LA CONTINUIDAD DE LA HERENCIA CULTURAL EL MATERIALISMO DIALECTICO Y LA CIENCIA

Por:
León Trotsky *

Publicado el 01/11/2012

Los marxistas fanfarrones intentan convertir la teoría de Marx en una
llave maestra universal ignorando las demás esferas del conocimiento.
La dialéctica y el materialismo son los elementos básicos del
conocimiento marxista del mundo, pero esto no significa que puedan
aplicarse a cualquier campo del conocimiento. Para “conocer, prever y
actuar”, la ciencia natural constituye indiscutiblemente la herencia
cultural más valiosa.

La sociedad humana no se ha desarrollado de acuerdo con un plan o
sistema dispuesto previamente, sino empíricamente, a través de un
largo, complicado y contradictorio batallar de la especie humana por
la existencia y, luego, por conseguir un dominio cada vez mayor sobre
la Naturaleza. En ese marco, explica León Trotsky, la cultura es el
producto de la lucha del hombre por la supervivencia, por la mejora de
sus condiciones de vida y por el aumento de poder.

Ante la necesidad de conocer la Naturaleza para subvenir a sus
necesidades, cada sociedad se ha constituido sobre determinados
métodos para asegurarse la existencia, que se han ido modificando
siguiendo el desarrollo de la técnica y de las fuerzas productivas. La
ideología de la sociedad humana se formó como un reflejo de esto y
como instrumento de reflejos sociales condicionados en último término
por las necesidades de la lucha del hombre colectivo contra la
Naturaleza, define Trotsky.

En su proceso de adaptación a la Naturaleza, en conflicto con las
fuerzas exteriores hostiles, la sociedad humana se ha conformado como
una compleja organización clasista que ha determinado en alto grado el
contenido y la forma de la historia humana, es decir, las relaciones
materiales y sus reflejos ideológicos. La sociedad esclavista, la
feudal, la burguesa, han engendrado su cultura correspondiente,
diferente en sus distintas etapas y con multitud de formas de
transición. La cultura ha sido el principal instrumento de opresión de
clase, pero no por eso debemos estar en contra de toda la cultura del
pasado, afirma Trotsky.

Cuando hablamos de la cultura acumulada por las generaciones pasadas
pensamos fundamentalmente en sus logros materiales, en la forma de los
instrumentos, en la maquinaria, en los edificios, en los monumentos...
todas formas materiales en las que se ha ido depositando la cultura
material. Pero la parte más preciosa de la cultura es la que se
deposita en la propia conciencia humana, los métodos, costumbres,
habilidades adquiridas y desarrolladas a partir de la cultura material
preexistente y que, a la vez que son resultado suyo, la enriquecen.

Así, la técnica es la principal conquista de la Humanidad, y la
ciencia es una enorme reserva de conocimientos y técnicas acumuladas.
El trabajo científico se alimenta fundamentalmente de la necesidad de
lograr el conocimiento de la Naturaleza, y cada ciencia es una
acumulación de conocimientos basados sobre una experiencia relativa a
la materia y a sus propiedades, sobre una comprensión generalizada de
los medios de someter esta materia a los intereses y a las necesidades
del hombre.

El valor de la ciencia reside precisamente en conocer las propiedades
de la materia y sus relaciones objetivas. Sólo esto libra seriamente a
las ciencias naturales de las distorsiones y de las falsas
interpretaciones y falsificaciones, como ocurre en la investigación
social. Según León Trotsky, las ciencias sociales se dedicaron
primeramente a justificar la sociedad surgida históricamente, a fin de
preservarla contra los ataques de las “teorías destructoras”, etc. De
aquí emana el papel apologético de las ciencias sociales oficiales de
la sociedad burguesa y ésta es la razón por la que sus resultados son
de escaso valor. Sin embargo, de la filosofía creada por la sociedad
de clases debemos tomar dos elementos inapreciables: el materialismo y
la dialéctica. Gracias a la combinación orgánica de ambos, Marx creó
su método y levantó su sistema.

La dialéctica y el materialismo son los elementos básicos del
conocimiento marxista del mundo, pero esto no significa que puedan ser
aplicados a cualquier campo del conocimiento como si se tratara de una
llave maestra. La dialéctica no puede ser impuesta a los hechos, sino
que tiene que ser reducida de ellos, de su naturaleza y desarrollo. La
dialéctica es “materialista” porque sus raíces no están en el cielo ni
en las profundidades del “libre albedrío”, sino en la realidad
objetiva, en la naturaleza, recalca Trotsky.

La dialéctica no es una ficción ni una mística, sino una ciencia de
las formas de nuestro pensamiento en la medida en que éste no se
limita a los problemas cotidianos de la vida y trata de llegar a una
comprensión de procesos más profundos y complicados. El pensamiento
dialéctico analiza todas las cosas y fenómenos en sus cambios
continuos, a la vez que determina en las condiciones materiales de
aquellos cambios el momento crítico en que “A” deja de ser “A”.

El pensamiento vulgar opera con conceptos como capitalismo, moral,
libertad, estado obrero, etc., y su vicio fundamental radica en el
hecho de que quiere contentarse con fotografías inertes de una
realidad en eterno movimiento. No hay un capitalismo en general, sino
un capitalismo dado, en una etapa dada de desarrollo. No hay estado
obrero en general, sino un estado obrero dado, en un país atrasado,
dentro de un cerco capitalista, etc.

El pensamiento dialéctico da a los conceptos -por medio de
aproximaciones sucesivas- correcciones, concreciones, riqueza de
contenido y flexibilidad; incluso, hasta cierta suculencia que en
cierta medida los aproxima a los fenómenos vivientes. Según Trotsky,
incluso el pensamiento dialéctico es solamente una de las formas de
expresión de la materia cambiante.

* Discursos pronunciado por León Trotsky, presidente del Consejo
técnico y científico de la Industria ante el Congreso de Mendeleyev,
17 de septiembre de 1925 y en el primer Congreso de Amigos de la
Radio, 1 de marzo de 1926.