El
papa Francisco instó este miércoles a los gobiernos de Bolivia y Chile
instaurar un diálogo franco, abierto e indispensable para encontrar una
solución compartida, equitativa y duradera a la centenaria demanda boliviana de
reintegración marítima.
“El desarrollo de la diplomacia con los países del entorno que eviten los conflictos entre pueblos hermanos y contribuya al diálogo franco y abierto de los problemas, hoy es indispensable. Estoy pensando acá,… en el mar. El diálogo es indispensable”, exhortó el Santo Padre.
La respuesta de los presentes en la Catedral Metropolitana de la ciudad de La
Paz y de una multitud de bolivianos en la Plaza Murillo y en las calles
adyacentes –que seguían por radio y televisión el discurso de Francisco– fue
unánime: un prolongado como afectuoso aplauso coronó esas palabras orientadas a
reparar una histórica injusticia.
“Construir puentes en vez de levantar muros. Todos los temas, por más espinosos
que sean, tienen soluciones compartidas, razonables, equitativas y duraderas y,
en todo caso, nunca han de ser motivo de agresividad, rencor o enemistad que
agravan más la situación y hacen más difícil su resolución”, agregó.
El Santo Padre pisó tierra boliviana en el aeropuerto internacional de la
ciudad de El Alto y fue recibido por el presidente Evo Morales, miembros de la
jerarquía eclesiástica, autoridades nacionales y locales, además de niñas y
niños que representaron a las diversas regiones del país, con todos los honores
de un Jefe de Estado.
“Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la
vida económica, social y política del país”, dijo el Pontífice en El Alto y
destacó el reconocimiento y la inclusión de las minorías en la vida económica y
social del país.
Miles de residentes de las ciudades de La Paz y El Alto, y un número
indeterminado de personas que llegaron de ciudades del interior y del
exterior del país tributaron al papa Francisco un cálido recibimiento, pese al
frío invernal.
Durante su trayecto hacia Palacio Quemado, el Papa hizo una parada para
homenajear al sacerdote jesuita Luis Espinal –torturado y asesinado por
paramilitares en marzo de 1980- en las cercanías del lugar donde fue encontrado
su cuerpo inerte.
En ese sentido, que el Santo Padre haya exhortado diplomática y discretamente a
Bolivia y Chile a encontrar “soluciones compartidas” y “construir puentes en
vez de levantar muros”, vigoriza la demanda boliviana de reintegración
marítima.
Aunque el canciller trasandino Heraldo Muñoz respondió a los dichos del Santo
Padre señalando que “Chile ha estado siempre abierto al diálogo” y que “fue
Bolivia quien lo frustró con su demanda unilateral ante la Corte Internacional
de Justicia”, el diálogo que ofrece Chile es un diálogo sin resultados,
un diálogo de sordos.
Sólo en los últimos nueve años –desde 2006-, el gobierno del presidente Evo
Morales dialogó sobre una salida al mar con tres mandatarios chilenos: Ricardo
Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, pero esas conversaciones
simplemente sirvieron para que Santiago dilate indefinidamente una solución
concreta a la demanda marítima boliviana y, a todas luces, ese es el modelo de
diálogo que reivindica Chile.
Esa permanente conducta dilatoria, el incumplimiento de acuerdos bilaterales y
la inobservancia chilena del Tratado de 1904, obligó al gobierno boliviano a
demandar a ese país ante la Corte Internacional de Justicia el 24 de abril de
2013, para que ese alto tribunal internacional reconozca que fruto de
ofrecimientos formales efectuados por presidentes y gobiernos de Chile, Bolivia
ha adquirido derechos expectaticios que le permitan una salida soberana a las
costas del océano Pacífico.
Y a diferencia de aquel modelo de diálogo que ofrece Chile a Bolivia, el
diálogo que propone el papa Francisco a ambos países es un diálogo franco y
abierto, un diálogo que construya puentes y no levante muros, porque todos los
problemas, por más espinosos que sean, tienen soluciones compartidas,
razonables, equitativas y duraderas.
En ese contexto, es que Francisco piensa en el mar que Bolivia reclama.