TROPAS ANTIIMPERIALISTAS EN HAITI

Por:
Editorial de "El Nacional" de Tarija

Publicado el 01/11/2011

Hace prácticamente un año, el 14 de noviembre de 2010, el comandante del Ejército boliviano, Antonio Cueto, afirmó que esa entidad castrense se declaraba “antiimperialista”, “anticapitalista” y “socialista”. Aseguró también que “en Bolivia no debe existir ningún poder externo que se imponga. Queremos y debemos actuar con soberanía y vivir con dignidad”. Las expresiones del jefe militar se produjeron nada menos que durante la celebración del bicentenario de aquella fuerza.

 

De esta manera Cueto alineó sus expresiones a las vertidas cientos de veces por el presidente Evo Morales quién aplaudió entusiasta aquel discurso. Sin embargo, aquella postura asumida tan solemnemente por ambas autoridades tuvo también solemnes contradicciones cinco y 11 meses más tarde. Las partidas rumbo a Haití de las misiones Bolivia VIII, en abril, y Bolivia IX, este 5 de octubre, marcaron dicha paradoja.

 

¿No resulta por demás contraproducente hablar de antiimperialismo y socialismo y sin embargo compartir una intervención militar con tropas estadounidenses? Por mucho que se haya decorado a éstas como “misiones de paz” diversos análisis coinciden en su perfil imperialista. Los críticos de estas intervenciones tienen su buena fama. En la lista se hallan Eduardo Galeano, Adolfo Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú y Hugo Chávez, entre otras celebridades amigas de Evo Morales.

 

No resulta demasiado ilógico coincidir en lo funcionales que son las “fuerzas de paz” a la visión militar de EEUU sobre el Caribe. Allí se hallan áreas estratégicas para el control militar estadounidense de una zona tan cercana a Cuba y Venezuela. Eso al margen de la polémica historia política que motivó la intervención y sus sucesivos claroscuros. ¿Son fuerzas de paz o parte de un conglomerado de invasión?

 

Afortunadamente, la conducta de las tropas bolivianas no ha generado noticias como las de otros países que forman parte de la misión. Bastará una revisión en los buscadores internet para advertir los graves casos de abusos que se han producido en diversas oportunidades.

 

Irónicamente la idea de las intervenciones con “cascos azules” tiene partidarios que no comulgan para nada con el socialismo ni el antiimperialismo. Por ejemplo, el ex ministro de Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Sánchez Berzaín apoyaba esa medida. Incluso llegó a plantearla para que sea aplicada en Bolivia si la crisis de

octubre se hacía más compleja para el régimen de entonces.

 

La propuso también en 2005 el Ministro de Defensa argentino, José Pampurro. Sobra citar la actuación también en esos años de los “analistas” estadounidenses partidarios de estas movilizaciones que defienden la teoría de los “Estados fallidos”.

 

Y en estos días también aparecieron otros partidarios de las misiones de paz que pidieron una misión en Bolivia. A raíz del problema en el Parque Isiboro Sécure, un grupo de residentes bolivianos en Washington se movilizó demandando que se envíen tanquetas y “cascos azules” para defender el TIPNIS. Valga añadir que entre las  nuevas propuestas que corren hacia Naciones Unidas en tiempos del Cambio Climático hay

algunas que hablan ya de los “cascos verdes”. Estarían orientadas a los problemas ambientales.

 

¿Qué impulsa, si obviamente no son el “antiimperialismo” ni la convicción de impedir que cualquier poder externo someta a Bolivia, el apoyo a estas misiones? ¿Qué interés ha llevado nuestras contadas tanquetas (que bien podían vigilar, digamos, las aguas del Silala) hasta Puerto Príncipe? ¿Valen los ingresos de seis meses que perciben nuestros expedicionarios el legitimar acciones ubicadas a unos escalones de las que destrozaron Irak y Afganistán? ¿El asunto es simplemente unos viles dólares? ¿Y la dignidad?