HOMENAJES A ANDRES DE SANTA CRUZ
(Para “Patria Grande”)

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Publicado el 01/10/2015

1.-

 

LA VOZ DEL MAS GRANDE DE LOS BOLIVIANOS

                                                                                      Carlos D. Mesa Gisbert

150 años después de su muerte, imagino la voz de Andrés Santa Cruz Calahumana, más allá del tiempo...
 "Siempre tuve nostalgia del lago. Mi madre Juana Basilia nunca pudo separarse de la sombra de sus aguas. Por ella supe todo lo que su profundo azul había representado cuando nací de su entraña india. Pertenecía a la nobleza, hija de caciques cuya estirpe se hunde en un pasado teñido por el Titicaca. Me hablaba en aymara y eso a mi padre Josep Santa Cruz, criollo de Huamanga, no le gustaba demasiado, aunque me dejaba escucharla en su regazo. Pero mi padre marcó muy pronto el imperio del castellano en mi cabeza. Huamanga de Josep, Huarina de Juana y La Paz donde nací, estuvieron siempre en mi pecho 
Mi padre me enseñó disciplina, sentido del deber y espíritu militar. Mi madre era, como Matías, mi abuelo materno, el orden personificado, la sobriedad, el ahorro y la palabra medida.    
Nunca tuve dudas, yo quería una sola nación desde Tumbes hasta Tarija,  quería que el incario y el virreinato fueran en la República lo que fueron siempre, el árbitro de América del Sur, el árbitro del Pacífico, el árbitro entre la Confederación Argentina y el Brasil, tan grande y poderosa como ambos. No es muy difícil de entender, es simplemente mirar el mapa y saberlo, es saber además que ninguna frontera artificial puede dividir un pueblo de modo gracioso.  
Mi patria fue siempre una sola y por supuesto su corazón era Bolivia, a la que amé con todas mis fuerzas. Cómo no hacerlo, allí nací, allí nació y vivió mi madre, allí está la mitad de mi ancestro. Desde allí y no desde otro lugar construiría la patria mayor. Por eso, cuando llegué a la presidencia de Bolivia, toda mi energía estuvo puesta en Bolivia; ése era mi desvelo y así actué durante seis años, seis fructíferos años en los que todo quedó en orden, empezando por el erario que tuvo superávit. No se gastó un peso de más. Pensé desde el primer día de mi gobierno que no se podía tener una república sin leyes y códigos, sin una educación adecuada, sin proteger su industria. El Congreso aprobó una nueva Constitución anclada en la realidad, la perfeccioné más aún cuatro años después, en 1834, y me enorgullezco de una frase de su texto que habla mucho de mis más íntimos valores: Nadie ha nacido esclavo en Bolivia a partir del 6 de agosto de 1825, el día de la creación de la nueva República. En menos de un lustro Bolivia fue la nación más respetada de América.  
Pero todo eso era insuficiente, no me podía quedar atrincherado en las montañas, hubiese sido absurdo. Quedar allí limitaba nuestro horizonte y el mío propio. Por eso abrimos nuestros brazos al Océano a la provincia Litoral, y mis hombres cruzaron el Desaguadero. Por eso los triunfos militares de Socabaya y Yanacocha y por eso la creación de la Confederación aprobada por tres congresos e integrada por tres estados; Bolivia y dos nuevos en que dividí al Perú para guardar un equilibrio apropiado, el Estado Nor Peruano y el Estado Sur Peruano. En 1836 coroné todo lo que en la vida quise. El 28 de octubre de ese año nació formalmente la Confederación Perú-Boliviana. Eso me dio la energía para consolidarla y defenderla.  Aplasté por las armas el intento del argentino Juan Manuel de Rosas por doblegarnos desde el sur. Sólo así fui leal con mi alma y con mis sangres.    
La gran ironía de hacer y construir la patria grande fue que uno de los pocos que la entendió fue mi gran enemigo, Diego Portales, ese conservador chileno, hombre de hacienda y de poder que percibió muy pronto lo que por tantos años y con tantos desvelos y amarguras traté de transmitir a bolivianos y peruanos, la concepción, el trabajo, el esfuerzo indeclinable para lograr que Bolivia y Perú fueran uno. Las razones eran simples: comunidad de origen, identidad de vida, destino común, fuerza en la unidad. Portales a su vez pensó, dijo y dejó como meta estratégica de su país la destrucción de esa unidad. Se dio cuenta que Bolivia y Perú unidos serían siempre más que ese Chile modesto y encerrado en el extremo sur de América. Pocos fieles tuve en mi patria que entendieran y siguieran esta estela, pero un gran enemigo bastó para derrotar a la Confederación, porque sólo él y yo mirábamos más allá de nuestras narices, sólo y él y yo sabíamos que lo que estaba en juego era el futuro, el largo, el del tiempo que verán nuestros bisnietos y tataranietos, no el de mañana, pequeño y modesto.
Mucho más podría rememorar de las cosas que viví, de los sueños que tejí e hice realidad sobre la tierra tangible que se prendió a mis botas en los miles de kilómetros que recorrí a lo largo de tantos años. Mucho podría reflexionar sobre aquello que me dio fuerza y más todavía del sabor de la victoria y el sabor de la derrota que se hacen distintos dentro de la boca. Nunca derramé una lágrima. Hoy no lo haré, porque la victoria fue una etapa y la derrota una caída, sólo eso. El tiempo acabará dándome la razón”.
 
Carlos D. Mesa Gisbert fue presidente de Bolivia.

 

 

 

 

 

 

2.-

 

PALABRAS DEL PRESIDENTE DEL CONCEJO MUNICIPAL DE LA CIUDAD DE LA PAZ, PEDRO SUSZ, EN LA SESION DE HONOR, DEL 28 DE SPETIEM BRE PASAADO, EN LA QUE SE RECORDO EL 150 ANIVERSARIO DEL FALLECIMINTO DEL MARISCAL ANDRES DE SANTA CRUZ

 

Permítanme traer a colación inicialmente dos breves párrafos pedidos en préstamo al notable historiador inglés Edward HalletCarr: “Solía decirse que los hechos hablan por sí solos. Es falso, por supuesto. Los hechos sólo hablan cuando el historiador apela a ellos: él es quien decide a qué hechos se da paso, y en qué orden y contexto hacerlo”.

 

Asimismo, afirma,  Carr: La historia es siempre historia presente (Carr)

Desde luego no cometeré la imprudencia de investirme del rol de historiador, máxime en presencia de quiénes cuentan con todos los méritos y los  pergaminos en esa materia.

Justamente por ello prefiero aferrarme a las sentencias del connotado especialista citado, con el único afán de dar cuenta de algunas delas consideraciones que en su momento nos movieron  a poner endebate del Pleno del Concejo Municipal de La Paz el proyecto de Ley que se promulga hoy, a pocos días de haberse recordado, el pasado día viernes 25, el sesquicentenario del fallecimiento del Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana

No se trató por cierto de una iniciativa apuntada  apenas a cumplir una formalidadprotocolar. Estoy persuadido por el contrario, y entiendo que el criterio fue compartido por todos los colegas concejales y las colegas concejalas al momento de aprobar por unanimidad el proyecto en cuestión, que repensar hoy el rol jugado por el Mariscal Andrés de Santa Cruz tiene, en el sentido al cual apuntaba Carr, una significación especial.

El tiempo que nos es dado vivir, se me antoja, reactualiza de manera urgente cuando menos dos de los legados de Andrés de Santa Cruz, sabiendo desde luego que no se trata de los únicos cuya fresca vigencia nos urge a volcar la mirada a su paso indeleble por la historia de Bolivia.

De una parte su adhesión, en la práctica del ejercicio de las tareas puestas en acto, a la idea bolivariana de la unidad de la Patria Grande, cuestionando fácticamente las consecuencias de la balcanización inducida por los poderes hegemónicos de entonces y su cálculo para encerrar a las provincias del continente en los estrechos límites dentro de los cuales nuestra soberanía y autodeterminación quedaba en muchos casos achicada a ser un enunciado sin consecuencias efectivas.

150 años más tarde, este Siglo XXI, el siglo de la colonización de las conciencias en virtud de la mundialización del capitalismo informático y su arsenal tecnológicopone otra vez sobre el tapete, con renovada urgencia, aquel llamamiento a mirar más allá de las acotadas fronteras de cada país, para así dotarnos de un mínimo de posibilidades de tener voz propia en el contexto de la mal denominada “sociedad de la información”.

En segundo lugar,el obstinado apego de Santa Cruz al reto de la construcción de una institucionalidad sólida, acorde a las necesidades del momento, pero al mismo tiempo, pues no se trata de una contradicción, ajena a las consideraciones o urgencias tan solo coyunturales, pensada por el contrario con la vista puesta en el porvenir, indescifrable por cierto, sin que ello nos dispense de la responsabilidad de imaginarlo,individual y colectivamente, en ejercicio de nuestra facultad constituyente.

De las otras significaciones vigentes de la obra de Santa Cruz nos impondrán de seguro quiénes harán uso de la palabra en los próximos minutos. Valgan empero las dichas para dejar en claro el porqué nuestro Concejo Municipal de La Paz se suma, con respeto y admiración, a este homenaje a una de las figuras medulares del pasado boliviano, y por ende del futuro compartido, claro está.

 

3.-

 

ANDRES SANTA CRUZ : FUEGO CRUZADO

 

                                                                                      PEDRO GODOY – CEDECH

                           

Andrés Santa Cruz es mestizo ¿Quién no lo es en nuestra América? Los hay recientes, intermedios y consolidados. En     el tenista "Chino" Ríos, el pianista Roberto Bravo, el exmandatario Lagos, la cantante Myriam Hernández Contemplese a toda la Selección Chilena de Fùtbol y coincidirán con el enfoque bosquejado. El personaje que motiva esta nota -también conocido como Mariscal de Zepita y Supremo Protector de la Confederación Perú-Boliviana- también lo es. Su padre, militar español y su madre. aymará. Tema antagónico es la superchería racista de convencer a mis paisanos que son los "ingleses de América del Sur"

 

Se denosta al mariscal en los textos escolares de Chile. No ocurre algo diverso en Perú. Para mi país es una amenaza imperialista, pues programa la restauración del Incanato. Se le descalifica como paradigma de la perfidia. Los peruanos le estigmatizan como invasor y representante de la barbarie. Ello mientras glorifican a los caudillos que, aliados a las tropas mapochinas, demuelen el esfuerzo de re-unir a "los Perues", para emplear la expresión de O´Higgins. Entre otros el general Ramón Castilla con cuyo nombre se bautiza al Centro de Altos Estudios Militares CAEM incubadora de la revolución encabezada por Velasco Alvarado.

 

Esta acusación de imperialista la avalan -quizás sin querer- aquellos que lo exaltan como un "indio" notable que emblematiza el mundo incaico descabezado por Pizarro y Almagro. Sería el hombre providencial destinado a restaurar el Tahuantinsuyo. De ese infundio participa su biógrafo Alfonso Crespo y ahora no pocos indigenistas. No se percatan que con ello -sin quererlo- nutren y legitiman la mendacidad de los desmembradores del Mapocho y del Rimac. En la misma Bolivia el crucismo es combatido por aislacionistas como Balivián que repudian los afanes integradores del Mariscal de Zepita. El ballivianismo aplaude a las tropas de Bulnes.

 

 

Chile mismo -digo mal, la oligarquía mapochina- impulsa la Guerra contra el plan crucista que es netamente bolivarista y sanmartiniano. El mariscal proyectaba invitar a Ecuador y Chile, una mancomunidad andina.  Como lo sostengo en otro texto, es coincidente con lo promovido por Perón: el ABC y los EEUU andinoplatenses. En diversos países de nuestra América surge el "crucismo" como ayer el peronismo y el velasquismo y hoy el chavismo.

Las FFAA de Chile se oponen a la guerra. La estiman un fratricidio. Eso eso explica la sublevación de Quillota cuyo colofón son las ejecuciones de coronel José Antonio Vidaurre y su oficialidad así como el fusilamiento de  Diego Portales.

 

 

Los eurocéntricos limeños lo caricaturizan a Santa Cruz como “Alejandro Magno de pacotilla”, "Macedonio guanaco" y “Bonaparte jetón". Cabecilla de este racismo es el poeta Felipe Pardo y Aliaga. Desde otro ángulo, la óptica indigenista no capta que la nostalgia incaica es incristalizable. En la esfera  etnológica el estadista paceño no es “indio”. Tampoco español. Pertenece a ese peculiar “género humano mixto” a que aludiera Bolívar… se trata de un "cholo". Como tal morenoide. Ello, para esas elites, es ser "ordinario" o "cabecita negra" ¿Acaso San Martín no es denigrado por los blancoides porteños por su condición mestiza?  

 

Los centrifugadores repudian el nacionalismo andino de  Andrés Santa Cruz. Los "caballeros de fina estampa" de Lima y los mercachifles de Santiago repudian al caudillo confederal porque son aislacionistas y enemigos de la integración. Logran en dos expediciones chilenoperuanas demoler el experimento crucista. La empresa la culminan con la batalla de Yungay el 20.01.1839. Hoy -en el Mapocho- izquierdas y derechas impulsan el armamentismo y se asocian contra Perú y Bolivia en un frente común mientras -en aulas y textos-  continúa vigente la denigración al estadista cuya obra  se reseña.