UNA POSICION SOCIALISTA DE IZQUIERDA NACIONAL
FRENTE A LA MOVILIZACION OBRERA CONTRA EL
KIRCHNERISMO

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Publicado el 01/07/2012

El 27 de junio de 1975 la CGT y el movimiento obrero salieron a la calle a reclamar contra la política económica implementada por el gobierno que presidía Isabel Perón. Para muchos burócratas peronistas, la movilización obrera ponía en peligro la "unidad vertical" del Frente Nacional, y había que darle la espalda. ¿Cuál fue entonces la
posición adoptada por los socialistas de la Izquierda Nacional? Fue una posición opuesta a la que aconsejan en los artículos que se reproducen abajo dos individuos que pasaron por las filas de la Izquierda Nacional en aquellos tiempos.
Ciertamente, ni Silletta ni Fernández Baraibar son dignos del menor respeto intelectual y político. Sin embargo, las posiciones que ellos enuncian a partir de su debidamente rentada identidad "cristinista" es la misma que han adoptado compañeros y organizaciones que se reclaman de la Izquierda Nacional. Nada mejor, entonces, que recordar lo que ellos no desean recordar: el posicionamiento del Frente de Izquierda
Popular en 1975, cuando el Frente Nacional se hallaba a la defensiva ante la arremetida oligárquico-imperialista y, sin embargo, se acompañó a la clase obrera en sus protestas contra la conducción politica de ese Frente.


Hasta hoy, el debate entre Socialismo Latinoamericano y otras corrientes autodenominadas de Izquierda Nacional ("causa popular", "patria y pueblo", grupo de Galasso, compañeros de Córdoba, etc.) se centraba en la caracterización del gobierno kirchnerista. Para nosotros, no es un gobierno de Frente Nacional, sino un gobierno
progresista pequeño-burguès surgido de un compromiso con el establishment luego del estalllido de 2001. Para ellos, en cambio, sí es un gobierno de Frente Nacional. Silletta llega a homologar a Cristina con Perón llamándola "líder bonapartista" (y, de paso, omite considerar que el líder bonapartista se eleva por encima de las clases
pero lleva adelante la politica de una de ellas. ¡Vaya "olvido" el de Silletta!). Pero ahora el debate se presenta en otros términos: aún suponiendo que el kirchnerismo fuera un gobierno de Frente Nacional, ¿qué debemos hacer los socialistas de Izquierda Nacional cuando las basaes obreras y populares de ese Frente desafían a la conducción
burguesa o pequeñoburguesa?


Empecemos por conocer las posiciones de la Izquierda Nacional en los momentos previos al derrocamiento del Frente Nacional en 1976. Vaya a modo de ejemplo a siguiente declaración, formulada apenas 2 días después de las movilizaciones obreras contra Isabel:


29 de junio de 1975 PASO A LA CLASE TRABAJADORA


Ante la gravísima situación nacional, el Frente de Izquierda Popular (FIP) declara:


1. Que el gobierno nacional, al negarse a satisfacer los justos reclamos de la clase trabajadora, ha decidido abandonar el legado nacionalista y popular de Perón y ha elegido aplicar la política reaccionaria dictada por la camarilla de ministros que el Pueblo repudió clamorosamente en la memorable jornada del 27 de junio en
Plaza de Mayo.

2. El FIP apoya resueltamente las movilizaciones de la clase trabajadora, CGT y organizaciones sindicales, y a todos aquellos dirigentes y militantes políticos y gremiales del peronismo que se mantienen fieles a las grandes banderas de la Revolución Nacional.

3. Al mismo tiempo, el FIP advierte que las fuerzas de la vieja Argentina oligárquica, derrotadas el 11 de marzo y el 23 de setiembre de 1973, ya sea a través del golpe de palacio o nucleada alrededor del radicalismo de Balbín y Alfonsín, están conspirando para aprovechar la crisis en beneficio de los intereses antinacionales, en la línea
histórica de la Unión Democrática que ahora pretenden resucitar.

4. La defensa del salario se liga indisolublemente a la lucha por el nacionalismo económico, a la expropiación del a oligarquía y los grandes monopolios e intermediarios comerciales, responsables de la descapitalización, la dependencia y el hambre. Esta lucha sólo pueden llevarla la clase trabajadora y el pueblo, ampliando y profundizando el camino abierto por la movilización del 27 de junio en Plaza de
Mayo, en la perspectiva del socialismo, es decir, de una economía y un poder manejados democráticamente por los trabajadores manuales e intelectuales, sin explotadores nui explotados.


Abajo los ministros reaccionarios! Por la plena vigencia de las paritarias!


Por el control popular de los precios! Por la plena vigencia de las leyes dictadas durante el gobierno del general Perón! Por el 17 de octubre y el socialismo!
Junta Nacional del Frente de Izquierda Popular  Bajo el mismo título, "Paso a la clase trabajadora", la revista "Izquierda Nacional", órgano del FIP, publicaba una nota editorial de Alberto Guerberof en cuyos párrafos se leía:


"El 27 de junio la clase trabajadora recobró la iniciativa, con su decisiva gravitación atrajo a los sectores populares de la clase media y al volcarse a la calle con su fuerza intacta y su espíritu de lucha, desbarató todos los planes, el de Rodrigo y López Rega que atacaba su nivel de vida y el de Balbín y los viejos partidos que esperaban lo
mismo para recoger dividendos electorales de la crisis del peronismo. Al hacer oír su  oz, la clase obrera abre una nueva ruta de lucha y se coloca en el centro de los acontecimientos. Al cambiar con su movilización el conjunto de la situación, deberá garantizar ahora que lso frutos a lograr no le sean escamoteados. El Frente de Izquierda
Popular convoa a luchar y a vencer con las banderas del 17 de octubre y el socialismo".


GC




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CRISTINA, MOYANO Y EL PERONISMO



                                                                                  Alfredo Silletta

El conflicto de Hugo Moyano contra el gobierno nacional ha dejado absorto a amplios sectores de la clase media, especialmente de los llamados sectores progresistas. Les cuesta comprender el conflicto y rápidamente asocian al dirigente gremial con el lockout del campo de 2008 o simplemente lo tildan de “traidor”.

En realidad, la clase media nunca comprendió al peronismo y por ende le cuesta comprender que Cristina es la líder bonapartista de este Frente Nacional que gobierna el país desde el 2003.



El peronismo en 1945 no nació como un partido político sino como un Frente Nacional conformado por la clase trabajadora, el Ejército, la burguesía industrial, parte de la Iglesia y sectores de la clase media, especialmente del interior del país. Perón siempre negó que el peronismo fuera un partido político y siempre lo definió como un
movimiento.



Tanto Karl Marx como Robert Michels o Antonio Gramsci como los locales Abelardo Ramos, Rodolfo Puiggrós o Juan José Hernández Arregui han explicado el significado de un frente nacional y el rol del líder bonapartista. No es fácil elevarse por encima de la sociedad y gobernar sobre todos los sectores que la conforman.



En ese equilibro entre los empresarios y los trabajadores, Perón siempre optó por los trabajadores y como ejemplo están todas sus leyes laborales, pero siempre le puso límite al movimiento obrero. Disolvió el partido Laborista en 1946 y fue Eva Perón quien “rompió la huelga” de los ferroviarios, la más importante que sufrió el peronismo en la
primera década.



Con Perón en el exilio, fue el movimiento obrero quien se puso al hombro la resistencia contra la dictadura militar y los gobiernos de Arturo Frondizi y Arturo Illia. Fue la lucha de todos esos años con muertos, presos, desaparecidos como Felipe Vallese, que permitió el nacimiento de un gran líder sindical como Augusto Vandor, dirigente de
la Unión Obrera Metalúrgica.


Con Perón en el exilio español, sin posibilidades de volver luego del fracaso de la Operación Retorno de 1964, Vandor que llevaba 10 años de lucha contra el régimen, creyó que podía ser el conductor del peronismo. Fue allí que lanzo la frase: “Para salvar a Perón, hay que estar en contra de Perón”.




Perón decidió enfrentarlo en las elecciones de Mendoza de 1966. Mandó a Isabel y finalmente le ganó. Fue por esos días que le escribió a su amigo, el general Sosa Molina: "Muchos se están ya probando mi ropa, pero creo que a los candidatos de marras les queda grande ahora".




En 1972, la CGT y los empresarios amigos intentaron que el candidato a presidente fuera Antonio Cafiero. Perón no los escuchó y nombró a Héctor Cámpora, con lo cual muchos jóvenes creyeron que los hacía por ellos. Se equivocaron y Cámpora, leal al General, renunció dos meses después de ganar la elección para que Perón pudiera ir
democráticamente a las urnas como quería la mayoría del pueblo argentino.



Los jóvenes, muchos recién llegados al peronismo, creyeron que el triunfo y el regreso de Perón a la patria le correspondía a ellos y decidieron enfrentar al viejo líder. Perón, como líder bonapartista trató que se incorporaran al proyecto, sabiendo el rol de la juventud. En un encuentro en la residencia de Olivos, en los primeros días de
setiembre de 1973, Perón se reunió con la cúpula de Montoneros-FAR y les pidió que dejen las armas y se incorporen a su gobierno. Firmenich le responderá que “el poder político brota de la boca de un fusil. Si llegamos hasta aquí ha sido en gran medida porque tuvimos fusiles y los usamos. Si abandonáramos las armas, retrocederíamos en posiciones políticas”.




Horas después del triunfo de Perón con el 62 por ciento de los votos, asesinan a José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT. Ya no había más puentes, los jóvenes lo había dinamitado. Perón los enfrentó.




Es nuevamente el movimiento obrero el que resiste a la dictadura militar de 1976. Las fuerzas genocidas tenían claro que para destruir el peronismo había que destruir al movimiento obrero. Cientos de trabajadores desaparecidos, militarización de las fábricas y la prohibición de la Central Obrera. La resistencia y las huelgas de esos
años las organizó el movimiento obrero.



Ya en democracia fue Saúl Ubaldini quien defendió la dignidad de los trabajadores y en los noventa frente a las políticas neoliberales fue Hugo Moyano quien se puso al frente.


Ahora bien, tanto Vandor como Moyano han sido grandes líderes sindicales pero se equivocaron al enfrentar a los líderes del movimiento.


Cristina conduce este proceso y no se la puede discutir. Moyano se equivoca en enfrentar a la presidenta y en hacerle el juego los multimedios hegemónicos como Clarín para anunciar desde el estudio de TN un paro nacional.




Cristina es la líder bonapartista de este frente nacional que nació en 1945 y que condujeron Perón, Néstor y ahora ella.




La presidenta no tiene opción y deberá derrocar a Moyano, cuidando por supuesto que no haya muertos entre los trabajadores.




Mirar la historia del peronismo es bueno. Perón derrocó a Vandor, dividió la CGT pero luego la volvió a unir. Lo mismo hizo con Vandor, luego de derrocarlo en 1966, dos años después lo recibió en la ciudad española de Urun, cerca de la frontera con Francia e hicieron las paces.



“Cristina coraje” acostumbraba decir Néstor Kirchner.



Confiemos en esta presidenta, que ha tomado grandes medidas en defensa de los argentinos, para resolver el conflicto.



HUGO MOYANO SE HA PUESTO FUERA DEL FRENTE NACIONAL


                                                                                 Julio Fernandez Baraibar

                                                                                 22 de junio de 2012



El calculado enfrentamiento generado por el Secretario General de la CGT, en su carácter de titular del Sindicato de Camioneros, con el gobierno nacional y el conjunto de los sectores populares ha puesto a Hugo Moyano fuera del gran frente nacional y popular que encabeza la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.



La alianza forjada por Néstor Kirchner con distintos sectores sociales, entre ellos con el movimiento obrero, apenas asumido el poder en 2003, le permitió acumular poder y comenzar a desarrollar, desde un lugar de gran debilidad, los primeros bosquejos de su
proyecto.



Logró así el restablecimiento de las convenciones colectivas de trabajo y una paulatina y permanente mejora en el salario y las condiciones de trabajo de millones de asalariados.



Comenzó a reducir la desocupación y, lentamente, el trabajo en negro.




El conjunto de los sectores populares, con los trabajadores a la cabeza, comenzó a percibir que se estaba dejando atrás la negra noche de la desregulación laboral y los salarios de hambre.




La continuidad de este proyecto, bajo el gobierno de Cristina, consolidó aún más esta propuesta.



Hugo Moyano ha sido, en todos estos años, el secretario general de la CGT y su apoyo al gobierno, junto a la de muchos otros movimientos políticos y sociales durante la sedición de la 125, fue muy importante para capear la ofensiva del privilegio monopólico, financiero y agrario.



El movimiento obrero, en estos años, ha vivido una importante modificación de su composición.



Ya no son más los sectores vinculados a la actividad de los servicios los predominantes -situación que caracterizó la desindustrialización posterior a 1976-, sino que los gremios de la producción -metalúrgicos, textiles, mecánicos, etc.- volvieron a tener el peso
que les fue propio en la Argentina previa a la dictadura de Videla y Martínez de Hoz.



De todo este proceso, los trabajadores industriales volvieron a encontrar abiertas las puertas de las fábricas y el padrón de la UOM pasó de menos de 100.000 afiliados a 600.000 en ocho años, así como los trabajadores afiliados a Camioneros lograron, en paritarias, los importantes salarios de los que hoy gozan.



Viendo que peligraba su permanencia como titular de la CGT y que sus intentos de presionar sobre la conducción de la presidenta eran vanos, Hugo Moyano prefirió romper abiertamente con el gobierno armando un conflicto ficticio, en complicidad con el Grupo Clarín y la cámara empresaria.



El paro y la movilización convocados para el próximo miércoles es un grave desafío a la presidenta de la Nación, que hace menos de un año fue reelecta con el 54, 11 % del electorado.



Ninguna reivindicación gremial puede ser formulada fuera, y mucho menos en contra, del gran frente nacional y popular que hoy gobierna el país por la voluntad mayoritaria de los argentinos.




Si los reclamos sectoriales son legítimos, como en toda democracia, no pueden ser exigidos marginándose del conjunto de las fuerzas populares.



Quien así lo hace queda irremediablemente en manos de los enemigos, no sólo del gobierno de Cristina, sino de los intereses de los propios trabajadores a los que se dice representar.



No es sólo una cuestión de responsabilidad.



Es cuestión de no convertirse en el Iscariote de un gobierno que nos representa como ninguno lo ha hecho desde 1976.



No hay que ceder a este chantaje irresponsable y corporativo.



Todo intento de debilitar a Cristina debilita a los trabajadores, maestros, madres solteras, pequeños y medianos empresarios que en estos años han vuelto a ocupar un lugar bajo el sol.