
La crisis actual no es una crisis del comercio ni de la
producción de bienes o de servicios. La crisis es de los bancos, del sector
financiero. Su origen es lejano y de naturaleza ideológica; viene de la
distorsión que hizo David Ricardo de las ideas de Adam Smith.
Smith admitía el egoísmo empresarial como un motor de movimiento económico,
pero con normas que lo encausasen. Ricardo abogó por la eliminación de
restricciones. En particular, de restricciones en tres cosas: la emisión de
papel moneda, en la sobreproducción industrial y en la circulación de
capitales.
La emisión de papel moneda produjo desde entonces sobreproducción de dinero y
continua pérdida de poder adquisitivo. La sobreproducción industrial condujo al
imperialismo comercial. La irrestricta circulación del capital condujo a
especulaciones y estafas internacionales.
En la época actual eso se agrava, se complica y se expande con la creación de
“productos financieros” - porque ahora los servicios financieros dicen ser
industria - que circulan y se aceptan sin verdadera garantía de valor, sea
nacional o internacional. Los nombres de esos papeles quieren sonar técnicos,
con eufemismos dichos en inglés: default swaps, derivatives, sub-prime o
quantitative easing. La realidad es que el mundo es víctima de una estafa
originada en Wall Street y la City. Nada nuevo, lo distinto esta vez es su
dimensión sideral.
Antecedentes de deuda soberana
Desde el siglo XIX se suceden crisis del mismo origen, aproximadamente, cada 40
años. Todas causadas por el colapso de especulaciones financieras, que suelen
desembocar en el comienzo de una guerra; las dos guerras mundiales no son
ajenas a ese patrón. Los negocios bélicos, la eliminación de rivales
comerciales y el botín versado en los sacos del vencedor, devuelven el
equilibrio a los bancos en dificultades.
La crisis europea actual y la de los años 80, tienen su origen en 1944, en
Bretón Woods. En esa reunión entre los eventuales vencedores, para estabilizar
la economía mundial de la post-guerra, se adoptó el dólar como moneda de
referencia internacional, pero garantizado con un patrón oro de $35/onza. Ese
acuerdo fue renegado por Estados Unidos en 1971, año en que dejó de exportar el
petróleo que equilibraba su balanza comercial. Fue sin duda un default sobre su
deuda – eso que escandaliza cuando lo hacen otros. Desde entonces la Reserva
Federal comenzó una emisión de dólares sin fondos, para cubrir una balanza
comercial deficitaria. Para evitar que el dólar cayese en desuso como moneda de
referencia, la OPEP redujo la producción e impuso la venta de su petróleo sólo
en dólares: los llamados petrodólares, emitidos para esa función.
Esos petrodólares excedentarios no podían asimilarse en las economías
petroleras y terminaron depositados en bancos, principalmente anglosajones. Los
bancos no guardan el dinero; lo colocan. Así salieron elegantísimos banqueros a
colocar dinero en rincones del tercer mundo, ofreciendo préstamos a bajo
interés y sin garantías.
Es la conocida mecánica de prestar capitales, a sabiendas de que, en lugar de
gastarse en una función reproductiva, serán dilapidados en gasto corriente,
importación de productos industriales o en corruptas transacciones, cuya
ganancia regresa a los bancos extranjeros. Pero la deuda queda y el Estado la
asume como deuda soberana que debe ser pagada exprimiendo los recursos
nacionales con el sólito programa llamado de austeridad. El resultado es vano,
crea desocupación y es pretexto para la privatización de los activos del país, sobre
todo de servicios públicos monopólicos e indispensables.
Historia de la deuda de América Latina
La crónica deuda externa de la América Latina se arrastra desde su
independencia y su nacimiento está descrito con agudeza técnica por el filósofo
económico suizo Jean Charles Sismondi: ... “en las naciones opulentas la
producción suele ser determinada, no por las necesidades, sino por la
abundancia de capitales, y entonces, al sobrepasarse pronto el consumo, se
produce una cruel miseria.
“La apertura del inmenso mercado que ofrece… la América española, fue el hecho
que más pudo desahogar las manufacturas inglesas. El gobierno inglés parece
juzgarlo también así; y, durante los siete años que han pasado desde la crisis
comercial de 1818, una actividad sin precedentes se ejerció para hacer penetrar
el comercio inglés hasta los rincones más recónditos de México, de Colombia,
del Brasil, del Rio de la Plata, de Chile y del Perú. …
“Pero, por inmenso que fuese el desahogo que ofrecía la América libre, no hubiese
sido suficiente para absorber todas las mercancías que Inglaterra había
producido por encima de sus necesidades, si los préstamos hechos a las nuevas
repúblicas no hubiesen de golpe aumentado desmesuradamente sus medios de
comprar mercancías inglesas. Cada estado de América prestó de los ingleses una
suma suficiente para poner a funcionar su gobierno; y, a pesar de que fuese un
capital, la gastaba inmediatamente durante el año como una renta; quiere decir
que se empleaba entero en comprar mercancías inglesas por cuenta del público, o
de pagar aquellas que habían sido enviadas por cuenta de particulares. Se
formaron en ese tiempo numerosas compañías, con inmensos capitales, para
explotar todas las minas de América; pero todo el dinero que gastaban regresaba
a Inglaterra, sea por las máquinas… o por los bienes exportados...
“Todo el tiempo que duró este singular comercio, en que los ingleses pedían a
los americanos, que se dignaran comprar, con capitales ingleses, las mercancías
inglesas, y las consumiesen por amor de ellos, la prosperidad de las
manufacturas inglesas pareció brillante. No fue ya la renta, sino el capital
inglés lo que se empleó para estimular el consumo; los ingleses, comprando y
pagando ellos mismos los propios productos que enviaban a América, no se
ahorraron sino el placer de gozarlos también ellos mismos.
“Nunca tuvieron las manufacturas inglesas tantos pedidos como durante la serie
de especulaciones del 1825, que asombro tanto el mundo; pero que, cuando los
capitales se gastaron, y vino el momento de pagarlos, cayó de pronto el velo,
cesó la ilusión, y la miseria recomenzó con mayor fuerza que en 1818”
(Sismondi, Nuevos Principios de Economía, 1927. Libro cuarto, Capitulo 4).
Esa deuda Latinoamericana con los bancos ingleses fue vendida en los mercados
de valores y causó descalabros por toda Europa. Es así como surgieron
coaliciones de cobradores que las cobraban a cañonazos. El caso más célebre es
la ocupación anglo- hispano- francesa de Veracruz, que terminó desempolvando el
trono de Iturbide para darlo a Maximiliano de Austria.
En los años de 1980, Latinoamérica vio repetirse el mismo mecanismo de deuda,
solo que no vinieron cañoneras, sino el FMI, el BID y el Banco Mundial, que se
encargaron de asegurar el pago. Tampoco trajeron un príncipe extranjero; hoy
día hay modos más discretos y el cobro se encarga a políticos locales
confiables. La eficiencia del cobro aumenta, porque la apariencia de
legitimidad disminuye el riesgo de rebelión violenta. Así sucedió la Década
Pérdida de la América Latina.
La situación hoy
Después de la triste experiencia del Tercer Mundo con la deuda externa, los
gobiernos de esos países, en general, se abstuvieron de endeudarse. También
sucede porque algunos aún están pagando y no tienen ni el crédito ni la
voluntad política. Sus sufrimientos no ha mejorado que transitoriamente las
finanzas de los bancos y demás empedernidos jugadores que operan en los casinos
financieros.
Peter Drucker explicóque el flujo de la economía financiera se había separado
del flujo de la economía comercial de bienes y servicios; señalando que su
tamaño había aumentado y era varias veces superior al de la economía real. Eso
– decía él- resultaba de la emisión de dólares inorgánicos emitidos desde 1971
para pagar el déficit comercial de los Estados Unidos (Drucker, 1986). Emmanuel
Todd dijo que el papel de Estados Unidos en la economía mundial parecía ser el
de suministrar dinero virtual (Todd, 2005). En Wall Street y en la City parecen
olvidar un principio básico de Economía I: que el dinero no es la riqueza; que
es sólo un símbolo.
Según el Banco Internacional de Compensaciones, de Basilea (BIC, 2013) en el
mundo, para abril de 2013 se vendían diariamente 5,3 billones (trillions en
inglés) de derivativos; o sea, diariamente, un tercio del PIB de Estados
Unidos. El total de estos productos en circulación se estimaba entonces entorno
a los 700 billones. Si se toma en cuenta que el Producto Mundial Bruto era en
2013 fue de 75 billones, es imposible aterrizar ese dinero imaginario en la
economía real. Eso es lo que técnica y legalmente se define como estafa. El BIC
no tiene cifras públicas más recientes, pero las cifras de la secuencia del
2010 al 2013 indican una tendencia al aumento.
Esa sobreabundancia de valores en ascenso que es independiente de la conducta
de la economía real, es el resultado de una combinación letal de la constante
creación cumulativa de dinero inorgánico por la Reserva Federal de Estados
Unidos – que es un consorcio de bancos privados- con el eufemismo de
facilitación cuantitativa (quantitative easing -QE-) para que los bancos y
otros agentes puedan invertir masivamente en las bolsas y así hacer subir de
nuevo el valor disminuido de sus portafolios; esto viene unido a una
desregulación liberadora de toda prudencia elemental en la actividad
especulativa de los bancos.
A diferencia de la economía real, que es socialmente positiva, porque al crecer
reparte beneficios a todos los actores, la economía especulativa es socialmente
negativa. Sus actores suelen ser empresas apátridas, sin vínculos sociales. Su
base es una abstracción imaginaria, que emite papeles llamados valores, porque
se suponen basados en alguna garantía, que van a comerciarse en las plazas
financieras. En la realidad, su principal actividad es manipular percepciones
del futuro y su único móvil es la ganancia a corto plazo, que no es distribuida
sino que se mantiene en el circuito financiero, apartada de la economía real;
la que produce bienestar socialmente perceptible.
La historia de la economía real está marcada por crisis que anteceden el
relevo de los países protagonistas, cuyo ocaso suele incluir episodios bélicos.
Creo que vivimos uno de esos momentos. Las economías reales de los dos países
anglosajones con los mayores centros financieros tienen marcados síntomas
recesivos, mientras sus bolsas solo suben porque los teclados en las
computadoras de sus traders dan la ilusión de crear riqueza. A dedazos
electrónicos suben y bajan precios en los las bolsas, sin que nada haya cambiado
en la realidad tangible. Los precios se inflan soplando las compras, hasta
explotar como burbujas y desinflarse cuando las compras cesan.
En el año 2008 explotaron cuatro de esas burbujas especulativas:
1. La burbuja de materias primas y alimentos, cuya muestra fue la llamada «
crisis de la tortilla » en México. Del mismo modo súbito, subían y bajaban los
precios del maíz, el petróleo y los cereales, sin aumento de consumo o por
menor producción;
2. La burbuja inmobiliaria, estimulada por préstamos fáciles con hipoteca sobre
bienes de valor inferior, que empaquetadas juntas eran vendidas como “Sub-Prime
Mortages” (Hipotecas Sub-Optimas) en lugar de llamarlas basura.;
3. La burbuja de las bolsas, donde acciones y valores subían y bajaban sin
haber mayores inversiones o fluctuación en los dividendos;
4. Burbujas en el cambio de las divisas, donde las monedas subían y bajaban sin
cambios en las cifras macro-económicas de los países;
Salvo por la caída de los precios inmobiliarios y el desahucio a favor de los
bancos, no ha cambiado gran cosa la conducta de los especuladores desde 2008.
La fabricación de la crisis europea
En 2008, el dólar comenzó a caer y eso amenazaba mortalmente la hegemonía de EE
UU. Hacía el 2010, la gran prensa inició una campaña contra el Euro, haciendo
eco de las declaraciones pesimistas de los propios políticos del
“establishment” europeo y de los organismos financieros internacionales. La
supuesta debilidad del Euro era la crisis por la deuda pública de algunos
países que son parte de la Euro-zona. Países endeudados por sus gobiernos que
pagaron con fondos públicos el « rescate » de bancos privados nacionales. Esa
deuda no viene de un desajuste económico interno; viene de la estupidez de
quienes hicieron préstamos riesgosos y de la deshonestidad de quienes pagaron
deudas ajenas con dinero ajeno.
El caso emblemático fue Grecia, cuyo PIB, en 2011, era el 1,5% de la Economía
de la Unión Europea y el 2,6% de la Eurozona (Eurostat, 2014); por lo que no
tenía el peso económico para arrastrar con sus deudas la economía que respalda
al Euro. Era algo selectivo, porque Grecia con un PIB €215 millardos y una
deuda del 166 % de su PIB, se suponía que era un mayor riesgo y debía pagar
intereses más caros que Japón, cuyo PIB era de €4,4 billones y su deuda el 228
% de su PIB (BM, 2014); pero así lo estimaron las evaluadoras de riesgo de Wall
Street. El mismo patrón se repitió con Portugal, Irlanda, España e Italia. Esto
sirvió para crear una desconfianza en la economía europea y...en el Euro.
La Unión Europea es la economía más grande del mundo y el principal exportador.
Su segundo socio económico es China, con € 428 millardos ($567 millardos) y el
primero, es Estados Unidos, con €444 millardos (Eurostat, 2013). Como la
economía china crece al 7,7% y la de Estados Unidos crece 2,5% (BM, 2013), es
probable que, en 2014, China sea ya el mayor socio europeo. Para China la UE es
ya el mayor socio comercial. En 2014 el PIB de la UE será de €14.303 billones
(US$18.451 billones) según el FMI y su surplus comercial en septiembre 2014,
era ya de €18,5 millardos (Eurostat, 2014). La economía real europea no está
enferma, es su sector financiero que ha sido contagiado por el sector
financiero anglosajón. Las presiones políticas hegemónicas no son ajenas a ese
contagio.
Fueron los banqueros de Alemania, Francia, Italia y Holanda, que pagan grandes
sueldos y premios a sus ejecutivos de poco discernimiento, quienes compraron
valores sin valor, emitidos por los bancos anglosajones, y los vendieron a los
bancos de las economías periféricas de la Unión Europea: Grecia, Portugal,
España, Chipre & Co, que también pagan bien a sus ejecutivos. Ahora tienen
sobresaltos porque los valores que vendieron cayeron a su valor real y sus
clientes no pueden pagar. Como siempre, intervinieron el FMI, el Banco Mundial
y el Banco Central Europeo para dar los créditos necesarios para pagar a los
bancos acreedores; con la novedad de que en Chipre que la banca para pagar
acreedores extranjeros, confiscó también dinero de sus clientes.
Por un rato hubo temblores por miedo de que Grecia hiciese lo que correspondía:
regresar al drama. Pero no será así, porque los banqueros del grupo duro
europeo quieren cobrar en Euros sus créditos. Un detalle adicional, que nunca
se menciona, es que todas esas obligaciones de los bancos en los países
periféricos se garantizaron con seguros contra falta de pago (Credit Dafault
Swaps), cuyas primas se cobraron, pero que no se aplican para cancelar las
deudas porque esos seguros son extendidos y comerciados entre los mismos bancos
acreedores.
El acuerdo trasatlántico
Estados Unidos propuso a la Unión Europea un Acuerdo Transatlántico de Comercio
e Inversión - TTIP-, que pretende integrar ambas economías. Se han hecho varios
estudios econométricos, todos coinciden en que el acuerdo llevaría a sustituir
el comercio intraeuropeo por el comercio con Estado Unidos. Esto implica una
desintegración europea y lo paradójico es que el principal abogado del acuerdo
es la Comisión Europea; eso da una idea de quién manda en Bruselas.
Según un estudio de Jeronim Capaldo (GDAE / Tufts University, 2014) usando el
modelo de Política Global de la ONU, en los diez primeros años del acuerdo los
resultados serían los siguientes:
1. Pérdidas netas en las exportaciones europeas,
principalmente las del Norte de Europa (2,7% del PIB, seguidas por Francia
(1,9%) y Reino Unido (0,95%).
2. Pérdidas netas en términos de PIB para países del
Norte de Europa (-0,5), seguidos por Francia (-0,48) y Alemania (-0,29).
3. Pérdida de ingreso para los trabajadores: Francia
con -5.500€ por trabajador, países de Europa del Norte -4,800€, Reino Unido
-4,200€ y Alemania -3,400€.
4. Pérdida de 600.000 puestos de trabajo. 223.000 en el
Norte de Europa., 134.000 en Alemania, 130.000 en Francia y 90.000 en el Sur de
Europa.
5. Reducción de la participación de los salarios en el
PIB, lo que implica una transferencia de la renta del trabajo al capital. En
Francia del 8%; en Reino Unido, del 7%; en Alemania y norte de Europa, del 4%.
6. Pérdida de ingresos públicos de los Estados, por
disminución de ingresos por impuestos indirectos. Francia 0,64% del PIB y en
todos eso empuja hacia déficits públicos mayores que los del acuerdo de
Maastricht.
7. Mayor inestabilidad y desequilibrios financieros,
causados por menores ingresos por exportaciones, menores salarios, menor
recaudación, menores ventas. Los beneficios de la inversión serían sostenidos
por aumento de precios de los activos; burbujas, dicho de otro modo.
8. Mayor vulnerabilidad a cualquier crisis en los
Estados Unidos.
Las conclusiones son dos: a) los estudios encargados por la Comisión Europea no
usan un buen modelo y al usar el de la ONU los resultados son desfavorables al
TTIP; b) en este momento de bajo crecimiento y austeridad una reorientación
comercial reduciría las rentas del trabajo y eso reduciría la actividad
económica.
En cuanto a la parte de la propuesta relacionada con Inversión Extranjera
Directa, tanto Francia como Alemania dijeron que no están dispuestas a negociar
cláusulas que permitan una jurisdicción arbitral extraterritorial a los
inversionistas.
Nuestra opinión es que la economía europea está aún sana, sus problemas vienen
del contagio del sector financiero anglosajón y de las presiones
norteamericanas contra el comercio con viejos clientes estratégicos, como Irán
y Rusia. Los Estados Unidos quieren firmar el TTIP, para acabar con el mal
ejemplo del Estado de Bienestar europeo, para chupar los recursos de la más
potente economía, para mantener las ficciones en los mercados de valores y
mantener al dólar como moneda internacional. Además, es inquietante esa
política de destruir a los proveedores energéticos europeos o a distanciar a
Europa de ellos. Pareciera que Estados Unidos busca eliminar opciones
energéticas a Europa y hacerla dependiente de sus dudosos recursos en gas de
esquiste; vendido en dólares, naturalmente.
Conclusión: Como dijo Luis XVIII, Rey de Francia y hombre de mundo, sólo la
ambición no envejece nunca. El sistema económico basado en el dólar se cae a
pedazos, pero la ambición lo mantendrá activo hasta su última ruina.
- Umberto Mazzei, IREI SISMONDI, Ginebra
[email protected], www.ireisismondi.org
Referencias Bibliográficas
Sismondi, Jean Charles (1827). Nouveaux Principes de Economie Politique ou De
la richesse dans ses rapports avec la population. Paris: Delunay.
Drucker, Peter. (1986). The Changed World Economy, Washington: Foreign Affairs.
Todd, Emanuel.
(2002). Après l Empire: essai sur la décomposition du systeme américain. Paris:Gallimard.
Capaldo, Jeronim, 2014. The Trans-Atlantic Trade and Investment Partnership:
European Disintegration, Unemployment and Instability, GDAE Working Paper
14-03, Tufts University, Medford, MA. http://ase.tufts.edu/gdae/policy_research/TTIP_simulations.html
BIC / BIS, 2014 Bank of International Settlements, Basel: http://www.bis.org/statistics/dt1920a.pdf,
Eurostat, 2014; 2013, European Commission,
http://trade.ec.europa.eu/doclib/docs/2006/september/tradoc_122530.pdf
BM, 2014 ; BM 2013. World Bank. http://databank.worldbank.org/data/download/GDP.pdf