LAS MALVINAS SON ARGENTINAS

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Publicado el 01/02/2012

Presentamos en Patria Grande varios trabajos en relación a la agresión imperialista de Gran Bretaña contra Argentina en relación a las Islas Malvinas

 

En vísperas del 30ª aniversario de la recuperación de Malvinas

Ex combatiente responde a un historiador desmalvinizador

 

MALVINAS, EL PRESENTE COMO HISTORIA Y LOS FANTASMAS DE LA HISTORIOGRAFIA LIBERAL

 

                                                                               Fernando Pablo Cangiano

                                                                               (De "Socialismo Latinoamericano)

 

 

En la edición del 09/12 Página 12 publica una nota firmada por Federico Lorenz, historiador que ya lleva escritos 2 libros sobre Malvinas, “Fantasmas de Malvinas” y “Malvinas, una guerra argentina”.

En la nota Lorenz se refiere a la creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego y menciona el hecho “sintomático” de que en 2 artículos publicadas en los días previos sobre dicho Instituto se aluda a los acontecimientos de 1982 en el Atlántico Sur.

Con acierto Lorenz anticipa un recalentamiento del debate sobre el conflicto bélico en el año venidero, con motivo de celebrarse tres décadas de la guerra de Malvinas. Quizás por esa razón se apresura en su nota a fijar una posición sobre los sucesos de 1982, delimitándose de lo que denomina en tono despectivo la “concepción nacionalista sobre el reclamo”. Cabría aclarar, con la sola finalidad de no sembrar confusión sobre el uso de los términos, que el “nacionalismo” que desagrada a Lorenz es el nacionalismo argentino (y latinoamericano), pues el nacionalismo inglés ha desarrollado una concepción bien diferente sobre el conflicto de Malvinas, que en sus mistificaciones, encubrimientos y falsedades se parece mucho (y esto no es una chicana sino un dato objetivo) a la que despliega Lorenz en la nota y en los libros que ha escrito.

Lorenz analiza críticamente algunos párrafos de un Manual de reciente aparición para circulación escolar: Malvinas en la historia. Una perspectiva suramericana (1492-2010). El trabajo fue publicado por la Universidad de Lanús, cuya rectora, Ana Jaramillo, había participado previamente en la organización del Primer Congreso Latinoamericano “Malvinas, una Causa de la Patria Grande”, que se llevó a cabo en septiembre de 2010 en Buenos Aires, con la asistencia de decenas de historiadores, académicos e intelectuales de diversos países de América Latina (Chile, Uruguay, Ecuador, Venezuela, Brasil, Bolivia, etc.).

Dice Lorenz que en el Manual se pretende “descontextualizar” la guerra de Malvinas, al escindirla de la dictadura cívico / militar que ocupó las islas en 1982. “Así sus miradas sobre la guerra están inexorablemente condicionadas por la idea de separar el “hecho político” que “expresa una aspiración histórica”, de su contexto.

Pero si algo se subraya hasta el cansancio, tanto en el Manual como en el Congreso, es la necesidad de interpretar lo acontecido en 1982 en la historia y no fuera de ella, mucho más allá de las mezquinas aspiraciones de Galtieri y las cúpulas militares liberal-oligárquicas que gobernaban el país. Situar la guerra de Malvinas en la historia larga de la Argentina como una aspiración de legitimidad inapelable, con profusos antecedentes políticos, diplomáticos, geográficos, culturales y hasta militares, permite comprender la formidable explosión de euforia popular que concitó la ocupación, pese a la paradoja de que fue ejecutada por una dictadura cívico / militar antipopular, que durante 6 años de horror había alineado a la Argentina en el campo occidental, hegemonizado por EEUU e Inglaterra. Si no se entiende ese anclaje histórico, no se entiende nada de lo ocurrido en esos dos meses. No se entiende el masivo apoyo de los países latinoamericanos a la causa Argentina, y es imposible explicar cómo hasta en las cárceles de la dictadura los detenidos políticos se ofrecieron como voluntarios para combatir al agresor imperialista.

Para los ex combatientes y los familiares de los caídos es un hecho conocido que desde junio de 1982 uno de los objetivos primordiales de la propaganda británica (y de sus aliados internos) fue, justamente, disolver ese espíritu anticolonial y latinoamericanista que despertó en Malvinas. Se inició lo que denominamos un proceso creciente de “desmalvinización”.

Poco se ha debatido sobre el significado de esa expresión y sobre las distintas formas y giros político-culturales que adoptó, pero es bastante claro que no se limitó al puro silencio u ocultamiento de lo acontecido en las islas. La “desmalvinización” fue mucho más que eso, fue una operación simbólica sutil y compleja, bien articulada, que procuró imponer una matriz interpretativa que, a la manera de una “leyenda negra” o de un conjunto zonceras jauretcheanas, presentó los siguientes núcleos de construcción de sentido.

1. Falacias y/o mentiras lisas y llanas sobre lo sucedido en las islas. Verbigracia, torturas masivas a soldados, cobardía de oficiales y suboficiales, campo de exterminio, etc.

2. Invisibilización de los crímenes británicos. Ni un renglón sobre el crimen de guerra contra el Crucero Belgrano, ordenado por M. Thatcher, y que le costó la vida a más 300 argentinos. Tampoco sobre los ataques al Buque Hospital y los bombardeos británicos que provocaron las únicas 3 víctimas kelpers durante la guerra.

3. Víctimización de los ex soldados. No fuimos héroes sino víctimas. No padecimos hambre no por el estricto bloqueo inglés sino por la brutalidad de los propios argentinos de uniforme que gozaban con nuestro sufrimiento.

La intencionalidad política de este relato innoble e injusto fue apenas disimulada. Había que recomponer las relaciones dañadas con el Primer Mundo, dar vuelta la página y reubicar al país en el escenario internacional, eliminar de la conciencia colectiva la experiencia de habernos enfrentado a uno de los imperios más infames de los últimos 2 siglos, apoyado por la gran potencia hegemónica. En definitiva, había que “des-historizar”, por la vía del empequeñecimiento, lo sucedido entre abril y mayo de 1982. Se impuso en toda la línea el “punto de vista del loco”, como acertadamente señaló Julio Cardozo en su excelente ponencia para el Congreso mencionado al inicio de esta nota. Todo habría sido obra de un general borracho y, con su destitución, todo debía volver a la situación anterior. Desaparecieron del relato sobre Malvinas nociones tales como las de “Héroe”, “Patria”, “América Latina”, “Imperialismo”, “Soberanía”, “movilización popular contra el agresor”, etc. Su lugar fue ocupado por una retahíla de significantes desmovilizadores y derrotistas, tales como “víctima”, “chico de la guerra”, “locura irresponsable”, “sin sentido”, “aislamiento internacional”, “reinserción en el mundo”, y últimamente, disparates tales como “plan sistemático de torturas”, “campo de exterminio”, etc.

La mayor parte de los ex combatientes y los familiares de los caídos luchamos desde el comienzo contra esa trama innoble de representaciones que vaciaban de sentido la sangre de nuestros 1000 muertos Nos resistimos con nuestros escasos recursos materiales, pero con nuestra poderosas autoridad espiritual, a una historia que convertía en un absurdo nuestro sacrificio, en vana la muerte de nuestros compañeros y que pretendía transformar en definitiva una derrota circunstancial en el campo militar, que debía ser revertida en el campo político, económico y cultural. Dijimos a quienes nos quisieron escuchar “Malvinas, yo no me rendí”, “Malvinas, volveremos” desarmando la identidad de víctimas que una Argentina espiritualmente derrotada pretendía asignarnos.

Como sucede casi siempre en la historia, y Lorenz debe saberlo porque es su profesión, las batallas culturales son el anticipo de las batallas políticas. La “etapa superior” de esa “leyenda negra” fue el programa neoliberal de los 90. La rendición en el campo cultural, expresada en la aceptación del relato “desmalvinizador”, era el prerrequisito necesario para la completa enajenación nacional en beneficio de las grandes potencias agresoras en Malvinas y de sus socios. Pocas veces quedó tan en claro cómo la derrota cultural precede a la política y económica. ¿Cómo podía aceptarse el despojo menemista sin una previa operación de tergiversación y ocultamiento de las enseñanzas que dejó Malvinas y del espíritu que la acompañó (lugar de Argentina en el mundo, soberanía nacional, naturaleza criminal del imperialismo, etc.)?, ¿cómo podía una sociedad imbuida de los valores que reverdecieron en Malvinas tolerar que nuestras riquezas cayeran en manos de quienes mataron a 1000 argentinos apenas unos años antes?

La conexión íntima entre la construcción del relato histórico y sus efectos políticos concretos en el presente pocas veces resultó tan transparente como en los 80 y 90. Quizá en eso resida la feroz virulencia que desencadenó entre los “científicos de la historia” la auspiciosa creación del Instituto “Manuel Dorrego”.  Hay una intuición profunda en el establishment cultural anglófilo y europeizante de que la discusión sobre el pasado es discusión sobre el presente y sobre el futuro. El presente es historia inconclusa.

Por último, en su nota Lorenz hace mención al rubor que sintió la hija del Colorado Ramos al visitar Malvinas en pleno conflicto. Con todo respeto, y como ex combatiente de Malvinas, me permito decirle a Laura Ramos que no cabe un sentimiento de rubor, sino más bien de orgullo, cuando su padre escribía por entonces líneas como las que siguen: “Nuestra guerra contra el imperialismo mundial replantea con fuerza irresistible todos los problemas postergados de la Argentina y América Latina. Un acelerado curso de formación “antiimperialista” se está exhibiendo ante el mundo dictado por los grandes maestros de la mistificación occidental. La actual generación civil y militar no olvidará jamás esta lección. Los argentinos del futuro sabrán de qué modo resuelto la Argentina se elevó por sobre sus antiguos dolores y crisis internas para dar la batalla a uno de los más pérfidos imperialismos que la historia ha conocido”. Ramos, que además de historiador era un político revolucionario, apostó a un desenlace latinoamericano del conflicto, el cual resultó fallido. Luego, en el epílogo de su vida, torció el rumbo, suponemos que influido por la desmoralización y el desánimo ante una década despiadada. Pero sus enseñanzas —y las de tantos otros— nos sirvieron para darle un marco histórico a nuestro esfuerzo y un sentido superior a quienes cayeron bajo las balas del imperialismo británico.

Fernando Pablo Cangiano

 

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EL ÚNICO COLONIALISMO EN EL ATLANTICO SUR ES EL BRITÁNICO

LAS MALVINAS SON ARGENTINAS Y POR ESO MISMO SON LATINOAMERICANAS EL RIDÍCULO DAVID CAMERON SE DESMIENTE SOLO

 

El Partido Patria y Pueblo apoya decididamente la defensa que está haciendo la Cancilleríaargentina de nuestros derechos sobre las Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur, felicita la decisión de transformar esta causa en causa común de los países de América Latina, y exhorta a elevar la apuesta y pasar de la lucha por las Malvinas Argentinas a una lucha por las Malvinas Sudamericanas o Latinoamericanas.

 

David Cameron, el jefe político del imperialismo británico, tuvo hace pocos días la insólita pretensión de convertir la ocupación de territorio argentino por el colonialismo inglés en una agresión colonialista argentina. Para ello arguyó un supuesto “derecho a la autodeterminación" de la población residente, omitiendo mencionar que esa población fue implantada allí por el Reino Unido tras usurpar violentamente la soberanía argentina sobre ese territorio, en 1833. El planteo es tan vacío que hasta el propio Primer Ministro David Cameron lo refuta cuando, en el mismo discurso en la Cámara de los Comunes, no explica que la población residente desea tener una nacionalidad malvinera sino que “esta gente quiere seguir siendo británica y los argentinos quieren que hagan otra cosa”.

 

Eso es falso. La Argentina siempre hizo a los descendientes de la población trasplantada a las islas tras el golpe de mano de 1833 la generosa oferta de hacerse ciudadanos del país en cuyo territorio habían nacido, aún cuando lo hubieran hecho bajo la desgraciada bandera del colonialismo inglés. Una vez que se restablezca la soberanía argentina sobre los territorios australes, estará en ellos decidir si prefieren sumarse al resto de los argentinos en la reconstrucción de la Nación Latinoamericana, o sumarse al Imperio Británico en su decadencia final.

 

Pero las islas no son británicas ni, mucho menos, de los habitantes de las islas, que, según el propio Cameron, no tienen intenciones de ser otra cosa que británicos. O son inglesas, o son argentinas y latinoamericanas. Pues bien, la única bandera que debe flamear allí es la argentina. La soberanía territorial, independientemente de lo que prefieran los residentes, tiene que revertir a sus legítimos titulares, que son los argentinos y también los pueblos de América Latina y el Caribe en su conjunto.

 

El Reino Unido esperó hasta el derrumbe del gran proyecto unificador de los Libertadores de América Latina para dar su golpe de mano. Hoy, la Argentina se apoya en la creciente consolidación de la unidad latinoamericana para apoyar su reclamo en la solidaridad concreta del Mercosur, la Unasur y la CELAC. Esto nos impone el deber de integrar la lucha por la recuperación de nuestra integridad territorial y la lucha por la unidad latinoamericana. Es el momento de plantear claramente la propuesta del General Jorge Leal, y pasar de las "Malvinas Argentinas" a las "Malvinas Sudamericanas".

 

 

 

 

 

MALVINAS: EL COLONIAJE NO DA DERECHOS

 

                                                     Cayo Ayala y Juan Carlos Schmid

                                                     Secretario General y Secretario Adjunto

 

Dirigentes destacan ratificación del MERCOSUR de impedir entrar a puerto barcos con bandera de Malvinas

Plataforma continental - Por Enrique Oliva

Rebanadas de Realidad - FEMPINRA - Buenos Aires, 24/01/12.- Los sindicatos marítimos, portuarios y de la industria naval enrolados en la FeMPINRA, ante la persistencia colonialista del Reino Unido y las declaraciones anacrónicas del premier británico David Cameron consideran oportuno señalar:

1) Las declaraciones del inglés Cameron fueron: "Mientras las Islas Malvinas quieren ser territorio soberano británico, deben seguir siendo territorio soberano británico. Punto final de la historia".

2) Sabido es que la historia es el devenir de los hombres, de la identidad, de los acontecimientos y de las utopías. El punto final es cosa de la escritura.

Dicho esto como un homenaje permanente a los combatientes y caídos en la Guerra de Malvinas y en las luchas por la soberanía nacional.

La crisis en Europa, - de la que es parte el Reino Unido - más allá de las rupturas circunstanciales, trae aparejado el renacer de las políticas de ajuste y desamparo de los pueblos. Y con ello, el salvataje de los bancos, asunto por nosotros conocido y padecido a comienzos del milenio.

3) Ante la crisis y el desbarajuste social de la rubia Albion, hoy devenida en sociedad xenófoba y mestiza a su pesar, (poblada de migrantes de las antiguas colonias, pakistaníes, egipcios, hindúes, etc.) el gobierno británico pretende trasladar afuera las causas de sus problemas internos; como hizo Margaret Thatcher en la década del ´80, Guerra de Malvinas incluida.

La diferencia sustancial es que nuestro gobierno apuesta al tiempo, al derecho internacional y a la negociación.

El límite está dado en todo caso, en que toda negociación requiere de por lo menos dos interlocutores, si no es la imposición de políticas de hechos consumados.

4) En la actualidad existen 16 dominios coloniales, de los cuales 10 están bajo la administración del Reino Unido; nuestras Islas Malvinas entre ellos. De esta manera, el proceso de descolonización no es completo y por eso, la Asamblea General de la ONU declaró como el Tercer Decenio Internacional para la Eliminación del Colonialismo. (2011-2020).

La suerte del colonialismo está echada y los ingleses lo saben.

Lo que no está resuelto es la dependencia económica de nuestros países, aunque marca un rumbo certero la creación de UNASUR y la CELAC.

5) Los intereses geopolíticos, petroleros y pesqueros, el armamentismo y el control de las rutas del Atlántico Sur, el relato neocolonial posterior a la guerra no son suficientes para acallar nuestro histórico reclamo:

Las Malvinas son argentinas, el coloniaje no da derechos

 

 

AMERICA LATINA EN MALVINAS

 

                                                                                           José Steinsleger

 

En la primera mitad del siglo XIX, el Banco de Inglaterra (fundado por el pirata William Paterson) respaldó al imperio esclavista de Brasil, urdió la balcanización de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y junto con Washington conspiró contra la Federación Morazánica y la Gran Colombia bolivariana. Y en la segunda mitad, financió la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, y el militarismo chileno que en la del Pacífico despojó a Perú de territorios sureños y dejó a Bolivia sin mar.

Minimizando el colonialismo en el Caribe, Asia, África y Medio Oriente, los cipayos leen la historia de Inglaterra como dechado de civilización versusbarbarie, cuando no ha sido más que fábrica de historiadores sicofantes y pensadores que abominan “… todo lo que no es inglés y pensando que los demás pueblos sólo pueden ser felices si adquieren sus instituciones, las costumbres, las maneras que a ellos los hacen felices…” (Eça de Queirós, 1882).

V.gr.: luego de la derrota militar en las islas Malvinas (1982), el historiador Jorge Abelardo Ramos recordó las palabras burlonas de Margaret Thatcher al decir que “… habría sido la lucha de la democracia inglesa contra la dictadura argentina”. Lo irónico, concluye Ramos, no radicaba tanto en la proverbial hipocresía británica, sino en la de ciertos intelectuales y políticos que, a raíz del infausto desenlace bélico, descubrieron el terrorismo de Estado que venían solapando desde 1976, y mucho más letal que el patético gobierno constitucional de Isabel Perón.

Hace unos días, ajustado a esa política de difamación y arrogancia imperial, el premier David Cameron se pasó de tragos. Frente a la solidaria decisión de los países del Mercosur de no permitir que buques con bandera de las llamadasFalklands atraquen en puertos de la subregión, sostuvo que el reclamo argentino sobre el archipiélago del Atlántico sur era “mucho más que colonialismo (sic), porque esa gente –los kelpers, habitantes de las Malvinas– quiere seguir siendo británica…”

Cameron se sirvió otro trago y, a continuación, leer para creer: ¡invocó elderecho de los pueblos a la autodeterminación! Deferencia que Su Majestad le negó al pueblo de Hong Kong, cuando la ex colonia británica pasó, finalmente, a manos de China popular (1997).

El vicepresidente argentino, Amado Boudou, calificó las declaraciones del inglés como “un exabrupto torpe e ignorante de la realidad histórica… la Argentina nació en su pelea contra el colonialismo”. Por su lado, el canciller Héctor Timerman, de gira por los países de América Central, observó en entrevista con el diario Página 12 de Buenos Aires: “Llama la atención que Gran Bretaña hable de colonialismo cuando es un país sinónimo de colonialismo”.

Dick Sawle, uno de los miembros de la Asamblea Legislativa de las Malvinas (3 mil habitantes), aseguró que “el Reino Unido ahora mismo no es un país colonialista… Es un error hablar de eventos de hace más de 170 años”. Opinión que a más de unir al Congreso argentino en un solo puño, mereció del dirigente político Pino Solanas la siguiente aclaración: De los 16 enclaves coloniales que aún subsisten en el mundo, 11 son del Reino Unido.

Los ingleses sangran por la herida: en 1833 ocuparon las islas y en 1982 ganaron una batalla. Sin embargo, desde 2003 la política exterior independiente y soberana del gobierno de los Kirchner viene ganando la guerra en el campo de la diplomacia, las negociaciones que Londres se niega a entablar en el marco del derecho internacional y las resoluciones del Comité de Descolonización de Naciones Unidas.

De hecho, Página 12 recuerda que la única estrategia del Foreign Office ha sido la decisión de apelar al poderío militar y al Consejo de Seguridad de la ONU, una vez que no prosperara la maniobra para que la Comunidad Europea reconociera a las islas como territorio británico de ultramar. Frustración que llevó al general David Richards a elaborar planes de contingencia, frente a los informes de inteligencia recibidos por Cameron, dando cuenta de una eventualinvasión de pescadores para plantar en Malvinas banderas argentinas.

Los tiempos han cambiado. La causa anticolonial de Malvinas ya no es un asunto meramente argentino. América Latina cierra filas. En concreto, Chile y Uruguay rechazaron el ingreso de buques con rumbo a las islas, los países de América Central se han solidarizado con Argentina, y el canciller Antonio Patriota, haciendo honor a su nombre, convalidó estas posiciones en el transcurso de una conferencia de prensa sostenida junto con su homólogo británico, William Hage.

El Departamento de Estado, inclusive, acaba de reconocer que el diferendo compete al entendimiento bilateral entre Argentina y Gran Bretaña. Las únicas posiciones discordantes fueron las de un par de senadores chilenos (pinochetistas), y la de México.

A pesar de haber suscrito en todos los foros internacionales los derechos inalienables de Argentina sobre las Malvinas, la cancillería mexicana no ha dicho una palabra sobre de las bravatas políticas y maniobras militares de la piratería inglesa en las aguas del Atlántico Sur.

 

TODA AMERICA LATINA RECLAMA POR MALVINAS

 

Gran Bretaña ha quedado sorprendida por la manifestación de Latinoamérica al respaldar la demanda de Argentina por las Islas Malvinas.

 

                                                                                     Fernando Bossi

 

La respuesta del Gobierno argentino, ante la absurda manifestación del primer ministro británico, David Cameron, quien calificó de colonialista a la  Argentina por reclamar la soberanía sobre las islas Malvinas, no se hizo esperar. El canciller argentino, Jacobo Timerman, contestó: “La mejor respuesta es reenviarle un libro de historia de regalo. Cameron no leyó ninguno de los libros de historia ingleses. No se entiende que el país que fue el símbolo del colonialismo en los siglos XVII, XVIII y XIX, e incluso en el XX, puede acusar a un país que ha sido víctima del colonialismo”.

 

Esta situación de “endurecimiento” de las relaciones entre Argentina e Inglaterra se da a propósito del éxito obtenido por el Gobierno argentino, en el histórico reclamo por la recuperación de las Malvinas, al lograr el apoyo del Mercosur, la Unasur y de la Celac. El 20 de diciembre, todos los integrantes del Mercosur adoptaron una declaración mediante la cual prohíben el arribo a sus puertos de buques que enarbolan la bandera ilegal de las Malvinas. Asimismo, la acción desplegada por la Cancillería argentina en toda la región latinoamericana ha sumado importantísimas adhesiones a la causa descolonizadora, a la inversa de lo que cosechó el canciller británico, William Hague, en su reciente visita a Brasil, donde su par, Antonio Patriota, claramente sostuvo el respaldo del Gobierno brasileño a la soberanía de Argentina, ratificando que Brasil “apoya las resoluciones de las Naciones Unidas que instan a Argentina y el Reino Unido a negociar la soberanía de las islas”, a lo cual Londres se opone.

 

El tema Malvinas se ha regionalizado y la intransigencia británica choca ahora contra el muro de la soberanía e integración latinoamericana. De allí que el canciller Timerman haya manifestado que “la única vía que tiene Inglaterra para salir de este embrollo es la negociación directa con Argentina”.

 

Ahora, ¿cuál es el argumento británico para negarse a discutir con Argentina ante tantas resoluciones de las Naciones Unidas que así lo exigen? Hay un solo pretexto que utilizan, sin derecho alguno, y es el que el mismo Cameron ha esgrimido: “El punto clave es que nosotros apoyamos el derecho de los habitantes de las Falklands (denominación británica de las islas) a la autodeterminación. Esta gente quiere seguir siendo británica y los argentinos quieren que hagan otra cosa”.

 

Las Islas Malvinas desde finales del siglo XVIII fueron pobladas, primero por la corona española y luego por la Confederación Argentina. Cuando los marinos ingleses se apoderaron violentamente de la isla, el 3 de enero de 1833, había población argentina desde hacía varios años. A tal punto que unos meses después de la usurpación, un grupo de gauchos, peones y esquiladores, se rebelaron bajo la conducción de Antonio Rivero, recuperando la isla e izando nuevamente la bandera argentina. Desde el 26 de agosto hasta enero de 1834, los hombres de Rivera recobraron la soberanía, pero luego fueron derrotados por nuevos contingentes de soldados ingleses  que desembarcaron para reprimir a los patriotas. La población criolla entonces fue evacuada por la fuerza y de allí en más, los británicos comenzaron a poblar la isla con “súbditos de su majestad”, traídos desde Inglaterra.

 

Desde aquella época, el Gobierno argentino reclama la soberanía sobre las islas del Atlántico Sur, y el Gobierno inglés ha hecho oídos sordos a los permanentes reclamos. Gran Bretaña tomó por la fuerza el territorio, expulsó a sus legítimos pobladores, trasplantó ciudadanos ingleses a ese territorio usurpado y ahora apela a la ¡autodeterminación de los pueblos! La infamia no puede ser mayor. Los kelpers no tienen derecho a la autodeterminación, tal como lo señalan las resoluciones de Naciones Unidas. Los kelpers, por el contrario, son agentes de la ocupación extranjera.

 

La verdad del problema no radica en el deseo de los “kelpers” (así se denomina, por las algas marinas Kerp, a los habitantes ingleses de Malvinas), de seguir siendo ingleses, sino en los intereses del imperialismo británico en la región. Y entre esos intereses dos se presentan con mayor preponderancia: 1) adueñarse de las riquezas petrolíferas existentes y 2) consolidarse en una ubicación geográfica estratégica, que proyecta a Inglaterra sobre el inmenso territorio antártico.

 

Pero tales pretensiones imperialistas se ven dificultadas por la decisión que adoptaron los países del Mercosur y de América Latina en general, al negarse a facilitar sus puertos a las obligadas escalas que deben hacer sus barcos a fin de proveer suministros, tanto a la población kelper como a los soldados colonialistas instalados en las islas después de la Guerra de Malvinas.

 

Toda América Latina está apoyando el justo reclamo de la  Argentina. La firmeza con que está actuando el gobierno de Cristina Kirchner ha arrinconado al Gobierno británico, y esto gracias a la política de integración y unidad que se está desarrollando en toda nuestra América. Los tiempos del colonialismo y de los imperios se va derrumbando y una verdadera Patria Grande está naciendo en esta región del planeta.

http://www.jornada.unam.mx/2012/01/25/opinion/023a1pol

 

 

ARGENTINA DENUNCIARÁ A GRAN BRETAÑA POR LA MILITARIZACIÓN DEL ATLÁNTICO SUR

 

     La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció que la Argentina denunciará al Reino Unido por llevar adelante "una militarización" del Atlántico Sur, y reclamó al primer ministro británico, David Cameron, que le dé "una oportunidad a la paz".

          La Jefa de Estado lo expresó durante el acto que encabezó ayer a la tarde en la Galería de los Patriotas Latinoamericanos, donde además confirmó que el próximo 14 de junio “vamos a estar firmes en el Comité de Descolonización llevando el reclamo por las Islas, que es avalado por el conjunto de la sociedad argentina y los pueblos latinoamericanos”.

           "Que nadie espere que (las potencias) estén por afuera de la política y de la diplomacia, que no se hagan ninguna ilusión porque sufrimos mucho la violencia en nuestro país", sostuvo Cristina al reafirmar la lucha por la soberanía sobre las Islas.

            En el comienzo del acto, la Presidenta firmó el decreto 200 en el que dispuso el “levantamiento del secreto político y militar” dispuesto por la última dictadura en 1982 sobre el conflicto bélico en las islas Malvinas, el cual “cesa la inaccesibilidad de los datos”.

            En los considerandos de la medida adoptada, se resaltó que “no se puede consentir que se impida el conocimiento de la historia, cercenando a la población conocer su pasado reciente”, y en ese marco se anunció además la creación de una comisión integrada por el Ministerio de Defensa, la Cancillería y Augusto Rattembach, hijo del general Benjamín Rattembach, autor del informe ordenado por la Junta Militar al culminar la guerra.

             El discurso de la Presidenta fue acompañado por los miembros de su gabinete, la dirigencia de los principales partidos opositores, gobernadores, representantes sindicales, empresariales, de organizaciones de derechos humanos, ex combatientes y militantes, quienes colmaron el Salón y las afueras de Casa de Gobierno.

             En ese marco, Cristina reiteró que "Malvinas es una causa regional y global" y subrayó que "es una anacronismo en el siglo XXI seguir manteniendo colonias de las cuales quedan solo 16 casos en el mundo y diez de ellos son de Inglaterra".

             Allí expuso la "militarización del Atlántico Sur", al referirse al envío de un destructor de guerra británico que acompaña la visita del heredero al trono, el príncipe Guillermo, que se encuentra en Malvinas.

             "No podemos interpretar de ninguna otra manera, por más buena voluntad que pongamos, el envío de un destructor acompañando al heredero real, a quien nos hubiera gustado verlo con ropa civil y no de militar", expresó la Presidenta.

             A la vez, pidió “el acompañamiento de los partidos políticos para seguir planteando nuestro reclamo" ante la ONU, al tiempo que dijo sentirse “más que nunca la Presidenta de los 40 millones de argentinos, porque la presencia de tantos sectores revela claramente que estamos ante un hecho de Estado, de política nacional”.

            “Esa política de Estado es la que se lleva adelante y es clave desde 2003, y es de memoria, verdad y justicia. A esos valores le agregaría el de democracia y soberanía; y así le dan el exacto lugar que para nosotros tiene la causa Malvinas”, dijo Cristina.

            La Presidenta también pidió “evitar confusiones”, dado que Argentina “sigue sosteniendo, como lo hice ante la ONU, que no se puede achacar al pueblo argentino una decisión como lo fue aquel conflicto, para negarse a cumplir lo que ha ordenado Naciones Unidas: sentarse a dialogar”.

            En ese marco, destacó el acompañamiento de la región en el reclamo por la soberanía, destacando que "cada país se siente reflejado en el anacronismo que significa seguir manteniendo colonias".

            Cristina también advirtió que "están depredando nuestros recursos naturales; la pesca y petróleo", lo que podría derivar "en un desastre si no hay control".

            "Tengamos en cuenta que las batalles que se vienen serán por los recursos naturales y nuestra región es de las más ricas y con mayor potencialidad", afirmó.

            Sin embargo, aclaró que "si algo vamos a preservar además de los recursos, será la paz", y recordó que "todo lo que hemos resuelto entre los suramericanos fue con el diálogo y entre nosotros, sin intervención de organismos internacionales".

            Sobre el final del acto, la Jefa de Estado anunció la creación de un Hospital de Salud para los ex combatientes del conflicto armado de 1982, en el que se tratarán diversas problemáticas que padecen los veteranos.

             En ese sentido, recordó que 439 ex combatientes se suicidaron tras el conflicto, por lo que consideró fundamental "tratar sus secuelas y problemas de adicción en un centro que estará en donde se encontraba el Instituto Geográfico Militar".

              Para cerrar su discurso, Cristina evocó la figura de los caídos en Malvinas y lanzó un nuevo llamado al premier inglés, señalando que "si a Cameron le pedimos paz, a nuestros muertos les decimos hoy: honor y gloria en nombre de todos los argentinos".- XXX

REGIONAL. E/008/02/012/060697.  BUENOS AIRES,  8(PSI).-   SE DECRETÓ EL LEVANTAMIENTO DEL “SECRETO POLÍTICO Y MILITAR” DISPUESTO POR LA ÚLTIMA DICTADURA.   La presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó el decreto por el cual autoriza el "levantamiento del secreto político y militar" dispuesto por la última dictadura en 1982 en referencia al conflicto bélico en las islas Malvinas, y "cesa la inaccesibilidad de los datos" contenidos en esos informes.

          Cristina firmó el decreto número 200 en la Galería de los Patriotas Latinoamericanos en la Casa Rosada, antes de pronunciar el discurso en el que ratificó la política argentina sobre Malvinas.

           En este sentido dijo que el decreto que firmó para desclasificar la investigación sobre la conducción de la guerra de Malvinas es "claramente un hecho de política de Estado", que apuntala los conceptos de "democracia y soberanía".

           Ante funcionarios y dirigentes de la oposición, dijo que al firmar esta resolución se siente "hoy más que nunca la presidenta de los 40 millones de argentinos".

           El decreto por el que se dispuso hacer público el Informe Rattenbach sobre las Islas Malvinas, establece que, en 30 días corridos, una comisión conformada por decreto, lo analizará y permitirá que se pueda acceder a él.

           El texto firmado por la presidenta precisa: "Creáse una comisión integrada por un representante del Ministerio Defensa y de Relaciones Exteriores para aconsejar en el plazo de 30 días la parte de la comunicación contenida".

           Esa comisión estará asesorada también por Augusto Rattenbach, hijo del general que elaboró el informe.

           La primera mandataria consideró a continuación que "no se puede achacar al pueblo argentino la decisión de la dictadura de comenzar la guerra de Malvinas y usarlo como excusa para negarse a cumplir lo que ha ordenado Naciones Unidas, que es sentarse a negociar la soberanía".

           En los considerandos de la medida adoptada, se resaltó que "no se puede consentir que se impida el conocimiento de la historia, cercenando a la población conocer su pasado reciente".

           "El conocimiento general de este informe brindará mayores elementos de juicio a los argentinos sobre lo sucedido en el conflicto del Atlántico Sur", agregó la Presidenta.-

 

 “CRISTINA MARCÓ BIEN CLARO QUE ESTAS SON POLÍTICAS DE ESTADO”.  

 

El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, afirmó que el discurso de la presidenta Cristina Kirchner "marcó bien claro que estas son políticas de Estado, y como tal requieren del consenso y la opinión de todo el arco opositor".

          En declaraciones a Télam, luego de concluir el acto que encabezara la jefa de Estado en Casa de Gobierno sobre la cuestión de las Islas Malvinas, Domínguez indicó que el discurso presidencial también significó "una convocatoria a la oportunidad de la paz y un llamado a todos los líderes del mundo a resolver en forma pacífica sus diferencias".

           "Va en ese sentido el llamado a discutir la soberanía ante las Naciones Unidas. Pedimos el cumplimiento de la resolución de la ONU, que se haga efectivo", agregó el ex ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca.

           Finalmente, indicó que "quienes hemos sido ex combatientes -yo estuve afectado al teatro de operaciones del Atlántico Sur en Río Gallegos en el año 82-, sabemos que la única manera de liberarnos de la angustia y garantizar la paz en el mundo, es resolver el conflicto mediante el diálogo y el ejercicio de la política en los conflictos".

           En el mismo sentido, el diputado nacional y referente de Nuevo Encuentro, Carlos Raimundi, expresó que en el acto "hubo un marco de unidad muy grande, que es lo más importante".

            En tanto, calificó como "medidas reparatorias" los anuncios formulados en relación a la "desclasificación de los archivos secretos y la inauguración de un hospital para los ex combatientes. Son medidas convergentes y reparadoras".

            "Así como la Memoria y la Verdad fueron reparadoras en materia de Terrorismo de Estado, también lo tienen que ser para otro de los peores episodios que vivimos", concluyó el legislador nacional.- XXX