“VEO A BRASIL, ECUADOR Y BOLIVIA COMO SOSTEN DE LA INTEGRACION REGIONAL”

Por:
Rafael Sagárnaga

Publicado el 01/11/2014

Su doctorado en Ciencia Política, sus licenciaturas en historia y política internacional dan una pauta sobre el nivel académico de Fabián Lavallén Ranéa.

Este analista y docente universitario argentino visitó la pasada semana Bolivia para dar conferencias en la Facultad de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés. Próximamente trabajará cerca de Tarija, en el norte argentino, en un programa sobre seguridad, otra de sus especialidades. Lavallén aceptó conversar con El PAÍS eN sobre la convulsionada coyuntura mundial y latinoamericana.
 
EP.- Las noticias que llegan desde Irak, con el fenómeno del Estado Islámico, Ucrania, Norcorea, etc. parecen mostrar un momento extraño en el contexto global. Algunas personas hablan del “caos controlado”, otras de la “multipolaridad”… ¿Qué está pasando en el mundo? ¿A qué están apostando los grandes actores?
FLR.- Es una discusión importante en los foros internacionales. Se trata de ver hacia dónde va esta notable transición que comenzó con la caída del Muro de Berlín y todavía sigue en una vorágine de cambio que aún no ha definido cuáles serán los actores primordiales que van a determinar el próximo escenario. Sí queda claro quiénes van a ser algunos de esos protagonistas. Sí está muy claro, por ejemplo, que China, lo muestra ya su PIB este año superando al de EEUU, está jugando ya a la restructuración de fuerzas del sistema mundo. 
Pero, desde lo que acontece en occidente, vemos que, como toda transición, ésta es caótica y genera incertidumbre. Vemos que los EEUU que comenzó su declive hegemónico, así dicen grandes analistas como Immanuel Wallerstein, ya a mediados de los años 70. Ya a partir de los años 90 ha presentado un unipolarismo bastante engañoso. Se manifestó en términos militares estratégicos con una prepotencia y ámbito de control, material, formal y disciplinario muy fuerte sobre el resto del mundo. 
Desde el punto de vista económico, la manutención del capitalismo con esa inyección de dinero para la banca el año 2008, nos demuestra que los EEUU, bajo las distintas dimensiones con las que se puede analizar un imperio, está en una clara transición de decadencia. En la cual, obviamente, como todo hegemón en decadencia, no le permite turno a los que le reemplazarán en ese rol mundial. Así como le costó asumir eso a España, a Gran Bretaña y a otros imperios, Estados Unidos no va a renunciar al comando del Globo. 

Decadencia del imperio

EP.- ¿Qué fenómenos particularmente muestran eso?
FLR.- Acontecen una serie de cuestiones muy paradigmáticas: por un lado se extrema y se visibiliza la violencia de EEUU muy claramente. No digo que antes no haya sido visible, digo que ahora, el grado de visibilidad cae casi en el absurdo. Un ejemplo muy concreto hoy son los modelos represivos que tiene los Estados Unidos, las maneras de intervención unilateral sobre poblaciones civiles, que siempre fueron duras y drásticas, pero ahora no tienen ningún tipo de condicionante, ni desde la prensa ni desde el discurso político. Antes nos mentían un poco más, ahora hemos podido ver desde el “paraíso” represivo que implica Guantánamo hasta las torturas en Abu Ghraib en Irak. La visibilidad de la tortura no tiene ningún tipo de reparo. Se le pide perdón al mundo y sin embargo se condena a Cuba, Venezuela y a cualquier otro país que no respete su relato político.

Se apela a extremos de la banalización de la violencia. Lo hicieron por todos los medios desde la Segunda Guerra Mundial, lo tuvieron como recurso de impacto, pero ahora llegaron a extremos. La última expresión de eso es lo que pasó en Abu Ghraib: primero, los torturadores sacándole fotos a los torturados. Eso ni en las peores dictaduras se había visto. ¿Se imagina a los terribles torturadores argentinos fotografiando a sus víctimas? Esto es todo lo contrario. Permite una visibilidad que muestra el cambio de rumbo, son los manotazos del tigre que se está desahuciando. 
Es funcional también a este control del mundo, el debilitamiento de los Estados que pueden generarle algún tipo de contención al imperialismo. No es casualidad que en una coyuntura en la que empiezan a impulsarse como vías de esa contención los bloques regionales, los Estados continentales y las integraciones que los EEUU apunten a un desguazamiento de los Estados con estas apariciones espontáneas que se han dado en gran parte del mundo de organizaciones como el Estado Islámico. En este caso se trata de algo que no es ni Estado ni es islámico, pero que ha permitido una intervención declarada por parte de occidente que nadie discute. 

EP.- Entiendo que intervenciones sospechosamente cargadas de mercenarios y con gran poder de fuego y movilización…

FLR.- Y además estas intervenciones, hay que dejarlo bien claro, son privadas. A veces se leen algunos análisis en los que se quiere comparar la reconstrucción, por ejemplo, de Bagdad con el Plan Marshall. El Plan Marshall fue una reconstrucción para que Europa se desarrolle. Hoy las supuestas reconstrucciones, las inversiones materiales que EEUU tiene en Irak son para sus propias empresas, en su propio usufructo. Y encima la intervención de neo mercenarios, ejércitos directamente privados que han superado estadísticamente a lo que se había generado en cualquier intervención privada en la historia. 
Hay un estudio reciente de la proporción de “contratistas” que hay en las intervenciones estadounidenses desde el año 2000 hasta hoy. En algún tiempo había un “contratista” por cada 100 soldados de EEUU, luego eran 10, 20… Desde hace dos años, la cantidad de “contratistas” en el Ejército estadounidense es superior a la cantidad de tropas oficiales. Eso demuestra también una mirada muy particular que tienen de lo que es una intervención. Va con un paradigma privatizador de muchas cosas, de la seguridad, de la custodia y hasta de las cárceles. 
EEUU ha generado una criminalización hacia el interior de su propio país de la mano de su intervención hacia afuera. Reprivatizaron las cárceles a comienzos de los 80 y se duplicó la población carcelaria en apenas 10 años,  cuando la población del país no se había duplicado. Pero, esa población carcelaria se volvió a duplicar 10 años más tarde, obviamente la población del país no se había cuadruplicado. Ahora en lo que tiene que ver con el sistema mundo vale destacar que el 65 por ciento de esos presidiarios son negros y latinos.

Nuevos polos de poder

EP.- ¿Cómo va el juego de fuerzas frente a EEUU a nivel global?
FLR.- Los principales desafíos, los segmentos donde se pueden ver liderazgos políticos fuertes son, por ejemplo, Sudamérica. Acá se puede ver la conformación del Consejo de Defensa Sudamericano, su profundización con la creación de un Centro de Estudios  Estratégicos, la creación de un Centro de Seguridad, de un Consejo Económico… La revitalización de un sistema integrador para Latinoamérica es un diagrama de las posibilidades de un Estado continental. 
Por otro lado, el Islam, no el que lo intentan representar como un islam militante, fundamentalista, sino el Islam como bloque cultural es un desafío para EEUU. 
No es casualidad que Irán sea una verdadera potencia en términos económico, militar, cultural. Irán tiene algo que tienen muy pocos Estados musulmanes con perfil hegemónico por lo menos regional tienen: una fortaleza y una identidad cultural que no es fácilmente erosionable. Con esto no estoy defendiendo al régimen del Ayatola ni nada por el estilo, estoy diciendo por qué Estados Unidos ha intervenido o ha establecido bases militares en todos los países de la región, menos en Irán. 
Si recorremos como las agujas del reloj desde Irak hasta Pakistán, todos están intervenidos o con bases militares, menos Irán. Está totalmente rodeado. Tiene fortaleza, respaldada por un ejército y Fuerza Aérea muy fuertes, pero no pensemos en su poder duro, sino en su poder blando: una cultura muy sólida. 
Si queremos comparar, recuerda lo que implicaba la resistencia al liberalismo de Paraguay cuando la Guerra de la Triple Alianza. Es la misma forma de intervención: Gobiernos con oligarquías locales que van satanizando el régimen y generando primero un carácter crítico de su cultura y Gobierno, y después legitiman la intervención militar. Recordemos que todo proceso que empezó demonizando un área cultural en el mundo terminó legitimando una intervención militar.

EP.- ¿Qué podemos decir sobre los otros polos del escenario mundial? ¿Europa, Rusia…?
FLR.- El otro gran problema tanto económico como cultural es Europa. Si recuperamos las lecturas de comienzos de los años 90, parecía entonces que Europa iba a solidificar esa contra hegemonía con EEUU o al menos iba a sostener una rivalidad amistosa. Me acuerdo de títulos rimbombantes de la dualidad euro dólar, por ejemplo. Pero ya había autores muy sagaces que señalaban la línea de fractura que políticamente hay en Europa. 
El pivoteo entre poderes locales y continentales viene de larga data, muchos siglos. Hay una identificación cultural europea, por un lado, pero también una defensa de la identificación con los segmentos culturales locales por el otro. Eso constituye uno de los grandes debilitamientos del bloque. Por un lado no pudo integrarse plenamente el bloque económico homogéneo porque en la homogeneidad supuestamente ficticia tienden a ver a los Estados que han atravesado crisis económicas como Grecia y países mediterráneos como que han tenido que llevarlos a la modernidad económica, solventar su transición hacia el nuevo sistema mundo. 
Y, por otro lado, la nueva visibilidad de las autonomías y los intentos autonomistas, como pasó recientemente en Gran Bretaña y en Cataluña. No se trata de una fuerza menor. Si uno mira algunos plebiscitos o las intenciones de conformar grupos políticos autonomizadores, son a veces hasta un 40 por ciento de las poblaciones las que demandan un margen de maniobra autonómico en los países centrales muy fuertes. 
Rusia todavía viene de una transición de más de 25 años. No ha terminado de conformar un  bloque en los países que antes eran un gran cinturón de seguridad entre el expansionismo de las entidades alemanas continentales y que tienen identidad propia, pero Rusia no termina de renunciar a ellas. Si sumamos el agravante de que ahí están el gas y el petróleo, indispensables para la definición de esta nueva era post petrolífera, hallamos una enorme coctelera de identidades y necesidades económicas. 
Es un panorama muy distinto al que hace 20 años se presentaba como “el fin de la historia”, el reconocimiento de que el liberalismo había generado un consenso sobre modos y conductas del sistema internacional.

Latinoamérica
EP.- En ese escenario de convulsión global, ¿cuáles son los puntos más críticos que enfrenta Latinoamérica? 

FLR.- Ha generado un gran espaldarazo la conformación, políticamente viable, de esta idea de la Patria Grande por la coincidencia de gobiernos progresistas con un tinte político ideológico muy similar. Entre esa serie de gobiernos había una coincidencia tanto estratégica como cultural que impulsó la creación del Consejo de Defensa Sudamericano. 
Pero al estar sólo supeditado a esa empatía de gobiernos con miras muy similares, se genera una particular incertidumbre: ¿qué ocurre cuando superado un proceso de diez años en promedio para estos gobiernos progresistas, empiezan desgastes internos en estas democracias ampliamente representativas? Se ve un problema muy sensible como la falta de un recambio en los liderazgos. 
En mi país, más allá del apoyo que tiene Cristina Kirchner, no hay miras de quién la reemplazará, no hay siquiera un tutelaje que le permita decir: “Éste es mi candidato”.      
Entonces surge una ambivalencia en las posiciones de los posibles candidatos para ver qué ocurrirá con el estímulo que se le dio a la integración. Lo mismo vemos en Brasil, quedaba claro que si no salía Dilma, la prioridad de esos nuevos gobernantes no era Sudamérica. 
El sostén para avanzar en un estadio más profundo de la integración, amén de lo que ocurra en Argentina, parece basarse en Brasil, Ecuador y Bolivia. Veo a esos tres países como sostén integrador.

EP.- ¿Qué hacen frente a los riesgos internos como la crisis económica y grandes fenómenos delictivos internos como el narcotráfico?
FLR.- Hay que fortalecer el Consejo de Seguridad Sudamericana. Así como hay el Consejo de Defensa, propiciar una formación multilateral en la región en elementos sobre seguridad interna, con las salvedades que tenga cada país. Un paradigma importante es el de la seguridad ciudadana, pero con la debida coordinación porque también se puede caer en cierta militarización de las estrategias de seguridad como se vio este año en Argentina. Eso a mí me hace ruido. 
Recientemente un grupo importante de intelectuales y ex funcionarios de la política argentina, más de 100, publicaron una solicitada en la que advirtieron sobre la militarización de la seguridad interna. En Argentina tenemos un proceso lamentable de violencia muy fuerte a través del narcotráfico. Tiene que ver con la transición del sistema mundo también. El mundo se ha vuelto tremendamente violento. Hay una violencia estructural  que va aumentando. Es algo que no se le puede criticar a un Gobierno porque este fenómeno atraviesa la cultura y todo.

EP.- También, en este tiempo de decadencia del imperio y el cambio global, se observa la transnacionalización del crimen. Hay intereses cruzados con la banca internacional, redes y fenómenos como el narcocapitalismo. El otro día leí que en México el narco capital se da el lujo de invertir en exportaciones de miles de millones de dólares a China. ¿Qué está pasando con esta especie de red delictiva global que permea a Latinoamérica?
FLR.- La decadencia del capitalismo ha mutado en tentáculos. Esos tentáculos inyectan poder a través de los países sobre todo en las sociedades débiles o en proceso de transición. Y está tan enquistado en los segmentos del poder político que ya no hay una frontera, simplista, identificable entre “los buenos” y “los malos”. Este entrelazamiento demuestra cómo el poder político tiene la responsabilidad de organizar una estrategia para contener no sólo al narcocapitalismo, del otro lado, sino que también hay que hacer una depuración interna.

EP.- Y así como se advierte que no han surgido liderazgos de relevo en lo político, ¿no es evidente también que no se construyeron estructuras sólidas que enfrenten estos fenómenos?
FLR.- Me parece que se hizo mucho, pero viendo la realidad, no es suficiente. Desde lo social lo que se ha hecho en los gobiernos progresistas ha sido fantástico. Podría relatarle durante cuatro horas la cantidad de organismos sociales, oficiales y no oficiales, que se han activado. Pero no es suficiente frente a la manera de cómo se organiza el narcotráfico y halla resquicios. 
Hay un gran poder político y económico que lo permite, lo avala y distribuye, tanto en zonas pobres como entre la elite de los barrios exclusivos. Las estrategias estatales deben ser mucho más fuertes y trabajadas. Es un gran reto.

EP.- Sé que va a trabajar cerca de Tarija, es decir en el norte argentino, también próximo a Paraguay. ¿Qué valoración le merece esta zona en términos estratégicos? 
FLR.- Es un área de un valor estratégico fundamental para la reconfiguración de la Argentina, pese al desinterés que se le ha tenido desde Buenos Aires. Pero también es muy importante para la integración sudamericana. Es una de las dos o tres espinas dorsales que tiene el subcontinente, donde el interés político en dos o tres décadas no ha tenido una prioridad.

PERFIL.

 Fabián Lavallén Ranéa es Doctor en Ciencia Política, Licenciado en Relaciones Internacionales y Licenciado en Historia. Tiene una Maestría en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural, y especializaciones en Educación, Investigación científica, y liderazgo. Actualmente se desempeña como Director de la Escuela de Relaciones Internacionales y la Escuela de Ciencia Política de la Universidad del Salvador. 
También es asesor político del Presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, y miembro del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Dorrego. Trabajó para el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), y el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU. Desempeñó diversos cargos políticos y académicos del actual Gobierno argentino. 
Ha sido Secretario Académico del INEES (Instituto Nacional de Estudios Estratégicos de la Seguridad) dependiente del Ministro de Seguridad de la Nación. También ejerció como asesor de los ministros de Defensa y de Seguridad. Fue Director de Investigaciones del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa, del Ministerio de Defensa de la Nación y Coordinador Académico del Centro de Estudios Estratégicos de la Escuela Superior de Guerra Aérea de la Fuerza Aérea Argentina. Es también profesor titular del Curso de Formación del Consejo de Defensa Suramericano (UNASUR).