DEPENDENCIA

En materia económica, política y social, el largo debate sobre cómo alcanzar el desarrollo se encuentra nuevamente agitado. En esta ocasión es el intelectual brasileño, Luciano Wexell quien contribuye al debate haciendo notar que para los países subdesarrollados existen básicamente tres opciones: 1) seguir siendo países exportadores de productos primarios, 2) la “industrialización dependiente”, orientada y guiada por las transnacionales o 3) el “nacional desarrollismo”.
Según la Comisión
Económica Para América Latina (CEPAL), el sistema económico internacional tiene
un centro (países desarrollados) y una periferia (países subdesarrollados). Ese
centro concentra los frutos y los beneficios del progreso técnico del mundo,
“es decir, el sistema es netamente concentrador y centro de todo, hay fuerzas
que chupan la riquezas de la periferia hacia el centro”, detalla Wexell.
En este sentido, “el subdesarrollo no sería entonces una etapa del
desarrollo. El subdesarrollo es más bien la manifestación periférica del desarrollo
del centro, el subdesarrollo es la secuela periférica del desarrollo del
centro”, afirma el intelectual brasileño.
Wexell identifica tres opciones entre las que se debaten las economías
periféricas como la de nuestro país. La primera es “seguir siendo países
exportadores de primarios, seguir profundizando la dependencia. Ese
planteamiento que al fin y al cabo es una propuesta liberal y librecambista de
Adam Smith y de David Ricardo, de que nuestra vocación como países es producir
y exportar alimentos, insumos básicos, mientras la vocación del centro es
producir aviones, computadoras y maquinaria”.
La segunda opción es, para Wexell, el camino que estábamos atravesando “hasta
hace muy poco o quizás hasta ahora, que es la industrialización bajo orientación
de las transnacionales. Esto gana fuerza a partir de 1955 o más aun a partir
del inicio de los gobiernos de las dictaduras militares”.
Según el economista brasileño, ésta es “una industrialización dependiente”,
importadora de tecnología, de insumos, que envía crecientes recursos económicos
al exterior y que “no soluciona para nada nuestro problema de
dependencia, sino que profundiza nuestro subdesarrollo”.
La tercera opción es la del “nacional desarrollismo”, que es una propuesta
pensada desde nuestros países. Esta tendencia se logró desarrollar en
Latinoamérica aproximadamente entre 1930, cuando empieza el primer gobierno de
Getulio Vargas (Brasil) y 1955 cuando se derrumba por golpe contra el
presidente Juan Domingo Perón (Argentina).
Esta propuesta consiste precisamente en industrializar los países mediante una
fuerte intervención estatal para planificar y proteger las economías
nacionales, mientras simultáneamente se busca y fortalece la integración
nacional y regional. Este proceso se corta en Latinoamérica porque luego de la
segunda Guerra Mundial se da una reorganización del sistema
internacional, cuando los Estados Unidos finalmente asumen la hegemonía del
sistema.
Sin embargo, la opción que plantea Wexell es que ahora el rol planificador no
sea sólo del Gobierno, “sino de universidades, del pueblo organizado en
partidos políticos, de los movimientos sociales, y que esa unión entre
gobiernos, universidades, empresas estatales, bancos estatales, sirva para
promocionar un proyecto de industrialización soberana, autónoma y que haga que
los frutos de esos procesos traigan beneficios y mejorías a la visión y vida de
nuestros pueblos”.
Wexell es Doctorando del Programa de Economía Política Internacional de la
Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y además es Profesor de la carrera
de Economía, Integración y Desarrollo en la Universidad Federal de Integración
Latinoamericana (UNILA), y aprovechó un evento organizado por el Centro de
Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), en la ciudad de La Paz,
para explicarnos sus hallazgos.
Análisis, “pateando la escalera” del desarrollo
Con un análisis histórico, Wexell muestra cómo, entre el siglo XVII y el XX, los pensadores William Petty (inglés), Friedrich List (alemán) y Alexander Hamilton (estadounidense) propusieron construir estrategias de desarrollo de los Estados nacionales de sus países basados en el proteccionismo, el intervencionismo estatal, la industrialización y la integración nacional y regional.Una vez que estos países alcanzan el estatus de potencias hegemónicas deciden “patear la escalera”. Así, explica Wexell, el proteccionismo es “una escalera por la cual Inglaterra se monta, se sube y después patea la escalera cuando está arriba. Ese proteccionismo que hoy es casi una mala palabra, es condenada por la Organización Mundial de Comercio”.
Las herramientas utilizadas por estas potencias mundiales en los comienzos de su desarrollo coinciden con los elementos resaltados recientemente por el intelectual argentino Marcelo Gullo en su concepto de Insubordinación Fundante.
El concepto de Insubordinación Fundante se refiere a una conjugación de una “insubordinación ideológica para con el pensamiento dominante, con un eficaz impulso estatal que provoca la reacción en cadena de todos los recursos que se encuentran en potencia en el territorio de un Estado”, explica Gullo.
Asimismo, “todas las naciones que se convirtieron en grandes potencias, todos los países que lograron una distribución relativamente justa de la riqueza y justicia social, lo lograron porque se convirtieron en países industrializados. Esto fue así desde Suecia a Los Estados Unidos, desde Alemania a Australia desde Japón a Corea del Sur, desde Suiza al Canadá”, dice Gullo.
Y agrega que “Ahí está el ejemplo de EEUU que, por 100 años, fue la patria del proteccionismo económico y ahí está el ejemplo de Japón que, por 100 años, fue el campeón del intervencionismo estatal”.