Cada año los Estados pierden miles de millones de dólares por
impuestos que no pueden recaudar, fortunas que salen de sus fronteras sin que
las puedan detectar, dinero producto de la actividad criminal, de la corrupción
y, sobre todo, de la actividad comercial. De forma directa, los flujos
financieros ilícitos erosionan las bases imponibles de los países, frenan y
retrasan el desarrollo, afectan a la población e incrementan las brechas de la
desigualdad pues recortan los recursos financieros que los gobiernos podrían
destinar a programas sociales básicos como salud, alimentación y educación.
La pérdida por flujos financieros ilícitos en
América Latina se ha incrementado en la última década en más del 100%; problemas
como la evasión y elusión fiscal obstaculizan el desarrollo de la región.
Según el último Panorama Social de América Latina, elaborado por la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza afectó en 2014 al
28% de la población y la indigencia aumentó a 12% respecto a 2012, estas cifras
revelan un estancamiento en el proceso de reducción de la pobreza. Es
claro que, entre algunas de las medidas que requieren ser abordadas
urgentemente para revertir esta situación, los países deben frenar las salidas
de estos flujos y generar entradas a través de una mayor recaudación que
permita invertir en el sector social.
Las últimas cifras sobre los flujos financieros
ilícitos publicadas por Global Financial Integrity[1], muestran que los países
en desarrollo, dentro de ellos América Latina, han perdido 6,6 billones de
dólares entre el 2003-2012, de los cuales alrededor de 1.5 billones de dólares
se refieren a fugas en la balanza de pagos; es decir dinero no registrado ni
relacionado con las cuentas del Estado, lo cual representa alrededor del 23%
del total. Estos flujos tienen una tendencia creciente y se han
incrementado en promedio 9.4% cada año, lo cual revela que las medidas para
combatir dichos flujos son insuficientes y no cuentan con la institucionalidad
necesaria.
El mecanismo más empleado para mover
ilícitamente el dinero fuera de los países en desarrollo ha sido la falsa
facturación en el comercio (manipulación de los precios de transferencia), la
cual representa el 77.8% del total de flujos financieros ilícitos fugados entre
2003 y 2012.
Los montos perdidos por los flujos financieros
ilícitos a lo largo de la última década son los mismos que hacen falta para
generar propuestas públicas destinadas al desarrollo y el cumplimiento de los
objetivos sociales como la erradicación de la pobreza, acceso a servicios de
salud gratuitos y educación de calidad.
En el 2012 se registraron 991,2 mil millones de
dólares como flujos ilícitos que fugaron de economías en desarrollo, siendo ese
año el máximo registrado en los últimos 10 años. Estos flujos
representaron salidas de capitales que provienen de actividades comerciales de
empresas, la delincuencia, la corrupción y otras actividades ilícitas.
Para este mismo periodo la ayuda oficial al desarrollo fue 89.7 mil millones de
dólares y la inversión extranjera directa 789,3 mil millones, lo cual significa
que los flujos ilícitos representaron aproximadamente 1,3 la inversión
extranjera directa, y 11,1 veces la ayuda oficial al desarrollo que recibieron
las economías en desarrollo.
En lo que se refiere a América Latina solo en el
2012 los flujos ilícitos significaron más de 150 mil millones de dólares, lo
que representó aproximadamente el 3% del PBI de la región. Este monto es
superior a la inversión extranjera directa y 15 veces más que lo que recibe
como ayuda oficial al desarrollo. Las tasas de evasión fiscal del IVA
fluctuaron entre 17,8% y 37%, y la evasión del impuesto sobre la renta varió
entre 46% y el 49% de la recaudación total para el período comprendido entre
2006 y 2010, esta evasión es cerca del 1% del PBI de la región.[2]
Dentro de los países de la región cinco de ellos
se encuentran entre los veinte primeros países del mundo que perdieron más
debido a los flujos financieros ilícitos en el periodo 2003-2012. Chile
ocupa el lugar veinte con 45,6 mil millones de dólares, Panamá está en el
puesto dieciocho con 48,4 mil millones, Costa Rica es el décimo cuarto con 94
mil millones, Brasil ocupa el séptimo puesto, los flujos ilícitos de este país
representan el 1.5% del PBI y México es el tercero del mundo (y primero en la
región) después de China y Rusia, con 514 mil millones.
En el caso de Costa Rica, este monto representa
el 47% de su PBI, siendo el máximo dentro de toda la región seguido por
Nicaragua, Honduras y Paraguay. Los flujos ilícitos salidos de estos
países representan en promedio el 20% de su PBI en 2012.
Los países con mayor salida de flujos ilícitos
en relación a su PBI, también son aquellos que registran altos niveles de
pobreza como Nicaragua, Honduras y Paraguay, que alcanzan niveles de pobreza
que fluctúan entre el 69% y 49 % de su población, superando el promedio de la
región, confirmando que existe una correlación positiva entre los flujos
financieros ilícitos y los índices de pobreza.
Estas cifras significan que cada año los países
de la región pierden enormes ingresos tributarios que pueden ser empleados en
políticas de desarrollo; dada la magnitud de los montos involucrados en estas
actividades, los flujos financieros ilícitos son una de las principales
limitantes para el progreso de los países en desarrollo minando así la
estructura de los Estados.
Sin embargo la salida de los flujos ilícitos no
sería viable, sin la existencia de facilitadores, los cuales brindan servicios
de offshore[3]. Los facilitadores son entidades de profesionales que
actúan como intermediarios para que las empresas y personas adineradas puedan
sacar su riqueza del país hacia paraísos fiscales, proporcionándoles estructuras
jurídicas y esquemas de planificación impositiva.
Dentro de los principales facilitadores están
las grandes firmas contables e impositivas, encargadas de diseñar, desde las
casas matrices, la planificación fiscal internacional de todo el grupo
económico. Los grandes estudios de abogados son los creadores de las
estructuras jurídicas necesarias para poner en marcha los esquemas fiscales y
financieros y de defenderlos ante los tribunales.
Los bancos internacionales ofrecen los canales
de transferencia de los capitales y administran las inversiones de los grandes
ricos globales y de las corporaciones, tal como lo sucedido en el caso del
Banco HSBC en Argentina donde se descubrió la apertura y ocultamiento de 4040
cuentas no declaradas de empresas e inversores argentinos por aproximadamente
3000 millones de dólares en una sucursal suiza del Banco.
Ante esta situación, el reto de la región es
frenar los flujos ilícitos provenientes del lavado de dinero, fuga de capitales
y las malas prácticas de las multinacionales, las cuales se valen, además, de
una serie de acuerdos tributarios que terminan siendo acuerdos para eludir
impuestos.
Para poner fin a este tipo de actividades es
necesario que los gobiernos construyan e impulsen mecanismos de integridad y
trasparencia financiera, una administración tributaria eficiente, permitiendo
controlar la evasión y la elusión tributaria.
Es en ese sentido que actualmente se viene
presionando desde la sociedad civil para incorporar mecanismos que promuevan la
transparencia de las empresas transnacionales, que incluyen:
+ Reporte público país por país
En la actualidad, ni las administraciones
tributarias, ni la ciudadanía conocen la forma en que se estructuran las
empresas transnacionales. El reporte financiero país por país les impone
la obligación de divulgar con precisión todas las subsidiarias que tienen en el
mundo, su número de trabajadores, el volumen del negocio, las ganancias
obtenidas y los impuestos pagados. Dicha información permite ubicar
rápidamente los esquemas agresivos de elusión tributaria y los paraísos
fiscales usados como soporte. Es clave que esta información sea de
carácter público a fin de que autoridades, prensa y sociedad civil puedan
acceder a ella.
+ Registro público de los beneficiarios efectivos
Si bien es fundamental el reporte país por país
de carácter público, se requiere además conocer a los beneficiarios reales de
las empresas, fundaciones y fideicomisos que sirven como fachada muchas veces
para no pagar impuestos. Estos beneficiarios deben estar listados en
registros de carácter público.
Y del mismo modo impulsando medidas para lograr
la transparencia fiscal y cooperación entre los Estados a través de:
+ Intercambio multilateral y automático de
información
Los Estados de la región y el mundo deben
implementar mecanismos eficaces para intercambiar información tributaria de
manera multilateral entre todos y automáticamente. Apenas una persona
física o jurídica abre una cuenta bancaria, la administración tributaria recolecta
y reenvía esa información al país de origen de esa persona a fin de identificar
si hay elusión, evasión o fraude.
+ Intercambio no recíproco a favor de los países
en desarrollo durante un periodo de transición
Los Estados con mayor poder agrupados en el G-20
y la Organización de Cooperación para el Desarrollo (OCDE) se organizan para el
intercambio arriba descrito, pero se excluye a los países en desarrollo que aún
no tienen capacidad para implementarlo. Por ello es importante que el
intercambio de información empiece, en primer lugar y sin reciprocidad, desde
estos países y los paraísos fiscales hacia la mayoría de países de América
Latina y el Caribe.
Notas:
[1] Illicit Financial Flows from Developing
Countries: 2003-2012 Dev Kar and Joseph Spanjers December 2014.
[2] Secretaria
Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
[3] “Industria offshore” se refiere a los
servicios para el perfeccionamiento de la fuga de capitales.
COMO PIERDE DINERO AMERICA LATINA