Desde los tiempos de la monarquía como única forma de gobierno —antes del empleo del lema Liberté, égalité, fraternité, ou la mort!—, los términos “pobre” y “gobernante” nunca fueron de la mano; sin embargo, a sólo unos cuantos kilómetros fuera de Bolivia existe una excepción a esta consideración.
Viste un viejo
pantalón, utiliza un vetusto celular plegable y vive en una pequeña granja
ubicada en la zona rural de su país. No posee un vehículo lujoso ni dispone de
un chofer o guardaespaldas. No tiene correo electrónico, mucho menos una cuenta
en Facebook o Twitter, y su pasatiempo es cultivar flores y hortalizas. Dona
cerca del 90% de su
sueldo a la construcción de viviendas sociales y su patrimonio asciende a
aproximadamente 212.000 dólares.
Naturalmente, una descripción que no encaja con la imagen de un Presidente de
la actualidad.
“No me disfrazo de Presidente, y sigo siendo como era”, dice José Mujica,
primer mandatario de Uruguay; hoy inspiración de un perfume exclusivo que el
artista uruguayo Martin Sastre pretende crear con las flores que el estadista
cultiva.
Entiéndase que no pongo su austeridad como un ejemplo a seguir para todos los
jefes de Estado, simplemente pretendo destacar su filosofía de vida, al ser hoy
quizás la única autoridad que realmente practica lo que predica.
Se trata de ser coherente y no de ir en busca de explicaciones fútiles que no
hacen más que desenmascarar una realidad que se niega. Hace algunos días,
funcionarios del Gobierno se movilizaron para explicar cómo fue que Evo
Morales, quien sigue la misma ideología de Mujica, triplicó sus bienes en los
últimos seis años (de 779.423
bolivianos en 2006 a
2.684.100 bolivianos en 2012). Se manifestó que el incremento se debió a la
revalorización de los bienes de Morales (una vivienda en Cochabamba, una
pequeña hacienda en el Chapare, tierras que heredó de sus padres en Oruro).
Pero la justificación que encontró el mismo Morales se llevó la flor: los
ponchos que le
regalan.
Sus partidarios expresaron luego que no debe caber duda de que “el Presidente
es uno de los presidentes más pobres de América Latina”. Pero, ¿hace falta que
se nos tenga que informar (aclarar) que esto es efectivamente cierto? Los
hechos siempre dicen más que las palabras.
Un líder no sólo tiene la función de proyectar normas fundadas en propias
creencias y esperar que se cumplan; un líder debe ser el primero en dar
ejemplo. Efectivamente, la mejor manera de motivar a un equipo de trabajo, y
con esto conseguir los resultados esperados, es acompañar a los miembros del
mismo durante todo el proceso, creando
así sinergia y propósitos comunes. El mensaje es muy claro. Vive de acuerdo con
las mismas directrices y consejos que impones, sólo así se crece verdaderamente
y se gana el crédito del resto.