DOSSIER: OPINIONES Y DEBATE SOBRE LAS ELECCIONES EN
BOLIVIA Y LA TERCERA REELECCION DE EVO MORALES

Por:
Atilio Boron

Publicado el 01/10/2014

ELECCIONES BOLIVIA: ¿POR QUÉ GANÓ EVO?

 La aplastante victoria de Evo Morales tiene una explicación muy sencilla: ganó porque su gobierno ha sido, sin duda alguna, el mejor de la convulsionada historia de Bolivia.  “Mejor” quiere decir, por supuesto, que hizo realidad la gran promesa, tantas veces incumplida, de toda democracia: garantizar el bienestar material y espiritual de las grandes mayorías nacionales, de esa heterogénea masa plebeya oprimida, explotada y humillada por siglos.  No se exagera un ápice si se dice que Evo es el parteaguas de la historia boliviana: hay una Bolivia antes de su gobierno y otra, distinta y mejor, a partir de su llegada al Palacio Quemado.  Esta nueva Bolivia, cristalizada en el Estado Plurinacional, enterró definitivamente a la otra: colonial, racista, elitista que nada ni nadie podrá resucitar.


Un error frecuente es atribuir esta verdadera proeza histórica a la buena fortuna económica que se habría derramado sobre Bolivia a partir de los “vientos de cola” de la economía mundial, ignorando que poco después del ascenso de Evo al gobierno aquella entraría en un ciclo recesivo del cual todavía hoy no ha salido.  Sin duda que su gobierno ha hecho un acertado manejo de la política económica, pero lo que a nuestro juicio es esencial para explicar su extraordinario liderazgo ha sido el hecho de que con Evo se desencadena una verdadera revolución política y social cuyo signo más sobresaliente es la instauración, por primera vez en la historia boliviana, de un gobierno de los movimientos sociales.  El MAS no es un partido en sentido estricto sino una gran coalición de organizaciones populares de diverso tipo que a lo largo de estos años se fue ampliando hasta incorporar a su hegemonía a sectores “clasemedieros” que en el pasado se habían opuesto fervorosamente al líder cocalero.  Por eso no sorprende que en el proceso revolucionario boliviano (recordar que la revolución siempre es un proceso, jamás un acto) se hayan puesto de manifiesto numerosas contradicciones que Álvaro García Linera, el compañero de fórmula de Evo, las interpretara como las tensiones creativas propias de toda revolución.


Ninguna está exenta de contradicciones, como todo lo que vive; pero lo que distingue la gestión de Evo fue el hecho de que las fue resolviendo correctamente, fortaleciendo al bloque popular y reafirmando su predominio en el ámbito del Estado.  Un presidente que cuando se equivocó -por ejemplo durante el “gasolinazo” de Diciembre del 2010- admitió su error y tras escuchar la voz de las organizaciones populares anuló el aumento de los combustibles decretado pocos días antes.  Esa infrecuente sensibilidad para oír la voz del pueblo y responder en consecuencia es lo que explica que Evo haya conseguido lo que Lula y Dilma no lograron: transformar su mayoría electoral en hegemonía política, esto es, en capacidad para forjar un nuevo bloque histórico y construir alianzas cada vez más amplias pero siempre bajo la dirección del pueblo organizado en los movimientos sociales.


Obviamente que lo anterior no podría haberse sustentado tan sólo en la habilidad política de Evo o en la fascinación de un relato que exaltase la epopeya de los pueblos originarios.  Sin un adecuado anclaje en la vida material todo aquello se habría desvanecido sin dejar rastros.  Pero se combinó con muy significativos logros económicos que le aportaron las condiciones necesarias para construir la hegemonía política que hoy hizo posible su arrolladora victoria.  El PIB pasó de 9.525 millones de dólares en 2005 a 30.381 en 2013, y el PIB per Cápita saltó de 1.010 a 2.757 dólares entre esos mismos años.  La clave de este crecimiento -¡y de esta distribución!- sin precedentes en la historia boliviana se encuentra en la nacionalización de los hidrocarburos.  Si en el pasado el reparto de la renta gasífera y petrolera dejaba en manos de las transnacionales el 82 % de lo producido mientras que el Estado captaba apenas el 18 % restante, con Evo esa relación se invirtió y ahora la parte del león queda en manos del fisco.  No sorprende por lo tanto que un país que tenía déficits crónicos en las cuentas fiscales haya terminado el año 2013 con 14.430 millones de dólares en reservas internacionales (contra los 1.714 millones que disponía en 2005).  Para calibrar el significado de esta cifra basta decir que las mismas equivalen al 47 % del PIB, de lejos el porcentaje más alto de América Latina.  En línea con todo lo anterior la extrema pobreza bajó del 39 % en el 2005 al 18 % en 2013, y existe la meta de erradicarla por completo para el año 2025.


Con el resultado de ayer Evo continuará en el Palacio Quemado hasta el 2020, momento en que su proyecto refundacional habrá pasado el punto de no retorno.  Queda por ver si retiene la mayoría de los dos tercios en el Congreso, lo que haría posible aprobar una reforma constitucional que le abriría la posibilidad de una re-elección indefinida.  Ante esto no faltarán quienes pongan el grito en el cielo acusando al presidente boliviano de dictador o de pretender perpetuarse en el poder.  Voces hipócritas y falsamente democráticas que jamás manifestaron esa preocupación por los 16 años de gestión de Helmut Kohl en Alemania, o los 14 del lobista de las transnacionales españolas, Felipe González.  Lo que en Europa es una virtud, prueba inapelable de previsibilidad o estabilidad política, en el caso de Bolivia se convierte en un vicio intolerable que desnuda la supuesta esencia despótica del proyecto del MAS.  Nada nuevo: hay una moral para los europeos y otra para los indios.  Así de simple.

- Dr. Atilio A. Boron, Investigador Superior del Conicet y Director del PLED (Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales).

 

ELECCIONES EN BOLIVIA. SOSTENER PARA PROFUNDIZAR, PROFUNDIZAR PARA SOSTENER

                                                                                               

Katu Arkonada

Rebelión 13.10.14

 

El proceso de cambio en Bolivia consolida su avance con los resultados de las elecciones del 12 de octubre y Evo Morales se convertirá en el Presidente que más tiempo ha gobernado Bolivia. Ni un solo reproche a un Presidente forjado en las luchas antiimperialistas, anticoloniales y anticapitalistas que en la noche del triunfo electoral tiene la humildad de dedicar la victoria a un Fidel que seguro estaba viendo el discurso con una sonrisa en los labios y un Chávez que estaba muy presente en todos los que celebramos la victoria en la Plaza Murillo.

Ante la falta de datos oficiales por parte del Tribunal Supremo Electoral, las dos principales y más fiables encuestadoras otorgan al Movimiento Al Socialismo en torno al 60% de los votos, porcentaje que quizás se pueda ver incrementado en un par de puntos debido a que las encuestas en boca de urna no recogen tan exhaustivamente el voto rural (favorable a Evo) y en principio el voto en el exterior también debería ser favorable e incrementar el apoyo final al MAS-IPSP.

En cualquier caso y más allá de la cifra final, lo que parece claro es que tras más de 8 años de gobierno el hecho de superar el porcentaje con el que se ganó en 2005 y acercarse al que permitió la victoria en 2009 (64%) implica no solo que el temible desgaste del poder no afecta demasiado sino un mérito tremendo para Evo Morales.

De la redistribución de la riqueza a la redistribución del voto

A nivel territorial ese porcentaje superior al 60% se traduce en la victoria en 8 de los 9 departamentos de Bolivia. Se sigue resistiendo Beni en un resultado influido también por ser el lugar de procedencia de Ernesto Suarez, candidato a Vicepresidente de Samuel Doria Medina y ex Gobernador de este departamento amazónico.

En el otro lado de la balanza se debe colocar la victoria del MAS, por primera vez, en Santa Cruz donde en 2002 Evo candidato presidencial obtenía el 3% de los votos y durante muchos años ni siquiera podía aterrizar en esa ciudad, para obtener en este 2014 prácticamente el 50% de los votos.

Sin embargo, en la medida en que no se ha incrementado el porcentaje de voto respecto de las anteriores elecciones, un incremento en Santa Cruz y en el resto de departamentos de la Media Luna (excepto el Beni) implica un descenso en los departamentos del Altiplano y Cochabamba. Pareciera que el voto se mantiene pero se redistribuye territorialmente, y esto significa un descenso del voto del núcleo duro del proceso de cambio en beneficio de un aumento de un voto “blando” como puede ser el momentáneo pero magnífico resultado en Santa Cruz.

Mientras tanto, en el desierto opositor

Es de destacar el hundimiento del MSM rozando el 3% de los votos y a punto de perder la sigla, sin ningún tipo de proyección nacional y solamente manteniéndose con el voto de un sector de la clase media urbana de La Paz.

A su vez, Samuel Doria Medina se posiciona como el líder de la oposición con en torno al 24% de los votos, lo cual dice mucho de qué tipo de oposición existe en Bolivia, donde un ex Ministro del neoliberalismo y dueño de los Burger King de Bolivia es el referente de la derecha boliviana, al que le acompaña lo más rancio de la clase política encarnada en Tuto Quiroga, que suma entre el 9 y 10% de los votos.

Lo preocupante de este escenario es que con la política de construcción de hegemonía puesta en marcha para derrotar e incorporar al adversario no se ha logrado disminuir el voto duro de la derecha boliviana que se mantiene, al igual que en anteriores elecciones, rondando el 35%. Y si la oposición hubiese dejado de lado sus egos y jugado con más inteligencia presentando un candidato único, este porcentaje se hubiese incrementado imposibilitando con certeza la obtención de los 2/3 por parte del MAS.

Horizontes

El proceso de cambio boliviano avanza por la senda de la irreversibilidad en muchos ámbitos, y uno de ellos es de la ampliación de los límites de la democracia que en estas elecciones ha posibilitado que las y los migrantes bolivianos en 33 países donde Bolivia tiene un consulado o embajada hayan podido ejercer su derecho al voto después de años de neoliberalismo en que sus derechos civiles y políticos fueron pisoteados. Un primer horizonte que se le abre al proceso de cambio es el de dar un paso más y poner en marcha un Plan Retorno para que la comunidad migrante boliviana pueda regresar a Bolivia a seguir aportando económicamente al país pero esta vez ya desde Bolivia.

Un segundo horizonte en el corto-medio plazo es el de las elecciones municipales y departamentales que se celebrarán en torno a marzo del 2015. Si bien el MAS gana ahora por la fragmentación de la oposición, no lo tendrá tan fácil en las próximas elecciones. Y a eso se le une el debate en torno a las candidaturas y los candidatos/as. El porcentaje de voto obtenido en estas elecciones es muy similar a la intención de voto que ya existía en los meses previos a este 12 de octubre y no parece que el haber incorporado candidatos invitados por fuera del MAS que van desde la izquierda lightberal a la derecha reciclada haya sumado. Hay sumas que restan, y si bien la ecuación no es lineal, pareciera que lo que en un lado haya podido sumar, lo ha restado por otro.

El tercer horizonte en el medio-largo plazo es el del debate en torno a la reelección. La dispersión opositora garantizaba los 2/3 que permitirían abrir el debate sobre la reforma constitucional pero el resultado de este 12 de octubre, en el caso de lograrse los 2/3, siembra cuanto menos algunas incertidumbres en torno a las posibilidades de éxito para llevar adelante la reforma que permita la reelección del Presidente Evo en unas elecciones en 2019 a las que la Constitución actual ya no le permite presentarse.

Estos tres horizontes se entrelazan y nos llevan a la conclusión de que la única manera de sostener el proceso de cambio boliviano es profundizando y radicalizándolo. La tentación de instalarse en posiciones pragmáticas para mantener lo conseguido y dedicarse solo a la gestión va a ser grande, pero estos resultados y los matices y diferentes capas de análisis que deben hacerse más allá de este simple y apresurado primer balance, tienen que partir de la base de que siendo la gestión importantísima, solo sirve si es bajo el horizonte de la profundización y radicalización del proceso de cambio.

Finalmente, siendo la victoria de Evo Morales importantísima para todo América Latina, como lo demuestra la presencia de numerosas delegaciones de partidos de izquierda como acompañantes internacionales del MAS en este proceso electoral, este avance que significa garantizar la continuidad del proceso de cambio debe venir acompañada el 26 de octubre de los triunfos del PT en Brasil y el Frente Amplio en Uruguay, fundamentales para continuar el proceso de integración política y económica de Nuestra América. Como suele recordarnos el Presidente Evo, o nos unimos o nos hundimos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.