01/10/2011

Concluyó el juicio consuelo, pero no la “guerra del gas”. El martes 30 de agosto con siete víctimas propiciatorias se quiso aplacar la molestia acumulada en casi ocho años. Dos politiqueros maniobreros y advenedizos pagarán más eso que sus relativas culpas por la masacre de aquel trágico octubre.

 

Cinco ex mandos militares pagarán la triste formación asimilada de la doctrina de la Escuela de las Américas. Pero pagarán sobre todo el ser crédulos en que su fidelidad al poder les garantizaría impunidad. Sin embargo, las únicas fidelidades que el corrupto y el psicópata pueden guardar hasta las últimas consecuencias son su apego al dinero y al poder. Por lo

demás, gente como Sánchez de Lozada o Sánchez Berzaín bien podrían tener pasta hasta de filicidas o parricidas. ¿Por qué preocuparse hoy en sus penthouse de EEUU de su otrora querido alto mando militar? ¿Por qué hacerlo si en el norte gozan ya de otro tipo de seguridades?

 

La voz ha sido prácticamente unánime. Basta leer la mayoría de los editoriales de los diarios bolivianos de la primera semana de septiembre. Los principales culpables de la masacre están libres y su condición raya en la perspectiva de una prolongada vida de ejecutivos y académicos del primer mundo. El poder imperial protege a los grandes culpables los 76 muertos de octubre y los 31 fallecidos en febrero de 2003. Los resguarda del dolor y los reclamos de los más de 700 heridos, de los mutilados, de las viudas, de los huérfanos.

 

Dos civiles y cinco militares irán a prisión, tal vez por algunos años. ¿Eso es todo? Ni de lejos. Es más, el juicio y las condenas demandadas iban mucho más allá y fueron pedidos no sólo a los representantes de Poder Judicial. La voz de aquella muchedumbre frente a los tanques apuntó contra impunidades todavía ni siquiera procesadas. Peor aún, la indignación de octubre apuntó (y por ello la masacre) contra el saqueo descarado de las grandes empresas mineras y petroleras que dejan en la miseria a los pueblos y envenenan inmisericordemente

ríos y suelos.

 

Ese poder minero y petrolero que en 1993 y en 2002 puso un gerente en el Gobierno para que administrara el país. La reacción casi suicida de los bolivianos en 2003 salió a las calles a cuestionarle al poder militar su servilismo al sistema y al gerente de turno. Ese servilismo traducido en ser represores en las calles bolivianas y mercenarios en las de Haití o el Congo, en

servicio del interés imperial.

 

La inmolación de los alteños en 2003 gritaba su testimonio infinito de pocas obras, mal hechas, concluidas tarde y con sobreprecio. Gritaba su asco por los discursos y cifras que le hablaban de un país que va bien cada día de hambre y subempleo. ¿Ha sido para ellos este juicio consuelo parido tras ocho largos años y con siete víctimas propiciatorias y culpables de tercera o cuarta línea? ¿Cuánto de justicia se ha hecho con el gerente que administraba Bolivia en 2003 y con su Ministro de Defensa? ¿Cuántos de sus bienes se les ha incautado en esa supuesta lucha “jacobina y draconiana” contra la corrupción y la impunidad? ¿Qué parte de sus propiedades recuperadas se ha utilizado siquiera para paliar las penurias de deudos y mutilados por la guerra del gas?

 

Pero la preocupación va mucho más allá. Ahora que los ejecutivos de YPFB en coro con los voceros de la petroleras hablan de vender gas a Chile, ¿cuánto cambió la relación con las petroleras? Ahora que se observa las migajas que a nombre de tributación dejan las mineras, ¿sigue gobernándonos alguno de sus gerentes? Hoy que nuevamente se multiplican las denuncias por malas, costosas e inconclusas obras, ¿dónde se hallan siquiera los botones de la moral del “cambio”? Ahora que los que antes cuestionaban el mercenariazgo en Congo

y Haití lo destacan, ¿dónde se halla su mentado antiimperialismo?

Así, el juicio por octubre de 2003 sigue pendiente, la guerra del gas continúa. Y como dice el entrevistado de esta edición, Sánchez de Lozada parece estar ganándola, todavía. Claro que el ex gerente y Sánchez Berzaín deberían tener en cuenta eso de que “lo que se hace se paga”. Ya en más de una oportunidad el altísimo mando del norte ha decidido también lavar su imagen dejando en evidencia los delitos y pecados de sus serviles. Ni siquiera Pinochet pudo librarse de ello. De juicios consuelo, traiciones y deslealtades las transnacionales, los  subimperios y el poder del norte brindan doctorados. Eso también debían tomar en cuenta quienes hoy se hallan tentados a seguir malos ejemplos.