Frente a las dificultades de los gobiernos posneoliberales en
varios países, algunos, con cara de arrepentimiento y voz grave,
lamentan lo que sería el final del ciclo de los gobiernos progresistas en
América Latina, sumándose, una vez más, a las voces de la derecha. Un ciclo que
ellos nunca reconocieron que hubiera existido.
Antes, se decía que nunca había existido ruptura
alguna, que los nuevos gobiernos eran la continuidad de los anteriores, tan
neoliberales como aquellos. La Venezuela de Hugo Chávez reproduciría la de los
gobiernos de Acción Democrática y de Copei. El gobierno de Lula seria la
continuación del de Cardoso. La Argentina de los Kirchner no se diferenciaría
de la de Menem. Los gobiernos del Frente Amplio serían las nuevas versiones de
los programas de los partidos de la derecha uruguaya. Evo Morales y Rafael
Correa serian reediciones de los gobiernos conservadores que los han precedido.
Cuando las trasformaciones operadas por esos
gobiernos en sus países han disminuido sustancialmente la desigualdad, la
miseria, la exclusión social aun en el marco del aumento de esos fenómenos en
escala mundial; cuando los procesos de integración regional han debilitado la
capacidad de influencia de Estados Unidos en la región y han proyectado
espacios propios de acción; cuando los Estados de esos países han recuperado
capacidad de acción económica, política y social; aquellas voces han tenido que
callarse, para ahora volver con la idea de que esos gobiernos se habrían
agotado.
¿Pero qué significa un fin de ciclo? Fue, por
ejemplo, el agotamiento del largo ciclo desarrollista en escala mundial y
latinoamericano, que ha llevado a su sustitución por gobiernos neoliberales.
Fue el agotamiento del ciclo neoliberal, que ha llevado al surgimiento de gobiernos
posneoliberales.
¿Qué significaría el agotamiento del ciclo
posneoliberal? En el horizonte, la única perspectiva es la restauración
conservadora, con el retorno al modelo neoliberal, programa propuesto por
todos los sectores oposicionistas, todos de derecha. La ultra izquierda, a lo
largo de todo el ciclo posneoliberal, iniciado hace más de década y media, no
ha construido alternativas en ninguna lado, no ha ocupado ningún lugar
significativo en el campo político, se limita a proclamaciones críticas y
a alianzas con la derecha en contra de esos gobiernos.
Final de ciclo será cuando aparezcan nuevas
alternativas, superadoras, en el horizonte político. Será cuando la derecha
consiga – si lo logra hacer – una perspectiva conservadora de superación de los
gobiernos actuales. O cuando los mismos gobiernos posneoliberales agoten sus
propuestas actuales y se propongan objetivos más grandes, por ejemplo,
anticapitalistas.
Innegablemente varios gobiernos posneoliberales
se enfrentan actualmente a dificultades, más grandes o menores. Son
afectados por las herencias recibidas de los gobiernos neoliberales, como
la desindustrialización, el peso enorme de los sectores primario
exportadores, la hegemonía del capital especulativo, la predominancia del
neoliberalismo y de las políticas de austeridad en escala mundial. Así como
dificultades que algunos de esos gobiernos no han sabido superar hasta ahora,
además de las mencionadas, como el peso de los monopolios privados de los
medios de comunicación, el rol del dinero en las campañas electorales, el
estilo de vida y de consumo norteamericanos, entre otros.
Lo que se termina es una primera fase de
los gobiernos posneoliberales, que son los que tienen las mejores condiciones
de enfrentar, de forma progresista, avanzando en el camino seguido hasta aquí,
para garantizar los avances y superar los problemas actuales. Con más
integración regional, para favorecer la construcción de una nueva matriz
productiva, con nuevas propuestas que permitan la superación definitiva del neoliberalismo.
La derecha seguirá impotente frente a esos
avances, mientras la ultra izquierda seguirá estando de espaldas a la
historia real.
- Emir Sader, sociólogo y científico político
brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la
Universidad Estadual de Rio de Janeiro (Uerj).
¿EL FINAL DEL CICLO (QUE NO HUBO)?