
En los últimos años, el fenómeno del acaparamiento mundial de
tierras ha despertado una gran atención, entre
otras cosas por el
enorme auge de las operaciones comerciales y
especulativas sobre
tierras y la consiguiente desposesión de
comunidades rurales. Estas
operaciones se ven impulsadas sobre todo, aunque
no exclusivamente,
por la producción y la exportación a gran escala
de alimentos y
agrocombustibles. Ahora, comienzan a sonar las
alarmas sobre otro
fenómeno paralelo, el del acaparamiento mundial
de aguas, por el que
este recurso se estaría convirtiendo en otra
gran mercancía, en un
oro azul ansiado por Estados e inversores de
todo el mundo.
El agua se ha convertido en un nuevo objeto de
apropiación y
representa un factor fundamental en numerosos
ámbitos, como el medio
ambiente, la energía, los alimentos y el
desarrollo. En esta guía
básica, se tratan doce preguntas claves sobre el
creciente fenómeno
del acaparamiento de aguas.
1. ¿Qué es el acaparamiento de aguas?
El término acaparamiento de aguas –o apropiación
de aguas– alude a
aquellas situaciones en que actores poderosos
asumen el control de
valiosos recursos y cuencas de agua para su
propio beneficio, privando
de ellos a las comunidades locales cuyo sustento
depende de estos
recursos y ecosistemas.(1) La capacidad de
hacerse con el control de
los recursos está vinculada con procesos de
privatización,
mercantilización y apropiación de bienes
comunes. Estos procesos
convierten el agua de un recurso abierto y al
alcance de todos y todas
a un bien privado cuyo acceso debe negociarse y
suele basarse en la
capacidad de pago.
El acaparamiento de aguas se manifiesta en
formas muy diversas, desde
su extracción para grandes monocultivos de
producción industrial de
alimentos y combustibles a la construcción de
represas fluviales para
energía hidroeléctrica, pasando por la
apropiación corporativa de
recursos de agua públicos. El fenómeno también
forma parte inherente
de un modelo de desarrollo que se ve reforzado
por el comercio de
agua virtual.
El acaparamiento de aguas no es un fenómeno
nuevo y comparte muchos
rasgos con otros acaparamientos de recursos y
con lo que suele
conocerse como el cercamiento del patrimonio
común o de bienes
comunales.(2) La nueva dimensión del
acaparamiento de aguas
contemporáneo es que los mecanismos para
apropiarse de los recursos
hídricos y convertirlos en bienes privados están
mucho más avanzados y
cada vez más globalizados, y sujetos a leyes
internacionales sobre
inversiones extranjeras y comercio exterior.
Por ese motivo, existe una preocupación muy real
de que la nueva
generación de Mulhollands –el superintendente de
Los Ángeles que
hizo tristemente famoso el acaparamiento de
aguas a principios del
siglo XX– se beneficie de este escenario en
detrimento de las
comunidades y los ecosistemas locales, y a una
escala sin precedentes
(véase el cuadro 1). En el contexto de la crisis
mundial de agua, en
que 700 millones de personas de 43 países viven
por debajo del umbral
de estrés de agua, 1.700 metros cúbicos
por persona, es urgente y
necesario poner fin a los procesos que persiguen
su acaparamiento.(3)
Cuadro 1. ¿Un nuevo Mulholland?
Hace cien años, William Mulholland,
superintendente del Departamento
de Agua de Los Ángeles, resolvió el problema de
la escasez de agua de
la ciudad mediante un método innovador y
brutalmente eficiente: la
apropiación de los recursos hídricos. Mediante
la imposición de la
transferencia del agua utilizada por los
agricultores del valle de
Owens, a más de 300 km, permitió que Los
Ángeles tuviera una de las
tasas de crecimiento más elevadas de Estados
Unidos.
Los tiempos han cambiado. Actualmente, los
californianos resuelven las
disputas relacionadas con el agua en los
tribunales. Pero en los
países en desarrollo, la competencia por el agua
se está
intensificando a una velocidad alarmante,
produciendo intensos
conflictos, a veces violentos. El peligro es que
el modelo de
Mulholland reaparecerá con otra apariencia y el
poder dictará los
resultados sin ninguna preocupación por la
pobreza y el desarrollo
humano.”.
Fuente: PNUD (2006) Resumen del Informe sobre
desarrollo humano 2006 –
Más allá de la escasez: Poder, pobreza y la crisis
mundial del agua
2. ¿Qué factores clave impulsan el acaparamiento
de aguas?
El acaparamiento de aguas es una de las
expresiones de un modelo de
desarrollo económico en que la acumulación de
capital está vinculada
con el creciente control de recursos naturales
abundantes y baratos,
entre los que estarían los alimentos, el agua y
la energía. El
estallido de la crisis financiera mundial en
2008, acompañado de una
extraordinaria subida de los precios de las
materias primas y una
creciente especulación financiera con los
alimentos, ha provocado una
nueva oleada de acaparamientos de tierras, aguas
y recursos, mediante
los que gobiernos e inversores buscan garantías
que no pueden
proporcionar unos mercados cada vez más
volátiles e inestables. (4) En
efecto, la interrelación entre seguridad
hídrica, energética y
alimentaria es muy relevante y merece la pena
analizarla con mayor
detalle.
El incremento gradual de los precios del
petróleo y la creciente
preocupación de que se haya alcanzado ya el pico
del petróleo han
disparado señales de alarma sobre la alta
dependencia de los
combustibles fósiles que caracteriza a las
economías modernas. La
búsqueda de alternativas a las fuentes de
energía no renovables se ha
centrado en gran medida en los agrocombustibles:
cultivos como la
palma aceitera, la jatrofa, la caña de azúcar y
la soja, que se
producen como fuente de combustible líquido para
el sector del
transporte y varios usos industriales. En Asia,
África y América
Latina se ha producido un verdadera explosión en
la producción de
agrocombustibles, que se ha visto aún más
intensificada por decisiones
gubernamentales como la Directiva sobre energías
renovables de la
Unión Europea (UE) y un gran número de subsidios y préstamos
preferenciales.(5)
Sin embargo, la idea de que los agrocombustibles
representan una
fuente de energía limpia y eficiente se ha
demostrado claramente
errónea, entre otras cosas por la enorme
cantidad de agua que se
necesita en el ciclo de producción: desde el
riego de los cultivos al
lavado de la cosecha, pasando por la
refrigeración de las calderas
durante el procesado. Por ejemplo, en el caso
del cultivo de caña de
azúcar para producir etanol, se necesitan 7.000 litros de agua
para
obtener 12 kilogramos de
azúcar, necesarios para conseguir un litro de
etanol.(6) En ocasiones, la alta intensidad
hídrica que supone
producir agrocombustibles no se tiene en cuenta,
lo cual entraña
consecuencias catastróficas para otros usuarios
de agua (véase el
cuadro 2).
Del mismo modo que el incremento de los cultivos
para combustibles
refleja la búsqueda por parte de Estados e
inversores de suministros
estables y baratos de energía en circunstancias
de competencia y
crisis económica, la apropiación de recursos de
agua para cultivar
alimentos se basa en una lógica parecida. Como
los precios de los
alimentos se han disparado en los últimos años,
un creciente número de
países y de grandes corporaciones
agroindustriales están intentando
reducir su dependencia de los mercados
internacionales involucrándose
directamente en la producción agrícola. Este
factor, por ejemplo, es
de gran relevancia en los proyectos de muchos
Estados del Golfo, ya
que sus propios recursos de agua están al límite
y el coste de la
importación de alimentos no cesa de aumentar (se
calcula que dicho
coste representa hasta un tercio de la inflación
experimentada en la
región).(7) Así pues, apropiarse de tierras y
aguas para producir
alimentos en otros países es visto como una
estrategia de
estabilización económica y como un medio para
protegerse contra la
inflación a largo plazo. Lo mismo puede decirse
de las corporaciones
agroindustriales, que han dado un giro hacia una
mayor integración
vertical con el objetivo de garantizar sus
márgenes de beneficio y
ejercer más control en toda la cadena de valor.
Cuadro 2. Primero los combustibles y después los
campesinos: el caso
de ProCana en Mozambique
En 2007, la compañía londinense Central African
Mining and Exploration
Company (CAMEC) y el gobierno de Mozambique
establecieron un acuerdo
para desarrollar un proyecto de producción de
etanol a partir de caña
de azúcar en una superficie de 30.000 hectáreas.
Como el proyecto –
llamado ProCana– necesitaba 407 millones de
metros cúbicos de agua al
año para las plantaciones de azúcar, CAMEC
obtuvo una licencia del
gobierno mozambiqueño que le permitía extraer
grandes reservas de agua
de la represa de Massingir.
Sin embargo, un estudio independiente demostró
que esas reservas solo
bastaban para cubrir el 60 por ciento del
volumen necesario y que, por
encima de ese nivel, la seguridad hídrica de los
agricultores y
pastores de subsistencia que dependía del caudal
por debajo de la
represa se vería gravemente comprometida.
Actualmente, después de que
la compañía CAMEC se retirara del proyecto, este
está suspendido, pero
el gobierno mozambiqueño está buscando otros
inversores para retomar
la iniciativa.
Fuente: Borras, Fig y Monsalve (2011) The
Politics of Agrofuels and
Mega-land and Water deals: Insights from the
ProCana case, Mozambique:
http://www.tni.org/paper/politics-agrofuels-and-mega-land-and-water-deals
Mientras tanto, se está dando también el
creciente fenómeno de los
cultivos comodín (flex crops), es decir, cultivos
que tienen
distintos usos (alimentos, forraje, combustible,
material industrial)
y que se pueden intercambiar de forma fácil y
flexible en función de
varios factores, como el cambio de las señales
de precios en los
mercados globales.(8) Entre estos cultivos, se
encontrarían algunos de
los que requieren una mayor intensidad de agua
y/o generan una mayor
destrucción de cuencas y bosques autóctonos: la
soja (forraje,
alimentos, biodiésel), la caña de azúcar
(alimentos, etanol), la palma
aceitera (alimentos, biodiésel, usos
comerciales/industriales) y el
maíz (alimentos, forraje, etanol). El sector de
los cultivos comodín,
por ejemplo, es uno de los que está
experimentando un crecimiento más
acelerado en América Latina hoy en día.(9)
Además de los cultivos comodín, puede que
estemos presenciando también
una creciente tendencia hacia los árboles
comodín, es decir,
monocultivos de árboles que se pueden destinar a
varios fines, como
madera para construcción y muebles, madera para
virutas y tacos de
madera, y actividades de (re)forestación para la
captura de carbono y
otros llamados servicios ambientales. Si bien el
impacto de las
plantaciones de árboles sobre los ecosistemas y
los usuarios locales
desde el punto de vista de la (re)asignación de
agua es complejo y
viene determinado por muchos factores, cada vez
hay más pruebas de que
las repercusiones en los ecosistemas y las
comunidades locales pueden
ser extremadamente negativas.(10) A pesar de los
riesgos, los datos
oficiales muestran que la superficie global
destinada a las
plantaciones de árboles está creciendo a un
ritmo medio de
aproximadamente el 2 por ciento anual; los
índices más altos se
concentran, concretamente, en América Central y
del Sur, el Caribe y
Asia.(11)
Los factores que impulsan el acaparamiento de
aguas ponen de
manifiesto cómo la acumulación de capital por
parte de las
corporaciones está estrechamente relacionado con
el control de
recursos naturales como el agua. Es en este
contexto en el que cabe
cuestionar la tendencia a convertir todos los
debates en torno al
agua, los alimentos y la energía en temas de
seguridad: seguridad
hídrica, seguridad alimentaria, etcétera. Con
esto, se corre el
peligro de conferir un grado de legitimad a la
apropiación privada de
los recursos de agua.
Entender que el acaparamiento de aguas tiene
menos que ver con una
verdadera preocupación por la disponibilidad de
reservas de agua,
alimentos y energía (lo cual comportaría una
cierta consideración por
su conservación y uso sostenible) y mucho más
con garantizar la
rentabilidad de ciertas economías y compañías
que venden a los
mercados globales y se abastecen de ellos
constituye el primer paso
para rechazar esta lógica. En efecto, el peligro
del acaparamiento de
aguas está en la capacidad de ciertos actores
para usar su poder con
el fin de explotar las preocupaciones, tanto
reales como supuestas, en
torno a la escasez de agua.
3. ¿Quiénes son los acaparadores de aguas
En el acaparamiento mundial de aguas participa
una gran diversidad de
actores, tanto recién llegados como más
tradicionales. Entre ellos
estarían fondos de inversión especializados en
agua, transnacionales
del agua y toda una serie de actores cuyas
actividades dependen del
comercio de agua virtual.
Una de las novedades más sorprendentes de los
últimos años es la
creación de fondos privados en que el agua es un
componente importante
de la cartera de inversiones. En 2008, Rabo Farm
Europe Fund, un fondo
de capital privado perteneciente al banco
holandés Rabobank, y el
banco suizo Bank Sarasin crearon el Fondo
AgriSar. Entre sus
principales objetivos está la inversión en
recursos hídricos,
señalando que “la monetización del agua está
apenas comenzando, en un
momento en que un recurso antes gratuito gana
valor de escasez, y
vemos oportunidades para las compañías que
puedan asegurar y gestionar
su suministro”.(12) Está claro, por tanto, que
para los fondos de
capital privado como AgriSar, la crisis mundial
de agua representa
una oportunidad de negocio muy lucrativa.
En la industria global del agua se puede
observar una tendencia
parecida. Las corporaciones privadas, en efecto,
se dedicaron durante
gran parte de la última década a intentar tomar
el control de
servicios de agua que antes eran públicos en
países como Perú,
Bangladesh y Sudáfrica. En esta industria global
del agua, hay también
grandes monopolios; de hecho, dos corporaciones
francesas, Vivendi y
Suez, dominan en torno al 70 por ciento del
mercado de los servicios
de agua de todo el mundo.(13)
La imposición de un modelo de servicio de agua
que persigue el lucro,
que se basa en la capacidad de pago y que se
orienta hacia un mayor
nivel de consumo de agua no augura nada bueno
para las necesidades de
los sectores pobres ni para la conservación de
este recurso. Sin
embargo, este modelo se ha topado también con
importantes
resistencias, y muchas comunidades han luchado y
han conseguido poner
fin a los intentos de privatización.(14) De
hecho, son cada vez más
las ciudades que están remunicipalizando el
agua, es decir,
recuperando su gestión local y pública.(15)
Cuadro 3. Principios campesinos frente a
beneficios de la agroindustria
En el valle bajo del río Piura, al norte de
Perú, la comunidad
campesina de San Juan Bautista de Catacaos había
conseguido establecer
un modelo de producción agrícola cooperativo,
diverso y bajo en
insumos externos. Dadas las condiciones
semiáridas de la región, el
manejo cuidadoso del agua, respetando los
límites ecológicos, era de
vital importancia para la supervivencia de la
comunidad. Este
imperativo de gestión sostenible del agua fue
sencillamente ignorado
por una empresa de la agroindustria que se
instaló en 1.500
hectáreas
de la región.
Para producir pimientos, pimentón, bananas
orgánicas, azúcar orgánico,
arroz, cebollas y uvas que necesitaban un gran volumen
de agua, la
empresa construyó una gran planta de bombeo en
un punto estratégico
del río Piura, además de canales y estanques
artificiales cercados por
alambradas y patrullados por guardias armados.
Cada hectárea regada
por la agroindustria supone la pérdida de tres
hectáreas de tierras
productivas para la comunidad de Catacaos, en su
día floreciente y
ahora enfrentando grandes dificultades.
Fuente: Van der Ploeg, J. D. (2008) The New Peasantries: Struggles for
Autonomy and Sustainability in an Era of Empire
and Globalization.
Londres y Sterling,
Earthscan
Mientras tanto, la compañías de la agroindustria
están dando un giro
hacia una mayor integración vertical y cada vez
ejercen más control
sobre los recursos de agua. Este control suele
utilizarse para
incrementar una agricultura que necesita grandes
cantidades de agua y
que compite con modelos agrícolas más
sostenibles y localmente
adaptados, y en ocasiones los desplaza por
completo (véase el cuadro
3).
Teniendo en cuenta los recursos hídricos que se
necesitan para la
agricultura, podría decirse que el comercio
agrícola global es, a un
nivel muy básico, “una gigantesca transferencia
de agua, en forma de
commodities, desde regiones donde se la
encuentra en forma abundante y
a bajo costo, hacia otras donde escasea [y] es
cara”.(16)
Este comercio de agua virtual, que no solo se da
en el caso de la
agricultura, sino que afecta también al agua
usada para producir todo
tipo de bienes y servicios y comerciar con
ellos, abre el debate sobre
quiénes son los acaparadores de agua. En
concreto, exige que se
comprendan los complejos vínculos entre
satisfacer la demanda de agua
en una región y propiciar la escasez de agua en
otra. Un ejemplo de
ello sería la política comercial Todo menos
armas de la UE,
que se
ha demostrado que está fomentando la expansión
de grandes plantaciones
de caña de azúcar, muy exigentes en agua, en
Camboya para su posterior
exportación a Europa.(17)
4. ¿Qué relación existe entre el acaparamiento
de aguas y el de tierras?
Las causas del acaparamiento de aguas son
parecidas a las del
acaparamiento de tierras, el fenómeno por el que
inversores
adquieren o arriendan grandes extensiones de
terrenos, con impactos
socio-económicos y medioambientales negativos.
El control de la tierra
por parte de un determinado inversor suele ir
acompañado del
correspondiente control sobre los recursos de
agua de dicha tierra. De
hecho, el acceso al agua podría ser incluso el
elemento más valioso
del acuerdo.
Más aún si se tiene en cuenta que los gobiernos anfitriones
intentan
atraer a los inversores ofreciéndoles
concesiones con respecto al uso
del agua. En Malí y en Sudán, por ejemplo, se ha
otorgado a los
inversores un acceso ilimitado al agua, de forma
que puedan usar toda
la que necesiten.(18) Algunos inversores
internacionales acuerdan
construir infraestructuras de agua a cambio de
la adquisición o el
arrendamiento de tierras. El gobierno libio, por
ejemplo, construyó un
canal de riego a cambio de 100.000 hectáreas
de tierras en Malí.(19)
Adquirir tierras para poder acceder a recursos
de agua y controlarlos
es algo de especial importancia para los países
que se enfrentan a la
escasez de estos. Se prevé que las fuentes
renovables de agua en los
Estados del Golfo se agoten en las próximas tres
décadas.(20) Las
implicaciones de esta escasez de agua son muy
profundas. Arabia Saudí,
antes exportador neto de trigo, prevé poner fin
a la producción
nacional de este grano en 2016 debido al
agotamiento progresivo de las
reservas de agua dulce en el país.(21) El país
busca ahora compensar
esta pérdida en la producción de alimentos
nacional mediante la
adquisición de tierras agrícolas en el
extranjero, transfiriendo así
gran parte de la presión sobre los recursos de
agua que genera la
producción agrícola a otros países. Esta es una
estrategia que
seguirán muy probablemente otros países con
escasos recursos hídricos,
que intentarán así asegurarse el acceso a
reservas de agua y resolver
este problema interno adquiriendo tierras en el
exterior.
El acaparamiento de tierras y el de aguas
también se relacionan entre
sí en la medida en que ambos conllevan un modelo
de uso del agua
caracterizado por la explotación, la exclusión y
la especulación. El
acaparamiento de tierras y aguas se ve impulsado
por la producción de
cultivos alimentarios y de otro tipo en grandes
plantaciones de
monocultivo. Estos monocultivos, que se basan en
la aplicación de
prácticas productivas industriales, orientan la
agricultura hacia la
maximización de los beneficios; el agua es vista
simplemente como una
materia prima que posteriormente se convertirá
en mercancías de mayor
valor. El hecho de que las grandes plantaciones
de monocultivo
necesiten enormes cantidades de agua y utilicen
hasta diez veces más
que los sistemas agrícolas biodiversos deja de
ser un problema,
siempre que se puedan superar externamente una
serie de restricciones
biofísicas, incluso aunque eso suponga recurrir
al acaparamiento de
tierras y aguas.
Cada vez se cuestiona más la falsa idea de que
los monocultivos son la
forma más eficiente (y por tanto, también la
mejor para conservar
recursos) de organizar la producción agrícola.
Por ejemplo, mientras
que la producción de caña de azúcar sigue
expandiéndose a gran
velocidad en Brasil, esta ha ido acompañada en
los últimos años de un
descenso en la productividad, lo cual apunta a
que el incremento en
los niveles de producción se debe a la expansión
de la superficie
ocupada por monocultivos.(22) Así pues, la
rentabilidad de la
producción de caña de azúcar en Brasil depende
de que se siga
avanzando aún más en los procesos de
acaparamiento de tierras y aguas.
5. ¿Qué impactos tiene el acaparamiento de aguas
sobre los medios de
vida, la seguridad alimentaria y los entornos
acuáticos locales?
La reclamación de los recursos locales de agua
por parte de los
inversores externos suele justificarse en nombre
del desarrollo. La
idea es que garantizar unas reservas suficientes
de agua para el buen
funcionamiento de los proyectos comerciales
ayudará a generar empleo,
impulsar la productividad agrícola, contribuir a
la creación de nuevas
infraestructuras y abrir nuevas entradas de
ingreso para el gobierno.
Si estos proyectos se gestionaran de manera
sostenible e incluyeran
procesos de consulta adecuados con las
comunidades afectadas, puede
que algunos de estos beneficios, en efecto, se
materializaran. En
muchos casos, sin embargo, estas promesas de
desarrollo se contradicen
con la realidad sobre el terreno.
En lo que se refiere a los medios de vida, uno
de los principales
problemas está en la incapacidad o en la
renuencia de inversores y
gobiernos a documentar y registrar cómo se usan
las aguas o las
tierras antes de que estas sean arrendadas o
transferidas. Por lo
general, los recursos de tierras y aguas que
forman parte de los
acuerdos comerciales suelen describirse como inutilizados,
con lo
que su traspaso a manos de los inversores no
supone problema alguno.
Esto, no obstante, supone obviar el valor de las
tierras y aguas para
la vida de las comunidades rurales, que dependen
de estos recursos no
solo para mantener sus medios de vida, sino
también para asegurar su
identidad social y cultural. Los acuerdos
comerciales de inversión que
solo valoran las tierras y aguas desde el punto
de vista económico
suelen pasar por alto estas dimensiones. Las comunidades
rurales, que
por lo común practican una agricultura de
pequeña escala, no pueden
competir por la atención del gobierno cuando hay
otros actores que
están ofreciendo una gran inversión de capital.
En consecuencia, las
comunidades quedan marginadas y se privilegian
las grandes iniciativas
comerciales (véase el cuadro 4).
Cuadro 4: El arroz saudí por encima de las
necesidades locales en Etiopía
En la región etíope de Gambela, el gobierno está
obligando a varias
comunidades locales a renunciar a sus tierras
ancestrales para dar
paso a una plantación de arroz de 10.000 hectáreas
gestionada el
propio gobierno etíope y la compañía Saudi Star
Agricultural
Development Plc. La plantación de arroz está
situada en las márgenes
del río Alwero, que es también una fuente clave
de agua para las
comunidades rurales de la zona que practican la
pesca, el pastoreo y
la agricultura itinerante. Los derechos al agua
de estas comunidades,
vistas como marginales e improductivas desde el
punto de vista
económico por parte del gobierno etíope, se
están viendo desplazados
por las necesidades de agua de la empresa Saudi
Star, a la que el
gobierno de Etiopía no ha impuesto ningún límite
sobre el uso de agua,
ningún control de protección ambiental ni ningún
mecanismo para
supervisar los efectos del incremento de consumo
corporativo de agua
para el resto de usuarios. Ahora se ha convocado
una licitación para
construir una serie de canales de cemento de 30 kilómetros para
transportar agua desde el río Alwero hasta la
plantación de arroz y
también se está planificando una nueva represa
en ese mismo río para
que la compañía Saudi Star pueda disponer de un
mayor volumen de agua.
Fuente:
Horne, F. y F. Mousseau (2011) Understanding Land Investment
Deals in Africa – Country Report: Ethiopia. Oakland, Oakland Institute
La mala gestión de los recursos hídricos por
parte de compañías
privadas puede también acabar teniendo
repercusiones catastróficas que
van mucho más allá de las actividades físicas
inmediatas de dichas
compañías. Cuando la gestión del agua no
funciona como debería y las
fuentes se contaminan, puede verse afectado todo
el caudal del sistema
fluvial. Las filtraciones de residuos tóxicos
que se producen en las
plantaciones de palma aceitera en Indonesia, por
ejemplo, además de
provocar que las aguas de los ríos no sean
potables, están matando a
los peces y a otras formas de vida acuática.(23)
Las plantaciones
afectan también de forma muy importante a los
patrones de drenaje
naturales, lo cual conduce al agotamiento del
agua en los ríos
cercanos y a un incremento de las inundaciones
durante la estación de
lluvias.(24) Las plantaciones de caña de azúcar
en Brasil, por
ejemplo, situadas junto a ríos y lagos, han
causado la pérdida de
hábitats y especies debido a la deforestación y
al uso de lodos
tóxicos (un producto derivado del procesamiento
de etanol) como
fertilizantes, lo cual ha contaminado ríos y
aguas subterráneas.(25)
6. ¿Quién se beneficia de las inversiones en
infraestructuras de agua?
El acaparamiento de aguas no se limita a la
extracción directa de agua
para producir alimentos, combustibles y cultivos
comodín, sino que
conlleva también varios tipos de
infraestructuras como represas,
embalses, centrales hidroeléctricas, canales y
sistemas de riego que
desvían y agotan las fuentes de agua, y que
pueden llegar a afectar a
cuencas fluviales enteras (véase el cuadro 5).
Los gobiernos suelen
ver estos proyectos que requieren grandes
inversiones de capital como
algo imprescindible para potenciar el desarrollo
económico.
Sin embargo, el quid de la cuestión es:
¿desarrollo económico para
quién? El gobierno brasileño, por ejemplo, está
realizando grandes
inversiones en la construcción de centrales
hidroeléctricas arguyendo
que la hidroeléctrica es una fuente de energía
renovable, muy
eficiente y, una vez finalizadas las obras de
construcción de la
infraestructura, barata. Sin embargo, este
proceso ha ido también
acompañado de la privatización del suministro
energético, que ha
puesto la energía hidroeléctrica al servicio de
grandes compañías
transnacionales –como grandes conglomerados
mineros, metalúrgicos y de
supermercados–, que reciben la energía a una
tarifa hasta diez veces
más baja que la pagada por la población
general.(26) En consecuencia,
los brasileños de a pie han experimentado un
incremento en las tarifas
de más del 400 por ciento en los últimos diez
años, aunque el 80 por
ciento de la energía en Brasil provenga de
centrales
hidroeléctricas.(27)
Mientras que las hidroeléctricas han generado
una polémica notable,
las inversiones en sistemas de riego se ven en
ocasiones bajo una luz
más favorable, ya que estos sistemas son
críticos para producir
alimentos y, por lo tanto, pueden ayudar,
potencialmente, a mejorar la
seguridad alimentaria. Por este motivo, muchos
países han acogido con
satisfacción la llegada de inversiones
extrajeras en sistemas de riego
para modernizar la agricultura y aumentar el
rendimiento de los
cultivos. Sin embargo, aunque es cierto que el
rendimiento de los
cultivos en tierras de regadío es, como promedio,
de dos a tres veces
más alto que los situados en tierras de secano,
esto no se traduce
automáticamente en una mayor seguridad
alimentaria. El riego rara vez
se introduce de forma aislada, sino que suele
formar parte de un
paquete de tecnología que incluye fertilizantes,
pesticidas y, a
veces, pasar a la mecanización. Aunque este paquete
de tecnología
puede estar inicialmente subsidiado por
gobiernos u otras entidades,
permitiendo así a todos los campesinos
participar en el cambio
tecnológico, con el tiempo esos subsidios se
suelen eliminar, dejando
a los campesinos cargar con el incremento en el
coste de los insumos.
Esto puede abocar a la ruina a los hogares con
menos recursos. Si se
examina con detenimiento cómo se distribuyen los
beneficios de los
planes de sistemas de riego y cómo estos
reestructuran las relaciones
sociales basadas en la tierra, se llega a una
visión menos optimista
de las ventajas de las inversiones extranjeras
en las infraestructuras
de agua.
Cuadro 5. Las represas ahogan los medios de vida
en el río Mekong
La cuenca del río Mekong es muy extensa; se
calcula que sirve de apoyo
a hasta 100 millones de personas a lo largo de
sus 5.000
kilómetros de
recorrido fluvial, que atraviesa China, Myanmar,
la RPD Lao,
Tailandia, Camboya y Vietnam. Las comunidades
pescadoras, en
particular, dependen en gran medida del río
Mekong.
Sin embargo, el acaparamiento de aguas para
construir represas
hidroeléctricas está impidiendo que los peces
migratorios lleguen a
sus zonas de desove y están reteniendo los
sedimentos ricos en
nutrientes que mantienen los ecosistemas
acuáticos y la pesca en el
interior.
Con un total de 50 represas en toda su cuenca,
se calcula que solo
permanece intacta el 46 por ciento de la
conectividad original del
ecosistema del Mekong. Teniendo en cuenta que se
están estudiando aún
más proyectos de infraestructuras, la batalla
por el río Mekong –como
fuente de pesca o como fuente de energía– se
intensificará, sin duda,
en los próximos años.
Fuente:
Schertow, J. (2008) Sacrificing the Mekong River Basin in the
Name of Electricity:
http://towardfreedom.com/home/content/view/1479/1/
7. ¿Cuál es la relación entre el acaparamiento de aguas
y la
privatización de recursos hídricos?
La privatización y mercantilización de los
recursos de agua son
mecanismos clave a través de los que se hace
efectivo el acaparamiento
de tierras. La privatización de los recursos
hídricos no es un
fenómeno nuevo, pero la nueva oleada de
acaparamiento de aguas le ha
dado a este recurso una mayor prominencia como
bien comercial.
La privatización y el comercio de los derechos
sobre el agua que esta
facilita puede llevar a que se expropien o se
vendan al mejor postor
los derechos de las comunidades locales. Este es
un peligro
especialmente real cuando los derechos sobre el
agua de las
comunidades indígenas no están registrados, es
decir, cuando están
sujetos a formas tradicionales y colectivas de
gestión y no a un
control estatal formalizado. Por ejemplo, la Ley del agua de
Mozambique prioriza, en teoría, el uso del agua
por parte de los
hogares rurales para las necesidades domésticas,
el ganado y el riego
de pequeñas parcelas de cultivo.(28) Sin
embargo, al mismo tiempo, no
exige que este uso común esté registrado, por lo
que se hace
invisible ante los planes del gobierno y muy
vulnerable a la
competencia de otros usuarios.
La asignación de derechos privados sobre el agua
a inversores es, por
el contrario, altamente visible. Como tal, la
privatización del agua
puede ser una forma de traspasar poder de las
comunidades locales a
inversores privados, y un primer paso hacia la
erosión de modelos
tradicionales y colectivos de manejo del agua.
Destruir la organización social de los recursos
hídricos y sustituirla
por una forma privada e individualizada de
gestión basada en el
mercado es uno de los principales objetivos de
la política neoliberal
en materia de agua. Esta política se suele
presentar como una mejora
progresista, ya que otorga el agua a sus
usuarios más eficientes y
productivos, y ayuda a garantizar derechos sobre
este recurso. El
problema de esta idea es que ignora por completo
las grandes
desigualdades de poder entre los diversos
actores del mercado del
agua. Los supuestos de la política neoliberal en
materia de agua solo
se sostienen cuando todos los actores implicados
son libres y tienen
una posición de igualdad en el mercado. Por
supuesto, esto es una
falacia. Por este motivo, es necesario oponerse
categóricamente a los
nuevos cercamientos de los recursos de agua, que
posibilitan la
privatización de esta.
8. ¿Cómo se abordan actualmente las demandas de
acceso al agua y de uso de esta?
Uno de los principales problemas que plantea el
acaparamiento de aguas
es cómo se deberían mediar las demandas
encontradas sobre el acceso al
agua y el uso de esta. Se trata de una cuestión
jurídica, política y,
en última instancia, moral. Desde una
perspectiva jurídica, existe un
complejo conjunto de leyes nacionales e
internacionales que regulan la
asignación de aguas. Uno de los problemas de la
actual oleada de
acaparamientos es que los inversores están
apuntando a países donde no
existe una legislación nacional sobre los
derechos de agua, o bien
donde dicha legislación está poco definida o mal
aplicada. Sin la
debida regulación y aplicación, se corre el
peligro de que sea el
poder el que determine los resultados. Teniendo
en cuenta que el poder
de negociación de las comunidades locales es
casi siempre menor que el
de los inversores extranjeros –quienes a veces
gozan también del favor
del gobierno–, son estas comunidades las que
tienen más que perder
(véase el cuadro 6).
Cuadro 6. Flower power: el caso de la región
etíope de Oromia
Las comunidades campesinas de la región de Oromia,
en Etiopía,
llevaban generaciones gestionando el agua de
manera colectiva,
basándose en una serie de reglas y principios
tradicionales que
concedían especial importancia al uso
compartido, la conservación y la
rendición de cuentas mediante encuentros regulares.
Los distintos grupos de campesinos recolectaban
las tarifas, que se
usaban para reparar el canal, pagar a los
guardas y para cubrir los
costes administrativos.La situación cambió
drásticamente cuando en la
región se establecieron nueve grandes haciendas
de flores y
hortalizas, siete de las cuales están total o
parcialmente en manos de
inversores extranjeros. Con la llegada de estas
haciendas, la
estructura informal para la gestión del agua
cambió por completo.
Los grupos de campesinos fueron reorganizados y
se crearon nuevas
reglas. Entre estas, estaba doblar las tarifas
por el uso del agua,
aumentar notablemente las sanciones por el
incumplimiento de las
normas y un sistema de turnos entre las empresas
inversoras y las
comunidades locales. De las normas vinculantes
establecidas, cuatro
eran aplicables a las comunidades locales, y
solo dos a las grandes
haciendas, que además tampoco estaban sujetas a
ningún tipo de
sanción.
Además, se descubrió que los inversores no
seguían la regla sobre el
sistema de turnos acordado, y que sobornaban a
los guardas para que
les abrieran las compuertas del canal de
riego.Lógicamente, las
comunidades campesinas de Oromia consideran que
este cambio en la
asignación del agua no es equitativo. Los
campesinos han apelado a la
Junta Regional de Inversiones para que ponga fin a la
violación de sus
derechos por parte de las grandes haciendas.
Sin embargo, el gobierno etíope, que acoge con
entusiasmo toda
inversión extranjera directa en su sector
agrícola, se ha puesto del
lado de los inversores, dejando a las
comunidades locales de Oromia
con pocas vías alternativas para actuar y con
una profunda sensación
de impotencia.
Fuente:
Bues, A. (2011) Agricultural Foreign Direct Investment and
Water Rights: An Institutional Analysis from
Ethiopia. International
Conference on Global Land Grabbing. University
of Sussex, Brighton,
LDPI
9. ¿Cómo se pueden gestionar de forma equitativa y
sostenible los
recursos de agua transfronterizos?
Los sistemas fluviales no respetan las fronteras
internacionales. Por
este motivo, el acaparamiento y la extracción,
el trasvase o la
contaminación de recursos hídricos en una región
o país puede tener un
impacto notable en la disponibilidad y la
calidad del agua en otra
región o país. Así, la gestión de las aguas
transfronterizas de una
cuenca hidrográfica es fundamental. En este
contexto, la Gestión
Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH) se ha presentado
como “un
proceso que promueve la gestión y el desarrollo
coordinados del agua,
el suelo y los otros recursos relacionados, con
el fin de maximizar
los resultados económicos y el bienestar social
de forma equitativa
sin comprometer la sostenibilidad de los
ecosistemas vitales”.(29) El
éxito de la GIRH depende en gran medida de la capacidad de
los Estados
implicados en colaborar estrechamente para
alcanzar acuerdos sobre
derechos y responsabilidades compartidos. El
acaparamiento de aguas,
sin embargo, pone en peligro este espíritu de
colaboración.
La ya complicada política hídrica de la cuenca
del Nilo, por ejemplo,
se ha hecho aún mucho más difícil con el
incremento de las inversiones
extranjeras en la región. Nuevos actores como
China, India y los
Estados del Golfo están invirtiendo en grandes
plantaciones e
infraestructuras de riego, agua e hidroeléctricas
en todo el río.
China ha financiado, en total, ocho represas:
dos en Egipto, dos en
Etiopía, una en Uganda, una en Burundi y una en la República
Democrática del Congo.(30) Los inversores también han situado
en su
punto de mira la región etíope de Gambela, donde
se ha arrendado un
millón de hectáreas a 896 compañías desde
2009.(31) El hecho de que el
gobierno de Etiopía otorgue libre acceso a los
recursos de agua ha
sido uno de los factores clave. Este acceso
ilimitado al agua ha
llevado a los inversores a adoptar actitudes
displicentes con respecto
a la conservación y la gestión del agua, como
sería la mostrada por
Karuturi, que se encuentra entre las 25 mayores
compañías del
agronegocio del mundo y que cuenta con extensas
plantaciones de palma
aceitera, caña de azúcar, arroz y cereales en la
región.
El efecto acumulativo de este incremento en el
uso del agua de los
ríos en el Nilo Azul aún se desconoce. Lo que
está claro, sin embargo,
es que los inversores extranjeros que se dedican
al acaparamiento de
aguas –con el consentimiento y el estímulo de
los gobiernos
anfitriones– están cambiando la geopolítica de
la región, poniendo en
tela de juicio la hidrohegemonía histórica de
Egipto. Este podría
ser un cambio positivo si llevara a una visión
común para gestionar el
agua y a un entorno propicio para desarrollar
proyectos conjuntos de
inversión por parte de todos los países que
atraviesa el Nilo (hay
algunos indicios de ello en la nueva Iniciativa
de la Cuenca
del
Nilo). Sin embargo, si conduce a la creciente
adopción de medidas
unilaterales por parte de esos países y a la
mayor extracción de aguas
por parte de los inversores extranjeros, la
situación tendrá graves
consecuencias sociales y ecológicas. Puesto que
todas las cuencas
fluviales están afectadas, en mayor o menor
medida, por cambios
demográficos, económicos, climáticos y de uso de
la tierra parecidos,
el éxito de la GIRH dependerá, ante todo, del acuerdo sobre un
conjunto común de valores. Si la integridad de
estos valores se ve
minada por una suma cero, un modelo competitivo
de extracción y uso de
recursos, la gobernanza de las cuencas fluviales
se hará
extremadamente difícil.
La GIRH propone el concepto de valor económico
total como una vía
para integrar en los análisis de coste-beneficio
el valor económico de
los muchos servicios ecosistémicos que realizan
las cuencas fluviales.
Este marco persigue corregir la trayectoria de
subsidios e incentivos
perversos que normalmente se han concedido a
actividades de
explotación industrial y comercial de recursos,
tremendamente
perjudiciales para el medio ambiente. Un ejemplo
de ello puede
encontrarse en Ulaanbaatar, en Mongolia, donde
las autoridades,
enfrentadas a una escasez inminente de agua,
están intentando
aprovechar otras reservas subterráneas y ampliar
el almacenamiento
superficial de agua en la cuenca superior del
río Tuul. Estudios sobre
el valor económico total han demostrado que la
constante degradación
de la cuenca superior del Tuul le costará a la
economía de Mongolia en
torno a 270 millones de dólares estadounidenses
en los próximos diez
años; por su parte, la conservación del
ecosistema hidrográfico genera
un retorno de 15 dólares al año por cada dólar
invertido.(32) Así
pues, la
GIRH pone de manifiesto que la conservación de los recursos
hídricos es imperativo, algo que no se está
dando actualmente en la
cuenca del río Mekong, donde “la confusión, las
rivalidades y la
inacción” bloquean la gestión sostenible y local
del agua.(33)
10. ¿Qué deberían hacer los países que se enfrentan
a la escasez de agua?
La escasez de agua supone un verdadero problema
para muchos países
áridos. Con el cambio climático, la escasez de
agua en ciertas zonas
ecológicas se exacerbará, ya que el
calentamiento global lleva a una
mayor variabilidad de las lluvias y a un
creciente riesgo del descenso
de las precipitaciones, el agotamiento de las
aguas subterráneas y la
sequía.(34) Por lo tanto, todos los usuarios de
agua deben ajustar el
impacto previsto del cambio climático a las
reservas de agua en el
futuro.
En este contexto, la cuestión es qué deben hacer
los países que se
enfrentan a una escasez de agua para garantizar
su seguridad hídrica.
Existen varias opciones, tanto basadas en el
suministro como en la
demanda. En lo que se refiere al suministro, los
Estados pueden
invertir en expandir los recursos de agua
mejorando las instalaciones
para su almacenamiento y adoptando fuentes no
convencionales como el
agua de mar, que se puede convertir en agua
dulce mediante técnicas de
desalación. Ambas opciones son caras y exigen
importantes inversiones
de capital y altos costes energéticos, por lo
que no están al alcance
de los países con menos renta o pueden ir
acompañadas de impactos
ambientales. Las opciones basadas en la demanda
suelen ser más
eficaces desde el punto de vista económico,
social y ecológico. Las
iniciativas que se centran en el reciclado y la
conservación de aguas,
así como en la reducción de las pérdidas y fugas
de agua pueden
generar mejoras sustanciales.
Los defensores de las políticas neoliberales en
materia de agua
sostienen que la privatización de este recurso y
los mecanismos de
mercado son parte de la solución. Como ya se ha
comentado, esta idea
parte de la falsa premisa de que el mercado
asigna el agua a los
usuarios más eficientes y productivos y, por
tanto, minimiza las
pérdidas. También afirman que, al tratar el agua
como un activo
económico en lugar de como un bien público, se
puede asignar a este
recurso un precio que esté en consonancia con su
verdadero coste de
escasez, lo cual fomenta que se use de forma más
moderada y sostenible
(véase el cuadro 7). De este modo, se presenta
la escasez como una
oportunidad para ir avanzando hacia la creación
de mercados privados
de agua.
Cuadro 7. ¿La moralidad de los mercados?”
Los bajos precios –o en algunos casos la
gratuidad– ha mantenido un
uso excesivo: si los mercados entregaran
automóviles Porsche a precios
ínfimos, también estarían faltos de
existencias.” (PNUD 2006: 30)
Sin embargo, que los mercados privados sean el
mejor mecanismo para
lograr un equilibrio entre la equidad y la
eficiencia en el uso del
agua es algo muy cuestionable. Sin duda, se
deberían ofrecer
incentivos para animar a los usuarios a
preservar el agua. Pero eso no
tiene por qué corresponderse con la creación de
mercados privados, que
pueden amenazar el derecho de las personas
pobres al agua, al vincular
el acceso a esta con la capacidad de pago. En
lugar de eso, los
gobiernos deberían poner fin a los subsidios
perversos que otorgan a
las grandes industrias que hacen un uso
intensivo del agua y la
malgastan, a los proyectos de lujo como campos
de golf y hoteles, y a
aquellos inversores que buscan lucrarse con
derechos al agua y la
tierra que los gobiernos anfitriones les ofrecen
como obsequio. La
crisis global del agua se debe en gran medida a
la actual trayectoria
de desarrollo, que minusvalora el capital
natural y no integra los
aspectos relacionados con la sostenibilidad,
trasladando así una
enorme deuda ecológica a las futuras
generaciones (véase el cuadro 8).
Para poder abordar las verdaderas causas de la
escasez de agua, esta
situación debe dar un giro radical.
Cuadro 8. La verdadera causa de la escasez”
La escasez ha sido provocada por errores
políticos. En lo referente a
la gestión del agua, el mundo se ha dedicado a
una actividad frenética
comparable a un frenesí imprudente e
insostenible de gastos
financiados por crédito.” (PNUD 2006: 30)
11. ¿Qué se puede hacer para proteger el derecho
humano al agua?
En lugar de aceptar las falsas soluciones que proponen
las políticas
neoliberales, un enfoque basado en los derechos
–y no en los mercados–
pone de relieve la obligación fundamental de
todos los Estados de
respetar, proteger y hacer efectivo el derecho
humano al agua. Gracias
a una memorable resolución adoptada por el
Consejo de Derechos Humanos
de la
ONU el 30 de septiembre de 2010 y unos meses más tarde, en
julio
de 2010, por la Asamblea General
de la ONU, este
derecho al agua no es
solo un deber moral, sino uno derecho humano
jurídicamente vinculante
y de obligado cumplimiento.(35) Esto también
incluye la obligación
extraterritorial de los Estados a garantizar que
sus propios
ciudadanos y terceras partes, como compañías
privadas, no violen el
derecho al agua en otros países en cuanto a la
disponibilidad, la
accesibilidad y la calidad del agua.
El reconocimiento del derecho al agua debería
conformar la base para
regular los acuerdos de tierras y aguas. Es muy
urgente, por ejemplo,
registrar todos los usuarios de agua y las
formas de gestión del
recurso. Mientras que las políticas de agua
neoliberales persiguen
destruir “la pluralidad de los derechos de agua,
las identidades del
agua y los modos de gestión” para poder
sustituirlos por una lógica de
mercado uniforme, un enfoque basado en derechos
debe comenzar por
visibilizar estos derechos, identidades y modos
como un primer paso
para luchar contra los acaparamientos.(36)
Para proteger el derecho al agua, los Estados
pueden adoptar varias
medidas. Por ejemplo, cualquier negociación que
implique derechos de
agua en un acuerdo sobre tierras debe estar
abierta a examen público y
contemplar la debida consulta con las
comunidades afectadas, definidas
en su sentido más amplio en función de los
estudios de impacto social
y ambiental. Los Estados, además, siempre deberían
dar prioridad a las
necesidades de agua de los usuarios locales por
encima de las
reclamadas por los inversores externos.
Por otro lado, se debería establecer una
distinción fundamental entre
el agua como un recurso vital y un bien público
(asociado con la
satisfacción de necesidades básicas), algo que
no es negociable y se
debe garantizar por encima de todo, y el agua
como un insumo para la
producción de bienes, sobre lo que se deben
aplicar controles y
restricciones legítimos.
No se puede permitir, por ejemplo, que se
otorguen derechos de agua a
la agroindustria cuando estos afectan a las
necesidades de pequeños
campesinos y campesinas que se dedican a la
agricultura de
subsistencia o a la producción (precaria) de
alimentos para venderlos
en mercados locales. Los Estados pueden dar
mayor poder a estos
pequeños campesinos reconociendo los modelos
tradicionales de gestión
del agua, y permitiendo a los usuarios
tradicionales crear
asociaciones colectivas y solicitar permisos de
agua. Cuando alguien
considera que su derecho al agua se está viendo
denegado o violado,
debería tener la posibilidad de reclamarlo y de
exigir una reparación
ante un tribunal. El derecho al agua es, en
última instancia, una
cuestión de gobernanza que debe ser regulada por
los Estados.
12. ¿Cómo se debate el acaparamiento de aguas en
los foros
internacionales y qué podría proponer la
sociedad civil?
Los foros de corte conservador, como el Consejo
Mundial del Agua y la
Asociación Mundial del Agua, que mantienen fuertes lazos con
las
grandes corporaciones de agua, promueven por lo
general una agenda que
defiende la privatización de este recurso. Desde
el punto de vista de
estos actores, la creación de mercados privados,
la asignación de
derechos de agua y el comercio con estos son
respuestas racionales a
la creciente escasez de agua en el mundo. Esta
estrategia cuenta
también con el apoyo de instituciones
multilaterales como el Banco
Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los
diversos bancos
regionales de desarrollo, que suelen vincular la
concesión de ayudas
con la privatización de recursos hídricos.
La carta de principios del Foro Alternativo
Mundial del Agua,
celebrado en la ciudad francesa de Marsella en
2012, señala, con
acierto, que “el agua es un bien común de la Humanidad, vital para
todos los seres vivos, y no una mercancía”.(37)
Así pues, el agua se
debería gestionar mediante servicios públicos y
se debería distribuir
democráticamente entre sus diversos usuarios.
Esta idea, de hecho,
refleja la realidad del suministro de agua en
todo el mundo, que en
más de un 90 por ciento de los casos depende del
sector público.(38)
Teniendo en cuenta la experiencia del sector
público en la prestación
de servicios de agua, los partenariados
público-públicos y otros
mecanismos como la iniciativa de Partenariados
entre Operadores de
Agua (WOP) y la Alianza Mundial de
Partenariados entre Operadores de
Agua de la ONU (GWOPA), que apoyan el intercambio de
conocimientos
entre organismos del sector público, son muy
prometedoras para
expandir el acceso al agua.(39)
El acaparamiento de aguas, en el contexto del
acaparamiento de
tierras, es una cuestión que ha saltado a los
titulares hace poco y es
un ámbito aún poco estudiado. Espacios como el
Foro Alternativo
Mundial del Agua de Marsella pueden contribuir
en este sentido, al
llamar la atención sobre este tema y apuntar a
las evidencias que
sugieren que el agua es un factor clave de los
acuerdos
internacionales de tierras. Hay que poner de
relieve los peligros que
entraña esta forma de inversión, con la que se
corre el riesgo de
violar el derecho al agua de los pueblos.
Teniendo en cuenta que
muchos ejemplos de acaparamiento de aguas
suponen su extracción para
la agricultura industrial, es importante que la
sociedad civil llame
la atención sobre prácticas agrícolas
alternativas que ayuden a
promover un uso sostenible del agua. Entre
estas, se encontrarían
prácticas como la captación de aguas, las
tecnologías para el
microrriego, el uso de acolchados en los
cultivos y la construcción de
terrazas en laderas rodeadas de arbustos y
árboles que mejoran la
capacidad del suelo para captar y almacenar
agua. La inspiración, ante
todo, debería proceder de las prácticas
cotidianas de uso del agua de
muchas comunidades campesinas, como las de
Catacaos y Oromia que
aparecen en estas páginas, cuyos sistemas de
gestión del agua se basan
en un entendimiento intuitivo y tradicional del
equilibrio ecológico
que se debe lograr entre seres humanos y
naturaleza.
Notas:
(1) Mehta, Veldwisch y Franco (2012) Water
Grabbing? Focus on the
(Re)appropriation of Finite Water Resources,
Water Alternatives
Journal (próxima publicación):
http://www.water-alternatives.org/index.php?option=com_content&task=view…
(2) Para saber más
sobre la historia y la definición del término,
véase, por ejemplo: http://en.wikipedia.org/wiki/Enclosure (o una
versión más breve en español:
http://es.wikipedia.org/wiki/Cercamiento) y V. Shiva (1997) El
“cercado” de los bienes comunales:
http://www.redtercermundo.org.uy/tm_economico/texto_completo.php?id=1144
(3) PNUD (2006) Resumen del Informe sobre
desarrollo humano 2006 – Más
allá de la escasez: Poder, pobreza y la crisis
mundial del agua. Nueva
York, PNUD.
(4) Jones, T. (2010) The Great Hunger Lottery:
How Banking Speculation
Causes Food Crises:
http://www.wdm.org.uk/food-speculation/great-hunger-lottery
(5) Comunicado de prensa de RNCOS (3 de junio de
2008) RNCOS Releases
a New Report-Global Biofuel Market Analysis:
http://www.prlog.org/10077074-rncos-releases-new-report-global-
biofuel-market-analysis.html
(6) Mendonça, M. L. (2009) Impactos del
monocultivo de caña para la
producción del etanol (Brasil), en M. S.
Emanuelli, J. Jonsen y S. M.
Suárez, Azúcar roja, desiertos verdes.
Amsterdam, FIAN Internacional,
FIAN Suecia, HIC-AL, SAL.
(7) Woertz, E., S. Pradhan et al. (2008) Potential
for GCC
Agro-investments in Africa and Central Asia,
Gulf Research Center.
(8) Borras Jr.,
Spoor, M., Franco, J. et al. (2011) El acaparamiento
de tierras en América Latina y el Caribe visto
desde una perspectiva
internacional más amplia. Informe elaborado para
el seminario
Dinámicas en el mercado de la tierra en América
Latina y el Caribe,
14-15 de noviembre, Santiago de Chile.
(9)
Ibid.
(10) Lohmann y Carriere (1996), Pulping the
South: Industrial Tree
Plantations and the World Paper Economy:
http://www.wrm.org.uy/plantations/material/pulping.html; y otros
documentos e informes: http://www.wrm.org.uy/inicio.html
(11) PNUD (próxima publicación, 2012) Global
Environmental Outlook
(GEO) 5, Chapter on Land. Nairobi: UNEP.
(12) Sarasin Agrisar (2010) Reasons Why. Product
Flyer:
www.sarasin.ch/internet/iech/en/index_ssol/uk_oeic_ssol/sarasin_agrisar_…
(13) Polaris Institute (2003) Global Water Grab:
How Corporations are
Planning to Take Control of Local Water
Services. Ottawa, Polaris
Institute.
(14) Hall, Lobina y de la Motte (2005) Public
Resistance to
privatisation in water and energy. Londres, PSIRU:
http://www.psiru.org/reports/2005-06-W-E-resist.pdf
(15) Véase http://www.remunicipalisation.org/
(16) Zapatta, A. (2009) Consumo de agua en la
agroindustria
ecuatoriana, en M. S. Emanuelli, J. Jonsen y S.
M. Suárez, Azúcar
roja, desiertos verdes. Amsterdam, FIAN
Internacional, FIAN Suecia,
HIC-AL, SAL.
(17) Bridges Across Border Cambodia y
Transnational Institute (2010)
Bittersweet: A Briefing Paper on Industrial
Sugar Production, Trade
and Human Rights in Cambodia:
http://babcambodia.org/developmentwatch/cleansugarcampaign/bittersweet.pdf
(18) Provost, C. (2011) Africas Great “Water
Grab”, The Guardian:
http://www.guardian.co.uk/global-development/poverty-matters/2011/nov/24…
2012
(19) HLPE (2011) Tenencia de la tierra e
inversiones internacionales
en agricultura. Un informe del Grupo de expertos
de alto nivel sobre
seguridad alimentaria y nutrición del Comité de
Seguridad Alimentaria
Mundial. Roma.
(20) Smaller, C. y H. Mann (2009) A Thirst for
Distant Lands: Foreign
Investment in Agricultural Land and Water.
Winnipeg, International
Institute for Sustainable Development.
(21) HLPE (2011)
(22) Xavier, C. V., F. P. Pitta et al. (2011) A
Monopoly in Ethanol
Production in Brazil: The Cosan-Shell Merger.
Amsterdam,
Milieudefensie y Transnational Institute.
(23) Friends of the Earth, LifeMosaic, et al.
(2008) Losing Ground:
The Human Rights Impacts of Oil Palm Plantation
Expansion in Indonesia
– Executive Summary. Londres, Edimburgo, Bogor,
Friends of the Earth,
LifeMosaic, Sawit Watch.
(24) Ibid.
(25) Mendonça, M. L. (2009)
(26) MAB (2009) Agua, minería, agronegocio y
modelo energético: ¿para
qué? ¿para quién?, en M. S. Emanuelli, J. Jonsen
y S. M. Suárez,
Azúcar roja, desiertos verdes. Amsterdam, FIAN
Internacional, FIAN
Suecia, HIC-AL, SAL.
(27) Ibid.
(28) Woodhouse, P. y A. S. Ganho (2011) Is Water
the Hidden Agenda of
Agricultural Land Acquisition in sub-Saharan
Africa? International
Conference on Global Land Grabbing. University
of Sussex, Brighton,
LDPI.
(29) Martens, A. K. (2011) Impacts of Global
Change on the Nile Basin:
Options for Hydropolitical Reform in Egypt and
Ethiopia. IFPRI
Discussion Paper 01052, IFPRI.
(30) Cascao, A. E. (2010) New “Partners” on the
Nile: You Have Access
to My Land and Water if You Provide Me with Your
Investment and
Political Support:
http://www.slideshare.net/ana.cascao/newpartnersonthenile
(31) Cascao, A. E. (2011) Cooperation over
Transboundary Water
Resources in the Nile Basin: Potential,
Obstacles and Challenges.
Presentación
ofrecida en la conferencia DANIDA Development Days.
Copenhague.
(32) Bach, H., T. J. Clausen et al. (2011) From
Local Watershed
Management to Integrated River Basin Management
at National and
Transboundary Levels. Vientiane, Lao PDR, Mekong
River Commission.
(33) Ibid.
(34) Nellemann, C., M. MacDevette et al. (2009)
The Environmental Food
Crisis – The Environments Role in Averting
Future Food Crises. A UNEP
Rapid Reponse Assessment. Nairobi, UNEP.
(35) The Rights to Water and Sanitation (2010) Rights
breakthrough:
legal recognition of water and sanitation
affirmed by UN,
http://www.righttowater.info/right-water-and-sanitation-affirmed/
(36) Achterhuis, H., R. Boelens et al. (2010)
Water Property Relations
and Modern Policy Regimes: Neoliberal Utopia and
the Disempowerment of
Collective Action. Out of the Mainstream: Water
Rights, Politics and
Identity. R. Boelens, D. Getches y A.
Guevara-Gil. Londres
y
Washington, DC, Earthscan: 27-56.
(37) Foro Alternativo Mundial del Agua (2012)
Carta:
http://www.fame2012.org/es/acerca-de/carta/
(38) George, S., M. Nhlapo et al. (2011) The
Politics of Achieving
the Right to Water:
http://www.tni.org/article/politics-achieving-right-water
(39) Ibid.
Lecturas
complementarias:
Proyecto Justicia Agraria
(http://www.tni.org/es/work-area/agrarian-justice) y Derecho al Agua
(http://www.tni.org/es/work-area/water-justice) del Transnational
Institute.
Woodhouse, P. y
Ganho, S. (2011) Is Water the Hidden Agenda of
Agricultural Land Acquisition in sub-Saharan
Africa?, International
Conference on Global Land Grabbing, Universidad
de Sussex, Brighton,
LDPI: http://www.tni.org/article/water-hidden-agenda-land-acquisition-africa.
Woodhouse, P. (2012) New
Investment, Old Challenges. Land Deals
and the Water Constraint in African Agriculture,
Journal of Peasant
Studies (próxima publicación).
Balanya, Brennan, Kishimoto et al.
(2007) Por un modelo público de
agua: Triunfos, luchas y sueños. Transnational
Institute y Corporate
Europe Observatory: http://www.tni.org/es/archives/know/90.
Barlow (2011) Nuestro derecho al
agua: Una guía para las personas
para implementar el reconocimiento del derecho
al agua y al
saneamiento de las Naciones Unidas. Council of
Canadians:
http://canadians.org/water/documents/RTW/RTW-es-web.pdf
Jennifer Franco es investigadora independiente
que colabora con el
comité asiático para los programas de desarrollo
internacional (Asia
Committee for International Development
Programs) dentro de la
ONG
Development and Peace (Developpement et Paix). Sus trabajos
anteriores
se centran principalmente en los movimientos
sociales rurales y en la
democratización de las Filipinas. Entre sus
libros publicados destaca
Elections and Democratisation in the Philippines
(Routledge, 2001),
así como un libro sobre derecho y la pobreza rural
en Filipinas, que
se saldrá a la luz próximamente (Ateneo de
Manila University Press,
2010). Ha publicado en
revistas académicas importantes como, por
ejemplo, World Development, Journal of Agrarian
Change, Journal of
Peasant Studies, Journal of Development Studies
y Critical Asian
Studies.
Traducción de
Beatríz Martínez para Transnational Institute