ANDRES SOLIZ RADA: POLITICO E INTELECTUAL

Por:
Marcelo Gullo (*)

Publicado el 01/01/2013

Presentar la obra, “La luz en el túnel. Las lides ideológicas de la Izquierda Nacional boliviana”, de Andrés Soliz Rada, resulta para mí, un compromiso enorme porque significa presentar también trazos sobresalientes de uno de los últimos grandes maestros de la juventud de Nuestra América.

 

Andrés Solíz Rada no es un intelectual a secas, no es un político a secas, Andrés Solíz Rada pertenece a la rara y tan necesaria estirpe de los políticos intelectuales. A esa estirpe pertenecieron José Enrique Rodó, Manuel Ugarte, José Vasconcelos, Jorge Abelardo Ramos y Alberto Methol Ferré. Preciso es aclarar que los políticos intelectuales sólo aparecen en la historia de las naciones cuando el destino de sus patrias está en juego, cuando los pueblos sienten el riesgo de su desaparición histórica. Los políticos intelectuales emergen en la historia cuando la supervivencia de la nación misma se encuentra amenazada. Los políticos intelectuales surgen cuando la nación está en peligro de muerte. Son fruto, y a la vez respuesta, de y, frente a esa circunstancia límite. Son, sin temor a errar, ellos mismos “una luz en túnel”, son ellos, con su pensamiento y acción, aquellos que alumbran el túnel, son ellos quienes, desde el pensamiento, conducen a sus pueblos en medio de la oscuridad, justo en el mismo momento, en que todo parece perdido.

 

Para comprender cabalmente esta magnífica obra que es “La luz en el túnel” es preciso puntualizar, entonces, que fue el gran político intelectual Andrés Solíz Rada, quién en 1970 - desde la dirección del Sindicato de Trabajadores de la Prensa de la Paz-, defendió la segunda nacionalización del petróleo y denunció, valientemente, la injerencia imperialista que, a través de jefes militares cipayos, preparaba un golpe de estado antirrevolucionario. Que fue Andrés Solíz Rada quien, en 1971, pluma y fusil en mano, organizó gran parte de la resistencia al golpe militar pro imperialista del Coronel Hugo Banzer Suárez. Que fue Andrés Solíz Rada quien, en 1989 -cuando los viejos caudillos antiimperialistas se habían convertido en sirvientes del imperio-, uno de los más importantes impulsores de la resistencia popular al proyecto oligárquico imperialista, persistiendo en sus convicciones. Que fue Andrés Solíz Rada quien, en el Congreso Nacional, de 1989 a 2002, se transformó en el baluarte de la defensa de las riquezas mineras y petroleras de Bolivia. Que fue Andrés Solíz Rada, como Ministro de Energía e Hidrocarburos, quien, el 1º de mayo del 2006, impuso y ejecutó la tercera nacionalización de los hidrocarburos.

 

Importa precisar que, cada una de estas grandes batallas que protagonizó Andrés Solíz Rada, de una u otra manera, están reflejadas en “La luz en el túnel”, que es, sin duda alguna, una extraordinaria síntesis de cincuenta años de estudio, reflexión y combate. Sería imposible referirse a cada uno de los brillantes ensayos que conforman esta magnífica obra. Sin embargo, queremos escoger y resaltar, de entre todos ellos, aquel que refleja, quizás, el combate más importante y desigual que debió enfrentar Andrés Solíz Rada en sus cincuenta años de lucha por la liberación de Bolivia y la reunificación de la Patria Grande indoamericana. Un ensayo que admiramos por su importancia en tanto, en esa lucha, estaban en juego los destinos no sólo su queridísima patria chica sino también el de toda Nuestra América. Combate desigual porque en un principio, Andrés Solíz Rada estuvo solo frente al gobierno boliviano y sólo frente a poderosas ONGs al servicio del imperialismo. Nos referimos, específicamente, al ensayo titulado “Pugna de modelos civilizatorios: indigenismo o Estados continentales”, en el cual Andrés Solíz Rada alcanza plena y brillantemente la realización de su propósito: demostrar que el fundamentalismo indigenista como modelo de cambio civilizatorio es un engaño. El gran maestro altoperuano, en su espléndido ensayo, demuestra categóricamente:

 

1) Que todas las ONGs que, en Bolivia, patrocinan a los indigenistas – sean estas de buena o de mala fe - están financiadas por los grandes bancos anglo- norteamericanos, por los paraísos fiscales - nidos de la corrupción mundial -, por el gobierno de los Estados Unidos a través de USAID y, por las grandes compañías petroleras que, han teñido de sangre la historia de América Latina y

 

2) Que las grandes potencias y empresas transnacionales subvencionan y financian a las ONGs indigenistas, porque sus fines y propósitos, sirven de

 

3) Que el fortalecimiento de las ONGs indigenistas precedió a la renovada ofensiva imperialista en contra de los Estados in constituidos, socavando sus intentos de avanzar en procesos de integración regional

 

4) Que, aprovechando la generalizada sensibilidad social que originó la conmemoración de los 500 años de la colonización hispánica, el darwinismo social, después de usufructuar por siglos la supuesta superioridad de unas culturas sobre otras y luego de proclamar que el pensamiento occidental es la máxima conquista del pensamiento contemporáneo, afirma ahora que, sus fundamentos, tienen el mismo valor que usos y costumbres tribales cuyas prácticas condenan, a los pueblos de la periferia, al subdesarrollo y la

 

5) Que el fundamentalismo indigenista es una construcción neocolonial, ejercitada por pseudo izquierdistas, para destruir a los Estados nacionales in constituidos de indoamérica e impedir la construcción de un Estado continental indoamericano, único instrumento político capaz de enfrentar, con éxito, a las grandes compañías transnacionales, al capital financiero internacional y, a las grandes potencias del siglo XXI .

 

Hace ya muchos años, Jorge Abelardo Ramos - el profeta de la Patria Grande, el padre de la izquierda nacional argentina- escribía premonitoriamente: “El imperialismo está extendiendo en América Latina un nuevo motivo de división. Con motivo del comienzo de la celebración del V Centenario de Descubrimiento de América, se han multiplicado las manifestaciones, ingenuas a veces, pérfidas otras, de repudio a la España de la Conquista y a la evangelización. Por el contrario, se glorifica a las razas indígenas…Muy noble resulta la tesis de la defensa de los indios. Pero muy sospechoso es el origen. Pues separar a las masas indígenas o negras, de las criollas o blancas de la actual Nación Latinoamericana, es acentuar las condiciones de esclavización general y de la balcanización hasta hoy lograda. Se trata - y he aquí, el servicio que rinden, una vez más, la izquierda y los progresistas al imperialismo- , de separar a las etnias, después de haber separado a las clases y a los Estados del magno proyecto bolivariano. Es una campaña contra la Quizás de todas las grandes batallas libradas por Andrés Solíz Rada la que librara contra el “fundamentalismo indigenista”, haya sido la más trascendente.

 

Es por ello que importa resaltar que Andrés Solíz Rada fue el primero en  advertir que se estaban sembrando en Bolivia las semillas de su futura fragmentación territorial. Semillas que el imperialismo, oportunamente, regaría para hacerlas germinar cuando lo considerara conveniente. Que Andrés Solíz Rada fue el primero en señalar que estas semillas, una vez sembradas, esperarían pacientemente el impulso imperial que las hiciese germinar para que, creciendo, destruyesen completamente, la unidad boliviana y, con ella, el pivote estratégico de la integración andino-rioplatense. Una integración, es decir la de los hispanoparlantes que es -como nos enseñó Alberto Methol Ferré - la única garantía para que, la integración de la América del Sur, no termine siendo un disfraz de la hegemonía paulista que, con un discurso integracionista, disfraza, muchas veces, la expansión de sus grandes empresas en la América del Sur, bajo el ropaje de una supuesta “cooperación fraternal”. Que Andrés Soliz Rada fue el primero en intuir que, RAMOS, Jorge Abelardo, Judíos y quechuas en el campo de batalla del imperialismo, Buenos Aires, Revista Marcha, Nº 12, 23 de octubre de 1986, págs., 13 y 14. si Bolivia se fragmentaba desaparecía, también, la posibilidad de que todos los hispanoparlantes nos sentásemos juntos primero para, luego, sentarnos con nuestros hermanos lusoparlantes y, evitar de esta forma que, la oligarquía paulista caiga en la tentación de dominarnos y explotarnos con palabras dulces al oído. Que Andrés Solíz Rada fue el primero en hacernos comprender que, sin Bolivia, la unidad de los hispanoparlantes está perdida. Sin duda alguna “La luz en el túnel”, es un libro de lectura imprescindible para todos los indoamericanos de la América del Sur pues, Andrés Soliz Rada, nos hace ver en estos texto que, en Bolivia, como durante las guerras de la independencia, se juega, un vez más, el destino de la Patria Grande, es decir nuestro destino.

  

(*) Marcelo Gullo, geopolítico argentino, es autor del libro “La Insubordinación Fundante”, cuyas categorías de análisis fueron adoptadas por la Cancillería venezolana.