LA LUCHA DE CLASES COMO “INEVITABLE”

“Vivimos en un orden mundial criminal y caníbal, donde las pequeñas oligarquías del capital financiero deciden de forma legal quién va a morir de hambre y quién no. Por tanto, estos especuladores financieros deben ser juzgados y condenados, reeditando una especie de Tribunal de Núremberg”...
Con esta aplastante contundencia despacha Jean Ziegler, vicepresidente del
Consejo consultivo de Derechos Humanos de la ONU, su particular análisis del actual momento
histórico.
La dilatada trayectoria diplomática de este profesor emérito en la Universidad
de Ginebra y comprometido analista internacional, que fue relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación durante ocho
años, impide que le tiemble la voz a la hora de señalar con el dedo inquisidor
a los ‘culpables’ de la crisis sistémica. “No puede
ser que en un planeta con los recursos agroalimentarios suficientes para
alimentar al doble de la población mundial actual, haya casi una quinta parte
de sus habitantes sufriendo infraalimentación”. En su último libro Destrucción
Masiva. Geopolítica del hambre (Península), que Ziegler presentó ayer en
Madrid, pone sobre la mesa una serie de cuestiones molestas de las que otros
diplomáticos ni siquiera se atreven a hablar en los pasillos de la ONU. Unas críticas
irreverentes que ya ventiló en otros trabajos como El hambre en el mundo, Los nuevos
amos del mundo y aquellos que se le resisten, El imperio de la vergüenza o El
odio a Occidente.
Su receta para revertir esta situación es, si cabe, tan radical o más que su
tesis sobre la generación de las desigualdades: “Ocupar masivamente los bancos,
nacionalizarlos y confiscar las arrogantes riquezas robadas por los
especuladores financieros”. Una extremista postura que lo lleva incluso a
criticar la incapacidad de movimientos
de la sociedad civil como el 15M en España u Occupy Wall Street en Estados
Unidos. “Reconozco que son símbolos importantes y que han logrado la simpatía
de la sociedad, pero todavía son insuficientes para quebrar la actual relación
de fuerzas si no desembocan en una huelga general indefinida. Hay que darse
cuenta de que en el orden
mundial reina una violencia estructural que se debe combatir con una contraviolencia
basada en la resistencia pacífica”.
La migración de los grandes fondos especulativos a los mercados de materias
primas, principalmente de la agroalimentación, la cual creció exponencialmente
en el trienio 2005-2008 como explica Ziegler en su último libro, “es el origen
de esta crisis genocida porque han disparado el precio de los alimentos
básicos”. A pesar de la
‘destrucción masiva’ conceptualizada por Ziegler, el diplomático exhibe su
característico optimismo de luchador a contracorriente y asegura que esta
situación creará la conciencia social necesaria para “multiplicar rápidamente
las fisuras en el muro capitalista, que acabarán derrumbándolo y creando un
nuevo orden mundial”.
La insurrección será por el hambre o no será
El
primer paso, explica, es darse cuenta de que “los criminales financieros son el
enemigo común de los europeos, de los africanos y del resto de la población que
sufre de hambre y desempleo en el mundo. Unos oligarcas que monopolizan los
beneficios y privatizan los servicios y recursos”. Para Ziegler, esta toma de
conciencia será el
advenimiento de una nueva forma de solidaridad internacional entre todos los
pueblos, que posteriormente se transformará en un “frente de resistencia
intercontinental”.
Un convencimiento “total”, pero que se transforma en duda cuando se le pregunta
por los riesgos y los pilares sobre los que se fundará este alzamiento popular.
“Es un misterio, no puedo hablar de la revolución porque se trata de la
libertad liberada en el hombre y los procesos revolucionarios son imposibles de
prevenir porque tienen sus propias leyes y no son conocidas”.
Lo que sí tiene claro Ziegler es que la insurrección, como ha ocurrido en la
mayoría de estos procesos a lo largo de la historia, se producirá por el
hambre. “La hambruna ya es una realidad en las banlieues parisinas y el pueblo
español también está sufriendo la
pobreza, como el resto de Europa”. En este contexto, indica, la lucha de clases
es “absolutamente inevitable porque las oligarquías capitalistas no serán
capaces de reeditar el genocidio americano de los indios, ya que es imposible
matar a todo un país como España y hacerle aceptar permanentemente las
cadenas”.
“España no debería pagar su deuda porque es delictiva e ilegítima”
Las “cadenas” a las que retóricamente se refiere este diplomático de la ONU
estarían impuestas por las políticas económicas de la austeridad, que califica
como “absurdas y destructoras”. Los teóricos del neoliberalismo, añade, “nos
han hecho creer que hoy en día la austeridad es la única política posible, pero
sólo se aplica a la
clase trabajadora y nunca a los banqueros. Estas políticas tienen un límite
objetivo y no van a resolver los problemas”.
En contraposición a estas recetas neoliberales, Ziegler defiende unas políticas
centradas en el crecimiento. Esta es la única esperanza que deposita en los
representantes políticos, aunque matiza que de forma “extremadamente leve”. Sus
protagonistas no podrían ser otros que François Hollande y Barack Obama. “Ambos
deben formar una alianza por el crecimiento basada en la inversión pública, el
incremento del
salario mínimo, las prestaciones sociales, la búsqueda del pleno empleo y la
lucha contra la desindustrialización”.
Para el vicepresidente del consejo consultivo de Derechos Humanos de la ONU
estas políticas no son la solución final si no van acompañadas de un despertar
de la sociedad civil y, sobre todo, del impago de la deuda. “Los dirigentes
españoles deben hacer lo mismo que ha hecho Rafael Correa en Ecuador, es decir,
negarse a pagar la deuda, cuya
amortización ya es altísima, porque es odiosa e ilegítima. Esto es, se ha
creado, en gran parte, por la delincuencia financiera y la corrupción política,
sin materializarse en inversiones reales”.
Una perspectiva que lo lleva incluso a cometer el atrevimiento de recomendar a
los españoles que objeten en la declaración de la renta al porcentaje del gasto
dedicado a la deuda pública. Una campaña lanzada desde el 15M que califica de
“necesaria, inteligente y eficaz”. Todos estos elementos en su conjunto, unidos
a la inflación,
podrán acabar con las “deudas injustas”.
Refundar la ONU
para instaurar un nuevo orden mundial
La Organización
de las Naciones Unidas debe tener un papel central en el futuro escenario
mundial. Como explica Ziegler, la
ONU se fundó con el objetivo principal de defender el interés
general de los pueblos y promulgar los principios recogidos en la Carta de los Derechos Humanos.
Sin embargo, “los mercenarios han pervertido su papel y destruido su credibilidad
moral”. Entre ellos, no duda en señalar al exsecretario general Ban Ki-moon o
al presidente del consejo de selección de los relatores, el hondureño Roberto
Flores, “quien apoyó el golpe de Estado en su país en 2009”.
Para Ziegler, la refundación de esta organización pasa por imprimirle “mucha
más democracia” eliminando el poder de veto de las naciones integrantes del
Consejo de Seguridad, limpiándola de “golpistas” y eliminando las prebendas del
FMI y el BM. El neoliberalismo delictivo, concluye el diplomático, “se cura con
política”.