
Sí, un censo debiera ser un mapa de una nación, mostrar lo que hay en ese lugar; pero el mapa debe ser hecho sin lentes oscuros, sin cristales distorsionantes, antes bien, se precisa que haya total transparencia al hacer el mapa para mirar las cosas que existen dentro del país.
Pero, si en una
nación africana, por accidente transformada en Estado plurinacional, el poder
decide no mostrar a la gente de color, prefiere no poner a quienes tiene tez
negra, y en su lugar coloca otras categorías que excluyen a ese color,
entonces, está claro que ese mapa no será exacto, no será transparente, no
informará de lo que
realmente hay en esa nación africana. Y, claro
está, el remate ulterior, cuando se llegue a la hora de las políticas públicas,
implicará que éstas no se preocuparán por las personas de color, sino que
apuntarán únicamente a las categorías imaginadas o creadas por el poder. Pero,
lo seguro, es que después de ese censo, la nación
africana será africana y estará conformada por
mayorías negras. Así de tozuda es la realidad, así de negra es la realidad de
la cual hablamos.
Hace muchos años se
fundó el MAS, con base en una ideología sindicalista, teniendo como cimientos
sociales a los cocaleros y organizacionalmente siguiendo el modelo minero, ése
que Filemón Escóbar llevó al Chapare.
El MAS continuó
varios años siendo sindicalista de la médula hasta la piel, pero cuando se
acercaban las elecciones 2005, Evo Morales comenzó a leer el alfabeto indígena,
también García Linera inicio su propaganda electoral en favor de los indígenas,
de modo que al sindicalismo, clave de su pensamiento, le adicionaron ideas
indigenistas.
Morales y el MAS en
el poder descubrieron que el discurso indigenista los favorecía mucho, los
legitimaba más que cualquier discurso sindicalista. Lo indígena redituaba
políticamente bien, les daba muchas rentas políticas. Por eso la tozuda
insistencia de mostrar a uno de los líderes cocaleros, al sindicalista por
antonomasia, como el primer presidente indígena de Bolivia. Pero, años atrás,
otros indigenistas de cepa, algunos de sotana, otros no; unos antropólogos, otros
no; unos catalanes, otros no, hicieron el esfuerzo para que en el censo de 2001
no aparezcan los mestizos, sino que, en su lugar, la gente se adscriba a alguno
de cinco pueblos originarios. El poder,
desde 2006, usó esos datos y avanzó en la
instrumentalización del mito de Bolivia como país indígena.
Los indígenas fueron
favorecidos con muchas políticas, lo cual está muy bien, pero el poder trató y
trata de hacer el esfuerzo de tapar el sol con un dedo, lo hace al tratar de
invisibilizar a los mestizos, a los que curiosamente son la mayoría poblacional
de este
país, de la República de Bolivia. El poder para ser
consecuente discursivamente con el mito de país indígena que inventó, dictó la
Ley de la Madre Tierra,
gastó horas de horas en propalar que es un régimen indígena, de defensa de los
indígenas, que busca desarrollar un modelo de desarrollo amigable con el medio
ambiente porque dicen que así actuarían los indígenas. Pero, otra vez la tozuda
realidad, indica que
su indigenismo es de patas cortas, patas tan
cortas que relucieron muy bien en Chaparina, y que son más visibles al ver lo
que se hace con la minería y los hidrocarburos, lo cual no tiene nada que ver
con el respeto de la Madre Tierra.
Y, claro, para
seguir difundiendo su mito de país indígena, buscan hacer un nuevo mapa, un
censo donde, de nuevo, se invisibilice a las mayorías del país, a los múltiples
mestizos y mestizajes que conforman esas mayorías. No les conviene mostrar la
verdad de un país de mestizos, desean seguir medrando de la idea de un país de
indígenas. ¿Es que acaso nos han conducido a un
Estado de ciudadanos, de sujetos iguales ante la ley, acaso el voto de un
ciudadano urbano y de uno de campo y de un indígena valen lo mismo? No, eso no
funciona para nada. Hoy no existen ciudadanos en el país. Sólo hay corporaciones,
corporativismos favorecidos por el poder, como los
cocaleros.
El poder usó a los
indígenas para legitimarse, trata de seguir haciendo el mismo juego, cuando
todos sabemos que no los respetan. Es posible que en los resultados del censo
no se muestren a los mestizos. Pero, el dedo del poder es cada vez más chiquito
para ocultar el sol, para negar una realidad que todos conocemos, que los
mestizos son las mayorías, -así en plural-, de Bolivia.
Carlos Toranzo Roca
es economista.