J. POSADAS (1912-1981)

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Publicado el 01/03/2015

 Posadas ha muerto en Italia, a la edad de setenta años. Murió prácticamente solo, seguramente con un sentimiento de derrota amarga.

   De la vasta corriente de militantes, sobre todo latinoamericanos, a la cual durante muchos años animó, no quedaba más que una magra cohorte de fieles. La aplastante mayoría de los cuadros “posadistas” lo habían abandonado, a un ritmo acelerado en estos últimos tiempos.

   Cuando se escriba la historia real, objetiva, crítica de IV° Internacional, desde la muerte de León Trotsky, sobre la base de los hechos, los hombres, los escritos, se recordará también el lugar que en ella ocuparon Posadas y su corriente. Pues este capítulo es interesante por muchas razones.

   La historia de Posadas y de su corriente se divide en dos períodos: el que siguió a su integración en la IV° Internacional en los años 1950, y el de su camino independiente desde el inicio de los años 1960

   Posadas fue un autodidacta de origen plebeyo, que se distinguía por un sentido agudo, seguro, del movimiento revolucionario de las masas de los países del “tercer mundo”, en particular de América Latina. Se había iniciado ante todo como un revolucionario argentino y latinoamericano. El papel de su corriente en su propio país, Argentina, y en muchos lugares de América Latina hasta fines de los años 1950 fue importante y globalmente positivo.

   Esta corriente mostraba una gran sensibilidad con respecto a la eclosión de la revolución colonial que marcó toda la posguerra. Desde este punto de vista, esta corriente aportó una ayuda apreciable, en hombres y en medios materiales, a la difícil reconstrucción de la IV° Internacional, que había salido de la prueba de la guerra mundial con fuerzas muy débiles.

   Esta corriente contribuyó mucho a ampliar la influencia de la IV° Internacional en América Latina y a fortalecer dentro de sus filas a la tendencia orientada hacia el establecimiento de lazos con la revolución colonial no sólo programáticos, políticos y propagandísticos, sino también prácticos y reales.

   Los “posadistas”, por ejemplo, estuvieron entre aquellos que mucho ayudaron a la revolución argelina, cuando otras organizaciones importantes, que sin embargo se declaraban “trotskistas” y hasta de la IV° Internacional, prácticamente le daban la espalda o minimizaban escandalosamente su importancia o el papel que desempeñó la IV° Internacional. La corriente “posadista” mostraba una sensibilidad real ante todas las formas de trabajo de masas, ya fuera en el “tercer mundo” o en los países capitalistas avanzados.

   Es cierto, a medida que este trabajo se ampliaba e iba revelando las debilidades políticas y organizativas de la IV° Internacional de esa época, la corriente “posadista”, unida en torno a la personalidad de su jefe, comenzaba a desarrollar tendencias claramente hegemonistas. Animado por un nacionalismo “latinoamericano”, más virulento entre los argentinos que entre los otros, y confiando en su fuerza, en vez de actuar en el sentido de un desarrollo de conjunto equilibrado, integrado, de la IV° Internacional, Posadas comenzó a mostrar las mismas tendencias centrífugas que la IV° Internacional conoció en la conducta de los estadounidenses del Socialist Workers Party, de Healy en Inglaterra, de Lambert en Francia.

   Esta tendencia centrífuga se desarrolla junto con la afirmación de Posadas como dirigente carismático, que hábilmente propagaba su culto dentro de un medio favorable. Sus prácticas organizativas en su propia organización en Argentina y en los otros grupos latinoamericanos bajo su influencia, iban tomando formas burocráticas características.

   Pero en esa época Posadas, de todos modos, debía tener en cuenta todavía su pertenencia a la IV°, su línea, sus reglas y sus concepciones en lo que toca al régimen interno.

   Posadas quedó liberado de cualquier traba para su propio desarrollo como jefe indiscutido de una corriente que ahora ya aspiraba a un papel hegemónico más extenso, al aprovechar los acontecimientos que marcan la vida de la dirección de la IV° Internacional durante los años cruciales 1960-1962. Creyó entonces que “había llegado su hora”.

    Una vez al frente de una corriente del todo independiente, da vía libre a sus múltiples inclinaciones. Su percepción del dinamismo revolucionario de nuestra época lo lleva insensiblemente a un verdadero delirio, expresión sin matices de un voluntarismo egocéntrico sumergido por los nuevos datos de la situación mundial, que no alcanza a dominar en su verdadera interacción lógica. Se convierte así en el bardo de la “revolución permanente” al mismo tiempo y en todas partes, hasta otorgarle una dimensión interplanetaria. Perdido en la confusión de sus pensamientos y sus deseos, se cree igual y superior a los más grandes pensadores y capitanes de la Revolución mundial. Insensiblemente, su empresa va tomando dimensiones verdaderamente grotescas.

   Pero lo que importa más que la evolución de un individuo es el fenómeno más general de toda una corriente integrada por elementos proletarios e intelectuales de indudable valor y de una dedición práctica verdaderamente ejemplar a la causa de la Revolución.

   ¿Cómo es que los “posadistas” pudieron favorecer el desarrollo de tal fenómeno y aceptarlo por tanto tiempo? ¿Cómo pudieron seguir casi ciegamente a un hombre que se había vuelto tan absurdo y tiránico? Se trata de un caso de “esquizofrenia política” propia de la degeneración de ciertas corrientes y organizaciones del movimiento obrero, que construye un mundo cerrado, cortado de la realidad, con ideas, referencias y valores propios, en torno a un jefe que anima y da seguridad. Entre el jefe y su medio hay una interacción. En cierto sentido, cada uno es producto del otro.

   Este fenómeno es importante, pues la degeneración en sectas resistentes a todo acecha a todas las pequeñas organizaciones de la izquierda revolucionaria, a partir del momento en que se cortan de su inserción en el movimiento real de masas; pero también a partir del momento en que interpretan el marxismo bajo forma fija, no crítica, y se encierran en esquemas elitistas de organizaciones que se consideran vanguardistas “duras y puras”, y toman como referencia modelos supuestamente “bolcheviques”, “leninistas”, etc., que por lo demás nunca han existido del modo en que los imagina una tradición mitológica. Cuanto más atrasado o cerrado es el contexto social, tanto más la gente se ve llevada a generar y a sufrir los atavismos seculares de autoridad y de potencia mística del Padre, del Héroe, del Jefe.

   El “posadismo” evolucionó hacia una caricatura. Sin embargo, esta no es única en el movimiento obrero internacional, en especial dentro de la izquierda revolucionaria internacional. Ésta, a falta muchas veces de una inserción social real, para sobrevivir recurre a la creación de un microcosmos cerrado, alrededor de una “dirección”, o de un “líder” al cual de buena gana atribuye todos sus sueños de poderío, de seguridad y de éxito, que no puede asumir por sí misma en el real combate de clase.

 

    (Publicado en “Sous le drapeau du Socialisme”, n° 87, juin-aout 1981)

 

 

 

UNA CONTRIBUCIÓN A LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO

 

Héctor Menéndez

                                                                                                                                                                                                   Córdoba, 9 de marzo de 2015

 

El viejo y querido amigo Roberto Ferrero, desenterró de sus archivos una nota sobre J. Posadas que escribiera Michel Pablo en 1981 luego de la muerte del mismo el 25 de mayo de ese año y nos la envió junto a otros compañeros (Va en adjunto). Una hija mía, interesada sobre el tema, me pidió una opinión sobre lo que decía Pablo sobre Posadas y esto me arrastro a la necesidad de recordar las relaciones de Posadas y Pablo en el seno de la VI Internacional en los años cincuenta y luego a recordar las históricas declaraciones de Pablo en la entrevista que le hiciera Alberto Pla en 1987 (También adjunto).

Cuando el Grupo Cuarta Internacional (GCI) organizado por Posadas fue reconocido por el Congreso de la IV Internacional de 1952 como sección argentina, Posadas fue un aliado de Pablo en la internacional. Cuando Pablo cayó preso en Holanda, acusado de falsificación de dinero para el FLN de Argelia, nadie hizo una actividad mayor que los partidos organizados por Posadas en América Latina para conseguir su libertad. Con dineros y firmas de los más amplios sectores. En 1959 el Partido Obrero Trotskista de Argentina envió a la fábrica de ametralladoras que tenía el FLN argelino, en unos naranjales de Marruecos a dos oficiales torneros y un matricero que se convirtieron en la dirección técnica de la fábrica con gran suceso, haciendo crecer la influencia de Pablo en los medios dirigentes del FLN. Todo esto explica cierto reconocimiento de Pablo en su obituario a Posadas.

Pero sería erróneo no relatar la participación de Pablo en las limitaciones del puñado de intelectuales europeos que constituían, sin células ni verdaderos partidos, la Cuarta Internacional. Esas limitaciones formaron parte del salto al vacío y a la descomposición política y personal de Posadas luego del VI Congreso de la Internacional de 1960.

La diferencia fundamental de Posadas con los europeos, a quienes reconocía como sus maestros en muchas cuestiones teóricas del marxismo estuvo centrada siempre en la valoración de la revolución colonial y su influencia sobre el proletariado de los países centrales. Contaban los dirigentes del partido argentino que cuando ellos le planteaban a los europeos que miraran el Congo ó Cuba ellos respondían: ¿En qué idioma quieres que te escriba un artículo sobre el Congo? ¡Qué artículo...! ¡Vayan al Congo, organicen!! Voy a contar dos cosas que me constan de esa discusión.

Para el VI Congreso, el partido argentino discutía los documentos presentados por la dirección europea. Entre ellos el documento económico redactado por el camarada Germain, Ernest Mandel. El eje de su tesis era que el boom económico europeo de los años cincuenta frenaría la revolución y que los próximos años serían de reflujo. Bajo la propuesta de Posadas la conferencia previa al Congreso en Argentina con una delegación de obreros chilenos siderúrgicos que reiteraban su condición de “cuartistas” se rechazó la tesis de Mandel porque la misma no tenía en cuenta la dinámica que las masas revolucionarias del mundo colonial que continuarían sacudiendo al mundo. Fácil es reconocer que los años sesenta no fueron de reflujo sino de revolución.

El VI Congreso aprobó la propuesta de que la mayoría de los cinco miembros del Secretariado Internacional (SI) estuviera formada por delegados de los partidos del mundo colonial y así se constituyó. Un año o algo más después se produjo la muerte de la representante del partido de la India que integraba el SI y los europeos la remplazaron con una europea que venía como delegada del partido de Israel. ¡Una violación y una afrenta ridícula contra los partidos coloniales! Israel es un enclave imperialista.

Esta doble circunstancia, el triunfo en el VI Congreso y la maniobra de los intelectuales europeos para revisar la mayoría colonial del SI, concurren pero no explican el salto mortal de Posadas cuando llama a la Conferencia de abril de 1962 y funda una nueva Cuarta Internacional que luego devendría “posadista”. El querido y difunto camarada Juan, José Lungarzo, decía que desde entonces Posadas hizo todo lo que antes le había enseñado a los cuadros del GCI que nunca debían hacer. Intentaba una explicación de esta claudicación por la tremenda pequeñez del partido frente a los movimientos más masivos de la revolución. Yo creo que su degeneración política y personal  estaba también contenida en su caudillismo personal en la vida social del partido anterior a 1960. Su furia individualista diciendo que él era el SI “volante” de la Internacional, quedirigía a los que dirigen la revolución mundial, que lo llevara a destruir voluntariamente el valioso equipo de cuadros del GCI para hacer seguidismo a la burocracia peronista, a la burocracia soviética y llegar al idealismo filosófico diciendo que la conciencia determina la existencia al tiempo que destruía su pareja y como viejo verde atacaba sexualmente a jóvenes camaradas.

Lo peor fue su análisis de la regeneración parcial de la burocracia soviética del período de Breznev y la perspectiva del reencuentro histórico con el marxismo, con el posadismo.

Pero sería incorrecto hacer conocer la necrológica de Pablo sobre Posadas de 1981 y no hacer conocer a los camaradas la posición de Pablo frente a la perestroika y a la burocracia de Gorbachov en 1987. Yo considero esta posición de apoyo a Gorbachov de Pablo, confundiendo revolución con contrarrevolución y repitiendo los lugares comunes del pensamiento posmoderno, de la derrota, del cambio del sujeto histórico, un símbolo de la derrota del trotskismo de esta etapa. Por eso nosotros, este pequeño grupo de viejos obreros reorganizados en el Grupo Frente Comunista a finales de los ochenta, cuando Pablo decía lo que pueden leer en la entrevista adjunta y cuando el MAS decía lo mismo, consideró necesario declarar que el trotskismo era una entelequia. Qué no había continuidad alguna entre la obra fundamental de Trotsky y las diversas y enfrentadas corrientes llamadas trotskistas, por lo que desde entonces no nos llamamos más trotskistas. Las obras de Trotsky que nos enseñaron a comprender la dialéctica de clases de la derrota no nos permiten aceptar ser confundidos por esa degeneración pequeñoburguesa del trotskismo, 75 años después del asesinato de Trotsky.

Este pequeño escrito no pretende ser una historia sino una presentación de dos documentos históricos: La necrológica de Pablo sobre Posadas y su entrevista con Alberto Pla.