Hacia el autoabastecimiento, pero con empleo

Satisfecho con los resultados de su visita a China, Julio De
Vido
repasó la situación que derivó en la
renacionalización de YPF y
detalló cómo se percibe la decisión argentina en
el mundo: “Repsol
fracasó”.
“Quizás en seis o siete años estemos en valores
de producción que nos
puedan llevar al autoabastecimiento. Pero no el
autoabastecimiento de
los `90, donde sobraba la energía porque no
había trabajo. Con
desocupados y PBI que se reduce, no me interesa
el
autoabastecimiento.” En una extensa entrevista
concedida a Página/12
junto a medios colegas, realizada en el marco de
la gira por China
para conseguir inversores para la construcción
de las represas Néstor
Kirchner y Jorge Cepernic, el ministro de
Planificación, Julio De
Vido, tildó de fracasada y arcaica la estrategia
de Repsol de atacar
al Estado argentino luego de la expropiación.
Explicó el porqué del
aumento de la importación de gas desde Bolivia y
habló de las
represas, la cuarta central nuclear y las
telecomunicaciones en esta
nueva etapa.
La sede de la embajada argentina en Beijing,
donde los diplomáticos
organizaron una cena de bienvenida, es un
bastión argentino en la
megalópolis china. Es una casa de tipo colonial,
con un amplio jardín
al aire libre, al que balconea un corredor con
mesas y sillones. Allí
se dio la charla con De Vido, que duró alrededor
de una hora. Como
música de fondo, tango-fusión.
–¿Qué le comentaron los empresarios de países
como China o Brasil, que
tienen un fuerte grado de previsión en materia
energética, acerca de
la nacionalización de YPF?
–Hay en el sector curiosidad por ver cómo se
desarrolló el proceso. Ha
habido, sobre todo en los medios hegemónicos
argentinos, una
importante distorsión en cuanto a la difusión de
las noticias, pero
cuando uno les explica llanamente que la empresa
de bandera era la
primera en impedir que el Estado estuviera debidamente
abastecido,
rápidamente lo entienden. En el caso de Repsol,
se llegó a un punto
donde la empresa era prácticamente una máquina
de facturar. Por eso la
ley de recuperación de YPF hay que leerla en
términos del
autoabastecimiento del mercado interno y del
desarrollo de las
reservas. Si YPF es la empresa bastión en el
desarrollo, las demás van
a seguirla inevitablemente. Y las que no estén
dispuestas a ello
porque no les es negocio, venderán la empresa o
verán qué hacen.
–¿Qué evolución visualiza para la balanza
energética nacional?
–Con el crecimiento de la economía nacional y el
atraso que llevaba
Repsol en el desarrollo de nuestros recursos, de
nuestras reservas y
de la producción, evidentemente todo lo que
tiene por delante el
ingeniero Galuccio en YPF es un trabajo enorme,
inmenso. Pero eso
permitirá aliviar a la Argentina de los 10 mil
millones de dólares que
se importan para paliar el combustible que
Repsol no había producido,
igual que las otras empresas del sector. Por eso
es muy importante la
ley de la recuperación de YPF, que no habla
solamente de la
nacionalización y control de la compañía, sino
también del
autoabastecimiento del país, donde son
responsables no sólo YPF, sino
el resto de las empresas. Y también fue muy
buena la decisión de
interactuar entre los ministerios de Economía y
Planificación para
hacer un control en toda la estructura de los
niveles de exploración,
explotación y la comercialización, tener todo el
circuito cerrado.
Buscando que la verdadera vedette sea el
abastecimiento del mercado
argentino, y no ver cómo se matan entre ellos
para ver quién vende más
caro y quién tiende más al export-parity
(paridad de exportación,
llevar los valores locales al nivel de precio
internacional, N. del
E.). La producción de YPF ahora crece con coste
argentino, no con el
precio del producto potencialmente exportable,
sino al costo real de
lo que sale producir gas y petróleo en el país.
Por la experiencia que
tuvimos cuando el combustible valió lo mismo en
Argentina que lo que
costaba en el mercado internacional –una
política claramente
antiindustrial y francamente exclusiva de
grandes sectores de la
sociedad–, ya sabemos cómo empieza, cómo se
transita y cómo termina la
película.
–¿Cuáles son las perspectivas en materia de
importación de gas?
–Vimos días atrás que una tapa de un diario
decía que había crecido la
importación de gas. Es cierto, creció la
importación de gas de Bolivia
por los convenios que originalmente firmaron
Néstor Kirchner y Evo
Morales. Ese gas suplanta a los barcos de gasoil
a un precio muchísimo
más bajo, una diferencia del 50 por ciento
aproximadamente. Dicen que
fracasa la política del Gobierno porque crece la
importación de gas.
Pero crece porque sustituye la importación de
gasoil, que es más caro
y mucho más contaminante. Cuando asumimos
importábamos cero metro
cúbico de gas de Bolivia, luego de haber
importado hasta 4 millones
hasta el año `94. Claro, cuando vino la política
antiindustrial, gas
no necesitábamos. Es más: exportábamos a Chile
porque en Argentina no
se consumía. El acuerdo que firmaron Kirchner y
Evo Morales hace que
podamos importar 27 millones de metros cúbicos
de gas de Bolivia.
Ahora estamos en 14 millones. Eso va a la
industria. En su casa la
gente consume poco más que en 2003, pudo haber
crecido entre un 10 y
un 20 por ciento el consumo energético de las
familias. Pero en la
industria creció entre un 40 y un 50 por ciento.
En 2011 el consumo
fue record y también lo fue la reducción en los
cortes a la industria,
ya que prácticamente no hubo cortes. Argentina
importó el gas y lo
puso al servicio de sus industriales. El proceso
de importación de gas
y gasoil generó un desfasaje de la balanza
comercial que la Presidenta
utilizó como uno de los fundamentos de la ley de
autoabastecimiento de
hidrocarburos. Si la Argentina va bien, ese
gas de Bolivia, los 27
millones de metros cúbicos, lo vamos a necesitar
ávidamente, más allá
de lo que pueda descubrir YPF en Vaca Muerta. A
algunos les molesta
porque quieren volver al sistema antiindustrial.
El gas de Bolivia
suplanta volúmenes de gas líquido, que son más
caros y contaminantes.
–¿En cuánto tiempo puede lograrse el
autoabastecimiento?
–La idea es autoabastecernos, llevar la
importación a cero. Ojalá
podamos bajar la importación a un ritmo del 10
por ciento por año. A
lo mejor un año hay un gran descubrimiento, se
generan desarrollos y
lo podamos reducir un 20 por ciento. Quizá en
seis o siete años
estemos en valores de producción que nos puedan
llevar al
autoabastecimiento. Pero no el autoabastecimiento
de los `90, donde
sobraba la energía porque no había trabajo. Con
23 por ciento de
desocupados y PBI que se reduce, no me interesa
el autoabastecimiento.
Yo quiero autoabastecimiento con crecimiento del
10 por ciento del PBI
anual.
–¿La prioridad es el autoabastecimiento o tener
balanza energética
equilibrada, que se podría lograr con mayores
exportaciones?
–Es el autoabastecimiento, si tenemos
autoabastecimiento y te sobra
gas, no hay que exportarlo, se puede hacer una
planta de fertilizantes
y transformar ese combustible en urea, por
ejemplo.
–La carrera de Repsol parece haberse cortado en
poco tiempo. Grandes
petroleras a nivel mundial se mostraron
interesadas en invertir en el
país y no le prestaron demasiada atención a los
españoles.
–Eso habla a las claras de que el intento de
Repsol de bloquear el
avance de acuerdos de YPF con el mundo del
petróleo fracasó. Está
claro que los países soberanos hacen siempre lo
que les conviene, y
las empresas de esos países, igual. Cuando un
país recupera soberanía,
marca las pautas, y las empresas cumplen y
también son rentables. Y
cuando no tienen la rentabilidad que esperaban
tener, se van. En
Argentina las empresas están trabajando muy
bien, con record de
producción, exportación y también de importación
de productos.
Evidentemente fracasó Repsol, porque la lógica
que pretendió llevar
adelante, acompañado por cierta parte del
gobierno español, de querer
bloquear o hacer fracasar a la Argentina en su política
de
recuperación del mercado de combustibles, fue
muy arcaica. Ya no
funciona en el mundo actual, sobre todo cuando
hay países con
gobiernos que están decididos a ejercer la
soberanía en forma plena.