¿ REINVINDICACION O MANIPULACIÓN DE LOS PARTICULARISMOS ÉTNICO-CULTURALES ?

Gracias a los abordajes teóricos desde las teorías historicistas, económicas, sociológicas o filosóficas, se ha podido ver que la etnici- dad, en cualquiera de sus acepciones, es una construcción intelectual, una categoría hecha desde lo ideológico, que “marca” individuos y grupos sociales o comunidades que “se hacen visibles” como aparien cia física, o recortados como categoría de análisis. Una supuesta esen cialidad de las mismas ha perdido su rigor categorial, desde que com- prendemos que estas figuras sociales, además de entidades definidas como comunidades de cierta autonomía, son también objeto de mani- pulaciones políticas, geopolíticas, intereses económicos, o por parte del poder social y científico que suele adscribirlos a un determinado espacio territorial o social determinado. La interdisciplina histórica-sociológica y los aportes del marxismo, han sido decisivos para sacar a las Ciencias Sociales del determinismo naturalista en que el positi-vismo, gustaba de clasificar a “razas” “etnias”,“tipos sociales”, cuan do ya ni la categorías de “naciones” y “nacionalismos”, se convide- ran como hechos naturales e inmutables a través de la historia.
También vamos comprendiendo ya, que el reduccionismo cien- tificista, -de tipos raciales- es cosa del pasado, y que las políticas esta tales de reducir las etnias o razas a zonas, territorios o a culturas “fi- jas y cerradas”, tanto como las maniobras de la política internacio-nal, se manejan con identificaciones ideologizadas, que ponen a los grupos sociales en compartimentos estancos, poniendo mas el acento en sus rasgos de estabilidad, que en los de su variabilidad histórica.
En las épocas de colonización cultural, que siguieron al dominio imperial violento, el objetivo de las etnias dominantes –que se reser vaban para sí el término de naciones,-confrontando contra comunida des que consideraban marginales para ellos, era el de educar o civi- lizar al dominado para –desde su sometimiento –hacer que se parecie se al dominador, aunque -obviamente-en lo imaginario mas que en lo real. En las élites y no en el pueblo en general. Cierto afán de misión civilizadora, redentora, intentaba convertir las culturas originarias en “modernas” y asimilar las subculturas dominadas a la nueva ciudada- nía del Estado Imperial. Así el destino de perder las propias pautas y tradiciones culturales era necesario para dicha adaptación forzada
Pero hoy la situación es diferente. El acercamiento de las distan- cias físicas y comunicacionales, la permeabilidad de las fronteras geo gráficas culturales y sociales y los movimientos migratorios ocasiona dos por la concentración económica a nivel global, han hecho que el avance de las etnias y culturas de los países periféricos, haya penetra do en el seno de los países de la economía central, constituyéndose en una nueva periferia del mismo núcleo dominante causando nuevas conflictividades desde dentro del seno mismo de la nación-estado, conmoviendo sus pautas de cohesión social y lingüística.
El reconocimiento a los grupos inmigratorios como iguales, y el status de ciudadanía con igualdad de derechos y acceso a la salud y educación ya no es una necesidad urgente de los dominantes para “ci- vilizar”como antaño. ....
Ya anticipaba Trotsky que “los civilizados buscan cerrar el camino a los que desean civilizarse”
Quizá se impulse a que el hombre calificado como “étnico” se vuel va a ver “distinto”, u “originario”, enfatizando las miradas retrospecti- vas con que se definían en su historia original...reflotándose a la vez – y a la defensiva- (al aparecer el par dominante-dominado), por auto preservación de las etnias dominantes aquellas viejas leyendas épicas y heroicas de cada comunidad, especialmente la de los países anglosa jones hoy dominantes. Para fundamentar a ello, basta con observar el cine de leyenda, de ficción, o de mitologías–étnicas sajonas con que se inunda el mercado literario y fílmico y la cultura global en este ini- cio del siglo XXI. El cine se ha convertido en otra fabulosa arma de dominación cultural que hipnotiza a los pueblos con su propio consen timiento, sin derramamiento de sangre, sin una contracultura fílmi- ca que defienda a los países que aspiran a tener una dignidad de sobe ranía espiritual.
El mejor indicio de estas afirmaciones está en observar las identifi- caciones con las que autodenominan los pueblos a sí mismos y como denominan a otros. Los habitantes de Francia gustarán llamarse “fran ceses” o “europeos”, mucho mas que latinos, y menos aún descen- dientes de argelinos o africanos. Los de Estados Unidos, “estadouni- denses”, “norteamericanos” o “yanquis”, apelando a categorías identi tarias generales, pero no sajones o anglos. Como que la categoría de “nacional” con que se inviste al habitante “tipicamente nativo” es su- perior o mas legítima que la de “étnico”. Etnicos serán los otros, los de las clases bajas, los inmigrantes, sus hijos y nietos, y los de los paí ses extranjeros subdesarrollados, pero jamás “nosotros”, que somos “occidentales, desarrollados, modernos o nacionales”, pero de “ningu na raza”, lo que está ocultando mas bien, que es la raza blanca que as pira a convertirse en paradigma cultural del mundo globalizado, la blanca, y específicamente la de los valores sajones.-
Cuánto ocultamiento de la historia pasada, donde los franceses o alemanes originales eran los bárbaros nómades que se acercaban a la civilizada Roma, a esa misma Roma latinizada, que infundió su cultu ra y tradiciones especialmente a los pueblos empobrecidos de la hoy llamada “atrasada” América Latina. Cuántas disquisiciones entre Civi lización y Cultura trae esa figura histórica.Naciones y pueblos de gran cultura singular y simbólica, de gran universalidad, pero sin la impronta de civilización y progreso tecnológico y desarrollo económi co. Por otro lado, supernaciones desarrolladas en lo material, científi fico y económico, pero sin la riqueza de una cultura tradicional que cohesione a su población alrededor de valores socialmente respeta- dos y universalmente aceptados
Pero si el habitante es francés, nieto o hijo de inmigrantes se dirá: “Francés de origen árabe” o “norteamericano de origen mexicano o de origen chino”. Es decir la aplicación del origen en el nombre, cuan do se quiere identificar, a un habitante al que se ubica como con me- nos nacionalidad que la de las clases sociales tradicionales y mas an tiguas..Lo que corresponde a un conflicto entre naciones o comunida- des internacionales, se pretende reducir a un conflicto de etnias. ...Quizá el dominio se pretende ahora por singularizar mas aún y “re- cortar” las comunidades étnicas periféricas (en lugar de la pretensión de colonizarlas culturalmente como antes) enfatizando las diferen- cias (como discriminación positiva) más que las posibles semejanzas con la comunidad envolvente del país receptor.
“Es importante ser diferentes, pero es mas importante ser igua- les” nos advierte Samir Amin
Obviamente, no por esta instrumentalización política de la cues- tión étnica, se dejará de reconocer los derechos de antiguas comunida des, especialmente los de los marginados de los países periféricos y que no son exclusivamente los de los pueblos “originarios”, sino tam- bién los de las inmensas masas de inmigrantes y pobres excretados por la misma “modernidad civilizada” hacia los suburbios de las gran des metrópolis. Tampoco se dejará de lado, obviamente de reconocer el derecho de las minorías marginadas, a reinvindicar sus antiguas tra diciones culturales, con sus mitos de origen, pero sería muy dudoso que eso bastase para su autoafirmación y proyección en el decurso histórico de un mundo cada vez mas globalizado. Ello no le será sufi- ciente para definir su adecuado mito de destino, y que ello le sea de- terminante para su potenciación en el mundo, cuando ya la cuestión de las nacionalidades y culturas nacionales, ha cobrado un protagonis principal en la interacción mundial. A los bloques hegemónicos, les conviene competir con cientos de etnias y no con reducidos bloques internacionales autónomos. El reconocimiento de las particularidades regionales en lo cultural de las naciones latinoamericanas, no va a contramano de su afirmación en la categoría trascendente superior de las culturas de las naciones que las engloban. Precisamente lo ameri- canista (y mas aún su parte latina) se caracteriza por su pluriculturali lidad y plurietnia tanto en lo social como en lo cultural, aunque el to- no de ello no sea un mosaico de colores primarios, de particularida- des puras yuxtapuestas, sino una gama de colores mezclados a través de los siglos.-
. Vamos comprendiendo que se requiere un análisis absolutamente diferente en los países periféricos, económicamente débiles, donde se requiere un análisis absolutamente diferente al que se puede aplicar en las naciones dominantes, por mas que para el posmodernismo polí tico, el tema nacional aparezca como secundario. Y si ello es un inte- rés de la globalización neoliberal, también es una categoría de análi- sis para el neomarxismo innacional y dogmático. El hecho del debili- tamiento de las luchas nacionales por su autonomía no quiere decir, que la cuestión de lo nacional sea contingente, ni tampoco secundaria a la conformación de grandes bloques económicos. No existirá creci- miento de grandes bloques continentales, sino es en base al apoyo de nacionalismos concretos de naciones-ejes, que harán de inicial agluti- nante geopolítico.No puede existir un nacionalismo de bloque, que anule los nacionalismos regionales, sino que los trascienda, inclu- yéndolos. Podrá superarlos, pero no disolverlos. Por el contrario, la unidad supranacional, será su potenciación en una estructura aún de mayor poder
Así, resulta notable observar la virulencia de los manejos de la política hegemónica imperial de este inicio de siglo XXI, en clasifi- car, denominar, utilizar políticamente, combatir, subsidiar e inclusive fomentar la etnificación con poder económico y militar, es notable : (vascos, catalanes, kurdos…miskitos…serbios…sectas afganas, ira-quíes, y fundamentalismos culturales de todo tipo )
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Allá por 2003-04 el gobierno italiano, se mostró muy dispuesto a tratar un problema de tierras (Caso Benneton-Mapuches) con una “et nia-patagónica”, en vez de hacerlo con un estado soberano, del cual esa etnia forma parte. Cosa consentida por el gobierno argentino. Va- le esta disquisición también para muchos sectores “progresistas” ar- gentinos que omitieron su participación en el tema, dejando de lado la cuestión de la defensa de la soberanía territorial.
¿Quizá el tema resultaba mas manejable al tratarlo entre una et- nia,- un pueblo aborigen - y una empresa, que instalarlo en las conver saciones entre dos Estados, o un Estado y una empresa ¿O es que aca so no se les reconoce la nacionalidad argentina a los mapuches ? Si así fuera, ello será algo que los beneficia o que los debilita? Es de des tacar este abandono de la lucha por lo nacional, como algo coinciden- te con la pésima política de tierras, que han tenido sucesivos gobier-nos argentinos - estas últimas décadas- consintiendo la venta incesan sante de tierras estratégicas en el sur patagónico, en proximidades de grandes ríos o lagos, o en zonas de fronteras-, a fuertes grupos econó micos norteamericanos o europeos, cuando precisamente en esas zo- nas, el estado argentino está nulo de políticas ecológicas, energéticas turísticas o de incentivación de desarrollo económico estatal.
Aunque es de reconocer que la pretensión de circunscribir las et- nias en fronteras geográficas o culturales definidos, haya renovado el interés de los países dominadores por este tema, también debe señalar se que se trata de una aspiración ancestral de las comunidades locales Pero es muy criticable suponer que su pretensión es solamente el an- claje en regiones “territorios” -ecología étnica - y que la aspiración a formar comunidades nacionales( en el sentido occidental y moderno sea algo ajeno a su destino histórico. Si vemos como emigran los hi- jos y nietos de criollos rurales a las grandes ciudades, llevando y di- fundiendo su cultura, mezclándose socialmente, con mas razón aún, los nietos y descendientes de mapuches, pampas y wichís
La globalización cultural, proceso mas veloz en lo mediático que en lo real, conlleva la doble faz, de querer uniformar la población mun dial, pero a la vez de exacerbar las singularidades sociales, nacionales y raciales. La hegemonía política preferiría no tener que vérselas con una nación competitiva poderosa, ni menos aún con dos o tres blo- ques supranacionales. Prefiere dominar entre una multitud de naciona lismos adscriptos a lo étnico (como lo culturalmente cerrado) mas que a naciones autónomas o bloques supranacionales (Mercosur, Co- munidad Europea),es decir con un mosaico infinito de comunidades singulares demasiado diferentes entre sí (acentuando mas aún las particularidades) estando la población mundial en camino de identi- ficarse con necesidades y problemas demasiado comunes, e inte- reses cada vez mas convergentes para lo cual, el surgimiento de 3 o 4 bloques plurinacionales consolidados o en vias de hacerlo, es una realidad consecuente, pero inconveniente para el interés hegemónico
de una sola nación imperial.
Es en este marco mundial que ya no le es tan fácil a Estados Uni- dos o Europa, continuar con una política neocolonial de dominio de pueblos y naciones en el mundo, desde el momento, que comunida- des enteras de esas mismas sociedades avasalladas, se han asentado en su propio suelo, trayendo sus identidades culturales, y sentimien- tos de origen mas fuertes que sus proyectos de futuro. Se han hecho ciudadanos a medias - de segunda categoría - de la nueva nación den tro del propio país imperial. El Estado-Nación que es actualmente asiento del imperio mundial, ya no puede infundir, en grupos sociales que se van haciendo mayoría lingüística y social silenciosa (gracias a las masivas e incesantes inmigraciones; aquellos mitos del origen heroico y del destino nacional privilegiado con el que estaban imbuí- dos las comunidades sajonas originarias de las clases dominantes en el Estado fundante.-
Esta urgencia de analizar y manipular lo étnico, aparece entonces, primordialmente una necesidad política de los países dominantes, que ya no contemplan las nacionalidades extrañas de los países lejanos, puesto que ellas están en su seno, produciendo un fenomenal impacto político....De allí que para diseñar una política intranacional haga fal- ta un “ejército de antropólogos” tanto o mas que para su política exter na.
Así, quizá, y en un futuro no muy lejano, la “devolución” a sus te rritorios de origen, de grupos de inmigrantes ya asentados en el Pri -mer Mundo, o nuevos genocidios, debe ser considerada como una posibilidad real y no solo como un tema de posible cine-ficción.
Aunque en lo social-cotidiano, la intolerancia racial, el segregacio nismo, los apartheid, la endogamia de antaño y la pureza del linaje ne cesarias para acceder al poder político..se hayan ido aplacando en su forma de conflicto manifiesto, últimamente han recobrado nuevas for mas de conflictividad. Parece pues, que las comunidades culturales primarias -que amplían las fronteras nacionales anteriores, y las lle- van a entremezclarse - ha hecho ya de suyo insuficiente, la manipula- ción educacional o mediático cultural del imperio, que ha encontrado barreras y singularidades muy resistentes. Será cosa entonces, de ins- trumentar la cosa étnica, exacerbar las singularidades de las fronteras - pero que no se excedan del marco aldeano [1] -ya que no se pueden universalizar y uniformar tan fácilmente los estándares civilizatorios del Estado Imperial. Ni dentro ni fuera de la propia frontera. El atiza- miento de las discordias interétnicas le es muy funcional al imperio, a los fines de mantener su hegemonía política y así pretende reempla -zar la lucha de clases por la luchas de etnias, tanto dentro de las na- ciones dominadas, como dentro del territorio mismo de la propia na- ción imperial.
Pero ahora el desafío, no son solamente los conflictos interétnicos en el interior de las naciones periféricas y dominadas (por mas que en su momento hicieron su propio colonialismo –no imperialismo – in-/ terno, al unificarse como estado- nación ) Ahora se trata, de que el Estado Imperial que pretende uniformar al mundo en valores únicos, se está viendo invadido en su propios límites geográficos, por las sin gularidades de los emigrados de las naciones empobrecidas al punto de ir debilitando las hegemonías de las etnias dominantes en cuanto clases oligárquicas. Y aquí puede verse el gran contraste entre el rol que juega la cuestión étnica, en los países imperiales o en los de eco- nomías atrasadas
En los primeros, los inmigrantes buscan hacer ghettos o comunida dades apartadas, padeciendo abismales distancia de clase social, con las etnias nativas.. En cambio, en los subdesarrollados, el aplastamien to y la exclusión de comunidades empobrecidas ha emparejado hacia -abajo, hacia la exclusión y la pobreza, a varias clases sociales sin distinción de etnias. Donde si bien es cierto, aún no se han incorpora do a la modernidad, muchas etnias originales, la segregación que pro- duce la economía, causa la marginalización de las mismas clases me- dias, que antes aparecían como “asimiladas” al sistema, o formando parte de las etnias dominantes. Este fenómeno es mucho mas masivo y socialmente mas grave, para la desintegración nacional y social, que una supuesta segregación racial hacia las minorías de bolivianos, mapuches o paraguayos ....Precisamente, la marginalización de gru- pos antes insertados en la economía, ahora excluídos, se acompaña con una pérdida de valores éticos, de identificaciones culturales, de disgregación familiar, que sume a los individuos en aislamiento y ge nera acendrados resentimientos antisociales hacia la cultura tradicio- nal, en el marco de un proceso permanente de desintegración socio- cultural. No sucede lo mismo con las comunidades en vías de asimi- lación, de origen económico mas empobrecido, pues en este caso, sus valores tradicionales y su identidad comunitaria, los contiene en par- te en los vacíos y rechazos del sistema y aunque su integración social aún es trunca, sus proyectos de vida aún están “por hacerse”, mien- tras que, en el caso anterior, es algo que ya se ha perdido...
La ambivalencia del poder está instalada. La disyuntiva a la que se enfrenta radica entre uniformar una cultura en una ciudadanía mun dial, o acentuar las diferencias étnicas y micro-subnacionales, refor- zando las fronteras. El drama está no solo en la cuestión mundo-glo// bal,… sino que se juega y necesita resolverse dentro de cada nación, la cual se encuentra poblada de etnias cada vez mas ajenas a las cla- ses dominantes tradicionales. Este proceso de integración solo podrá darse a merced de una creciente democracia interétnica, así como den tro del marco de un amplio reconocimiento de sus derechos sociales.
Pero hay que tener en cuenta que el sentido del reconocimiento de los derechos sociales e individuales, que en occidente suponemos co- mo algo ya conquistado, irreversible y aceptado universalmente, es di ferente para otras culturas como las islámicas o hinduístas. Así por ejemplo, para Occidente, el adulterio cometido por la esposa, solo puede ser sancionado por ciertas y limitadas leyes, pero de ahí a acep tar como válido, dentro de los países europeos o americanos, que se inflija castigo cruel o condena a muerte a una esposa adúltera inmi- grante, de acuerdo a las leyes de la etnia o religión de origen, hay una distancia insalvable. Se impone la vigencia de la constitución na tiva del país receptor. La primer estructura constituyente de ciudada- nía será entonces la ley local.. El aprendizaje del idioma, de la histo- ria local y otras costumbres, podrán esperar, pero el respeto a la ley consensuada y a las costumbres aceptadas, es inmediato.
También, se dará el conflicto interétnico en el caso del divorcio de cónyuges de etnias diferentes,- o matrimonio de inmigrantes huéspe- des en otro país -de la tenencia de hijos o separación de bienes des- pués del mismo- Cuánto mas podríamos decir del uso de la vestimen- ta, adopción de hijos, aprendizajes laborales, costumbres sexuales, y actos médicos como donación de sangre, transplantes de órganos, o también en la realización de cirugías o kinesiología, por profesionales de distinto color de piel. Legalmente no hay impedimentos para ellos, pero la conflictiva psicológica en el vínculo persona a persona suele ser mas fuerte, que una pretendida pose de aceptación de lo distinto.
La evidente insuficiencia de pretender extender el dominio militar en el mundo, así como hacia el interior de la propia nación, ha lleva- do a comprender que el poder y la pretensión hegemónica no es solo cosa militaris, sino cosa cultural, que se pretende adscribir sólo a lo étnico Estos son momentos en que las mezclas de parentesco, po- blacionales, culturales, comerciales, son implícitas a la misma globali zación. El entrecruzamiento cultural y la interpenetración de comuni- dades étnicas es un fenómeno irreversible, aunque la estabilidad de lo linguístico parezca anclar a las culturas. El camino hacia la universali zación cultural tiene ritmos propios que no son necesariamente los de signados por el Imperio dominante, ni tampoco los de las urgencias económicas. El derecho al progreso y bienestar económico es uno de esos hitos ideales de la universalización cultural.-
América Latina como unidad política inacabada, con una histo- ria, enemigo origen y destino común, es lo suficientemente mestizada en lo cultural y racial. Con diversidades étnicas mútiples y originales, pero homogeneizadas por un mismo patrón dominante etico-linguís// tico y religioso dominante. Aquí el desafío de lograr una unidad na -cional superestatal se presume como rasgo identitario de un posible nosotros frente a un alter cultural, contrastante con todas nuestras par ticularidades latinoamericanas, y que a la vez, se corresponde con el hacedor de su división política y de su empobrecimiento económico, es decir las naciones anglosajonas de Estados Unidos y de la Gran Bretaña. Ese alter cultural, no forma parte de sus poblaciones inter- nas, como comunidad cohabitante, pues ni siquiera se trata de etnias dominantes asentadas territorialmente como viejos patrones colonia les, como ocurría en los casos de Sudáfrica, Australia o Nueva Zelan da.
Por Sudamérica, en tanto categoría geopolítica que se aspira a construir, y como entidad buscada como destino, - precisamente te// rritorio común de origen - ellos están afuera, son poblaciones, y co- munidades angloparlantes distantes en la geografía; en cambio nosotros somos los que habitamos adentro, acá, pero además, y en forma creciente, adentro de la geografía de “ellos”.
Para colmo, “ellos”, están cada vez mas identificados como el ma yor obstáculo para concretar el destino común de los latinoamérica- nos. No es sobredimensionar decir que “ellos” son el enemigo econó- mico común a todos nuestras seminaciones, por mas que cobijen en su seno a crecientes poblaciones de inmigrantes que aspiran a una sal vación económica individual.
La preocupación por la educación bilingüe a cargo del Estado en el sur de Estados Unidos y la pérdida del monolingüismo del inglés como idioma homogeneizador, muestra que el Estado Nación Impe- rial, no puede uniformar lingüística y culturalmente en sus fronteras, como alguna vez aspiró a lograrlo en el mundo... .......Ya hay un Es- tados Unidos españolizado, además del “viejo país blanco y britano” de los cowboys, así como que hay otra Francia muy arabizada, y muy morocha, dentro de la vieja Francia latina. pero sin pleno status legal aún, …Lo ha advertido ya el actual Papa Benedicto XIV, en su discur so previo a la sanción de la Constitución de la Unión Europea en los inicios del 2005, que la etnia europea clásica está en vías de desapari- ción, así como las tradiciones identitarias que la cohesionaban desde antaño.
Cuestión inversa a lo que sucede por América Latina: aumento po- blacional de las etnias nativas prehispánicas, mayor presencia de las mismas en el protagonismo político general, y expansión fuera de las fronteras antiguamente asignadas como propias.-
...Por algo el Gral Colin Powell decía después del triunfo de las fuerzas invasoras estadounidenses en Irak-2003: “Necesitamos un ejército de antropólogos, comunicadores y analistas sociales”