En la hermana República del Paraguay hay un personaje que tiene por vicio expresar un visceral odio contra Bolivia: Aldo Zucolillo Moscarda. Es un personaje excepcional desde el mismo hecho de que la inmensa mayoría de los paraguayos se muestra profundamente fraterna con los bolivianos.
Incluso más de un analista ha tratado de
investigar las razones que generaron la bolivianofobia de Zucolillo. Algunos la
explican en frustrados proyectos empresariales que junto a la secta Moon,
intentó desarrollar en el oriente boliviano y fracasaron. Lo cierto es que semanal
y hasta diariamente emite mensajes donde pinta a nuestro país
como el enemigo principal de Paraguay.
El problema radica en que Zucolillo, al margen
de negocios valuados en más de 1.000 millones de dólares, detenta un emporio
mediático. Lidera esa red el diario ABC Color donde don Aldo se explaya en sus editoriales.
He ahí el riesgo de la paranoia boliviana que luce Zucolillo Moscarda. Y para
mayores datos valga descubrirla en el
editorial que publicó este domingo 9 de
septiembre.
El texto titula nada menos que: “La anexión del
Chaco Paraguayo es parte de la estrategia de “refundar” Bolivia”. El artículo
anuncia guerra. Parte de la hipótesis de que Evo busca tanto la recuperación de
la salida al mar frente a Chile y el Chaco frente a Paraguay. Asegura que con
Chile la estrategia es una ofensiva diplomática. Para
el segundo caso puntualiza: “Sin embargo, hay
una amplia consistencia acerca de la dirección en que el Gobierno boliviano
podría marchar con relación a su estrategia belicista con respecto al
Paraguay”.
Esa idea es repetida en el texto cada vez con
mayor alarma. “Incapaz de hacer frente a la superioridad militar de Chile- dice
Zucolillo-, para la consecución de su objetivo, Evo Morales apuesta a la diplomacia
y a las fuerzas económicas que puedan generarle los
ingentes recursos naturales de su país, en tanto
que para la anexión del Chaco, su opción es la guerra. Así de simple y brutal”.
Y cuando no habla de la amenaza boliviana
conjura amenazante a los paraguayos que duden de su campaña. “Este escepticismo
–advierte don Aldo- de algunos ciudadanos –fingido o real– es tan
peligroso como el dilema de seguridad que enfrenta nuestro país por culpa del armamentismo
boliviano”.
Al borde de un delirio bélico en el cierre del
editorial, aunque suene increíble, compara a Evo Morales con Daniel Salamanca.
Dice: “Pese a las reiterativas protestas de pacifismo y de buena vecindad que
el presidente Evo Morales proclama por doquier, su verdadero pensamiento coincide
con el que el doctor Daniel Salamanca expresó en 1927(…): ´El Paraguay es un
pequeño país que abusa ahora de nuestra cuasi
imposibilidad de llegar al Chaco con nuestras
fuerzas. Lo que debe hacer Bolivia para discutir la cuestión de límites con el
Paraguay es presentarse en el Chaco, si acaso no sobre el río Paraguay. Es
decir, presentarse allí con la posibilidad de trasladar a esa región nuestras fuerzas
militares para un caso de conflicto… ´”.
Zucolillo volvió a encender su campaña favorita
cuando se agita en Paraguay un nuevo proceso electoral. Muy cercano al
presidente golpista Federico Franco, el dueño de ABC se ha lanzado decidido contra
las fuerzas progresistas. No quiere que retornen al Gobierno organizaciones
como las que encabezó el ex mandatario Fernando Lugo. A
Lugo no le perdonó la buena relación que
desarrolló con Bolivia ni, como latifundista de ultraderecha, su cercanía con los
campesinos.
Como sea, resulta repugnante que use el discurso
de la guerra entre pueblos hermanos para ese o cualquier otro fin. Obviamente,
sus apellidos dejan en claro lo poco que le interesa la sangre americana. Más
recuerdan a los racistas de Mussolini y a los operadores de la Cosa Nostra.
Ninguna exageración. El historial de su fortuna,
citado en libros, muestra que la obtuvo en base a turbias sociedades. Entre sus
“socios” contó con el ex dictador argentino Emilio Massera y el paraguayo Alfredo
Stroessner. En tiempos recientes enfrentó duros pleitos por piratería. Incluso
uno de sus más cercanos colaboradores, Raúl
Menoccio, se vio involucrado en una serie de
asesinatos y el narcotráfico.
Resulta comprensible entonces que a Don Aldo no
le importe jugar con lo más sagrado para satisfacer sus intereses. Esperemos
que allá en Paraguay el ex gobernador Mario Cossío, a estas alturas, ya se haya
distanciado de semejante personaje.
No se trata sólo de un enemigo declarado de
Bolivia. También lo es del propio Paraguay y de la Patria Latinoamericana.