Brasil y Petrobras tienen suerte. Ex autoridades y políticos bolivianos ahora fungen como “analistas” especializados en temas energéticos y abogan para que Bolivia extienda el contrato de exportación de gas a Brasil más allá de 2019, año en el que el plazo se vence.
Uno de ellos es emblemático: fue ministro de Hidrocarburos del efímero gobierno
de Carlos Mesa Gisbert, el que fuera vicepresidente de Sánchez de Lozada,
acérrimo defensor de la “capitalización”, que permitió a Petrobras hacerse de
los megacampos tarijeños como si los hubiera descubierto, y ahora socio y
director de una consultora que
tiene contratos con transnacionales petroleras y entidades relacionadas o
financiadas por éstas. Se llama Alvaro Ríos Roca.
En entrevista a un medio de comunicación cruceño, Ríos “recomienda” a Bolivia
continuar la venta de gas a Brasil, para lo cual, dice, es también necesario
aprobar una nueva ley de hidrocarburos, una “necesidad” identificada por las
transnacionales y sus corifeos aglutinados en la Cámara Boliviana
de Hidrocarburos. “La señal de
ampliación de contrato entre ambos países y su posterior firma son sin duda un
catalizador de importancia para detonar la exploración en Bolivia, y que puede
tomar entre 4 y 7 años”, analiza la ex autoridad, pero no dice cómo es que
funciona ese mágico mecanismo, cuyo fracaso fue estridente con la anterior ley
de hidrocarburos (que él defendía) pese a existir el novísimo contrato GSA para
exportar gas a Brasil.
Es pertinente recordar que Petrobras, Repsol y las demás transnacionales no
descubrieron un solo campo nuevo en Bolivia con inversiones exploratorias. San
Alberto y Sábalo fueron descubiertos en 1990 por YPFB, según lo testimonió el
ex presidente Jaime Paz Zamora y lo evidenciaron las auditorías petroleras que
el gobierno guarda en reserva.
¿Dónde estarán, entonces, los analistas energéticos que aboguen por los
intereses bolivianos? No aparecen. Ninguno de los que tienen cobertura
entusiasta en la prensa tradicional se acuerda de los compromisos que Brasil
hizo para firmar el contrato de compra de gas boliviano hace casi quince años.
Las 24 termoeléctricas para Ríos y
los demás expertos pasaron simplemente como chiste. La petroquímica conjunta en
Santa Cruz siempre fue considerada inviable para estos analistas cuando se
trata de instalar plantas en Bolivia, pero nada dicen de las plantas que Brasil
construye en Trés Lagoas y Uberaba que funcionarán con gas boliviano desde
2013. ¿En Bolivia es inviable la Petroquímica pero no en Brasil? ¿Por qué?
Cuando recomiendan más exportación de gas a Brasil no mencionan que éste se
llevó durante casi diez años los licuables (energía adicional gratuita), que
potenció económicamente a Petrobras con más de 3.000 millones de dólares,
sin compensación económica alguna a favor de la empresa estatal boliviana del
petróleo, YPFB, por lo que se ha acumulado una cuenta pendiente.
Bolivia, según los datos oficiales de YPFB, no tiene suficientes reservas de
gas para pensar en seguir exportando más allá del 2019. Apenas alcanzarán para
cumplir los contratos vigentes a Argentina (2027) y Brasil (2019), quedando un
margen mínimo para el consumo propio. Los expertos, sin embargo, empujan a
Bolivia a comprometer más exportación con el increíble argumento de que esto
“detonará la
exploración” de hidrocarburos.
Los bolivianos que viven en El Alto, al expulsar a Carlos Mesa del Palacio de
Gobierno por no haber cumplido la
Agenda de Octubre de 2003, se desprendieron también de
analistas en ejercicio del poder para el que no fueron elegidos.
¿Quiere Brasil más gas boliviano? En la mesa de negociaciones que ellos tendrán
que solicitar, necesariamente tendrán que estar las 24 termoeléctricas, la
sociedad de YPFB con Petrobras en las petroquímicas que Brasil construye en
Tres Lagoas y Uberaba, el pago de los licuables y la sociedad entre ambas
empresas en emprendimientos
al interior del Brasil, entre otras cuentas.
Bolivia no puede extender contratos que la mantienen como exportadora de
materia prima energética. Cualquier nuevo negocio hidrocarburífero debe hacerlo
con otras cualidades, precisamente tomando conciencia del mensaje que intentan
las mismas autoridades bolivianas dar, que es el salto a la petroquímica. El
interés supremo es, en consecuencia, garantizar gas para las petroquímicas en
Bulo Bulo y Gran Chaco.