
Traducido para
"De Canarias a Vladivostok". Más allá del juego de espejos acontecido
entre la Francia
de De Gaulle y el Egipto de Nasser, el estudio de Hoda Abdel-Nasser, del cual
publicamos aquí un extracto, pone el acento en la evolución de la posición imparcial
francesa con respecto a Israel, después de la agresión de 1967.
«Empecé a admirar De Gaulle durante la Segunda Guerra
Mundial. Recuerdo cuando desfiló en los Campos Elíseos, tras la liberación de
París. Durante la guerra, admiré al oficial decidido a continuar la lucha a
pesar de todas las dificultades. Del mismo modo, De Gaulle fue valiente en lo
que se refiere a Argelia, porque se enfrentó a una
situación sin rumbo. Era una cuestión de dignidad. Creo que él fue un hombre de
principios, creo que a pesar de las dificultades, la relación con él difirió de
las relaciones habituales con los demás políticos. Es un gran privilegio para
un hombre poder estar en
relación con un hombre de principios».
Tales fueron las palabras de Nasser sobre la impresión que le causó De Gaulle,
a través de su historia personal, sus posicionamientos nacionalistas, sus
iniciativas y sus acciones políticas.
«Por su inteligencia, voluntad y coraje, excepcionales, el presidente Gamal
Abdel Nasser brindó a su país y a todo el mundo árabe un servicio incomparable.
En un período de la Historia
más duro y más dramático que cualquier otro, no dejó de luchar por la
independencia, el honor y la grandeza. Es por eso que nos comprendimos y
valoramos profundamente. Pudimos haber sido capaces de restablecer entre la
República Árabe Unida y Francia las muy buenas relaciones que
reclamaban nuestra amistad secular y nuestra voluntad común de justicia,
dignidad y paz ».
Aquí es el General quien expresa su estima por Nasser. Los dos líderes nunca se
encontrarían, pero durante su mandato, las relaciones franco-egipcias, por un
lado, y las relaciones franco-árabes por otro, conocieron una evolución
determinante en un período de tiempo no superior a diez años; en términos de
relaciones históricas entre los
pueblos, pareció un período corto.
De Gaulle vuelve al poder en 1958 en un momento en que Francia, interiormente
rota, inestable, veía como su imagen ante el mundo declinaba, en un momento
también en que las relaciones franco-árabes estaban en su nivel más bajo
después de la crisis de Suez y debido a la situación en Argelia.
El papel que desempeña la
Cuarta República en la agresión de 1956, su alianza con Gran
Bretaña e Israel, y el hecho de que Egipto se posicionó con la revolución
argelina en contra el colonialismo francés, pesaron mucho en la visión que se
dio del Egipto de Nasser, durante varios años. Esa visión no cambió simplemente
debido a la
llegada de De Gaulle al poder. Las dudas sobre las intenciones del nuevo
gobierno francés dirigido por De Gaulle persistieron; y solamente
desaparecieron cuando De Gaulle aceptó las reclamaciones de los argelinos y se
opera el reconocimiento por parte de Francia de la independencia de Argelia.
Dos factores decisivos
En la realidad de los hechos, es posible señalar dos aspectos evolutivos que
contribuyeron a cambiar directamente la visión que el Egipto de Nasser tendría
de la Francia
de De Gaulle y de las relaciones bilaterales. Estos dos puntos fueron los
siguientes:
- El reconocimiento por parte de Francia de la independencia de Argelia en
julio de 1962.
- La condena por parte de Francia de la agresión israelí contra Egipto y otros
países árabes en junio de 1967, y la aplicación efectiva de las medidas
concretas de coerción contra el agresor, que lo obligaron a evacuar los
territorios árabes ocupados.
Para el egipcio políticamente consciente, quedó patente que la posición de
Francia, en estas dos situaciones históricas, estuvo inspirada por el General
De Gaulle, quien cambió radicalmente el rumbo de la política francesa ; las
orientaciones, tanto externas como internas, de esta nueva política reposaban
principalmente en sus
hombros.
Pero, al mismo tiempo, y al margen de los dos puntos mencionados anteriormente,
existieron numerosos puntos "atractivos" en la política y la
personalidad de De Gaulle que favorecieron la reconciliación entre los dos
países y contribuyeron a modificar la imagen del Egipto de Nasser en Francia.
El resultado fue que Francia empezó a ocupar un lugar diferente al de otros Estados
occidentales, que seguían alimentando su hostilidad hacia Egipto. Bajo el
liderazgo de De Gaulle, la imagen de Francia, entre 1962 y 1969, tomó la forma
de un Estado guiado por los principios de libertad, justicia y dignidad.
La Francia de De Gaulle apoya el derecho y la justicia
La posición de Francia con respecto a la agresión israelí contra los
territorios árabes en junio de 1967 fue el segundo punto en la evolución de las
relaciones franco-egipcias ; esta nueva posición contribuyó sustancialmente a
dar relevancia al papel de Francia, bajo la dirección de De Gaulle ; le dio una
nueva imagen entre los árabes:
la imagen de un Estado que, después de haber salido de su alianza tradicional y
de su sesgo hacia Israel, apoyaba ahora el derecho y la justicia.
Tras salir convencido de que fue Israel la única parte que se había beneficiado
de la alianza entre la Francia
de la IV República
y el Estado hebreo, y de constatar la pérdida del crédito de Francia entre los
países árabes, De Gaulle se dio cuenta de que, a largo plazo, el interés de
Francia radicaba en un acercamiento con el mundo árabe.
Condena al agresor
Desde el principio, e incluso antes de que sucediesen las primeras escaramuzas
militares, De Gaulle anuncia que Francia no apoyaría a ninguna de las dos
partes en el conflicto árabe-israelí y que condenaría al agresor. Pese a las
presiones ejercidas por Israel y las organizaciones judías en Francia para que
el gobierno francés
proveyese de material militar a Israel, pese al apoyo con que contaba Israel
entre el estamento militar y en la mayoría de los órganos de prensa franceses,
pese a las críticas de las que fue objeto su persona, nunca el presidente
francés modificó su posición. Una vez que terminaron las operaciones militares,
anunció que Francia rechazaba
los hechos consumados por las operaciones militares (israelíes) sobre el
terreno.
Carta a Nasser
En la mañana siguiente a la derrota de Egipto frente a Israel, De Gaulle se
comprometió personalmente enviando una carta a Abdel Nasser. He aquí el texto:
« La victoria y la derrota en las batallas militares son peripecias
transitorias en la historia de las naciones, lo que importa es la voluntad.
Como usted recordaba, una mitad de Francia estuvo durante un tiempo bajo
ocupación directa de los nazis, y la otra mitad bajo el control de un gobierno
colaborador. Pero Francia no perdió su voluntad
y siguío durante todo ese tiempo confiada detrás de su líder, quien fue la
expresión de su voluntad. El verdadero coraje es hacerle frente a las
desgracias; cuando los tiempos son felices, tal valor se vuelve innecesario. La
paz en el mundo árabe requiere de usted grandes esfuerzos y soy el primero en
estar de acuerdo con usted que,
consumados los sucesos, tal como se le presenten en su país ahora mismo, no pueden
proporcionar una base adecuada para tal paz».
De Gaulle fue igualmente el primer jefe de estado occidental en condenar la
agresión israelí contra los árabes y la ocupación de territorios árabes. Más
aún, reforzó la condena con un embargo sobre el suministro de piezas de
repuesto Mirage a Israel, cuyos contratos se firmaron antes del ataque, casando
así la seriedad con la
determinación de su posición.
La retirada como base para el compromiso
De Gaulle apoyó la posición de Egipto y la determinación de este país de
considerar que la solución a la crisis en Oriente Medio no podía hacerse sino
sobre la base de una retirada total de Israel. Condenó la política
expansionista de Israel, expresando así una penetrante visión historica acerca
del conflicto árabo-israelí en el Oriente Medio, a
raíz del establecimiento en Palestina de un Estado Judío instalado tras la Segunda Guerra
Mundial, entre territorios árabes potencialmente hostiles. Aunque Francia había
aprobado la creación de un Estado para los judíos, en una tierra que las
grandes potencias les habían entregado con la esperanza de que viviesen en paz
con sus
vecinos árabes, De Gaulle declaró que después de la expedición de Suez en 1956,
Israel se había convertido en un Estado beligerante, que había decidido
expandirse, que estaba trabajando para duplicar su población a través de la
inmigración, y que había abandonado la idea de que la tierra obtenida no sería
suficiente a largo plazo y, como
consecuencia, se llevaría a cabo una ampliación y se aprovecharían todas las
oportunidades ofrecidas para lograr este objetivo.
De Gaulle presentaría entonces una nueva política francesa para que resolver el
conflicto árabe-israelí basada en:
« ... La evacuación de los territorios que fueron tomados por la fuerza, el final
de cualquier beligerancia y el reconocimiento mútuo de cada uno de los Estados
interesados. Posteriormente, mediante resoluciones de las Naciones Unidas, en
presencia y bajo la garantía de sus fuerzas, probablemente sería posible
detener el trazado de fronteras, asegurar las condiciones de vida y la
seguridad en ambos
lados, el destino de los refugiados, de las minorías y de los términos de libre
navegación para todo el mundo, notablemente en el Golfo de Aqaba y en el Canal
de Suez. Siguiendo a Francia, en esta tesitura, Jerusalén debería recibir un
estatus internacional ».
La decisión de De Gaulle de poner un embargo sobre el conjunto de armas y
repuestos a Israel en enero de 1969, tras la agresión de Israel con aviones de
fabricación francesa contra el aeropuerto de Beirut, que causaron destrucción
de instalaciones civiles , operación que indicaba una intención deliberada de
seguir un vía belicosa que
Francia no podía continuar refrendando con entregas de armas, fue un nuevo paso
en su afirmación de la necesidad de retirarse de los territorios árabes
ocupados.
«La posición de Francia, dirigida por el gran patriota Charles de Gaulle, que
es una de las figuras definitorias de nuestro tiempo, ha evolucionado de forma
significativa a favor de la justicia y de la paz, lo que se tradujo
concretamente en un embargo total de las exportaciones de armas a Israel».
Nadie ignora tampoco que la campaña que Israel y las organizaciones sionistas
lanzaron contra De Gaulle, campaña que llegó a solicitar un boicot judío
mundial contra Francia, acrecentó las simpatías del Egipto de Nasser hacia
Francia en una crisis que afectaba, en esa ocasión, al franco francés.
El general De Gaulle fue inspirador del cambio acaecido en la política francesa
con respecto a Egipto y, más generalmente, con respecto a los árabes. Fue el
factor decisivo en el cambio de imagen francesa en el Egipto nasserista. Fue un
mérito acreditado de De Gaulle el acontecer de este cambio radical, y las
palabras de Nasser tras la dimisión de
De Gaulle en 1969 son probablemente la mejor prueba de esta evolución:
«El general De Gaulle comprende nuestra causa y está decidido a oponerse a la
agresión, está decidido a ponerse en el lado de los principios, decidido a
obligar al agresor a retirarse de todos los territorios ocupados. Esto
representa para nosotros una conquista y estamos confiados en que la política
de Francia hacia los árabes
continuará en esta senda. Antiguamente, el pueblo francés hubo levantado sus
nobles principios y cuando, de hecho, De Gaulle adoptó esta posición, nosotros
lo recibimos como la puesta en obra, prácticamente, de los principios a los que
aspiró la
Revolución
Francesa ... ».