LOS DESAFIOS DE LOS PROCESOS REVOLUCIONARIOS EN AMERICA LATINA

Por:
Eduardo Paz Rada

Publicado el 01/09/2015

Los procesos revolucionarios nacionalistas y antiimperialistas, impulsados en varios países de América Latina y el Caribe en los últimos quince años, así como los proyectos de integración bolivariana, enfrentan los retos más importantes y urgentes de este momento histórico debido a la fuerte tormenta económica producida por la profunda crisis del capitalismo mundial, la enérgica acción desestabilizadora y conspiradora del imperialismo y sus aliados internos, la campaña de los poderosos consorcios privados de medios de comunicación, la apuesta de los gobiernos conservadores a una política de libre comercio y el retraso en las iniciativas de consolidar un bloque regional sólido y coherente para construir la alternativa de la unidad de la Patria Grande.

 

Sin embargo, la situación no es la misma en Bolivia que en Venezuela o en Nicaragua que en Ecuador, las cuatro experiencias más comprometidas, junto a Cuba, en su esfuerzo por construir alternativas dentro de un socialismo latinoamericano que recoge la experiencia de guerra por la unidad de Simón Bolívar, los ejércitos libertadores y los Guerrilleros de la Independencia en el siglo XIX; de la Generación del 900, la Revolución Mexicana y el rechazo a la intervención militar y política estadounidense a principios del XX; y de la lucha por la liberación nacional de los movimientos nacionalistas y la Revolución Cubana, en la post Segunda Guerra Mundial.         

 

Tampoco es la misma contingencia la de Argentina, Brasil o Uruguay, países que han aportado sustancialmente al desarrollo de una conciencia latinoamericanista y a la solidaridad entre nuestros pueblos por un proyecto de emancipación. Por otra parte, la mayoría de los demás gobiernos se han movido, con matices y diferencias, entre su adhesión plena a las estrategias de Washington, como México y Colombia,  y un acercamiento intermitente con el bloque alternativo, como Chile, El Salvador y  Perú.

 

CONSPIRACION CONTRA LOS GOBIERNOS LATINOAMERICANOS

 

La arremetida más violenta y persistente de la conspiración se ha producido sobre el gobierno de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, tanto por el acecho político, militar y económico que se ha agudizado en los últimos meses con la especulación de mercancías, la baja en los precios del petróleo y la emergencia fronteriza con Colombia y Guyana; en este último caso en típica maniobra imperialista de generar un impase territorial para intervenir con sus militares y su diplomacia. En ese marco se desenvuelve también la campaña de las empresas de medios de comunicación que buscan distanciar a Venezuela de Cuba con el argumento de que las relaciones diplomáticas de Washington con La Habana van por un camino que no pretende seguir el gobierno de Caracas.

 

Los esfuerzos por desestabilizar a Dilma Rousseff en el Brasil, mediante las cadenas mediáticas, como O Globo o Veja, las transnacionales y el sistema financiero, las manifestaciones callejeras o la conspiración parlamentaria encabezada por el Presidente de Diputados Eduardo Cunha, han mostrado su objetivo con las declaraciones del ex presidente Fernando Henrique Cardoso cuando manifiesta su demanda de renuncia de la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), aprovechando los actos de corrupción que se produjeron en la empresa PETROBRAS. Corresponde tomar en cuenta la elevada importancia económica y política de Brasil en la región tanto por su influencia en los países de América Latina y el Caribe como por su presencia en el Grupo BRICS, junto a China, Rusia, India y Sudáfrica, marcando la geopolítica mundial, y el fuerte liderazgo popular de Lula Da Silva que pretende ser debilitado o anulado para un futuro electoral.

 

Los casos de Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador tienen el común denominador de cómo las oligarquías locales con canales de televisión y periódicos, apadrinadas por el imperialismo y sus tentáculos conservacionistas, coordinan acciones con fundaciones y Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que trabajan con organizaciones indígenas, impulsando propuestas de ambientalismo radical y territorios federales autónomos sin control estatal, debilitando así a los Estados Nacionales, los esfuerzos de desarrollo impulsados por los gobiernos y los proyectos de integración regional. A su vez en Nicaragua, las movilizaciones de la oposición buscan debilitar al gobierno de Daniel Ortega buscando cambios en el sistema electoral y recibiendo el apoyo de la Embajada de Estados Unidos.

 

NECESARIA MOVIIZACION POPULAR

 

Las respuestas no se dejaron esperar. En los casos de Ecuador, Brasil, Bolivia y Venezuela, las movilizaciones del pueblo y sus organizaciones en respaldo a los procesos nacional-populares se han manifestado prontamente para evitar la mayor desestabilización y los gobiernos mantienen firmeza en sus políticas sociales y redistributivas, sin embargo aún tienen pendientes tareas para impulsar una poderosa economía social y estatal productiva, afectar los intereses de las trasnacionales, del poder bancario-financiero y de las oligarquías terratenientes, impulsar la organización del poder popular, radicalizar un programa liberación nacional y social, ir más allá de la formalidad electoral de la democracia y dar pasos más firmes en la complementación e integración económica, política, militar y educativa conjunta.

 

En Argentina, a pesar de las fuertes presiones y acciones de protesta de organizaciones sindicales y empresariales rurales y financieras y de la dura campaña del Grupo Clarín de medios de comunicación; el oficialismo peronista del Frente para la Victoria ha conseguido resultados favorables en las elecciones primarias que definieron candidaturas para los comicios presidenciales de octubre de 2015.   

 

Esta situación de paréntesis de las iniciativas revolucionarias pretende ser canalizada por el gobierno de Estados Unidos para recuperar espacios perdidos y jugar un rol más decisivo en las políticas regionales a pesar de los contrastes que sufrió en las Cumbres de las Américas de Mar del Plata en 2005 y en Panamá en 2015. Ahí están su propuesta de formar la Alianza del Pacífico para implementar los Tratados de Libre Comercio con México, Colombia, Chile y Perú, así como su proyecto bélico con ejercicios militares conjuntos organizados y realizados por el Comando Sur en la zona del Canal de Panamá, del 24 de julio al 7 de agosto de 2015, con diecinueve delegaciones de países del continente y también el afianzamiento de sus bases militares en Puerto Rico, Colombia, Perú, Paraguay, Honduras y otras islas del Caribe.

 

CONSTRUCCION ALTERNATIVA

 

Cuando han pasado diez y seis años del ascenso presidencial de Hugo Chávez al gobierno  de Venezuela –febrero de 1999- y diez desde que se produjo el gran golpe de rechazo a los Tratados de Libre Comercio (TCP) y al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata –noviembre de 2015-, como el gran empujón al proceso de la integración latinoamericana concebido e implementado por los presidente Lula Da Silva, Néstor Kirchner y Hugo Chávez, en el contexto de la Cumbre de los Pueblos, el balance de lo realizado es imprescindible.

 

El mensaje patriótico bolivariano y de unidad de América Latina y el Caribe lanzado inicialmente en solitario, como un loco según sus críticos, por el comandante Chávez en cada uno de los encuentros locales, nacionales e internacionales, desde el levantamiento cívico-popular de febrero de 1992 y durante toda su gestión presidencial, se ha convertido en la fuente primordial del proceso revolucionario regional, tanto por haber recuperado la memoria histórica de los grandes acontecimientos de la emancipación y lucha de nuestros pueblos contra las agresiones de las potencias colonialistas e imperialistas, como por la vitalidad del pensamiento que reivindica la unidad de la Patria Grande con las ideas de Simón Bolívar, Manuel Ugarte, Jorge Abelardo Ramos, Eduardo Galeano, entre otros, con una convicción que solamente los grandes hombres de la historia han podido demostrar. El inmediato y pleno apoyo de otro comandante histórico, Fidel Castro, fue el mejor espaldarazo para emprender la misión asumida.

 

Juntos pudieron, paulatinamente, sumar aliados que, ganando elecciones con el apoyo mayoritario de electores, avanzaron en procesos de reformas internas para mejorar las condiciones de cada uno de sus países y sus pueblos y de esfuerzos externos por coordinar tareas junto a los gobiernos que manifestaron su voluntad de evitar el  avasallamiento de las políticas del imperio norteamericano. Con la decisión de Kirchner de Argentina, Lula de Brasil, Morales de Bolivia, Correa de Ecuador, Mujica de Uruguay,  Salvador Sánchez de El Salvador, Ortega de Nicaragua, Leonel Fernández de República Dominicana, entre otros más o menos comprometidos, se inició el emprendimiento integracionista soberano marcado en Mar del Plata.

 

El predominio del neoliberalismo, la globalización y la democracia electoral representativa tutelada por las potencias mundiales como temas de la agenda del debate y de las políticas oficiales se fue transformando en el debate de nuevas propuestas y alternativas. Surgieron las posiciones antiimperialistas, bolivarianas, socialistas, post-neoliberales, sandinistas, liberales, capitalistas de Estado, ciudadanas, de otro mundo es posible, comunitarias, autogestionarias, movimientistas y otras que abrieron nuevas perspectivas y rompieron el molde hegemónico de las décadas anteriores.

 

 FORMACION DEL BLOQUE

 

La recuperación de la soberanía nacional y popular en los países de la región estaba en la base misma de todo el proceso que se abrió para implementar las iniciativas de la integración y unidad de América Latina y el Caribe. La propuesta más militante y decididamente antiimperialista es la Alianza Bolivariana de los pueblos de Nuestra América (ALBA) formada por Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y Granadina, Dominica, y Antigua y Barbuda. La dinámica impuesta por Hugo Chávez a la ALBA fue el motor para luego desarrollar las versiones más inclusivas, abriendo tribunas valiosas para el discurso de integración emancipadora y para comprometer a gobiernos menos decididos en el proceso  de construcción de vías alternativas al capitalismo, como UNASUR y CELAC.

   

La importancia de la Unión de Naciones Sudamericanas y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños radicó en asegurar la presencia de los Jefes de Estado de todos los países de la región, formar un bloque amplio y compacto para tomar un papel protagónico en la multipolaridad mundial, incluir a Cuba, solucionar conflictos entre países y dentro de cada país y establecer la coordinación de acciones excluyendo la presión e intereses de Estados Unidos y Canadá, potencias que intentaron reflotar una Organización de Estados Americanos (OEA) venida a menos. La relación cara a cara entre presidentes, el abordaje de temas candentes de manera frontal, la difusión pública de los debates en las cumbres marcaron el nuevo ritmo de la política.

 

Nunca antes se había discutido en una acción común en temas como la coordinación política, complementación comercial y económica, formación de un Banco del Sur,  defensa militar conjunta al margen del Pentágono o la adopción de una postura común en los foros mundiales.

 

BALANCE HISTORICO Y SU PROYECCION

 

En el contexto de la profunda crisis capitalista en los centros hegemónicos de Europa y  Norteamérica y de los juegos estratégicos de la geopolítica mundial; con la debacle griega, la radicalización de la xenofobia europea contra los tercermundiastas de Asia, Africa y América Latina, las guerras en Libia, Irak y Siria, la preparación de un frente bélico de alta peligrosidad en la frontera rusa, el acecho sobre China y el movimiento militar en el Atlántico Sur; las relaciones Estados Unidos-América Latina y Caribe se hacen más sensibles y peligrosas por las escaladas que pueda provocar el imperialismo.

 

Corresponde recordar que, en un balance histórico, el avance de la unidad latinoamericana se produjo al influjo de los procesos antiimperialistas surgidos en distintas latitudes del subcontinente sobre la base del discurso bolivariano, morazanista y sanmartiniano de la Patria Grande reivindicado por los gobiernos  de Venezuela, Bolivia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Nicaragua y con las importantes acciones realizadas por los gobiernos de Brasil y Argentina. Los albores de este nuevo siglo han sido promisorios de las luchas de los pueblos por la liberación nacional y social ante la debacle y la crisis de las viejas potencias imperialistas, la emergencia de nuevas fuerzas mundiales y la presencia de movimientos populares fortalecidos, sin embargo las luchas, enfrentamientos, guerras y contiendas están presentes en distintos ámbitos de la realidad internacional y nacional.

 

La condición semicolonial de los países de Nuestra América hace imprescindible marcar claramente que la contradicción fundamental país oprimido-imperialismo es la guía que debe orientar los pasos de respuesta a la conspiración a través de la unidad y solidaridad de los pueblos de América Latina y el Caribe; la organización de comités populares para la profundización de la democracia participativa y deliberativa, más allá del ejercicio electoral rutinario; el desarrollo de una estrategia de construcción  de experiencias de economía socialista fortalecidas a través de un estado fuerte y planificador; y la formación política de cuadros revolucionarios con un programa y bases teóricas e históricas sólidas. La máxima “el siglo XXI nos encontrará unidos o dominados”  mantiene su plena vigencia en la hora actual de construcción de la Nación Latinoamericana.