Entrevista a Raúl Zibechi, analista de los movimientos sociales

El
pensador uruguayo Raúl Zibechi estuvo el sábado 12 de mayo en Río Cuarto, sur
de Córdoba, Argentina, donde dio a conocer el planteo de su último libro,
"Política y Miseria” y debatió con diferentes organizaciones de la ciudad
“Comunicación y Política en los procesos colectivos”. Sostuvo que las políticas
sociales hoy en América Latina
silencian el conflicto, debilitan a los movimientos sociales y permiten
profundizar un modelo de desigualdad y extractivismo.
En la siguiente entrevista, el autor comparte algunas claves para interpretar y
combatir la realidad actual.
EXTRAER Y SILENCIAR
-¿Cómo caracteriza a los gobiernos progresistas latinoamericanos? ¿Qué lugar
ocupa el kirchnerismo en ese contexto?
-En general, los gobiernos progresistas son gobiernos que cambian el lugar y el
discurso de la política respecto de los gobiernos de los ‘90. Los gobiernos
progresistas revalorizan la política, le dan un lugar central y buscan
diferenciarse de los ‘90 en el terreno básicamente discursivo y en el tipo de
temas que enarbolan, con temas
como los derechos humanos, la dependencia, la justicia social, etc. Y en ese
terreno son bastante “rupturistas”.
Sin embargo, establecen una profunda continuidad: en los ‘90 el modelo privatizó,
pero además sentó las bases del modelo extractivo que bajo los gobiernos
progresistas crece exponencialmente. En ese sentido son profundamente
continuadores.
Mientras en los gobiernos de la década de los ‘90 el conflicto social ocupaba
un lugar central, en el período actual buscan quitar el conflicto del escenario
central.
Eso tiene un profundo efecto despolitizador en la sociedad: la sociedad sólo se
politiza a raíz del conflicto. El conflicto es parte constituyente de la
sociedad y es necesario porque sino los diversos intereses permanecen ocultos.
En ese sentido los gobiernos progresistas han conseguido hacer que triunfe una
idea de la peligrosidad del conflicto. Entonces, permanentemente están
reaccionando para aplazarlo o para darle un perfil que no es el que tiene.
-¿Cómo se relacionan las políticas sociales con el modelo extractivo de
recursos naturales?
-El modelo extractivo es básicamente un modelo volcado a la exportación y,
hacia dentro, es un modelo generador de exclusión y marginalidad, generador de
un sector que es entre un 30% y un 40% de la población que no tiene empleo
digno ni condiciones de vida adecuadas, salud, trabajo, vivienda, etc.
El modelo extractivo sigue reproduciendo y aumentado esa situación.
Entonces, para responder a ese porcentaje importante de población están las
políticas sociales.
Las políticas sociales buscan aplacar el conflicto, entonces van elaborando una
cantidad de políticas que buscan generar la ilusión de un empleo digno -como
Argentina Trabaja-, la ilusión de inclusión a través de un montón de mecanismos
de participación vigilada desde arriba, etc.
Y de esa manera pretende zurcir lo que el modelo productivo descose.
Hay un permanente ejercicio de ir tapando los baches que el modelo va produciendo,
lo que no se modifica es la estructura de la sociedad. Mientras haya modelo
extractivo va a haber exclusión y para emparejar esa situación se necesitan
políticas sociales.
A su vez, Zibechi señaló que originalmente las políticas sociales nacen ante un
período de emergencia sin intenciones de permanecer en el tiempo.
Sin embargo, después de diez años las mismas siguen jugando un papel central en
diversos países, “de modo que si hoy desaparecieran las políticas sociales
habría una brutal conflictividad social”.
Mirando hacia el futuro, el pensador y activista uruguayo expresó:
“El cuello de botella se va a producir el día que las políticas sociales no
alcancen a tapar esos agujeros, y el día que eso ocurra estaremos en una
situación extremadamente conflictiva”.
Y continuó: “No sé si eso pasará pronto o no, pero puede pasar y probablemente
pase si el ciclo expansivo de las commodities se termina porque tenemos una
economía que, además, depende profundamente de la cotización de los cereales en
la bolsa de Chicago. Si mañana se hunden los precios de la bolsa, todo el
aparataje económico hace agua”.
NEUTRALIZAR LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
-¿Cómo impacta este contexto en los movimientos sociales?, ¿qué desafíos les
plantea?
-Eso destruye a los movimientos sociales, los neutraliza, hace que vayan
corriendo detrás de planes sociales y no construyendo otro tipo de realidades.
Además, se genera lo que podríamos llamar una corrupción social, en varios
niveles.
En los productores, en el empresariado minero y sojero, una corrupción que
consiste en no importarles los efectos del modelo: ellos acumulan y no les
importa que la gente se muera de hambre.
En el Estado, el tener que andar permanentemente ideando políticas sociales
nuevas, tapando baches y eso también es una forma de corrupción social. Y en la
población también porque va detrás de una migaja, entonces genera en el cuerpo
social una permanente sensación de indignidad, de que lo que estamos haciendo
no es digno y hay que taparlo.
Entonces es toda una profunda perversión moral y así está la Argentina.
La imagen que a mí me da la
Argentina es la de un país donde crece la corrupción, pero no
porque haya un político, parlamentario o empresario corrupto, sino que la
corrupción es una de las formas dominantes de vida y vínculo social.
Y no sólo digo la coima o el robo, sino la concepción más general de corrupción,
de decir una cosa y hacer otra. Ese es un problema que ha ido creciendo en la
sociedad argentina y nada indica que vaya a remitir: es un cáncer que va
comiendo desde adentro a la sociedad.
-¿Cómo ve la situación actual de los movimientos en Latinoamérica?, ¿dónde
tienen mayor importancia?
-Todos los movimientos sociales latinoamericanos están complicados porque esto
que pasa en Argentina tiende a pasar en todas partes.
Además, en todas partes los ciclos de lucha se han terminado menos en dos
países: Perú y Chile. En Perú porque hay un fuerte movimiento contra la minería
y en Chile porque hay un fuerte movimiento estudiantil que cuestiona ejes del
modelo. En el resto, todos los movimientos están con problemas; los Sin Tierra,
los Zapatistas, los indígenas ecuatorianos, etc.
Lo que pasa en Argentina es la regla: los movimientos están en problemas y eso
no va a cambiar a corto plazo.
COMBATIR LA POBREZA,
ESCONDER LA RIQUEZA
-En su último libro plantea que la lucha contra la pobreza oculta el problema
de la concentración de la riqueza.
¿Qué temas deberían analizarse en este sentido?
-En los últimos cuarenta años hubo un operativo por el cual la desigualdad
creció profundamente pero la riqueza se escondió.
Antes se sabía quiénes eran los ricos, donde vivían y había un cuestionamiento
ético, moral y político a la concentración de riqueza.
Los grandes operativos del Banco Mundial, y que están teniendo un gran éxito
hoy, consisten en esconder las riquezas detrás de muros, como si fuera un
country, y culpar de los problemas de la sociedad a la pobreza.
Hoy si hacés una encuesta o escuchás los informativos parecería que el problema
de la sociedad argentina son los pobres: los que roban, los que consumen pasta
base, los que tienen comportamientos inadecuados.
Sin embargo, no hay un cuestionamiento del modelo.
Y acá hay una responsabilidad compartida entre los intelectuales, las universidades,
los partidos de izquierda, los gobiernos progresistas, las iglesias que
permanentemente tratan de no enarbolar un discurso de que lo que es inmoral y
absolutamente absurdo es la brutal concentración de riqueza.
Curiosamente en la cuna de este pensamiento, que es Estados Unidos, aparece un
fuerte movimiento -ocupar Wall Street- que cuestiona al 1% que detenta la
riqueza en el mundo.
Zibechi advirtió la necesidad de que “volvamos a reaccionar moralmente” ante la
concentración de la riqueza.
Y agregó: “Como periodista puedo decir que la mayoría de los medios de comunicación
son cómplices de esto.
Hay una pérdida de autonomía de los intelectuales, los estudiantes, los
profesionales y periodistas respecto a este tema. La censura y el poder de ese
1% es cada vez más fuerte. Creo que lo que hay es una subordinación de la
sociedad a ese 1% y este es un camino tremendo”.
- ¿Cómo impacta en la sociedad su planteo acerca de que, con el avance de las
tecnologías, el modelo actual necesita cada vez menos personas para producir?
Eso modifica el eje de las luchas.
Antes el eje de la lucha obrera, por ejemplo, era cómo conseguir una tajada
mayor de la renta nacional, era organizarse para que el salario fuera mejor,
etc.
Hoy en día la lucha es por la vida porque, en la medida que una parte de la
población es superflua para la acumulación de capital y puede desaparecer sin
que haya problema, lo que están en el orden del día es la defensa de la vida.
Ya no luchamos ni siquiera por una sociedad nueva, por el socialismo, por la
revolución, sino para defender la vida sobre la tierra, que es lo que hoy está
amenazado.
Cuando una parte de la población es prescindible, cuando la naturaleza tal como
la conocimos es prescindible porque se puede elaborar todo en laboratorios,
entonces la vida es lo que está en riesgo y eso es lo que tenemos que defender
hoy. Entonces el núcleo de los movimientos ha cambiado de lugar y eso está
indicando lo profundamente que ha avanzado el sistema en el control y la
amenaza para la continuidad de
la vida en el mundo.