EL DISCURSO DE PINO SOLANAS EN EL CONGRESO SOBRE YPF

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Publicado el 01/05/2012

Señor presidente: para nosotros es una jornada importante y, por supuesto, también lo es para el país y el pueblo argentino. Digo “nosotros” después de veintitrés años en solitario de atravesar desiertos, esquivar el picotazo de alguna yarará artera, recibir todo tipo de amenazas, enfrentar a Carlos Menen ante la Justicia Federal…(Aplausos en las galerías.)… denunciándolo como el jefe de una banda que estaba saqueando el patrimonio público y, después de haber ratificado esto ante el juzgado de Martín Irurzún, haber recibido seis tiros en mis piernas por la privatización de YPF y Gas del Estado votada con diputados truchos en este recinto.

Y seguimos en solitario argumentando que la privatización, el modelo neoliberal, nos llevaba a la pérdida de las reservas y a la mayor descapitalización que vivió el Estado nacional en este siglo.

Desgraciadamente, la realidad nos dio la razón. Se cometieron todas las infamias y todos los errores. Digo “infamia” porque a veces he tenido que responder las inquietudes de algún extranjero que me preguntaba: “¿Cómo hicieron esto? ¿Ustedes fueron capaces de dilapidar la petrolera de YPF, que era varias veces más importante que Repsol; que le había enseñado el camino a Petróleos de México y a Petrobrás, y siendo un país extenso destrozaron y redujeron el ferrocarril? ¿Me lo podés explicar un poco? No se entiende”.

La privatización no fue obra de un loco aunque, por supuesto, siempre hay un loco o un amoral para subirse al caballo de cualquier causa desgraciada.

La privatización de YPF, la joya de la abuela, comenzó con la aceptación de la deuda impura que dejaba la dictadura, con la estafa de la deuda externa, con el reconocimiento de una deuda inexistente, porque no había pagarés en el Banco Central que la autenticaran. El canje de esa deuda fue permitir que las empresas públicas se compraran con bonos, aceptándolos a valor nominal cuando valían 12, 13 o 14 pesos o dólares en el mercado.

YPF no se compró por 5.000 o 6.000 millones sino por la quinta parte de ese monto, porque se aceptaron los bonos para comprar YPF y Gas del Estado. Todo ese plan fue gestado en el Banco Mundial. Tanto es así que el secretario del Tesoro norteamericano, Nicholas Brady, junto con Domingo Caballo, dispusieron repartir los bonos de la deuda externa por todo el mundo para dar seguridad a esa estafa. No nos olvidamos de esto.

Desgraciadamente, o por suerte, somos la memoria de este cuarto de siglo. Eso no era suficiente, porque en la Argentina las joyas de la abuela todavía estaban bajo tierra, en el subsuelo. Esto se evaluó en la reforma constitucional de 1994, que no nació de un repollo sino del Pacto de Olivos, que permitió en dos o tres meses llamar a la reforma de la Constitución, canjeando la reelección del que había piloteado el remate del patrimonio público por esa infame ley de la reforma del Estado, que está presente, y que permite al Poder Ejecutivo disponer todavía de todo el patrimonio público y venderlo en las condiciones que desee sin inventario ni balances.

YPF se vendió sin inventario actualizado, y las imágenes de mis películas muestran los equipos tirados por todas partes. Cada uno agarró un pedazo; y si no, pregunten al señor Cassia qué hizo con la flota de YPF.

Todo eso forma parte de la historia. En el año 1994 se consiguió lo que los grandes monopolios internacionales buscaban hacía ya ochenta años: la provincialización de los recursos. Disiento profundamente con algunos conceptos vertidos en el sentido de que el futuro es la regionalización. Hablamos del futuro de la depredación de los bienes y recursos del país, la segregación, el sacarnos pedazos de territorio, el colocar a las provincias en la boca del león frente a corporaciones y trasnacionales que son cincuenta o cien veces más poderosas que ellas.

La gran lucha de Enrique Mosconi y el General Alonso Baldrich fue contra la Standard Oil; también fue la gran lucha de Salta, porque los Cornejo y tantos otros querían que fuera privatizada. Y con la Standard Oil estaba también Patrón Costas. Entonces, el brazo se torció recién en 1994, pero por ahora; este conflicto no ha terminado. Tenemos que ir por más. No es suficiente haber tomado el 30 por ciento del mercado. La Argentina necesita ir por todo. Los recursos estratégicos hidrocarburíferos seguirán causando guerras, golpes de Estado y asesinatos encubiertos.

La Argentina necesita dominar sus hidrocarburos. En Brasil, con la empresa Petrobras, con la que todos se llenan la boca y que nació con YPF, ninguno de los estados provinciales negocia el petróleo o la minería.

Entregamos toda la minería. El país volvió a colonizarse de una manera infame. Por todas esas razones, fueron veintitrés años de denuncia. Creamos el Movimiento por la Recuperación de la Energía y presentamos el primer recurso de amparo –lo tengo acá- ante una Justicia argentina arrodillada, que puso trabas y pretextos burocráticos para no abrir una investigación sobre la mayor estafa y canallada que se cometió contra el ahorro de generaciones de argentinos.

Nosotros tenemos muchas cosas para decir, pero queremos hacer un poco de memoria. Le pusimos el cuerpo, las ideas, el corazón y el estómago porque traemos esa causa de lejos, señor presidente. Yo tuve la suerte y el honor de ser secretario privado de quien fundó Gas del Estado en 1947. Me refiero al ingeniero Canessa, quien construyó el gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires. Lo construyó con el esfuerzo nacional y con el ahorro y la técnica nacionales. Perón le dijo cómo y él le respondió: “General: yo le traigo ese gas que se pierde a Buenos Aires”. Fue el gasoducto más grande del mundo en su época.

¡Eran hacedores! ¡Eran realizadores! A veces uno escucha a algunos dirigentes que dicen: “Pero es difícil, no se puede hacer todo en tan poco tiempo”. ¡Pero, por favor, señor presidente!

En 1907 se descubre el petróleo. El gobierno conservador, pero con sentido nacional, de Figueroa Alcorta dice que esos territorios son nacionales. En la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Newbery era el director del servicio eléctrico del conservador Bullrich, pero luchaba contra los trusts eléctricos y escribe el primer libro sobre el petróleo en la Argentina, editado en 1910, que le sirve mucho a su amigo Enrique Mosconi.

Mosconi toma YPF en 1922, sin dinero. Digo esto porque todo el mundo se pregunta con qué plata vamos a hacerlo. Por cierto que nunca es mucho el dinero y siempre hace falta. Pero Mosconi reinvertía el 95 por ciento de lo que sacaba y multiplicó 400 veces el capital de la compañía sin pedir crédito externo. Levantó la mayor destilería de América latina, en Ensenada, dos años después de haber tomado YPF, con un crédito del Banco Nación. Este banco le exigía avales. ¿Cómo resolvió este tema? Lo resolvió haciendo que los miembros del directorio colocaran como aval sus propiedades. ¡Eran auténticos patriotas! (Aplausos.) ¡Primero la Patria, después el movimiento –esto lo decía Juan Domingo Perón- y por último, los hombres! (Aplausos.) No hay obsecuencias ni lealtades superiores a la Patria, señor presidente.

Entonces, creo que este momento es muy importante, porque el sentir del 70 u 80 por ciento del pueblo argentino es de satisfacción al ver que la Argentina empieza a recuperar, no una fábrica cualquiera sino un surtidor que saca oro, y saca mucho. Esta YPF maltrecha saca entre 1.500 millones y 2.000 millones por año, sin control público.

Por eso, señor presidente, tengo mucha esperanza, pero esto si las cosas se hacen bien. Este es un mensaje para todos, porque todos queremos que a la recuperación de YPF y del patrimonio público le vaya bien, que no sea un fracaso y que, por ser patrimonio público, le sirva a los ciudadanos de todas las pertenencias sociales, al que está arriba y al que está abajo.

Acá pueden hacer consensos para una política de Estado. Cabe aclarar que todavía no conocemos cuál va a ser la política del Ejecutivo, por lo que la bancada oficialista debe interpretar que acá hay un gesto de grandeza, porque se está apoyando una iniciativa feliz que por lo bajo tiene muchas disidencias, pero que fue ejecutada por los mismos que ayer quisieron exactamente lo contrario.

Entonces, acá hay un acto de confianza, no de irresponsabilidad. Es sorprendente que haya políticos y legisladores que confundan la gestión con la institución, que confundan lo que es un bien patrimonial con el gobierno de ese bien. Si les va bien, por cierto que tendrá beneficios el gobierno, pero lo que más me importa es que los tendrá la Nación Argentina, su pueblo. (Aplausos.)

Estamos aquí para construir una gran política de Estado; hay que aprovechar esta unión nacional. Este tema corta todas las pertenencias partidarias. En todos los sectores hay dirigentes y legisladores que militan en la causa nacional, divididos por broncas estúpidas que el viento de la historia se va a llevar. Pero todos provenimos del mismo tronco.

Este tema nació con Yrigoyen, con el apoyo extraordinario que Alvear dio al proyecto de Mosconi. Continuó con Forja. Eran las épocas de la Alianza Continental Antiimperialista de Lebensohn y Orzábal Quintana. Aquellos aires había en América Latina. Veníamos de la reforma universitaria. Haya de la Torre en Perú. Nace Petróleos de México a instancias de Mosconi, del general Cárdenas

. En 1947 Perón funda Gas del Estado y la reforma constitucional de 1949 incorpora el artículo 40, que es la cédula de identidad del militante nacional y dice que los recursos naturales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, son propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación. (Aplausos.)

Por lo tanto, lo que quiero decir es que debe haber una unión nacional. Falta mucho por hacer, viejos y nuevos colegas. Antepongamos el interés de la Nación. Aquí hay mucho por rescatar.

No conocemos la política ni cuál es el plan, porque falta rescatar un 70 por ciento. Falta poner en línea a las petroleras privadas para que cumplan los planes y metas de inversión. Falta auditar cada uno de los pozos. ¿Cómo puede entenderse que, extrayendo oro, en estos veintitrés años no haya existido un solo medidor en ningún pozo del país? Se llevaron y declararon lo que quisieron, con nuestro consentimiento.

Entonces, hay que cambiar el sistema, es necesario auditar los pozos. Las napas de agua están todas contaminadas. Tenemos que hacer cumplir la ley de hidrocarburos 17.319, que en sus artículos 25 y 34 es lapidaria: nadie puede tener más de cinco concesiones. Pero las tienen todas.

Queremos una YPF ciento por ciento pública, control de la auditoría, sociedad por acciones con mayoría del Estado, control de las organizaciones sociales; que se honre a los trabajadores de YPF, que tanto fueron estafados que ni les dieron el 10 por ciento de las acciones prometidas. (Aplausos.)

Quiero terminar mi exposición recordando lo más importante, que fue dicho por Perón el 21 de febrero de 1972, hace cuarenta años. En tal ocasión lanzó su extraordinario y premonitorio llamamiento ambiental a los pueblos del mundo al señalar, ante tanta euforia de extraer petróleo, que nuestro paradigma no puede ser untarnos de petróleo porque éste es la causa fundamental de la tragedia del cambio climático. Nuestro paradigma debe ser alcanzar el autoabastecimiento a través de una fuerte inversión en las energías renovables y limpias y, por supuesto, hasta que no lo logremos, hay que empujar lo petrolero.

Perón dijo que es hora de que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medioambiente y la dilapidación de los recursos naturales. (Aplausos.)