HEGEL, MARX Y AMERICA LATINA

Por:
Andrés Solíz Rada

Publicado el 01/11/2008

(I) LA AMERICA LATINA DE HEGEL


Hegel considera que América es el continente del futuro porque no tiene historia. Y no tiene historia porque no ha participado en la historia, ya que ella, a su juicio, es patrimonio de Europa y Asia. En otras palabras, no ha encontrado su destino. Eduardo Mayobre, en su “Introducción a América Latina a través de Jorge Guillermo Federico Hegel (1), recuerda que, para Hegel, América tiene futuro, pero indica que no lo conoce, porque no es profeta. En consecuencia, América está en la prehistoria. América es prehistoria. Es sólo geografía o paisaje.


La prehistoria es el lugar en el que no sucede nada humana o espiritualmente importante para la historia de la humanidad. Sus habitantes son, por ahora, como jabalíes u hormigas. Más adelante, podrán hacer su historia, pero, entre tanto, son sólo naturaleza, ya que la naturaleza precede y prepara al Espíritu. En la mezcla de animales y paisaje, fermenta lo humano. El desarrollo universal del Espíritu sólo ha ocurrido en Europa y Asia. América no tiene originalidad ni significación histórica. Jorge Abelardo Ramos dice, con su clásico sarcasmo, que sólo en el lenguaje hegeliano es posible admitir la identificación del arcabuz de Pizarro, el cuidador de puercos, con el “espíritu” (2)


Hegel, en su introducción a la “Filosofía de la Historia”, descarta lo que no considera importante. En consecuencia, desecha a América. En palabras de Ernesto Mayz Ballenilla, “América es un no ser. Siempre todavía”. José Ortega y Gasset, al explicar el pensamiento hegeliano, anota que un ser es libre cuando obedece a las leyes. Y esto es imposible sin tener un Estado, del cual se desprende la formación de un gobierno. Para el pensador alemán, lo que existe de humano en América es la emanación de Europa. La población efectiva de América tiene origen europeo. En América importa la población que viene de Europa.


Sin embargo, entre América del Norte y América del Sur (más el Caribe) advierte enormes diferencias. América del norte, puntualiza, es más adelantada porque Europa ha colonizado ese territorio, sin tener que mezclarse con la población indígena, la que se ha desvanecido. Léase ha sido exterminada. En América Latina y el Caribe, se ha producido, después de la conquista (que es diferente a la colonización), una mezcla con la población. El mestizaje hizo que la “emanación europea” sea más dificultosa. En México y Perú, añade Hegel, se han desarrollado culturas nacionales (es decir locales), que debían expirar, como ocurrió al contacto con el Espíritu europeo.


Su ausencia de sindéresis lo lleva a afirmar que los negros fueron traídos a América porque era más fácil asimilarlos a la cultura europea. Dice Ortega y Gasset que Hegel padecía de una especia de “patriotismo protestante”, por eso detestaba el catolicismo, en el que encuentra otra explicación del atraso de América del Sur y el Caribe. Insiste en que del protestantismo emerge el principio de la confianza mutua, lo que no ocurre con el catolicismo. Para que la situación cambie en América del Sur y el Caribe había que humanizar a los indios. Se debía orientarlos y catequizarlos. Había que “encomendarlos” a los europeos. De ahí la institución de la “Encomienda” en la América hispana.


HEGEL Y HAITI


En Hegel se encuentra, de manera más nítida, el sustento ideológico del racismo.

Susan Buck-Morss advierte que el pensamiento hegeliano ha sido mutilado, ya que sus exegetas no explicaron con claridad el origen de la famosa metáfora de la lucha a muerte entre el amo y el esclavo. Esta metáfora sirve a Hegel para reflexionar sobre la libertad en su libro “Fenomenología del Espíritu”, escrito en Jena, en 1806 (dos años después de la Independencia de Haití) y publicado en 1807, año en que Inglaterra decretó la abolición del tráfico de esclavos. Buck-Morss se pregunta ¿por qué los investigadores han ignorado, salvo contadas excepciones, la dialéctica amo-esclavo en Hegel? Señala que, en los últimos 200 años, los especialistas no sólo han fracasado en responder a esta pregunta, sino que ni siquiera se la han planteado.


Revela que el filósofo alemán tuvo conocimiento detallado de la Revolución haitiana, que culminó en 1804, en la que, por primera vez en la historia de la humanidad, un pueblo de esclavos conquistó su libertad y fundó su propia república. Hegel, en su correspondencia, estudiada por la investigadora norteamericana, conoció este suceso a través del diario “Minerva”, dirigido por el alemán Johann Wilhelm von Archenholz (JWA). “Minerva”, fundado en 1792, sirvió a JWA para defender a la revolución francesa. Poco después, difundió los acontecimientos de Santa Domingo (de cuyo territorio se desprende Haití, en 1804), considerada la colonia más rica de Francia. Lo anterior contribuyó a que “Minerva” se convirtiera en el periódico mejor informado de Europa. En 1798, su circulación llegó a 3000 ejemplares (tiraje notable para la época), la que duplicó en 1809. Entre sus suscriptores se hallaban el Rey Federico Guillermo III de Prusia, el filósofo Federico Guillermo Schelling, el general francés Marie José Lafayette y el propio Hegel (3).


Cuando fracasó la represión en Haití, la censura de prensa en Francia fue absoluta, lo que afectó también a “Minerva”. Entre 1804 y 1805, el diario publicó más de cien notas, que incluyeron noticias, documentos y testimonios sobre Haití. JWA tuvo especial aprecio por Toussaint-Louverture, la figura máxima de la revolución haitiana, detalle que da una idea de su línea editorial. Toussaint Louverture, esclavo liberto, conocía a Plutarco y otros clásicos griegos, así como los escritos del Abate Reynal. Estaba informado de la existencia de la Sociedad “Amigos de los Negros”, organizada en Francia. Fue un estadista. Unificó la administración de la isla (Haití y Santo Domingo). Normalizó las finanzas. Organizó la policía marítima para reprimir al contrabando. Quebró el monopolio francés para comercializar con Inglaterra y EEUU. Abrió escuelas. Puso las bases de la industria nacional con decisiva participación del Estado y dispuso que se levantara un monumento a la abolición de la esclavitud, decretada en Francia, en 1794 (4).


Los “historiadores intelectuales” alemanes, dice Buck-Morss, consideran que la famosa metáfora sólo ha podido inspirarse en otros intelectuales. George Armstrong Nelly estimó que Hegel se basó en Johann Fichte, aunque el problema del amo y el esclavo “es esencialmente platónico”. Judith Shklar prefirió conectar a Hegel con Aristóteles. Para Otto Pögeler, el más distinguido de los hegelianos alemanes, la metáfora no proviene de la antigüedad, ya que su ejemplo es totalmente abstracto Sólo Pierre-Franklin Tavarés conectó a Hegel con Haití, debido a que el autor de la “Fenomenología del Espiritu” conoció la obra del abate Henri Gregoire, el partidario más leal que tuvo Haití entre los abolicionistas franceses. Pese a ello, Tavarés relacionó a Hegel mucho después de la Revolución haitiana y no en los escritos de Jena (5)


Fuera de Alemania, añade BuckMorss, el martinicense Franz Fanon, autor del famoso libro “Los Condenados de la Tierra”, es quien más cerca estuvo de advertir la conexión Hegel – Haití. Fanon usó la filosofía europea como arma contra la hegemonía blanca, interpelando la dialéctica del amo y del esclavo tanto social (usando a Marx), como psico analíticamente (usando a Freud) para teorizar sobre la necesidad de la lucha violenta para suprimir el status colonial…) (6). Lo cierto es que Hegel, cuando sólo tenía 36 años, en 1806, tuvo la audacia de inaugurar como metáfora central de su obra no la esclavitud confrontada a un mítico estado de naturaleza (como lo hicieron Hobbes o Rousseau), sino como hecho histórico concreto, lo que “lo llevó a inscribir en su texto la realidad histórica de la época que lo rodeaba como una tinta invisible” (7)


La revelación de Buck-Morss corroe los cimientos ideológicos de Hegel, quien consideró que el primer responsable de la esclavitud era el propio esclavo, por haber preferido vivir a morir defendiendo su libertad (8) Página 68). La investigadora se basa en las siguientes citas de Hegel: “Pero que alguien sea esclavo radica en su propia voluntad, así como radica en la voluntad de un pueblo el que sea subyugado. No hay, por lo tanto, sólo injusticia de parte del que esclaviza, sino también del esclavizado o subyugado” (“Principios de la Filosofía del Derecho” –escrito en 1821--). “Aquellos que alguna vez se sometieron a la esclavitud demuestran su humanidad cuando se arriesgan a morir voluntariamente antes que permanecer subyugados” (“Fenomenología del Espíritu”). “Solamente arriesgando la vida se mantiene la libertad… el individuo que no ha arriesgado la vida puede, sin duda, ser reconocido como “persona”, de acuerdo al criterio de los abolicionistas, pero no ha alcanzado la verdad de este reconocimiento como autoconciencia independiente” (9). Sin embargo, después de 1806, Hegel no profundiza en está línea de análisis.


En ese contexto, Michel –Rolph Trouillot manifestó que la Revolución haitiana “fue impensable incluso mientras ocurría” (10). Al arriesgar su vida y fundar su propia república, los insurgentes llenaron con holgura los requisitos que Hegel ponía para ser reconocidos como seres humanos plenos. Había que contar a los negros traídos del Africa como personas “efectivas”, suceso que Hegel no consideraba posible. La liberación haitiana amenazó con extenderse a todas colonias del mundo en las que se mantenía la esclavitud. Por esta razón, Francia tuvo, en 1802, que abrogar la liberación de los esclavos, que había decretado en 1794. La teoría de Hegel, relativa a que América era una simple “emanación” de Europa, había que cambiarla por la de los vasos comunicantes, debido a que el viejo y el “nuevo continente” se influenciaban de manera mutua. Los revolucionarios haitianos elaboraron concepciones sincréticas, entre el vudú y la masonería, que impregnó a la revolución francesa. Haití (y América Latina) ya no podía ser considerada sólo como geografía o paisaje y sus habitantes como hormigas y jabalíes.


Pero la revolución haitiana no quedaría impune: En 1826, el gobierno de París admitió la independencia de Haití, a condición de que el país antillano aceptara pagar una deuda de 150 millones de francos-oro. Este el origen de su deuda externa, que aún lo estrangula, en tanto que su ejemplar rebeldía ha sido otra vez castigada con la presencia, hoy en día, de tropas de Naciones Unidas, en las que el trabajo sucio está siendo cumplido por soldados brasileños, argentinos, uruguayos, chilenos y bolivianos, entre otros.


EL BOLIVAR DE MARX


La condena a Marx a Bolivar en bien conocida: “Hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, vulgar y miserable. Bolivar es el verdadero Soulouque” (11). Souloque fue un político haitiano de raza negra (1782 – 1867), que se hizo proclamar emperador en 1849, con el nombre de Faustín I y que gobernó de manera despótica durante una década. Marx formula esa explicación por el reclamo que recibió de Charles Dana, quien le había pedido revisar la síntesis biográfica de Bolívar que escribió para la New American Cyclopedia (12).


Marx exhibe en este trabajo sus prejuicios contra Bolívar y el conjunto de los latinoamericanos. Al describir los acontecimientos de 1813, sostiene que las tropas patriotas estaban debilitadas debido a que “tres cuartas partes de su ejército se compone de nativos, que en cada encuentro se pasan al enemigo” Añade que Bolivar, “como la mayoría de sus compatriotas”, es incapaz de todo esfuerzo de largo aliento. Puntualiza que, el 3 de noviembre de 1819, “Bolivar debe hacer frente a un enemigo privado de toda clase de recursos, cuyos efectivos se reducían a 4.500 hombres, las dos terceras partes, además, eran nativos y mal podían, por ende, inspirar confianza a los españoles”. Casi al concluir su esbozo biográfico, anota que los pocos éxitos alcanzados por el ejército (patriota) se debieron a los oficiales británicos.


Con estos antecedentes hegelianos, Marx no podía admitir que el sub continente engendrara a un genio militar y, más aún, a un Libertador de cinco naciones. En esa línea de pensamiento, Lord Ponsonby, quien con George Caning, consiguió la desmembración de Uruguay de las Provincias Unidas del Río de la Plata, sostuvo que “la raza latina era una forma degenerada de la especie humana” (13). Estos antecedentes llevan a Marx a atribuir sólo a oficiales británicos los éxitos militares de los patriotas


La animadversión de Marx contra Bolívar tiene tres fuentes: La de historiadores españoles resentidos con el Libertador por la pérdida de las colonias españolas en América del Sur; la de “investigadores” británicos que buscaban opacar a Bolívar para que los lauros de la Guerra de la Independencia sean apropiados por militares ingleses; y el odio a Bolívar de las oligarquías locales, como la de la Lima vidriosa y virreynal (como la llama Pedro Godoy), contra quien había decretado la abolición de la servidumbre de los indígenas en el Perú y su derecho a ser propietarios individuales de tierras. A esta oligarquía no le consolaba el saber que, si se aplicaban los decretos de Trujillo, de 1824, se produciría la liquidación de las tierras de comunidad.


Las fuentes utilizadas por Marx para escribir sobre Bolivar fueron escasas y con prejuicios. De acuerdo al historiador alemán Hans-Joachim Konig, Marx se basó, en gran parte, en la “Historia de Bolivar”, del general Docoudray-Holstein (1831), así como en las “Memorias del General John Miller”, publicadas en Londres, en 1819, quien trabajó después para el gobierno peruano. La escasa diligencia de Marx en el presente caso (ya que es conocida su probidad y cuidado con el que escribió sus obras), es más notoria aún al constatarse que trabajó en el British Museum, de Londres, en cuyos anaqueles se hallaban obras de J.P. Hamilton y R.L. Vowell, publicadas en 1827 y 1831, respectivamente, en las que la figura de Bolivar es mostrada en una dimensión distinta y que, al parecer, no las consultó (14).


En estos tiempos en que se habla mucho de “integración” conviene recordar los prejuicios hegelianos de europeos y norteamericano. Sin embargo, más importante que lo anterior es erradicar nuestros propios prejuicios ideológicos, los que salen a relucir cada vez que se formulan planteamientos integradores con las transnacionales dentro de nuestras economías. La retórica integradora (tipo MERCOSUR) será tan ineficaz, como siempre, en tanto nuestros estados nacionales no controlen los recursos estratégicos. Mientras ello no ocurra, Hegel y Marx continuarán sonriendo desde ultratumba al ver los vanos esfuerzos integradores de hormigas o jabalíes.



CITAS BIBLIOGRAFICAS


1.- ConcienciACTIVA 21, Número 18. Octubre 2007. Venezuela.

2.- Jorge Abelardo Ramos: “Historia de la Nación Latinoamericana”. Tomo I. Página 43

A. Peña Lillo, Editores. Segunda Edición. Agosto, 1973

3. - Susan Buck-Morss: “Hegel y Haití”. Editorial “Norma”. Buenos Aires – Argentina. Febrero de 2005. Página 52

4.- “Haití: Primera Nación Independiente de América Latina” (3). Revista “Todo es Historia”, Nº 245. Buenos Aires - Argentina, 1987)

5.- Sussan Buck-Morss (Ob. Cit). Páginas 54, 55 y 56.

6. - Sussan Buck-Morss (Ob. Cit) Página 70

7.- Sussan Buck-Morss (Ob. Cit.) Página 61

8. - Sussan Buck-Morss (Ob.Cit.) Página 68

9.- Jorge Federico Hegel: “Fenomenología del Espíritu”. Fondo de Cultura Económica. México. Segunda Reimpresión. 1973.- Página 116.

10.- Sussan Buck Morss (Ob. Cit). Página 59

11.- Carlos M. Ayala Corao: “Marx y Bolivar”. Periódico “El Universal”, de Caracas.-

01-07-01)

12.- Carlos Marx: “Bolivar y Ponte”: Artículo publicado en el tomo III de The New American Cyclopedia. Escrito en enero de 1858. Apareció en la edición alemana de MEW, t. XIV, pp. 217-231. Digitalizado para MIA-Sección en Español por Juan R. Fajardo, y trascrito a HTML por Juan R. Fajardo, febrero de 1999.

13.- Ramos: (Ob. Cit.) Tomo I. Página 266

14.- Ramón E. Azocar: “Bolívar visto por Marx”. Analítica.com. Venezuela. 8 de

Septiembre de 2005).