
El bajo precio del petróleo y la consiguiente reducción de ingresos para el país han empezado a alarmar hasta a las autoridades más optimistas. Sin embargo, en toda crisis suele haber también una oportunidad.
El anuncio del vicepresidente Álvaro García Linera
de que se exportará menos gas a Brasil y Argentina este 2015 puede ser el
inicio de un replanteamiento de las prioridades económicas del Gobierno.
Tal como el propio Gobierno se encargó de promocionar, a lo largo de 2014,
Bolivia rompió récords de volúmenes de producción y exportación de gas como
materia prima. La producción superó los 60 millones de metros cúbicos diarios
(MMmcd), de los cuales cerca de 50 MMmcd son destinados a los vecinos mercados
(cerca de 16 MMmcd hacia Argentina, y hasta 33 MMmcd hacia Brasil). La demanda
del mercado interno, compuesto por el sector doméstico, el transporte y la
industria, no superó los 10 MMmcd.
Esta política de acelerar el vaciamiento energético del país fue criticada,
también a lo largo del año, por diferentes analistas que veían un peligro de
perpetuar la dependencia del gas y desaprovechar la oportunidad de
industrializar los recursos naturales, además de diversificar el patrón de
desarrollo.
Ahora, es la preocupación del Gobierno respecto a la caída de los precios
petroleros la que finalmente está generando un cambio de acción.
El vicepresidente reconoció que el presupuesto del Estado está calculado en
base a un precio de 80 dólares por barril de petróleo (esta semana el precio
del WTI estuvo rondando los 53 dólares), “pero hemos presupuestado (también)
menos volúmenes de venta. En vez de estar exportando 60 millones de metros
cúbicos día (MMmcd), hemos presupuestado 40 MMmcd de gas”.
Esta desaceleración del vaciamiento energético puede permitir redireccionar el
gas para fomentar el crecimiento de las industrias nacionales, pero también
para que los millonarios proyectos petroquímicos tengan asegurada la materia
prima para su funcionamiento. Garantizar una reserva estratégica de gas para
estos emprendimientos debiera ser una prioridad del gobierno nacional.
Continuarán precios bajos
Según un reciente análisis del experto y exministro de Hidrocarburos, Hugo del
Granado, el precio del petróleo caerá “hasta que haya evidencias de menor
producción y menos petróleo en los mercados. Esto todavía no se percibe ni
en EEUU ni en Rusia que ha decidido mantener inalterable su producción de
10,6 MMBls/D (Millones de barriles por día) para el próximo año”.
Del Granado agrega también que la mayoría de los países de la OPEP “están
empeñados en una estrategia de largo plazo y decididos a defender o incrementar
sus cuotas de mercado bajando precios a sus clientes antes que recortar sus
respectivas producciones”, lo que reafirma las tendencias, puesto que además
“la posición de Venezuela e Irán de buscar cortes en la producción en procura
de elevar los precios es marginal frente al bloque de Arabia Saudita y sus
aliados más próximos”.
Por ello, indica Del Granado, “todo hace prever que viviremos un ciclo de
alrededor de 60 $us/Bl por un período largo”
En este panorama, el vicepresidente Álvaro García Linera reiteró también que de
mantenerse los precios a estos niveles, el impacto para el país será de unos 40
millones de dólares en 2015, pero que si el precio baja a 30, la reducción de
ingresos será de aproximadamente 100 millones de dólares. Sin embargo, este
efecto se sentirá recién a partir de julio de este año.
El shale, ¿arma política o víctima de la crisis?
Diversas son las interpretaciones de esta crisis
petrolera. Entre los muchos frentes de debate está el que considera que la
caída del precio ha sido provocada en gran medida por el aumento de la
producción de gas y petróleo de esquisto (shale), por parte de EEUU.
Esta medida, dijo recientemente el presidente de la estatal Petróleos de
Venezuela (Pdvsa), Eulogio Del Pino, “constituye un arma política del
capitalismo para tratar de doblegar a naciones que se enfrentan a sus acciones
de dominación y hegemonía”.
Coincide con esta posición el economista argentino Claudio Katz, quien
considera que “el petróleo barato es un instrumento geopolítico de ofensiva
imperial” de EEUU con la intención de “debilitar la influencia económica del
rublo ruso, y presionar a un actor clave y determinante (Rusia) en las
relaciones internacionales. También actúan contra Irán para obligarlo a
suscribir condiciones para que abandone su política nuclear con fines
pacíficos”.
Pese a ello, analistas creen que los proyectos de shale requieren de
inversiones que sólo se pueden sostener con un precio del crudo que supere los
60 dólares por barril.
Del Pino indicó que “La producción del petróleo de esquisto está en manos de
empresas muy pequeñas que no se comparan con otras corporaciones como Chevron.
Son empresas independientes financiadas por la banca y que son susceptibles a
la baja de los precios del petróleo”.
Mientras tanto, la Agencia Alemana de Prensa (DPA) en un reciente informe
advirtió que “la baja de los precios del crudo se convierte en una posible
amenaza para la existencia de estas empresas, para las que el negocio dejaría
de ser rentable si se mantiene la tendencia. Los que asumieron demasiadas
deudas para sumarse a la bonanza probablemente tengan que hacer sus maletas”.
Sin embargo, Hugo del Granado considera que “la probabilidad de que la mayoría
de los productores de shale oil en EEUU salgan del mercado por bajos precios es
sólo una posibilidad de mediano o largo plazo porque sus costos de perforación
ya fueron recuperados o están siendo recuperados (costos hundidos), porque
están reevaluando sus proyectos de inversión, porque los equipos tienen costos
declinantes y la mayor eficiencia técnica de perforación han compensado
la caída del crudo”.