BEN BELLA: FIGURA TERCERMUNDISTA

Por:
Guillermo Almeyra

Publicado el 01/05/2012

Ahmed Ben Bella acaba de morir a los 96 años, 21 de los cuales los
pasó encarcelado por los colonialistas franceses (seis) y después por
la burocracia estatal argelina (15). Nació en 1916 en una familia de
campesinos marroquíes muy pobres. Durante la guerra contra el
nazifascismo combatió como sargento en el regimiento de Tiradores
Marroquíes de las Fuerzas Francesas Libres y el general Charles de
Gaulle lo condecoró personalmente con la Medalla Militar (ya tenía la
Cruz de Guerra) por su valor en la batalla de Montecassino, en la que
las tropas coloniales de Francia, los polacos y brasileños tuvieron a
su cargo el ataque de infantería contra el inexpugnable monasterio
defendido por tropas de elite alemanas que los estadunidenses y
británicos sólo se animaban a bombardear.

El fin de la guerra marcó el comienzo de la lucha por la liberación de
Argelia y Ben Bella fue el cofundador del Frente de Liberación
Nacional Argelino (FLNA) y su jefe militar. En un acto de piratería
aérea sin precedente, la aviación militar francesa interceptó en el
espacio aéreo internacional el avión marroquí en que viajaba con otros
tres dirigentes y mantuvo a Ben Bella preso en Francia desde 1956
hasta 1962, cuando salió de la cárcel para ocupar la presidencia de su
país.

En esos años la Cuarta Internacional trotskista, cuyo secretario era
el griego nacido en Alejandría, Egipto, Michalis Raptis, Pablo, ayudó
activamente a la revolución argelina y tanto Pablo como el holandés
Sal Santen fueron presos por organizar la falsificación de documentos
y dinero, y abastecer de armas a los argelinos. Pero la resistencia
antinazi todavía estaba fresca en los recuerdos y muchos estadistas
habían utilizado o fabricado documentos falsos y ocultado armas, de
modo que ambos revolucionarios estuvieron presos sólo año y medio.

Como parte de esa colaboración con el FLNA, el partido argentino –del
cual yo era uno de los dirigentes– envió tres militantes
torneros-ajustadores a Argelia, donde durante años fabricaron
clandestinamente armas para combatir contra los ocupantes franceses.
En Argentina organizamos igualmente un Comité de Solidaridad con la
Revolución Argelina con la Juventud Socialista, nuestro partido y
varios centros estudiantiles. Ese comité –que yo presidía– trajo a
Argentina en 1958 y recibió (no sin tener que vencer físicamente una
batalla en el aeropuerto con los franceses reaccionarios) una
delegación del Gobierno Provisional de la República Argelina,
presidida por Youssef Ben Kheda.

Obtenida la independencia, tras una guerra que duró desde 1954 hasta
1962 y que costó a Argelia más de un millón de muertos (sobre 11
millones de habitantes), Ahmed Ben Bella fue nombrado presidente, a
pesar de la oposición del ala moderada de su partido (Ferhat Abbas, el
actual presidente Bouteflika, el bereber Ait Ahmed). Asesorado por
Pablo, se lanzó de inmediato a construir una república socialista
autogestionaria. Nacionalizó bajo autogestión de sus trabajadores las
tierras que habían sido de los colonos franceses, al igual que las
industrias y el petróleo, instauró la enseñanza obligatoria en árabe y
la asistencia sanitaria gratuita, ayudó a todas las rebeliones en el
mundo colonial (Mandela, por ejemplo, se entrenó militarmente en
Argelia), recibió al Che y le dio apoyo militar para su lucha en el
Congo, reconoció a China, Cuba, la Unión Soviética, hizo acuerdos con
Nasser, propuso enviar 100 mil soldados para combatir con los
palestinos contra Israel. Todo eso provocó una fuerte resistencia del
aparato burocrático estatal, la cual llevó en 1965 a un golpe que
instauró como presidente, con el apoyo de Moscú, al coronel Huari
Boumedienne, quien encarceló a Ben Bella desde 1965 hasta 1980.

Una vez liberado, éste se vio obligado a exiliarse en Francia y, por
último, la persecución policial lo forzó a huir a Ginebra. En París
publicó una revista mensual que después de cada número era clausurada
por la policía francesa y reaparecía cambiando de nombre y de
director. El animador del grupo que editaba esa revista de nombre
siempre provisorio era Gilbert Marquis, un revolucionario francés de
la tendencia dirigida por Pablo, el cual se apoyaba en otros miembros
de la misma, como el argentino Hugo Moreno. Por mi parte, colaboré con
seudónimos árabes en por lo menos seis números de esa revista siempre
única pero de nombres múltiples y tuve oportunidad de reunirme algunas
veces con Ben Bella para conversar y discutir con él o para hacerle
una entrevista, como una que publiqué en 1981 en el Unomásuno de
México y en revistas italianas.

Ben Bella creía que el islam es compatible con el socialismo, pues en
su opinión aquél no sólo se opone a la usura y al cobro de intereses
sino que también combatiría la desigualdad social. No tenía una
formación teórica socialista, como Mohamed Harbi, que había sido
dirigente del FLNA en Francia y es el gran historiador de esa
organización, pero quería combatir la pobreza, la ignorancia, la
desigualdad, la opresión allí donde se presentasen. Era un hombre
amable, sencillo y sensible, pero no una persona capaz de crear un
partido, aunque, como ex conspirador y ex sargento, había creado en
1954 una organización militar de combate, porque ésta requiere sobre
todo lealtad, disciplina y obediencia al mando. En el exilio, en
cambio, la escasa definición de las ideas permitía que en su entorno
abundasen los oportunistas y los informadores de la policía francesa,
del gobierno argelino o de otros servicios.

Si en el exterior, con la ayuda de Pablo y de Marquis, pudo por lo
menos mantener una publicación política, una vez retornado a Argelia
quedó condenado a la impotencia. El gobierno de los enterradores de la
revolución argelina, como Bouteflika, y de los constructores de una
clase burocrático-burguesa neocolonial, canceló incluso el nombre de
Ben Bella de la enseñanza, Pero no lo podrá borrar de la historia.


Guillermo Almeyra es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso.