“LOS BANCOS Y LOS ACREEDORES SEGUIRAN SU AVANCE:
LA UNICA SALIDA ES PARARLOS”
Entrevista a Gunnar Skuli Armannsson, activista de ATTAC Islandia

Por:
Patricia Rivas

Publicado el 01/11/2011

Entrevistamos a Gunnar Skuli Armannsson el 9 de octubre en Madrid,

aprovechando su participación en el Seminario “Viviendo en

Deudocracia”. En estos días en que el referéndum sobre las draconianas

medidas impuestas con el plan de “rescate” en Grecia pone a temblar a

los bancos y sus portavoces, adquiere el máximo interés la experiencia

de Islandia. Sin triunfalismos, con los pies en la tierra, este

anestesista de profesión que ya padece los serios recortes que está

sufriendo el principal hospital de Islandia, afirma que el rechazo,

dos veces, de la ciudadanía islandesa al rescate a los bancos y la

indemnización de los inversores extranjeros de un fondo quebrado es

algo natural. La movilización ciudadana de Islandia en defensa de su

soberanía, el dinámico proceso de autoorganización popular y de toma

de conciencia ha despertado entusiasmo en todo el mundo. Pero Gunnar

Skuli Armannsson advierte de que Islandia está lejos de haberse

salvado, afirma que más bien se encuentra a medio camino del infierno,

y explica la pesada losa que hoy en forma de créditos cautivos y

mañana de deuda, el FMI están colocando sobre el país.

 

¿Podría resumirnos lo ocurrido en Islandia en los últimos tres años?

 

Antes de la crisis, Islandia era un país normal, en el sentido de que

era simplemente otro país neoliberal. Tenía numerosos créditos, la

gente adquiría créditos y se endeudaba, construía casas, compraba

coches… la misma historia que en Irlanda, Grecia y otros países

europeos. En el otoño de 2008 la crisis nos golpeó, de manera que los

tres principales bancos de Islandia, se tornaron insolventes. Esos

tres bancos constituían el 85% del sistema bancario de Islandia, de

modo que no fue una pequeña parte del sistema financiero la que

colapsó; casi la totalidad del sistema bancario se derrumbó en una

semana.

 

La primera idea del Gobierno islandés en aquel momento fue dejar que

esos tres bancos se hundieran, y fin de la historia. La primera idea

fue algo ingenua. Pensamos que los bancos privados, ya que eran

privados, asumirían la responsabilidad, no los contribuyentes. En el

otoño de 2008 los islandeses pensaban que podrían conseguir créditos

de otros países, como por ejemplo Noruega, o de otros países ricos. La

gente no quería recurrir al FMI. Habíamos estado leyendo historias de

lo ocurrido en otros países suramericanos, así que sabíamos lo que

cabía esperar del FMI. Nuestro primer ministro de aquel momento es

economista, y él sabía muy bien lo que significa el FMI.

 

Pero entonces estalló la disputa por los fondos Icesave entre Islandia

y el Reino Unido y los ingleses aplicaron a Islandia la ley

antiterrorista, en octubre de 2008 (1). Y eso significaba que los

ingleses declaraban a Islandia terrorista, igual que a Al Qaeda. De

modo que no podíamos acceder al dinero. Vendíamos nuestro pescado y

nuestro aluminio en el exterior, pero no podíamos recaudar los pagos

del exterior e ingresarlos al país, porque el dinero pasa por la City,

el centro financiero de Londres, y como éramos terroristas, el dinero

lo detenían allí, de modo que los islandeses no podían ni ingresar su

dinero ni comprar nada en el exterior. Nadie quería hacer negocios con

“terroristas”. La situación era tal que las empresas islandesas que

habían hecho negocios con empresas europeas durante más de 50 años

eran incapaces de obtener ningún suministro de Europa.

 

Así que cuando a Islandia le quedaban entre 10 y 12 días de alimento y

combustible, tuvimos que rendirnos. Sufrimos un embargo financiero,

igual que el que se le impuso a Haití en 1776. Tuvimos que rendirnos.

Y entonces vino esta historia que tenemos en Islandia, en la que

nuestro primer ministro le dijo al representante del FMI que se

encontraba en Reijkiavik en el momento, tratando de convencer al

Gobierno de que buscara ayuda: “Por favor, sean buenos con nosotros”.

Esas fueron sus últimas palabras cuando decidió acudir al FMI. Así que

tenía pleno conocimiento de lo que cabía esperar: “Por favor, sean

buenos con nosotros”. No sé si esto es cierto, pero la historia cuenta

que cuando este tipo (Poul Thomsen, Director del departamento de

Europa del FMI y jefe de la misión del FMI para Islandia) salió del

despacho del primer ministro, agarró su móvil y llamó a alguien,

diciéndole: “Los tengo”.

 

Entonces tuvimos que adoptar un programa del FMI. El resto es

historia. Es igual que en todos los demás casos. El FMI colocó a los

bancos en el primer lugar, por lo que se decidió que el Gobierno

islandés financiaría a tres bancos nuevos en reemplazo de los

anteriores, y el costo de este rescate financiero es ya del 64% del

PIB de Islandia. Y personas que saben mucho de estos temas me han

dicho que esto supone un récord mundial. Ningún país ha destinado

tanto dinero al sistema bancario, en relación con el PIB. De modo que

el Gobierno islandés es especialmente magnánimo con los bancos.

 

La deuda estatal de Islandia antes de la crisis era muy baja: el 26%

del PIB. Ahora es del 90% del PIB. Pero la deuda total de Islandia es

del 280% del PIB.

 

De acuerdo con el programa del FMI, además de transferir todo este

dinero a los bancos y al sistema financiero, tuvimos que empezar con

los recortes en el bienestar: salud, educación, etc. Por ejemplo, yo

trabajo en el principal hospital de Rejkiavik, y el presupuesto ha

descendido un 25% en tres años. De modo que es un recorte real, y van

a continuar recortando servicios.

 

A esto se sumó una historia algo complicada que ocurrió con las

coronas islandesas. Antes de la crisis, muchos inversores compraban

coronas islandesas porque en Islandia había un tipo alto de interés en

aquel momento, de modo que era un buen negocio. Cuando la crisis nos

golpeó en 2008 todo este dinero comenzó a huir del país, por lo que la

corona cayó en picado: cayó un 50%. El FMI comprendió que si no

aplicaba un control de capitales (corralito) en Islandia, terminaría

en un desastre, porque el valor de la corona terminaría en nada.

Quizás también la razón fue que no teníamos divisa extranjera para

pagar a los inversores en Europa. O a lo mejor ya ni siquiera quedaban

suficientes billetes en Islandia para pagar a los inversores

extranjeros.

 

De esta forma, aplicaron los controles de capitales y después el FMI

forzó a Islandia a contraer créditos. Creo que son cuatro mil

quinientos millones de euros los que hemos recibido de países del FMI,

dinero que está depositado en una cuenta bancaria en Washington.

Nosotros no lo estamos utilizando para nada. No construimos

hospitales, ni escuelas, ni hacemos nada con él. Simplemente se guarda

allí. Es muy conveniente tener esta cantidad de dinero para aumentar

la credibilidad de Islandia. Si tienes mucho dinero en esa cuenta

bancaria, todo el mundo tendrá confianza en ti para hacer negocios.

 

Pero resulta que la suma del crédito es más o menos la misma cantidad

de dinero que está represada dentro de Islandia, por los controles de

capital. Pensamos que quizá cuando levanten los controles de capitales

y el dinero empiece a salir del país de nuevo, usaremos este crédito

para pagar a los inversores extranjeros. Es como lo que ocurrió en

Argentina, cuando todo el dinero salió del país en pocas horas.

Entonces, si eso sucede, esos créditos se convertirán en deuda en

Islandia, para el futuro, porque habremos usado ese dinero. De modo

que la deuda se incrementará mucho.

 

Entonces tuvimos la protesta en invierno de 2008-2009, que resultó en

unas elecciones en la primavera de 2009. Sucedió así: los

socialdemócratas eran parte del viejo Gobierno, y ahora son parte del

nuevo Gobierno también, pero en lugar de a los conservadores, ahora

tienen a la Izquierda Verde como socios de gobierno, y tanto los

socialdemócratas como la Izquierda Verde estuvieron prometiendo cosas

muy buenas a la gente en la campaña electoral. Pero han roto todas sus

promesas. De modo que los islandeses hemos aprendido, igual que los

irlandeses, igual que los griegos y los españoles, que cambiar el

Gobierno no es la solución. No importa que haya elecciones; no tienen

ningún efecto en las políticas, porque es obvio que los bancos tienen

el control. Da igual que gobiernen los conservadores, los

socialdemócratas o la izquierda verde, la política es siempre la

misma: salvar a los bancos y que el pueblo lo pague.

 

Eso es lo que ocurrió en Islandia.

 

Pero en Islandia han atravesado por un proceso muy intenso de

movilizaciones y tuvieron dos referéndums en los que la gente rechazó

el rescate de los bancos.

 

Bueno, eso fue algo especial. El referéndum fue solamente sobre una

pequeña parte de toda la deuda. La que tiene que ver con el fondo Ice

Save con los Inglaterra y Holanda. Está en nuestra constitución que el

presidente debe firmar las leyes que aprueba el Parlamento. Y cuando

no firma una ley, entonces hay que someterla a referéndum entre la

población. Así que utilizamos ese resorte. Cuando el Parlamento aprobó

la ley sobre el fondo Ice Save, las élites se inclinaron a favor de

pagar: querían “portarse bien” a los ojos de la Unión Europea y los

acreedores. Y ese Gobierno está conformado por la Izquierda Verde y

los socialdemócratas.

 

Nosotros recogimos firmas para una petición y conseguimos más de

30.000, una cantidad ingente. Una mañana de domingo acudimos a la casa

donde vive el Presidente, a las afueras de Rejkiavic, y le entregamos

todos esos nombres. Reunimos a varios miles de personas, hubo un acto

público. Entonces el presidente nos dijo que no firmaría la ley, y que

daría al pueblo la posibilidad de formarse su opinión.

 

Ésta es realmente la única singularidad de Islandia con respecto a la

deuda, que el presidente tiene la posibilidad de no firmar una ley y

forzar a que haya un referéndum. Si el pueblo en España tuviera la

misma posibilidad, votarían exactamente igual que nosotros: dirían que

no. De modo que el resultado del referéndum no es nada especial. Creo

que en todas las investigaciones y sondeos de opinión, cuando le

preguntan a la gente qué quiere, normalmente quieren algo diferente

del Gobierno. Por eso es por lo que a los gobiernos no les gustan los

referéndums.

 

El gobierno actual, formado por la Izquierda Verde y los

socialdemócratas, después de una fuerte presión ejercida por la gente

en las calles y tras ese proceso de toma de conciencia, afirma usted

que está tomando las mismas medidas que tomarían los conservadores,

que la única política que saben aplicar es obedecer los dictados de

los bancos. ¿A qué cree que se debe esto?

 

Está sucediendo en Islandia. Pero si usted sigue los acontecimientos

en Grecia, encuentra que el primer ministro Papandreu era un

socialista, de izquierda, y tenía muy buenas ideas antes de llegar al

poder. Y ahora está haciendo exactamente lo que el FMI le dice que

haga.

 

Una razón que lo explica es que cuando un país entra a formar parte de

un programa del FMI, tiene que firmar una carta de intenciones, en la

que se compromete a muchas cosas. La realidad es que el FMI escribe

esta carta de intenciones y el gobierno la firma. En el caso de

Islandia, y en el de cualquier país que hace tratos con el FMI, hay un

texto en esa carta de intenciones en el que se afirma que el Gobierno

promete no hacer nada sin el consentimiento del FMI. De modo que los

países entregan todos los poderes al FMI, porque prometen no hacer

nada que no cuente con el beneplácito del FMI. De modo que después de

firmar un programa del FMI, el país deja de ser independiente, está

sujeto al FMI y al consenso de Washington. Es como lo que dijo en

Islandia el representante del FMI cuando llamó a su amigo: “Los

tengo”. Así que lo que pasa es que nos tienen.

 

Es una situación que no parece tener salidas. Usted ha afirmado que

Islandia está solamente a medio camino del infierno… ¿Vislumbra alguna

salida?

 

Es muy complicado. Pero, tal como hablamos en el seminario, tenemos

que aprender del Sur. Algunos países de América Latina han tenido

éxito en librarse del FMI, algunos se han negado a pagar deudas al FMI

y otros las han pagado todas para liberarse, porque un hombre libre es

un hombre que no tiene deudas. Así que ahí hay un camino que podemos

vislumbrar.

 

Mi punto de vista es que es muy importante entender cómo se crea el

dinero. Es un concepto que muchos de nosotros no entendemos, porque no

se discute mucho sobre estos temas. Normalmente cuando se habla de

economía, se hace en esos términos especializados que nadie entiende.

 

Pero el dinero, tal como yo lo veo, es solamente un medio de

intercambio, que transporta el valor de un producto de un lugar a

otro. De modo que el dinero no tiene valor en sí mismo. Es solamente

una unidad, como un litro o un segundo. Y los bancos detentan el

monopolio de esas unidades: son los únicos que pueden producir dinero.

Y eso da el poder a los bancos. Cuando un Gobierno necesita dinero

tiene que vender bonos. El Gobierno escribe en un pedazo de papel que

promete pagar a los bancos esa suma, y los bancos le entregan el

dinero al Gobierno. Pero cuando piensas en el dinero como una unidad,

como un metro, es como si adquirieras algunos metros antes de ir a

comprar.

 

Es difícil de explicar en una entrevista breve, pero creo que es un

asunto realmente importante, que la gente piense sobre qué es el

dinero y quién controla la producción de dinero. Creo que el dinero

debería ser producido por los gobiernos y debería ser gratis. Y cuando

se hubiera producido algo, el Gobierno incrementaría la cantidad de

dinero circulando en la sociedad.

 

Puedes pensar en ello de esta manera: en el otoño de 2008 los tres

bancos en Islandia se tornaron insolventes porque no podían obtener

ningún dinero de Europa, porque dependían de este dinero que va

flotando de un lugar a otro, y nuevos créditos, etcétera. Eso fue lo

único que ocurrió en octubre de 2008. Todo el mundo en Islandia estaba

produciendo: estábamos pescando, procesando y vendiendo el pescado,

estábamos produciendo aluminio… cada islandés estaba haciendo lo que

habíamos estado haciendo durante años: produciendo un montón de

productos. Y había mucha gente demandando nuestros productos en todo

el mundo, pero éramos incapaces de intercambiar nuestra producción

porque no teníamos esa cosa llamada dinero, que transporta el valor de

los bienes producidos a otro lugar o a otro tiempo.

 

Pero esto que está proponiendo usted es lo contrario de lo que sucede

en la Unión Europea, donde los países entregan su soberanía en

política monetaria al Banco Central Europeo. Y resulta que Islandia ha

solicitado formalmente su ingreso en la Unión Europea y en el sistema

euro.

 

Tiene razón. Ocurrió así: durante años los socialdemócratas tenían

siempre una respuesta para todos los problemas. Si les hacías

cualquier pregunta, siempre respondían: “Unión Europea”. Y tras las

elecciones de 2009 estaban en situación de incorporar a la Izquierda

Verde o a los conservadores a su Gobierno, de modo que forzaron a

ambas partes a que aceptaran su voluntad. Los socialdemócratas eran el

único partido del país que deseaba el ingreso en la Unión Europea.

Todas las demás fuerzas políticas se oponían, con mayor o menor

intensidad. Y los de la izquierda verde se habían opuesto con mucha

claridad, pero tenían tantos deseos de entrar al Gobierno… lo habían

estado esperando durante tantos años… Aceptaron solicitar el ingreso a

la Unión Europea, con la idea de celebrar un referéndum. Por eso

Islandia solicitó su ingreso. La gente no quiere. Solamente este

partido que estaba en posición de presionar al otro. Y hubo una

auténtica batalla en el Parlamento, pero se las arreglaron para

aprobar su propuesta en medio del desacuerdo generalizado.

 

¿De modo que usted no cree que la gente acepte entrar en la Unión

Europea, si se somete a referéndum?

 

Yo estaba viviendo en Suecia en 1995, cuando se incorporó a la Unión

Europea, y la situación era muy parecida. Los suecos eran muy

escépticos con la UE y muchos no querían. Pero solicitaron el ingreso

y cuando se aproximaba el referéndum, llegó una campaña masiva de la

Unión Europea y convirtió al pueblo sueco. Creo que lo mismo ocurriría

en Islandia, igual que pasó con el Tratado de Lisboa y todo lo demás.

Saben cómo hacerlo.

 

¿Y no siente que hay un proceso en marcha en Islandia por el que la

gente está tomando conciencia, que está despertando?

 

Hay mucha gente activa, protestando, y muchas personas no están

conformes con la situación. Pero ocurre exactamente igual que en el

resto de los países: la mayoría está en su casa, sin hacer gran cosa.

 

La izquierda institucional está ahora en el Gobierno y debe haber un

coste político por las medidas que están tomando. Supongo que en las

bases de esos partidos ha habido una lucha, contradicciones, y que al

mismo tiempo fuera de los partidos hay otra izquierda, hay movimientos

sociales, personas que no están comprometidas con un partido, pero sí

con una idea de transformación ¿Cuáles son los canales de

comunicación, si es que hay alguno, entre esta izquierda institucional

y las calles, las plazas y los colectivos que se autoorganizan para

debatir estos temas?

 

Al interior de la Izquierda Verde ha habido una lucha muy intensa,

porque las bases del partido están muy decepcionadas. Pero son

incapaces de influir en los dirigentes. En la calle hay muchos

movimientos sociales y grupos activos. El año pasado tuvimos una

protesta que movilizó a 10.000 personas, el equivalente a 2 millones

en España, proporcionalmente. El Gobierno se asustó un poco y prometió

hacer algo, y después volvieron a romper su promesa, por lo que

continuamos protestando. Así que me parece que mientras tengan el

poder, seguirán haciendo lo que están haciendo. Aunque tengamos una

protesta masiva, no cambia nada.

 

Esto comenzó como una crisis financiera, que derivó en una crisis

económica y es ahora una crisis política del sistema. ¿Cree usted

entonces que la solución pasa por un cambio de sistema? ¿Está eso en

discusión en Islandia?

 

Creo que tiene que surgir un nuevo tipo de partido político que

mantenga las ideas de la base, de los movimientos sociales. Porque los

cuatro partidos que han estado en el poder en Islandia durante años y

años están tan corruptos y apegados al sistema que dudo de que puedan

cambiar nada. De forma que realmente necesitamos un partido que acceda

al poder y cambie las cosas, o bien que suceda lo que ha sucedido en

otros países, donde la gente toma las plazas y no las abandona hasta

que el Gobierno hace lo que se le pide. Porque cuando protestas un

día, durante un par de horas, y regresas a casa no tiene el mismo

efecto que si tomas la plaza y permaneces hasta que hagan lo que les

exiges.

 

¿Cómo resumiría la experiencia de Islandia, de modo que en Europa y en

otros países podamos ver el resultado del proceso que ustedes han

atravesado? ¿Cuál sería su mensaje hacia nosotros, en España, donde

estamos justo empezando a sentir la presión política, los recortes, el

asalto a nuestra Constitución, la transformación de todo lo que antes

era un derecho en un privilegio?

 

Mi experiencia de Islandia, y tras leer también sobre otros países en

Europa y la historia de Suramérica es que los bancos y los acreedores

irán todo lo lejos que puedan. Avanzarán todo lo que nosotros les

permitamos. La única manera de pararlos es impedirles que avancen más.

Y eso significa, bueno, algún tipo de revolución. Ojalá pacífica. Pero

de lo contrario, continuarán colocando la deuda sobre nuestras

espaldas y recortando nuestro bienestar. Tenemos que pararlos. Es la

única forma de hacerlo, tal como yo lo veo. No creo que acepten

razonar ni dialogar. Es una cuestión de que tenemos que ser más

poderosos que ellos, de forma que nos teman. Creo que es más o menos

inútil hablar con ellos. De alguna manera, con un cambio en nuestra

constitución, con un cambio en las leyes o con una revolución tenemos

que devolver a la gente el poder de decidir.

 

 

Miembros del Parlamento de Islandia huyen de los ciudadanos. Imágenes

correspondientes al 1 de octubre de 2010, en que miles de personas se

movilizaron para expresar su rechazo a los miembros del Parlamento,

cercado por policías. Las protestas multitudinarias se repitieron

durante varias jornadas.

 

 

 

NOTA:

 

(1) A mediados de la pasada década, uno de los grandes bancos

islandeses, Landsbanki, abrió una filial por Internet en el Reino

Unido, Holanda y Alemania que tuvo un éxito fulgurante por los altos

intereses que pagaba en una cuenta llamada Icesave. A principios de

octubre de 2008, apenas 15 días después de la quiebra de Lehman

Brothers, el Reino Unido detectó que los bancos islandeses estaban

traspasando dinero de las cuentas británicas a Reikiavik y les aplicó

la ley antiterrorista: congeló todos sus fondos.

 

 

Los bancos estaban sobreendeudados (sus activos suponían 12 veces el

PIB), y esa decisión, junto a la crisis internacional, les llevó a la

bancarrota. El Estado no los rescató. Los dejó caer, y posteriormente

los nacionalizó e inyectó dinero para que siguieran operando, pero

solo en Islandia. Londres y Ámsterdam pagaron a los depositantes de

Icesave el 100% de los depósitos y desde entonces reclaman ese dinero,

que supone un tercio del PIB islandés. El Gobierno defendía el "sí" en

la consulta aduciendo que los activos del banco quebrado, cuando se

liquiden, permitirán pagar la mayoría de la deuda. Los partidarios del

no argumentaban que la gente no debería pagar por las locuras de sus

bancos, y aducen que la legislación internacional -llena de sombras-

no obliga a ningún país a asumir deudas astronómicas que sobrepasan

con mucho el importe acumulado en los fondos de garantía. Los

islandeses rechazaron en sendos referendos (celebrados en marzo de

2010 y en abril de 2011) la ley Icesave por la que el Gobierno habría

transferido a Holanda y Reino Unido el importe de las indemnizaciones

pagadas a los inversores en esos países.