EL OCASO DEL CAPITALISMO NO REGULADO

Por:
Mario Blacutt Mendoza

Publicado el 01/11/2008

Nadie, ni las mentes de mayor fertilidad imaginativa, se habrían atrevido a pronosticar jamás que el Presidente de los EE.UU, Georg W. Busch, se convertiría en un presidente nacionalizador.

 

Inglaterra, la segunda nación del neoliberalismo radical, tiene experiencias nacionalizadoras en el sector del carbón y otros de importancia económica.

 

Los EE.UU ya tienen sobrada experiencia en la intervención estatal en los asuntos económicos; una prueba de ellos son las subvenciones que otorga a los grandes empresarios agrícolas de ese país.

 

La mayor parte de los analistas latinoamericanos dicen que la compra de acciones de bancos que tienen deudas morosas no es sino otra manera de rescatar a los millonarios, no a los necesitados.

 

Pero, cualquiera que hubiera sido la intención presidencial, el hecho queda claro: hasta los más recalcitrantes de los neoliberales se dan cuenta de que la vigencia del capitalismo no regulado ha ingresado, oficialmente, en el punto de partida de su final.

 

Edgar Allan Poe, el gran iniciador de la novela detectivesca y uno de los grandes escritores del mundo, tiene un cuento que alguna vez lo usé para caracterizar al capitalismo no regulado.

 

En el cuento, un hipnotizador mantiene con vida artificial a un enfermo que ya está prácticamente muerto; cuando la hipnosis ya no puede ir más allá, el cuerpo del enfermo revienta, esparciendo por todos lados sangre, pus, entrañas podridas y otros humores corporales.

 

La metáfora del cuento puede aplicarse con gran ventaja a la vida artificial que los teóricos y políticos empíricos de las transnacionales inyectan al modelo neoliberal del capitalismo no regulado.

 

La nacionalización de acciones de los bancos, independientemente de que favorezca a los millonarios, fue una medida dictada por la fuerza de las circunstancias que muestran la debilidad del neoliberalismo.

 

Tal como lo predijo A. Smith, David Ricardo y Carlos Marx en su tiempo, el sistema capitalista va a desaparecer, después de haber cumplido su tarea en la historia económica del mundo.

 

El mismo Schumpeter, el autor de "Capitalismo, Socialismo y Democracia" a quien no se lo puede acusar de ser socialista, también ha pronosticado el fin del capitalismo.

 

Por mi parte, no creo que estemos ante el fin del capitalismo como sistema, pero sí tengo la convicción de que asistimos ya al final del capitalismo no regulado: del capitalismo neoliberal.

 

La Profecía de Smith, Ricardo y Marx empieza a cumplirse por la vigencia de la tendencia a la reducción de la tasa de ganancia de las empresas, debida a la exacerbación de la competencia.

 

Los préstamos de alto riesgo a los que acudieron los bancos estadounidenses son una muestra de que la tendencia está vigente; la desesperación impele a los empresarios a invertir en proyectos y sectores marginales que prometen tasas de beneficio más altas.

 

Pero el capitalismo no regulado no puede escapar ni a la tendencia histórica de la reducción de la tasa de beneficio ni a sus contradicciones internas como sistema.

 

Por el lado de las transnacionales, éstas aún pueden subsistir por la gran expoliación que hacen de los recursos naturales y humanos de los países subdesarrollados.

 

Pero esto también llegará a su fin por dos razones:

 

Primero, porque ya será imposible ocultar la gran contradicción de la globalización capitalista: la producción es para el mercado mundial, pero no existe un órgano mundial regulador de esa producción.

 

Las transnacionales, al menos la mayoría de ellas, produce sus bienes en países subdesarrollados los que cada vez toman mayor conciencia de que son expoliados sin piedad y empiezan a dictar medidas de protección a sus recursos humanos y naturales.

 

Como resultado, las expectativas de los expoliadores les obliga a observar el futuro con escepticismo creciente por la falta de lo que denominan "seguridad jurídica", que es un eufemismo para lograr que los gobiernos serviles les otorguen carta blanca que les permita continuar con la expoliación sistematizada.

 

Así, empiezan a acelerar el ritmo de expoliación para tratar de ganar en un año lo que la prudencia y la producción racional aconsejan lograr en un decenio.

 

A eso hay que sumar la actitud nacionalizadora del Presidente de los EE.UU, la que anuncia que los demás países también empezarán a dictar medidas parecidas ante la voracidad insaciable de las transnacionales.

 

Y entonces, por primera vez en la historia del capitalismo, los exégetas del neoliberalismo ya no se atreverán a decir: "lo que es bueno para la General Motors es bueno para el país".

 

Poco a poco, los futuros gobernantes de los países desarrollados empezarán a darse cuenta que lo que es bueno para el país TIENE que ser bueno para la General Motors (o cualquier empresa).

 

Ese el principio de capitalismo regulado que yo propicio en mi obra en actual preparación "La Economía de los Complementos".

 

En ella anticipo la desaparición del capitalismo no regulado y me dedico a crear el instrumental analítico para el nuevo capitalismo, especialmente en los países subdesarrollados.

 

Pronostico que el capitalismo regulado vendrá muy pronto para quedarse por un tiempo indefinido como un invitado indeseable para los neoliberales, muy bienvenido por mí y necesario para todos.