PROGRAMA PARA UNA IZQUIERDA RADICAL: AUDACIA, MAS AUDACIA
Socialización de la propiedad de los monopolios; de-financialización y des-globalización o desconexión

Por:
Samir Amin

Publicado el 01/06/2012

Retrógrados defensores de la “democracia electoral representativa”;
derechistas que proponen la “regulación” de los mercados
financieros sin afectar a la propiedad privada de los monopolios;
algunos típicos “post modernos” como Toni Negri y “culturalistas” que
sustituyen las luchas sociales con teocracias y etnocracias todavía
encuentran poderosos ecos en una mayoría de la gente de izquierda. Sin
embargo, las circunstancias históricas creadas por la implosión del
capitalismo contemporáneo requieren de una izquierda radical, tanto en
el Norte como en el Sur, que sea capaz de formular una alternativa
política al sistema existente. El propósito de este artículo es
mostrar por qué es necesaria la audacia y lo que esta significa.

¿Por qué audacia?

1. El capitalismo contemporáneo es un capitalismo de monopolios
generalizados. Con esto quiero decir que los monopolios no son ya más
islas grandes en un mar de empresas relativamente autónomas, sino que
son un sistema integrado, que controla absolutamente todos los
sistemas de producción. Pequeñas y medianas empresas, incluso las
grandes corporaciones que no son estrictamente oligopolios, están bajo
el control de una red que reemplaza a los monopolios. Su grado de
autonomía se ha visto reducido al punto de convertirse en
subcontratistas de los monopolios.

Este sistema de monopolios generalizados es producto de una nueva fase
de centralización del capital que tuvo lugar durante los 80 y 90 en
los países que componen la Triada (Estados Unidos, Europa y Japón).
Los monopolios generalizados dominan ahora la economía mundial.
“Globalización” es el nombre que le han dado al conjunto de demandas
mediante las cuales ejercen su control sobre los sistemas productivos
de la periferia del capitalismo global (periferia entendida como el
mundo por debajo de la Triada). Esto no es más que una nueva fase del
imperialismo.

2. El capitalismo de los monopolios generalizados y globalizados es un
sistema que garantiza que estos monopolios graven impuestos sobre la
masa de plusvalía (transformada en ganancias) que el capital extrae de
la explotación del trabajo. En la medida en que estos monopolios están
operando en las periferias del sistema global, la renta monopólica es
renta imperialista. El proceso de acumulación capitalista –que define
el capitalismo en todas sus sucesivas formas históricas- está
determinado por la maximización de la renta monopólica/imperialista
que persigue. Este desplazamiento del centro de gravedad de la
acumulación del capital es la fuente de la continua concentración del
ingreso y la riqueza en beneficio de los monopolios, ampliamente
controlada por las oligarquías (plutocracias) que gobiernan los grupos
oligopólicos a expensas de la remuneración del trabajo e incluso de la
remuneración del capital no monopólico.

3. Esto pone en riesgo al mismo crecimiento, desequilibrando la fuente
de financialización del sistema económico. Con esto me refiero a que
el segmento creciente de la plusvalía no puede ser invertido en la
expansión y profundización de los sistemas de producción y por
consiguiente la inversión financiera de la plusvalía desmedida se
vuelve la única opción para sostener la acumulación bajo el control de
los monopolios.

La implementación que el capital realiza en determinados sistemas,
permite que la financialización opere de distintas maneras, generando:

i) la subordinación de la gestión de las empresas al principio del
“valor de las acciones”.

ii) la sustitución del sistema de pensiones basado en la
capitalización (fondos de pensión) por sistemas de distribución de las
pensiones.

iii) la adopción del principio de “intercambio de tasas flexibles”.

iv) el abandono del principio bajo el cual los bancos centrales
determinan la tasa de interés –el principio de liquidez- y la
transferencia de esta responsabilidad al “mercado”.

La financialización ha transferido la responsabilidad principal en el
control de la reproducción del sistema de acumulación a 30 grandes
bancos que son parte de la Triada. Los eufemísticamente llamados
“mercados” no son otra cosa más que los lugares donde son desplegadas
las estrategias de los actores que dominan la escena económica. Por
consiguiente esta financialización, que es responsable del crecimiento
de la desigualdad en la distribución del ingreso (y la riqueza),
genera la misma plusvalía que la sostiene.

La “inversión financiera” (o mejor dicho la inversión en especulación
financiera) continúa creciendo a gran velocidad sin corresponderse con
el crecimiento del Producto Interior Bruto (que en la actualidad se
está convirtiendo en algo ficticio) o con la inversión en la
producción real. El crecimiento explosivo de la inversión financiera
requiere, y se alimenta de la existencia de deuda en todas sus formas,
especialmente de la deuda soberana. Cuando los gobiernos que están en
el poder dicen estar persiguiendo la reducción de la deuda, están
mintiendo deliberadamente. Para concretar la estrategia de
financialización de los monopolios se necesita el crecimiento de la
deuda, algo que en realidad los monopolios buscan más que combaten,
como una manera de absorber la ganancia de los monopolios. Las
políticas de austeridad impuestas para “reducir la deuda”, han tenido
como resultado (tal y como se pretendía) el incremento del volumen de
la misma.

4. Es este sistema –llamado popularmente neoliberal, el sistema del
monopolio generalizado capitalista, “globalizado” (imperialista) y
financializado (como una necesidad para su propia reproducción) – que
implosiona ante nuestros ojos. Pero este sistema, aparentemente
incapaz de derrotar sus crecientes contradicciones internas, está
condenado a continuar su salvaje expansión. La “crisis” del sistema es
causada por su propio “éxito”. En efecto, la estrategia desplegada por
los monopolios siempre ha producido los resultados deseados: los
planes de “austeridad” y los llamados planes de reducción social (en
realidad anti-social) continúan siendo impuestos, a pesar de la
resistencia y las luchas. Actualmente, la iniciativa yace en manos de
los monopolios (“los mercados”) y sus siervos políticos (los gobiernos
subordinados a las demandas del “mercado”).

5. Bajo estas condiciones el capital monopólico ha declarado
abiertamente la guerratanto a los trabajadores como a los pueblos.
Esta declaración es parte del planteamiento de “el liberalismo no es
negociable”. El capital monopólico seguirá expandiéndose sin reducir
su velocidad. La crítica a la “regulación” que explico a continuación,
está basada en este hecho. No estamos viviendo un momento histórico en
donde la búsqueda de un “compromiso social” sea una opción posible. Ha
habido momentos en el pasado, como el compromiso social durante la
post Guerra entre el capital y el trabajo referente a un Estado social
democrático en el oeste, el socialismo actualmente existente en el
este, y los proyectos nacionalistas y populares en el sur, pero el
actual momento histórico ya no es el mismo.

El conflicto actual se produce entre el capital monopólico, y los
trabajadores y la gente que es llamada a rendirse incondicionalmente.
Las estrategias defensivas de resistencia bajo estas condiciones no
son efectivas y eventualmente llevan incluso a ser derrotadas. En la
guerra declarada por el capital monopólico, los trabajadores y los
pueblos deben desarrollar estrategias que les permitan colocarse a la
ofensiva. El periodo de guerra social está necesariamente acompañado
por la proliferación de conflictos políticos internacionales e
intervenciones militares de las fuerzas imperialistas de la Triada. La
estrategia de “control militar del planeta” por las fuerzas armadas de
los Estados Unidos y sus aliados subordinados de la OTAN es, en última
instancia, el único medio por el cual los monopolios imperialistas de
la Triada pueden continuar su dominio sobre los pueblos, naciones y
estados del Sur.

Ante este desafío de la guerra declarada por los monopolios, ¿cuáles
son las alternativas que se proponen?

Primera respuesta: “regulación de los mercados” (financieros y de
otros tipos): Esta regulación es una iniciativa que los monopolios y
los gobiernos reivindican. Sin embargo esto es solo retórica vacía,
diseñada para confundir a la opinión pública. Estas iniciativas no
pueden parar la desenfrenada carrera por el beneficio financiero,
resultado de la lógica de acumulación controlada por los monopolios.
Son por tanto una falsa alternativa.

Segunda respuesta: un retorno a los modelos de la post Guerra. Estas
respuestas alimentan una triple nostalgia:

i) La reconstrucción de una verdadera “socialdemocracia” en Europa
occidental, ii) La resurrección de “socialismos” basados en los
principios que gobernaron el s. XX; iii) El retorno a fórmulas de
nacionalismo popular en la periferia del Sur. Estas nostalgias
imaginan que es posible obligar a retroceder al capitalismo
monopólico, forzándole a regresar a lo que era en 1945. Pero la
historia nunca permite tal retorno al pasado. El capitalismo debe ser
confrontado tal y como es hoy, no como nosotros hubiéramos deseado que
hubiese sido imaginándonos un bloqueo en su evolución. Sin embargo,
estos anhelos siguen atormentando a una buena parte de la izquierda
global.

Tercera respuesta: la búsqueda de un consenso “humanista”: Yo defino
este piadoso deseo de la siguiente manera: la ilusión de que un
consenso entre intereses en conflicto puede ser posible. Algunos
ingenuos movimientos ecologistas, entre otros, comparten esta ilusión.

Cuarta respuesta: las ilusiones del pasado: Estas ilusiones invocan
“la especificidad” y “el derecho a la diferencia” sin preocuparse de
entender su alcance y significado. El pasado ya nos ha respondido las
preguntas del futuro. Estos “culturalismos” pueden adoptar varias
formas étnicas o para-religiosas. Teocracias y etnocracias se
convierten en convenientes sustitutos de las luchas sociales
democráticas que han visto vaciada su agenda.

Quinta respuesta: la prioridad de la “libertad personal”: La gama de
respuestas basadas en esta prioridad, considerada el “valor supremo”,
incluyen entre sus filas a los retrógrados defensores de la
“democracia electoral representativa”, a la que equiparan con
democracia en sí misma. La fórmula separa la democratización de las
sociedades del progreso social, tolerando incluso una asociación de
facto con la regresión social con tal de no poner en riesgo y
desacreditar la democracia, reducida ahora al estatus de una trágica
farsa.

Pero hay variaciones de esta posición incluso más peligrosas. Me
refiero aquí a algunos típicos “post modernos” actuales (como Toni
Negri en particular) quienes imaginan que el individuo se ha
convertido ya en el protagonista de la historia, como si el comunismo,
que permite al individuo ser emancipado de la alienación y convertirse
en protagonista de la historia, ya hubiese sido instaurado.Está claro
que todas las respuestas de arriba, incluyendo aquellas de derecha
(como las “regulaciones” que no afectan a la propiedad privada de los
monopolios) todavía encuentran poderosos ecos en una mayoría de la
gente de izquierda.

6. La guerra declarada por el generalizado capitalismo monopólico del
imperialismo contemporáneo no tiene nada que temer de las falsas
alternativas que acabo de perfilar. ¿Qué hacer entonces? Este momento
nos ofrece la oportunidad histórica de ir mucho más lejos; nos demanda
como única y efectiva respuesta una audaz y atrevida radicalización en
la formulación de alternativas capaces de movilizar trabajadores y
pueblos para colocarse a la ofensiva y defenderse de la estrategia de
guerra de sus enemigos. Estas formulaciones, basadas en el análisis
del capitalismo actualmente existente, deben confrontar directamente
el futuro a ser construido, y sacarnos de la nostalgia del pasado y de
las ilusiones de la identidad o el consenso.

Programas audaces para una izquierda radical

Voy a organizar los siguientes planteamientos bajo tres ideas
centrales: (i) La socialización de la propiedad de los monopolios,
(ii) La des-financialización del manejo de la economía, (iii)
Des-globalización de las relaciones internacionales.

Socialización de la propiedad de los monopolios

La efectividad de la respuesta alternativa requiere necesariamente del
cuestionamiento del principio de la propiedad privada del monopolio
del capital. La propuesta de “regular” las operaciones financieras, el
retorno de los mercados a la “transparencia” para permitir que las
expectativas de los “agentes” se conviertan en “racionales” y definan
los términos de un consenso de estas reformas sin abolir la propiedad
privada de los monopolios no es más que un claro intento de confundir
a un público ingenuo. Los monopolios son llamados a “gestionar”
reformas contra sus propios intereses, ignorándose el hecho de que los
monopolios mantienen mil y un formas de burlar los objetivos de estas
reformas.

El proyecto social alternativo debería revertir la dirección del
actual orden social (desorden social) producido por las estrategias de
los monopolios, con el propósito de asegurar empleo pleno y estable,
garantizando salarios decentes al mismo tiempo que genera la
productividad de la labor social. Este objetivo es simplemente
imposible sin la expropiación del poder de los monopolios. El
"software de los teóricos de la economía" debe ser reconstruido (en
palabras de François Morin) así como la absurda e imposible teoría
económica de que las "expectativas" promueven la democracia porque
permiten un mayor control en la toma de decisiones económicas. La
audacia en este momento requiere de reformas radicales en la educación
para la formación no solo de economistas sino también de aquellos
llamados a ocupar cargos de gestión.

Los monopolios son cuerpos institucionales que deben ser manejados de
acuerdo a los principios de la democracia, en conflicto directo con
quienes santifican la propiedad privada. A pesar de que el término
“bienes", importado de la palabra anglosajona, es en sí mismo ambiguo
porque está desconectada del debate sobre el significado de los
conflictos sociales (el lenguaje anglosajón ignora deliberadamente la
realidad de las clases sociales), el término aquí puede ser utilizado
específicamente para denominar a los monopolios como parte de los
“bienes”. La abolición de la propiedad privada de los monopolios debe
tener lugar a través de su nacionalización. Este primer paso legal es
inevitable.

Pero la audacia implica en este punto ir más allá de este paso legal
para proponerse la socialización de la gestión de los monopolios
nacionalizados y la promoción de las luchas sociales democráticas
articuladas en este proceso. Daré un ejemplo concreto que podría
incluirse en estos planes de socialización. Tanto los propietarios de
tierra ‘capitalistas‘ (aquellos de los países desarrollados) como los
propietarios ‘campesinos‘ (mayormente del Sur) son prisioneros tanto
de los monopolios que proveen inputs [1] y créditos, como de los que
dependen del proceso de transporte y comercialización de sus
productos. Pero ninguno de los dos grupos tiene autonomía real en la
toma de decisiones. A esto se suma que la productividad alcanzada es
apropiada por los monopolios que reducen a los productores al status
de "subcontratistas". Frente a esto, ¿cuál es la alternativa posible?

Los monopolios deberían ser substituidos por instituciones públicas
que trabajen dentro de un marco legal como parte de su forma de
gobernar. Estas instituciones deberían ser constituidas por
representantes de:

i) Campesinos (los principales interesados),

ii) Unidades ascendentes (manufactura de inputs, bancos) y
descendentes (industria alimentaria, cadenas comerciales),

iii) Consumidores,

iv) Autoridades locales comprometidas con el medio ambiente y la
sociedad (escuelas, hospitales, planificación urbana, vivienda,
transporte),

v) El Estado (los ciudadanos). Estos representantes deberían ser
seleccionados de acuerdo a procedimientos correspondientes a su propia
manera de gestión social, como por ejemplo unidades de producción de
inputs gestionadas por consejos de administración conformados por
trabajadores directamente empleados por las unidades concernientes así
como por quienes están empleados por unidades de subcontrato. Estas
estructuras deberían estar diseñadas de tal manera que asocien la
gestión del personal con cada uno de estos niveles, así como con
centros de investigación que busquen una investigación independiente,
y tecnología apropiada. Podríamos hasta concebir una representación de
los proveedores de capital ("pequeños accionistas") heredados de la
nacionalización, si es que lo consideramos útil.

Estamos hablando por tanto de aproximaciones institucionales que son
más complejas que las reformas de autogestión o cooperativas conocidas
hasta el momento. Es necesario inventar los caminos de este proceso de
tal manera que promuevan el ejercicio de una democracia verdadera en
el manejo de la economía, ejercicio basado en negociaciones abiertas
entre todos las partes interesadas. Se requiere una formula que
vincule sistemáticamente la democratización de la sociedad con el
progreso social, en contraste con la realidad del capitalismo que
disocia la democracia, reduciéndola al manejo formal de la política,
con las condiciones sociales abandonadas al "mercado" dominado por lo
que produce el monopolio del capital. Ahí y solo ahí podremos hablar
de una verdadera transparencia de los mercados, cuando estos sean
regulados bajo formas institucionalizadas de gestión socializada.

El ejemplo puede parecer marginal en los países capitalistas
desarrollados debido a que los pequeños propietarios de tierra y
campesinos son solo una pequeña proporción de los trabajadores (3-7%).
Sin embargo, este tema es central para el Sur, en donde la población
rural seguirá siendo significativa por algún tiempo. Aquí, el acceso a
la tierra, que debe ser garantizado para todos (con la mayor equidad
posible en su distribución) es fundamental para avanzar en la
agricultura campesina. Esta “agricultura campesina” no debe ser
entendida como sinónimo de "agricultura estática" o “tradicional y
folklórica”. El progreso necesario de la agricultura campesina implica
una cierta "modernización" (a pesar de que este término es poco
apropiado debido a que inmediatamente sugiere modernización a través
del capitalismo). Más inputs efectivos, créditos, y cadenas de
producción y distribución son necesarios para impulsar la
productividad del trabajo campesino. Las fórmulas propuestas aquí
tienen por objetivo avanzar en la modernización bajo formas y
orientadas por un espíritu "no-capitalista", es decir, bajo un
horizonte socialista. Obviamente, el ejemplo específico escogido aquí
en este artículo es uno de los que necesita ser institucionalizado.

La nacionalización/socialización de la gestión de los monopolios en
los sectores de la industria y el transporte, bancos y otras
instituciones financieras, deben ser imaginadas bajo el mismo
espíritu, tomando las especificidades de sus propias economías y
funciones sociales en la constitución de sus consejos de
administración. Como ya se ha señalado, estos consejos deben incluir a
los trabajadores de la compañía, así como a los subcontratistas,
representantes de las industrias, bancos, institutos de investigación,
consumidores y ciudadanos.

La nacionalización/socialización de los monopolios nos señala una
necesidad fundamental como eje central del reto que deben encarar los
trabajadores y pueblos bajo un capitalismo contemporáneo de monopolios
generalizados. Este es el único camino para detener la acumulación por
desposesión a la que nos está llevando el manejo de la economía por
parte de los monopolios. La acumulación dominada por los monopolios
puede ser de hecho reproducida solamente si el área sujeta al "manejo
del mercado” está en constante expansión. Esto es posible por la
excesiva privatización de los servicios públicos (desposesión de los
ciudadanos), y el acceso a recursos naturales (desposesión de los
pueblos). La extracción de las ganancias de las unidades económicas
“independientes” por parte de los monopolios es también una
desposesión (entre capitalistas) de la oligarquía financiera.

De-financialización: un mundo sin Wall Street

La nacionalización/socialización de los monopolios debería abolir el
principio de "valor de las acciones" impuesto por la estrategia de
acumulación al servicio de la renta monopólica. El objetivo es
esencial para cualquier agenda que quiera escapar del anquilosamiento
bajo el cual nos tiene enfangados el actual manejo de la economía. La
implementación de un proceso de nacionalización trastoca la
financialización del manejo de la economía. Pero ¿estaríamos
regresando a la famosa "eutanasia de la renta" acuñada por Keynes en
su época? No necesariamente, y desde luego no completamente. Se puede
fomentar el ahorro, pero bajo la condición de que su origen (ahorros
de los trabajadores, negocios, comunidades) y las condiciones de las
ganancias, sean bien definidas.

El discurso del ahorro macroeconómico en la teoría económica
convencional esconde la pretensión del acceso exclusivo al mercado de
capital por parte de los monopolios. La tan llamada “ganancia generada
por el mercado” no es otra cosa que el medio para garantizar el
crecimiento de la renta monopólica. Por supuesto la
nacionalización/socialización de los monopolios también se puede
utilizar para los bancos, al menos para los más grandes. Pero la
socialización de su intervención ("políticas de crédito") tiene
características específicas que requieren de más precisión en la
constitución de sus consejos de administración.

La nacionalización en el sentido más clásico se refiere únicamente a
la substitución de consejos de administración conformados por
accionistas privados por otros definidos por el Estado. Esto
permitiría en principio, la implementación de políticas de crédito
formuladas desde el Estado, lo cual no es poco. Pero no es suficiente
si consideramos que la socialización requiere de la participación de
accionistas sociales relevantes en la gestión del banco. Aquí la
gestión de los bancos por sus propios trabajadores no sería lo más
apropiado. El personal afectado debe ser incorporado en las decisiones
sobre sus propias condiciones laborales, pero poco más, debido a que
no le corresponde determinar las políticas de crédito que deben ser
implementadas. Si los consejos de administración deben lidiar con el
conflicto de intereses entre quienes proveen préstamos (los bancos) y
aquellos que los reciben (las "empresas"), la fórmula para la
composición de los consejos de administración debe ser diseñada
tomando en cuenta cuáles son estas empresas y que es lo que necesitan.

Necesitamos una restructuración del sistema bancario, sistema que se
ha convertido en algo excesivamente centralizado desde que los marcos
regulatorios de los últimos dos siglos fueron abandonados en las
últimas cuatro décadas. Este es un argumento fuerte que justifica la
reconstrucción de la especialización bancaria en función de los
requerimientos de los beneficiarios de los créditos, así como de su
propia función económica (provisión de liquidez a corto plazo,
contribuir a la financiación de inversiones en el mediano y largo
plazo).

Deberíamos entonces por ejemplo, crear un " banco agrícola" (o un
conjunto coordinado de bancos agrícolas) entre cuya clientela se
incluyan no solo pequeños propietarios de tierra y campesinos sino
también a todos los involucrados en las diferentes entidades de la
agricultura descritas arriba. El consejo de administración del banco
podría incorporar por un lado a los “bancarios" (personal del banco,
los que han sido reclutados por el consejo de administración) y otros
clientes (pequeños propietarios de tierra o campesinos, y otras
entidades). Podemos imaginar también otros tipos de sistemas
articulados de bancos, adecuados para diferentes sectores
industriales, en donde los consejos de administración podrían incluir
clientes industriales, así como centros de investigación, tecnología y
servicios, para asegurar el control del impacto ecológico de la
industria, y de esta manera garantizar el mínimo riesgo (reconociendo
claro está que ninguna acción humana está completamente libre de
riesgos), y vincularlo a un debate transparente y democrático.

La des-financialización de la gestión económica requiere asimismo de
dos tipos de legislación. La primera referente a la autoridad de un
Estado soberano para prohibir que fondos especulativos (fondos de
cobertura) operen en su propio territorio. La segunda es la referida a
los fondos de pensiones, los cuales se han convertido actualmente en
los mayores operadores en la financialización del sistema económico.
Estos fondos fueron designados, en Estados Unidos en primer lugar por
supuesto, para transferir a los trabajadores los riesgos normalmente
asumidos por el capital, y que constituyen las razones a las que se
suele apelar para justificar la remuneración del capital. Esto
constituye un arreglo escandaloso, en clara contradicción incluso con
la defensa ideológica del capitalismo. Pero esta "invención" es un
instrumento ideal para las estrategias de acumulación dominadas por
los monopolios.

La abolición de los fondos de pensiones es necesaria para el beneficio
de sistemas redistributivos de pensiones, los cuales por su propia
naturaleza, requieren de un debate democrático para determinar las
cantidades y periodos de contribución así como la relación entre las
cantidades de las pensiones y los pagos. En una democracia que respeta
derechos sociales, los sistemas de pensiones son universalmente
accesibles para todos los trabajadores.

Todas las medidas de de-financialización sugeridas aquí nos llevan a
una conclusión obvia: Un mundo sin Wall Street, tomando prestado el
título de un libro de François Morin, es posible y deseable. En un
mundo sin Wall Street, la economía está todavía controlada por el
mercado. Pero por primera vez estos mercados son verdaderamente
transparentes, regulados por una negociación democrática entre actores
sociales genuinos (actores que por primera vez ya no son adversarios,
como ocurre bajo el capitalismo). Es el “mercado” financiero, opacado
por la naturaleza y el carácter de los requerimientos de la gestión
para beneficio de los monopolios, el que desaparece. Podríamos incluso
explorar si es que es útil o no terminar con el intercambio de
acciones, dado que los derechos a la propiedad (tanto en su forma
privada como social) serían dirigidos de otra manera.

El simbolismo en cualquier caso–un mundo sin Wall Street- conserva
todo su poder. Des-financialización no significa en cualquier caso la
abolición de la política macroeconómica y en particular la gestión
macro del crédito. Por el contrario, restaura su eficiencia al
liberándola de la subyugación a estrategias que buscan la maximización
de las rentas de los monopolios. La restauración de los poderes de los
bancos centrales nacionales, ya no más “independientes” sino
dependientes tanto del Estado como de los mercados y regulados por la
negociación democrática entre los accionistas sociales, nos otorga la
formulación de una política macro de crédito capaz de permitir una
gestión social de la economía.

En el nivel internacional: desconexión

En este punto voy a utilizar el término “desconexión”, un concepto que
el discurso contemporáneo aparentemente ha sustituido por el sinónimo
"des-globalización". Nunca he conceptualizado desconexión como una
forma autárquica de refugio, sino como un cambio estratégico de cara
tanto a las fuerzas internas como externas en respuesta a los
requerimientos inevitables del desarrollo auto-determinado. La
desconexión promueve la reconstrucción de una globalización basada en
la negociación, en vez de una subordinación a los intereses exclusivos
de los monopolios imperialistas. La desconexión hace también posible
la reducción de las desigualdades internacionales.

La desconexión es necesaria porque sin ésta, las medidas definidas en
las dos secciones previas de este artículo no podrán ser jamás
implementadas a escala global, o incluso tampoco a nivel regional (por
ejemplo en Europa). Estas medidas únicamente podrán empezar a
realizarse en el contexto de los estados/naciones a partir de luchas
sociales y políticas, comprometidas con un proceso de socialización
del manejo de su economía. El imperialismo, bajo la forma adoptó hasta
justo después de la Segunda Guerra Mundial, generó un fuerte contraste
entre centros imperialistas industrializados y periferias dominadas
donde la industria fue prohibida.

Las victorias de los movimientos de liberación nacional iniciaron el
proceso de industrialización de las periferias, mediante la
implementación de políticas de desconexión necesarias para alcanzar el
desarrollo endógeno. Asociadas con reformas sociales, que para
aquellos tiempos eran reformas radicales, estas desconexiones crearon
las condiciones para un eventual "surgimiento" de los países que más
lejos habían llegado en esa dirección – obviamente con China a la
cabeza de este bloque de países. Pero el imperialismo del actual
momento histórico, el imperialismo de la Triada, está forzado a
renegociar y "ajustarse” a las condiciones de este nuevo momento, y
por lo tanto a reconstruirse bajo nuevas bases, basadas en "ventajas"
mediante las cuales se busca mantener el privilegio de la exclusividad
que he clasificado en cinco categorías.

Estas se refieren al control de: Tecnología, Acceso a recursos
naturales del planeta, Integración global de los sistemas monetarios y
financieros, Sistemas de comunicación e información, Armas de
destrucción masiva.

Actualmente, la principal forma de desconexión es aquella definida
precisamente por estos cinco privilegios del imperialismo
contemporáneo. Los países emergentes están destinados a la desconexión
de estos cinco privilegios, con distintos grados de control y auto
determinación. Mientras que el éxito temprano en las pasadas dos
décadas de desconexión permitió la aceleración de su desarrollo, en
particular a través del desarrollo industrial dentro del sistema
"liberal" globalizado, es decir "capitalista", este éxito ha
alimentado la desilusión sobre la posibilidad de continuar por este
camino, es decir, emergiendo como los nuevos “socios capitalistas de
igual nivel”.

La intención de "cooptar" a los más prestigiosos de estos países
mediante la creación del G20 ha fomentado estas ilusiones. Pero con la
actual implosión del sistema imperialista (llamado "globalización"),
estas ilusiones deben disiparse. El conflicto entre los poderes
imperialistas de la Triada y los países emergentes ya es visible, y se
espera que empeore. Si quieren avanzar, las sociedades de los países
emergentes se verán forzadas a avanzar hacia modelos de desarrollo
autosuficientes mediante planes nacionales y a través del
fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur. La audacia, en estas
circunstancias, incluye un compromiso vigoroso y coherente hasta el
final, que vincule las medidas requeridas de desconexión con los
avances deseados en el progreso social.

El objetivo de esta radicalización implica: la democratización de la
sociedad; el consecuente progreso social asociado; y la toma de
posiciones antiimperialistas. Un compromiso en esta dirección es
posible, no solo para las sociedades de los países emergentes, sino
también para los "abandonados" o los “invisibilizados” del Sur global.
Estos países han sido recolonizados a través de los programas de
ajuste estructural de los 1980s. Sus pueblos están actualmente
movilizados, y o bien han alcanzado algunas victorias (en América del
Sur) o no lo han logrado todavía (en el mundo árabe).

Audacia significa que la izquierda radical de estas sociedades debe
tener el coraje necesario para medir los retos que afronta y apoyar la
continuación y radicalización de las necesarias luchas actualmente en
marcha. La desconexión del Sur prepara el camino para la
deconstrucción del propio sistema imperialista. Esto es
específicamente obvio claro en áreas afectadas por el manejo del
sistema monetario y financiero global, resultado de la hegemonía del
dólar. Pero cuidado: es una ilusión esperar que a este sistema le
sustituya “otro mundo monetario y otro sistema financiero" que sea más
equilibrado y favorable para el desarrollo de las periferias. Como
suele ocurrir, la búsqueda de un “consenso” basado en la
reconstrucción internacional y producida desde arriba, es un mero
deseo en espera de que ocurra un milagro.

Lo que está en la agenda ahora es la deconstrucción del sistema
existente –su propia implosión– y la reconstrucción de sistemas
nacionales alternativos (para países, continentes o regiones), algo
que ya ha comenzado a suceder en América del Sur. Audacia es tener el
coraje de avanzar con la mayor determinación posible, sin preocuparse
demasiado por cómo vaya a reaccionar el imperialismo. La misma
cuestión de la desconexión es igualmente importante para Europa, que
es una especie de sub escenario de globalización dominado por
monopolios. El proyecto europeo fue diseñado desde afuera y construido
sistemáticamente para desposeer a la gente de su capacidad para
ejercer su poder democrático.

La Unión Europea fue establecida como un protectorado de los
monopolios. Con la implosión de la zona euro, la subordinación a la
ganancia de los monopolios ha significado la abolición de la
democracia, que ha sido reducida al estatus de farsa y que adopta
formas extremas, concentrándose solo en la pregunta: ¿cómo el
“mercado" (o sea los monopolios) y las “agencias de calificación de
riesgos” (es decir, de nuevo los monopolios) reaccionan? Actualmente
ese es el único asunto planteado. Ya no es un tema a ser considerado
el cómo la gente reacciona. Está claro que ni aquí ni allí existe una
alternativa a la audacia: es necesario "desobedecer" las reglas
impuestas por la "Constitución Europea" y el ficticio Banco Central
Europeo. En otras palabras, no existe otra alternativa que deconstruir
las instituciones europeas y la zona euro. Este es el pre requisito
insoslayable para la eventual reconstrucción de "otra Europa" de
pueblos y naciones.

En conclusión: Audacia, más audacia, siempre audacia.En definitiva
esto es lo que quiero decir con audacia:

i) Para la izquierda radical de las sociedades de la Triada
imperialista, la necesidad de un compromiso para construir un bloque
social anti monopólico.

ii) Para la izquierda radical de las sociedades de la periferia, el
compromiso de construir un bloque social alternativo anti-comprador
anti-imperialista.

Va a tomar tiempo avanzar en la construcción de estos bloques, pero
podría darse una aceleración si es que la izquierda radical se mueve
con determinación y se compromete en avanzar por el largo camino al
socialismo. Es sin embargo necesario proponer estrategias no para
“salir de la crisis del capitalismo” sino para "salir del capitalismo
en crisis", como dice el título de uno de mis recientes trabajos. Nos
encontramos en un periodo crucial de la historia. La única legitimidad
del capitalismo es haber creado las condiciones para transitar al
socialismo, que debemos entenderlo como una fase más avanzada de la
civilización. El capitalismo es ya un sistema obsoleto, su continuidad
solo puede llevarnos a la barbarie.

No es posible otro capitalismo. La posibilidad de un choque de
civilizaciones es, como siempre, incierta. O la izquierda radical
triunfa mediante la audacia de sus propias iniciativas para elaborar
avances revolucionarios, o la contra revolución ganará. Todas las
estrategias de la izquierda no radical no son de hecho estrategias,
sino tan solo ajustes coyunturales a los altibajos de un sistema que
implosiona. Y si el poder que se quiere, como Le Guépard, es el de
"cambiar todo para que nada cambie", y si los candidatos de la
izquierda creen que es posible "cambiar la vida sin tocar el poder de
los monopolios", la izquierda no radical no detendrá el triunfo de la
barbarie del capitalismo. Ya han perdido la batalla por no querer
enfrentarlo.

Audacia es lo que hace falta para provocar el otoño del capitalismo,
otoño que será anunciado por la implosión del propio sistema y por el
nacimiento de una auténtica primavera de los pueblos, una primavera
posible.

Nota:

1. Sobre los inputs: “Se empieza considerando, por razones de
simplificación, que se produce un sólo bien (oservicio) por una
empresa y que para producirlo es necesario una serie de elementos
denominadosfactores de producción(también pueden ser denominados
insumos o inputs). El bien o servicio producido recibe el nombre de
output. La función que relacionaría las cantidades de la cantidad de
factores productivos utilizados con el output obtenido recibe el
nombre defunción de producción. Los inputs utilizados serían
lasmaterias primas, productos intermedios (comprados a otra empresa u
obtenidos en otro proceso de producción de la misma empresa), el
trabajo humano usado, los suministros de energía,aguay similares, el
coste de reponer el capital utilizado, maquinaria, herramientas), ya
que sufre desgaste por el uso en el proceso de fabricación. Una
simplificación frecuente es reducir a dos los factores: capital y
trabajo. Trabajo representaría el trabajo humano, capital el resto” en
http://es.wikipedia.org/wiki/Microeconom%C3%ADa

Referencias bibliograficas:

Samir Amin, Sortir de la crise du capitalisme ou sortir du capitalisme
en crise; Le temps des cerises, 2009.

Samir Amin, Ending the crisis of capitalism or ending capitalism.
Pambazuka Press 2011.

Samir Amin, Du capitalisme à la civilisation; Syllepse, 2008.

Aurélien Bernier, Désobéissons à l’Union Européenne; Les mille et une
nuits, 2011.

Jacques Nikonoff, Sortir de l’euro; Mes mille et une nuits, 2011.

François Morin, Un monde sans Wall Street; Le seuil, 2011.