BOLIVIANA
El destacado intelectual Marcelo Gullo constituye la primera personalidad internacional que concede una entrevista a El País EN. Con Gullo resultaba inevitable concentrar el diálogo en su tesis sobre las causales de la prosperidad de diversos países en el planeta: “La Insubordinación Fundante”. Esta agitó el debate que ha marcado en estos años al continente y hoy, especialmente, a Bolivia.
El País EN (EP EN)
Resúmanos el concepto de la Insubordinación Fundante
Marcelo Gullo (MG) Todas las naciones que se convirtieron en grandes potencias,
todos los países que lograron una distribución relativamente justa de la
riqueza, todas las sociedades que logran un alto grado de justicia social lo
lograron porque se convirtieron en países industrializados. Esto fue así desde
Suecia a Los Estados Unidos, desde Alemania a Australia desde Japón a Cora del
Sur, desde Suiza al Canadá. La industrialización fue siempre el factor sine qua
non del poder, del éxito económico y de la justicia social y, en todos los
casos, estos países lograron industrializarse realizando una insubordinación
fundante.
EP EN. ¿En qué consiste, entonces, una insubordinación fundante?
(MG). El estudio de todos los países que han alcanzado, tanto el éxito
económico como la justicia social -que realicé en mis obras: “La
insubordinación fundante” e “Insubordinación y desarrollo”- me permite
afirmar, científicamente, que en todos los casos (más allá de las
diferencias y particularidades de cada uno de estos países, producto de los
enormes contrastes religiosos, culturales, geográficos y políticos que los
separan) se verifica la realización de una “insubordinación fundante”, es
decir, de una conveniente conjugación de una actitud de insubordinación
ideológica para con el pensamiento dominante, y de un eficaz impulso estatal
que provoca la reacción en cadena de todos los recursos que se encuentran en
potencia en el territorio de un Estado. En todos los casos la insubordinación
ideológica consistió en el rechazo de algunos de los principios básicos del
liberalismo económico, en especial de la aplicación del libre comercio. Y ahí
está el ejemplo de EEUU que, por 100 años, fue la patria del proteccionismo
económico y ahí está el ejemplo de Japón que, por 100 años, fue el campeón del
intervencionismo estatal.
En Nuestra América y en nuestro tiempo histórico, el presidente Hugo Chávez
tomó la decisión estratégica de realizar un proceso de insubordinación fundante
e incluso ordenó que la Teoría de la Insubordinación Fundante fuese el marco
teórico de la política exterior y de desarrollo de Venezuela pero,
lamentablemente, lo sorprendió la muerte. Incluso diría que cuando Chávez se
decidió, no solo a distribuir la riqueza petrolera, sino a industrializar
Venezuela poniendo en marcha un proceso de insubordinación fundante no fue
comprendido por la mayoría de los cuadros del chavismo que, en el fondo,
seguían pensando: “¿Para qué vamos a industrializarnos si tenemos el
petróleo?”.
(EP EN). ¿Qué procesos históricos de insubordinación fundante abortaron? ¿Por
qué tipo de errores?
MG. En el siglo XIX; en Nuestra América fueron detenidos por la fuerza y
la intervención extranjera, encubierta o descarada, los procesos de
insubordinación fundante conducidos por Rosas en Argentina y por Mariscal
Solano López en Paraguay. En siglo XX, los procesos de insubordinación
fundante conducidos por Perón en Argentina y por Getulio Vargas en Brasil.
Errores en estos procesos hubo miles pero, ni Perón ni Vargas fueron
desalojados del poder por sus errores sino por sus aciertos.
En 1946, cuando el Presidente Juan Domingo Perón intentó
llevar a cabo un proceso de insubordinación fundante sufrió un boicot
gigantesco, el boicot anglo-norteamericano de la incovertibilidad de la
libra y el impedimento de que los países europeos utilizaran los dólares del
Plan Marshall para comprar productos en la Argentina. Cuando los ingleses
decretan la inconvertibilidad de la libra, el primer ministro británico dijo:
“Con esta medida hemos herido de muerte el ambicioso proyecto industrializador
de Perón.”
Sin embargo, como no pudieron tumbarlo a Perón con el boicot, Inglaterra,
en 1955, le ordenó a la Marina Argentina – infiltrada hasta los huesos
por la inteligencia británica y las logias- que realizara el brutal bombardeo
de la Plaza de Mayo, es decir que bombardeara a su propio pueblo. Luego
Inglaterra proveyó, desde Malvinas, a la Armada Argentina de
combustible y espoletas para que bombardera la destilería de La Plata si Perón
no dejaba el poder. Después vinieron 18 años de persecución brutal del
peronismo y sus militantes. El golpe de Estado de 1976 fue la continuación de
la revolución fusiladora que, en 1955 derrocó a Perón y costó a la Argentina
30.000 muertos.
EP EN. Los casos de
insubordinación que usted cita se dieron en contextos diferentes al actual.
Unos, durante un capitalismo naciente, otros frente a un capitalismo
imperialista. Nos hallamos en el marco de un capitalismo global. ¿Qué
particularidades deberán experimentar estos procesos hoy?
MG. La particularidad es que deberán realizarse en conjunto. La América
del Sur, debería realizar su insubordinación fundante en bloque. Debemos
realizar la unidad continental para realizar nuestra insubordinación fundante.
Por otra parte, mediante una política de consenso se debe determinar qué
sectores serán apartados del libre mercado absoluto, para ser planificados
indicativamente en el marco de un “neoproteccionismo” que significa un
proteccionismo a plazo extremadamente corto y de forma extremadamente selectiva.
No se trata de llevar la idea de autarquía a nivel sudamericano, sino de
determinar qué sectores productivos del sistema sudamericano - mediante una
política apropiada para su desarrollo - podrían adquirir, en plazos
relativamente cortos -de 10 a 15 años- competitividad internacional y
transformar esos sectores en sectores de interés estratégico continental.
EP EN. El tema del colapso ambiental que castiga al planeta frena
diversas iniciativas industriales. ¿Cómo administrar ese factor?
MG. Debemos aprender de los errores de los otros. Por eso nuestro proceso de
industrialización deberá ser ecológicamente sustentable. Debemos apostar a las
nuevas formas de energía limpia, a la armonía con la naturaleza, pero sin caer
en el fundamentalismo ecologista que es una nueva trampa de la estructura
hegemónica del poder mundial. Fundamentalismo ecologista que es, en definitiva,
una nueva ideología de dominación fomentada y financiada, desde Londres, París
o Nueva York, para mantenernos en el subdesarrollo.
EP EN. ¿Cómo encaramos la relación con mega poderes tales como las
transnacionales petroleras?
MG. Todos los países de la América del Sur necesitan comprender que sólo
podremos negociar en condiciones de igualdad con los mega-poderes si estamos
juntos. Nuestros Gobiernos y nuestros pueblos deben comprender que las
políticas de “autonomía nacional” deben dejar paso a una nueva política de
“autonomía continental”. Que si el molino a viento dio la sociedad con el señor
feudal y una Europa dividida en condados, marcas y principados con ausencia de
un poder central capaz de dirigir el conjunto; y el molino accionado por el
vapor, la sociedad con el capitalista y una Europa dividida en Estados
naciones, la revolución tecnológica lleva a la constitución de los Estados
continentales. Estados continentales que, por lo demás, serán los únicos
capaces de relacionase con dignidad con los mega-poderes como las
trasnacionales petroleras.
EP EN. ¿Cómo podría darse ese proceso de insubordinación en bloque
Latinoamericano?
MG. El proceso de insubordinación fundante suramericano requiere como primer
paso comprender la necesidad de una política industrial común, basada en una
planificación industrial indicativa como la tuvo la Europa de posguerra, que
creó la “Comunidad Económica del Carbón y del Acero”. Europa, no dejó librada
al simple juego de la oferta y la demanda la producción de acero y cuando
Europa cedió a las presiones del neoliberalismo la integración se convirtió en
el instrumento de la hegemonía alemana. El proceso de integración como
herramienta de la insubordinación fundante, no debe dejar librada la suerte de
todos los sectores industriales a la supuesta “mano mágica” del mercado, que
“todo lo arregla”. No hay insubordinación fundante sin integración, pero no habrá
una integración liberadora sin una insubordinación ideológica.
Hoy nuestro gran problema es que el proceso de integración sufre de un
“síndrome de inmunodeficiencia ideológica” que infectó, paulatinamente, a las
elites intelectuales y dirigentes de la región a partir de la década del 80,
provocando la “vulnerabilidad ideológica externa” la más peligrosa y grave de
las vulnerabilidades posibles porque, al condicionar el proceso de la formación
de la visión del mundo condiciona, por lo tanto, la orientación estratégica de
la política económica, de la política externa y la filosofía misma del proceso
de integración. En el proceso de integración rige hasta el día de hoy la lógica
del neoliberalismo.
EP EN. En ese escenario, ¿cómo se establecería un equilibrio de intereses por
ejemplo entre los países pequeños, como Bolivia, y Brasil?
MG. Ese equilibrio solo se puede establecer si el proceso de integración
abandona la lógica neoliberal y nos convencemos de la necesidad de una
planificación industrial conjunta. En el marco de un “neoproteccionismo
selectivo” y mediante una planificación al estilo francés, es decir indicativa,
se debe construir una política conjunta de programación industrial-tecnológica
que reserve, para cada uno de los países, áreas específicas de competencia que
les proporcionen ventajas significativas y creen, en los otros partícipes
“nichos” de absorción de la producción de cada uno de los países.
Si el papel de países, como Bolivia, Paraguay, Venezuela o Uruguay, fuese,
simplemente, el de productores de materias primas, ¿qué ventajas tendría
la integración para estos países? ¿Es posible que la electricidad de Paraguay
sólo sirva para alimentar la industria de San Pablo, Buenos Aires, Curitiba o
Rosario?
¿Cuál es la diferencia para Bolivia -Estado asociado al MERCOSUR- entre
exportar su gas, su último gran recurso natural, a California o a
San Pablo y Buenos Aires? Para que una integración le resultara atractiva a
Bolivia, más allá del romanticismo, Argentina y Brasil deberían comprometerse a
desarrollar, a partir del gas boliviano, un complejo industrial (petroquímico)
en Bolivia, y garantizar a la producción de ese complejo, un nicho de mercado
en Brasil y Argentina. Podría pensarse también, por ejemplo, en el la
instalación de un complejo siderúrgico en la región boliviana del Mutún, una de
las reservas de hierro más importantes del mundo. Gracias a Argentina y Brasil,
Bolivia dejaría de ser simple exportador de productos primarios sin valor
agregado. Entonces sí, los campesinos y mineros bolivianos, tendrían una razón
de peso para estar a favor de la integración. Pero, para la realización de esos
proyectos, nuestras elites políticas necesitan superar su “vulnerabilidad
ideológica”, es decir, dejar de pensar la integración como una simple
zona de libre comercio y pasar a concebirla como “una zona de
industrialización conjunta”. Claro, en la realización de ese cambio de
concepción y en la ejecución de los proyectos concretos que de ello surjan la
responsabilidad mayor le cabe al Brasil. Pero para ello la política económica
del Brasil debe dejar de ser conducida por una burguesía paulistia
bandeirante que solo concibe la integración como un instrumento para
establecer su hegemonía sobre la América del Sur.
¿Quién es Marcelo Gullo?
Los libros del
politólogo argentino, especializado en Relaciones Internacionales,
Marcelo Gullo han generado un intenso debate entre analistas y políticos de
Sudamérica. Su tesis central destaca que todas las naciones que llegaron
a convertirse en países industriales desobedecieron conscientemente el consenso
ideológico que reinaba en cada época. Remarca que lo hicieron incumpliendo
especialmente las imposiciones del liberalismo económico. Paralelamente
gestaron un “adecuado impulso estatal” a las políticas que se rebelan a la
virtual imposición de la división internacional del trabajo. Rompieron con el
forzoso destino de ser simples productores de materia prima.
“Todo proceso emancipatorio exitoso sólo puede ser resultado de una
insubordinación ideológica contra el orden ideológico que en su momento
estableció Gran Bretaña. Si un país logra sacarse de encima la subordinación
cultural e ideológica, y además les da a esas decisiones un impulso estatal,
realiza lo que yo llamo la insubordinación fundante. El ejemplo de este proceso
lo encarnan los miembros del club de países ricos del mundo, como Gran Bretaña,
Estados Unidos, Alemania, Japón, Canadá, Australia, Corea del Sur. Lo que
sucede es que cada vez que un nuevo socio entra al club, cada uno en un momento
histórico, y se desarrolla y adquiere poder, imita lo que antes Inglaterra:
predicar todo lo contrario de lo que hizo para llegar a ese grado de
desarrollo”, ha planteado Gullo.
Gullo ejerce la docencia en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) y, de la
Escuela Superior de Guerra, de las Fuerzas Armadas Argentinas, en la Maestría
en Estrategia y Geopolítica. También asesora a miembros de la Cámara de
Diputados de la Argentina. Su teoría sobre “La insubordinación fundante”
también inspiró a la Cancillería venezolana para desarrollar una doctrina
oficial que rige, por orden de Hugo Chávez, como guía de la política exterior
bolivariana.
Marcelo Gullo ha acumulado significativos méritos académicos y políticos. En
1981, comenzó su lucha política contra la dictadura militar que, desde 1976,
había usurpado el poder. Es Doctor en Ciencia Política por la Universidad del
Salvador. También se ha titulado como Magister en Relaciones Internacionales
por el Institut Universitaire de Hautes Études Internationales, de la
Universidad de Ginebra. Graduado en Estudios Internacionales por la Escuela
Diplomática de Madrid. Obtuvo su licenciatura en Ciencia Política por la
Universidad Nacional de Rosario. Las dos figuras más importantes para su
carrera académica, de quienes se considera discípulo, son el sociólogo
brasileño Helio Jaguaribe (Premio Konex Mercosur por su aporte a las
humanidades) y el fallecido filósofo, teólogo e historiador uruguayo Alberto
Methol Ferré.
“El intelectual preferido del Papa”, comenta el propio Gullo al mencionar a sus
dos maestros. Es, además, asesor en materia de Relaciones Internacionales de la
Federación Latinoamericana de Trabajadores de la Educación y la Cultura
(FLATEC). Así mismo es miembro fundador del Instituto de Revisionismo Histórico
Nacional e Iberoamericano Manuel Dorrego. Sus libros han sido publicados en
Argentina, Italia, Francia y Brasil.
RafaelSagárnaga/El País eN