
ALAI AMLATINA, 05/01/2015.- La tercera semana de
diciembre, luego de que el rublo sufriera su peor caída desde la crisis
cambiaria de 1998, el gobierno de China manifestó de inmediato su solidaridad
con el Kremlin: «Si la parte rusa lo necesita, proporcionaremos la asistencia
necesaria dentro de nuestras capacidades», anunció el ministro chino de Relaciones
Exteriores, Wang Yi[1]. El espaldarazo es producto en buena medida de que China
es hoy el primer socio comercial y el cuarto mayor inversionista en Moscú. Es
evidente que hay cierta angustia en las elites de Beijing en torno a un
eventual agravamiento de la realidad económica rusa.
Durante el último año, el rublo se ha venido
abajo en un 41% en relación al dólar y en un 34% frente al euro, básicamente
como consecuencia de la caída sostenida del precio del petróleo en los últimos
7 meses y las sanciones aplicadas [a Rusia] por la Unión Europea y Estados
Unidos después de los acontecimientos de Crimea. A lo largo de 2014 las salidas
de inversiones de cartera alcanzaron los 130,000 millones de dólares. El banco
central de Rusia ha gastado aproximadamente 100,000 millones de dólares en la
defensa de la moneda y ese monto constituye una cuarta parte de las reservas
acumuladas.
Por otro lado, la decisión de aumentar al 17% la
tasa de interés de referencia para frenar las desestabilizaciones de la moneda
podría allanar el camino a una abrupta disminución del crédito y la inversión
en el plano interno e incrementar con ello los riesgos de caer en una recesión
prolongada. Las propias autoridades rusas advierten ya una situación económica
preocupante toda vez que el PIB se contrajo en un 0,50% el pasado mes de
noviembre, la primera caída desde octubre de 2009. Alertado sobre los riesgos
de nuevas corridas bancarias por parte de analistas de Sberbank (el mayor banco
de préstamos de origen ruso), el gobierno de Vladimir Putin anunció que
contempla una inyección de liquidez por un monto de 1 billón de rublos (18,600
millones de dólares) y establecer de manera inmediata un depósito de seguridad
a fin de garantizar el ahorro.
Los líderes de China son perfectamente
conscientes de la grave amenaza que representaría no poder contar con las
capacidades de Moscú al 100% en momentos decisivos. A diferencia de los nexos
establecidos entre Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado
del Atlántico Norte (OTAN), la relación entre China y Rusia no incluye
únicamente posicionamientos geopolíticos comunes en diversos temas de la agenda
internacional sino también una mayor vinculación en el plano económico y una
emergente cooperación financiera, componentes primordiales que aceleran la
construcción de un sistema monetario multipolar.
Y es que si bien es cierto que el dólar mantiene
su posición como la divisa dominante del Sistema Monetario Internacional, a 6
años de distancia de la propagación global de la crisis, actualmente salta a la
vista el creciente protagonismo de China en el proceso de «desdolarización» de
la economía mundial a través de acuerdos bilaterales que promueven el uso de
monedas nacionales en las transacciones comerciales[2].
La relación de China con la Federación Rusa se
inscribe en esa misma dinámica. El swap cambiario (permuta de cobertura de
divisas) con vencimiento a 3 años aprobado en octubre, entró finalmente en
operación desde el lunes 29 de diciembre de 2014 por un monto equivalente a
25,000 millones de dólares (150,000 millones de yuanes)[3]. De cara al
fortalecimiento del dólar en relación con las monedas de las economías
emergentes en los últimos meses en medio de una mayor incertidumbre en los
mercados financieros, el acuerdo swap está enfocado a disminuir el riesgo
cambiario sobre los flujos de comercio e inversión de carácter bilateral. Toda
vez que los intercambios entre la Unión Europea y Rusia disminuirán en los años
venideros, el comercio entre China y Rusia aumentará y, al mismo tiempo, el
abandono del dólar cobrará un mayor impulso.
Los pagos en yuanes entre los dos países se
incrementaron en más del 800% entre enero y septiembre de 2014. De acuerdo con
Lin Zhi, el funcionario a cargo del Departamento de Europa y Asia Central de la
Secretaría de Desarrollo Económico de China, «cerca de 100 bancos comerciales
rusos están abriendo las cuentas correspondientes para hacer transacciones en
yuanes […] la lista de los bancos en los que los depositantes comunes pueden
abrir una cuenta en yuanes también está creciendo»[4].
En cuanto a los instrumentos del mercado de
capitales, las operaciones denominadas en la «moneda del pueblo» (renminbi) en
la bolsa de valores de Moscú se multiplicaron por 10 en términos interanuales.
Adicionalmente, y en detrimento de la hegemonía del dólar, empresas rusas como
la petrolera Gazprom examinan la posibilidad de emitir bonos bajo denominación
del yuan desde Hong Kong y así disminuir sus costos de financiamiento[5].
A todas luces es incuestionable que la mancuerna
económica y geopolítica entre China y Rusia es cada vez estrecha y continuará
fortaleciéndose a medida que ambas potencias consoliden una nueva correlación
de fuerzas en el escenario internacional. Hasta cierto punto de manera no
oficial, ambas naciones persiguen la consolidación de un ambicioso plan de
defensa en diversos frentes de cara a la ofensiva imperial de la OTAN[6] y el
unilateralismo del Sistema de la Reserva Federal (Fed).
Según una nota editorial del diario Global
Times, «como vecino cercano, Rusia desempeña un papel indispensable como socio
estratégico de China en la comunidad internacional»[7]. La participación
mayoritaria de China en el nuevo banco de desarrollo del BRICS (acrónimo de
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica)[8] y el Banco Asiático de Inversiones
en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés)[9], así como los préstamos
otorgados en el continente asiático, los países del norte de África, Medio
Oriente y América Latina, revelan por una parte su intención de complementar
las competencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) como «prestamista de
última instancia».
Por otra parte, el sostén financiero a la
República Argentina en su batalla contra los fondos buitres (NML Capital,
Aurelius, etc.) y la renovación de una línea de crédito en condiciones
flexibles a Venezuela por 4,000 millones de dólares en julio de 2014 son
muestra de que, más allá de consideraciones económicas, existe por parte de
China un interés a largo plazo en robustecer las relaciones con sus aliados de
mayor envergadura. Ahora precisamente, la coyuntura crítica de la economía rusa
constituye un enorme desafío con vistas a demostrar la efectividad de China
como salvavidas.
- Ariel Noyola Rodríguez es Columnista de la
revista Contralínea (México). Contacto: [email protected]. Twitter:
@noyola_ariel
Notas:
[1] «China foreign minister says willing to help
Russia», Reuters, 21 de diciembre de 2014.
[2] «China: Turning away from the dollar», por
James Kynge y Josh Noble, The Financial Times, 9 de diciembre de 2014.
[3] «Ditching US dollar: China, Russia launch
financial tools in local currencies», Russia Today, 29 de diciembre de 2014.
[4] «Russia-China trading settlements in yuan
increases 800%», Russia Today, 21 de noviembre de 2014.
[5] «Gazprom mulls issuing bonds in offshore
yuan», The BRICS Post, 26 de diciembre de 2014.
[6] «La OTAN
pretende prohibirles a Rusia y China que se desarrollen», por Thierry Meyssan,
Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 8 de septiembre de 2014.
[7]
«How long can Russia withstand the crisis?», Global Times, 22 de diciembre de
2014.
[8] «Las semillas
de una nueva arquitectura financiera», por Ariel Noyola Rodríguez, Red
Voltaire, 1º de julio de 2014.
[9] «Beijing: el crepúsculo asiático
post-Bretton Woods», por Ariel Noyola Rodríguez, Red Voltaire, 1º de noviembre
de 2014.