Los resultados de las elecciones presidenciales a realizarse en Brasil, el 5 de octubre, y en Uruguay, el 26 de octubre mantienen en tensión a la población de esos países, producen análisis y estudios sobre el impacto que tendrán en las políticas regionales y en las tendencias económicas y políticas de América Latina, pues se prevé que en ambos países habrá una segunda vuelta porque ninguno de los candidatos alcanzaría la mayoría absoluta en la primera ronda de votación. De manera diferente, en Bolivia las perspectivas de la votación del próximo 12 de octubre marcan un holgado triunfo de Evo Morales Ayma y su programa antiimperialista y de emancipación nacional.
Después de las últimas elecciones realizadas en los países vecinos con resultados que establecen un equilibrio entre posiciones neoliberales, caso Juan Manuel Santos en Colombia y Horacio Cartes en Paraguay, posiciones antiimperialistas, caso Nicolas Maduro en Venezuela y Salvador Sanchez en El Salvador y posiciones ambiguas como las de Michelle Bachelet en Chile, las siguientes a las de Brasil y Uruguay se producirán en Argentina el 2015 y en Perú el 2016.
La importancia del gigante brasileño en la región, y ahora en el mundo con la formación del Grupo BRICS, es incuestionable y su peso e influencia sobre los otros países de América Latina y el Caribe es inobjetable, de ahí la importancia que tendrán los próximos comicios. La gestión de Lula Da Silva, primero, y de Dilma Roussef, después, han posicionado al Partido de los Trabajadores (PT) en el centro de las decisiones domésticas y al gobierno de Brasilia en un lugar privilegiado en los procesos de integración a través del MERCOSUR, UNASUR y CELAC.
Hasta hace pocas semanas se preveía que la disputa se concentraba entre la reelección de Rousseff y el candidato del Partido Social Demócrata Brasileño, Aecio Neves, sin embargo el fallecimiento de Eduardo Campos candidato del Partido Socialista de Brasil (PSB), el pasado 13 de agosto, produjo un impulso inesperado de su sucesora Marina Silva, quien habría equilibrado apoyos con la actual presidenta y le disputaría la segunda vuelta con pronóstico reservado. Silva fue Ministra de Lula y posteriormente asumió una crítica al gobierno desde posiciones ambientalistas propiciadas por las metrópolis imperiales.
A su vez en Uruguay la disputa entre el candidato del Frente Amplio (FA), el ex Presidente Tabaré Vasquez, y el del Partido Nacional (PN), Luis Lacalle, hijo de un ex Presidente del mismo nombre, se torna muy compleja, puesto que será importante la decisión que adopte el tercero en juego, Pedro Bordaberry del Partido Colorado, que tiene un respaldo estimado en el 15%. Uruguay tiene una de las economías más equilibradas de la región y su actual Jefe de Estado, José “el Pepe” Mujica, ha mostrado una posición ligada a las `propuestas de unidad de la Patria Grande, aunque internamente ha realizado concesiones a los capitales exteriores.
La importancia de las relaciones comerciales y económicas de Bolivia con Brasil es fundamental por lo que significa la exportación de gas, a pesar de que los contactos Dilma Rousseff-Evo Morales han sido mínimos comparando con la dinámica que tenía cuando Lula Da Silva conducía al gigante de Sudamérica, entretanto que los vínculos Uruguay-Bolivia tienen, mas bien, un carácter político y de solidaridad mutua. Sin embargo, en el contexto del proceso latinoamericano y caribeño los resultados electorales marcarán las nuevas tendencias estratégicas.
En este panorama de la democracia electoral regional, las expectativas que genera el Presidente Evo Morales Ayma en las tendencias de izquierda y progresistas de la región son enormes en la perspectiva de que asuma un liderazgo mayor desde el compromiso del nacionalismo antiimperialista latinoamericano y de continuar con los avances de la unidad de la Patria Grande.